TEATRO

Ser consecuentes

Cuando un teatro reconoce públicamente que algunos de sus espectáculos han conseguido el 100% de ocupación, confiesa que ha tenido que dejar a parte del público sin disfrutarlos. Y…, los ofrece de nuevo.

Este al menos ha sido la reflexión de Lluís Pascual, director del Teatre Lliure de Barcelona, en el acto de presentación de la temporada 2015-16. Por lo tanto, atención a la nueva temporada.

En algunos espectáculos podremos ir sobre seguro, independientemente de que se basen en obras clásicas o modernas; de que hayan nacidos para el teatro o adaptados a él. Cuenta sobre todo el buen hacer, desde el tratamiento de la idea hasta el final lógico de toda obra de teatro: el espectador. Pues una obra de teatro no se acaba hasta que se representa y se recibe. Recibamos a..

El rei Lear. William Shakespeare la concibió a comienzos del siglo XVIII y la estrenó, según algunos datos, en 1606, en El Globe. El relato procede de leyendas y canciones, posiblemente celtas. La obra y los personajes son creación de Shakespeare, para fortuna del teatro.

Además de la transgresión que, ya de por si, supone el teatro, cada época y cada mentalidad teatral nos tienen acostumbrados a sus particulares transgresiones. En el montaje de El rei Lear, que se estrenó el 15 de enero en el Teatre Lliure de Montjuïc, en Barcelona, el director Lluís Pascual ha llevado a cabo notables pero eficaces transgresiones.

Sabido es, si se repasa la historia de las representaciones teatrales, que los grandes personajes seducen y tientan a actores y a actrices. Y algunos de ellos a actores y a actrices por igual. En este último montaje el papel del protagonista se le ha confiado a una actriz: Nuria Espert. Afortunada decisión arropada por un formidable reparto y dirigida con mano firme. Firme y sensible. Otra transgresión ha sido confiar el papel de bufón a una veterana actriz de una eficacia casi apabullante: Teresa Lozano. Las dos actrices, Nuria y Teresa, protagonizan algunas de las más atractivas escenas.

Esta leyenda trágica, nacida casi diez siglos antes que Shakespeare, es, más que un conflicto de poder y lucha, un entramado psicológico y moral. Es casi un espejo de la condición humana bajo una obcecación fatal que trata por igual, con el desengaño y la desgracia, al que se sumerge en el error voluntariamente y al que lo hace engañado (Lear y Gloster). Y con la fuerza de su error arrastran a la destrucción tanto a culpables como a inocentes. Pero esto es solo una reflexión sobre uno de los muchos mundos que ofrece la obra. Sirva de ejemplo y satisfacción a la hora de volver a disfrutar de ella. Y disfrutémosla.

Otra obra a la que recibir de nuevo es la estrenada en el Lliure de Gracia, el 9 de abril de 2015: El curiós incident del gos a mitjanit, teatralización del relato de Mark Haddon: El curioso incidente del perro a medianoche. El título nos remite a una frase que se lee en uno de los cuentos policíacos de Serlock Holmes, y el relato así titulado narra las peripecias de un espontáneo y joven detective. Pero es mucho más que un relato policíaco.

El protagonista, Christopher es un joven peculiar. Sensible, inteligente, tenaz, apasionado por las matemáticas y que sueña con el espacio. Un muchacho que no entiende las metáforas ni admite la mentira. Que, entre otras cosas, no soporta que le abracen, le toquen ni le griten, ya que está aquejado de una forma de autismo que se denomina síndrome de Asperger.

Una noche Christopher descubre, salvajemente asesinado, al perro de su vecina. Ante el error de los que le acusan, la indiferencia de muchos, el rechazo de la misma vecina y la resistencia de su propio padre a ayudarle, se decide a esclarecer el crimen. Al mismo tiempo descubre que su madre no ha muerto sino que le abandonó al no ser capaz de soportar su enfermedad. Pero esto no le preocupa, lo que le aterra es descubrir que su padre le ha mentido. Abrumado emprende una larga y atrevida escapada a Londres (una de las mejores escenas), que le convencerá, que nos convencerá, de lo mucho que es capaz de hacer por sí mismo.

La novela corta se editó hace unos años, hacia 2003. Se tradujo poco después al castellano. Lo más importante es que la adaptación al teatro de Simon Stephens, convenció de sus posibilidades a Julio Manrique, uno de nuestros más interesantes actores y directores, que la estrenó con lleno total.

Y así, esta divertida, trepidante y hasta tierna historia nos atrapó. Y Pol López, en la piel de Christopher, se nos hizo visible y, con sus dificultades y su superación, nos sedujo. Acompañado por un gran equipo, ágil y entregado, se ha conseguido que la obra haya sido aceptada con entusiasmo y siga suscitando comentarios y buenos recuerdos. Y, sobre todo, es esperada por los que no pudieron verla, y seguro que por bastantes que esperan volver a disfrutarla.

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