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EL SECULARISMO AFRICANO

Es actual la pregunta del gran autor canadiense de La Edad Secular, Charles Taylor, cuando dice: “¿Cómo hemos pasado del tiempo muy cercano, cuando era inconcebible no creer en Dios, a la época actual , en que la fe es una opción entre otras  muchas y a veces lleva a suscitar conmiseración?”. Y, muy pronto, esta  pregunta se hará también en el África cristiana.

En esta reflexión no voy a analizar  el fenómeno del  secularismo como tal en África. Quizá, este sea un tema para estudiar en el futuro. Sólo  quiero señalar su existencia, puesto que  muchos teólogos y sociólogos piensan que el cristianismo en África  no está afectado por este fenómeno.

Una preparación en el pasado  

Muchas veces cuando se habla del secularismo se limita a los países occidentales  y se olvida  que este fenómeno existe en muchos países non occidentales y en el África cristiana también.

Se afirma que los africanos son religiosos y que eso ha facilitado la evangelización. Es verdad que al inicio, es decir antes la penetración misionera de los occidentales,  el africano era religioso. Pero, después  del encuentro entre culturas africanas y la cultura occidental se produjeron muchos cambios. Recordamos que este encuentro  no fue amistoso. Entre otras cosas, el africano tuvo que abandonar su religión para abrazar la nueva llevada por los occidentales. Todo lo que el hombre africano tenía como práctica religiosa fue considerado por el misionero, como pagano o satánico. Eso causó en el hombre africano un vacío interior y una frustración. Hubo muchas conversiones al cristianismo pero no sólo por libre decisión, sino también  por la fuerza.

En general, los misioneros llegaron a África al mismo tiempo que los  colonizadores. Por ello no fue fácil  para el africano  diferenciar  entre ambos, lo cual llevó a que todos fueran  considerados como invasores. En el momento de las independencias, en los años 60, en muchos países africanos, los colonizadores se fueron. Los misioneros sin embargo, se quedaron para irse poco a poco, hasta dejar a los autóctonos la responsabilidad de  las iglesias locales.

Como efecto de este encuentro cultural, la cosmovisión del hombre africano ha cambiado. Por ejemplo, encontraron soluciones a muchos problemas vitales que antes consideraban como misterios y eran objeto de ritos religiosos. Es el caso de muchas enfermedades que se creían estar causadas por los espíritus, y para las que se encontraron medicamentos para su tratamiento y curación en la medicina científica.

A remolque de Occidente

Según  Charles Taylor  la secularidad  tiene dos aspectos: la separación Estado-Iglesia y la secularidad individual según la cual un individuo elige  creer o no creer. Aquí me quiero referir  en el segundo aspecto.

Las guerras, los sufrimientos vividos en tantos países de África, han producido dudas en muchos para relativizar  la religión aportada por el occidente. Así muchos jóvenes no se plantean tanto creer o no creer. Con frecuencia te preguntan ¿para qué sirve creer  sufriendo?  ¿Si tenemos un mismo Dios que los occidentales, por qué nosotros sufrimos mientras que  ellos  están en el paraíso?

Otro elemento que facilita el fenómeno del secularismo son los medios de comunicación. Con ellos, el mundo deviene como  un pequeño barrio. Mucho de lo que ocurre en occidente llega inmediatamente a diferentes partes de África, llevando  buenas y malas cosas. Es el caso de las ideas secularistas  y ateas que llegan a los africanos y entonces muchas personas  empiezan a cuestionar el fundamento de creer en un Dios.

La multitud de sectas procedentes del Occidente principalmente de Estados Unidos, favoreció el relativismo en la creencia porque ha hecho de la religión un negocio para muchos. El resultado ha sido la existencia de un número significativo de sectas. Uno puede ser miembro de cuatro sectas en poco tiempo para caer en la decepción y perder las ganas de creer. En este tema del secularismo hay una tesis historicista, según la cual la secularización es un movimiento histórico por el que todas las sociedades van a pasar. En este caso podemos afirmar que  África está  empezando a vivir lo que  el Occidente lleva viviendo hace  tiempo y afirmar que la secularización de África será  más rápida que la de Occidente.

Algunas razones para sustentar esta afirmación serían, por una parte, la constatación del hecho de que  África ha perdido una parte considerable de lo que eran las religiones tradicionales.  Y por otra, la consideración de que sólo  después de cien años de comenzar el cristianismo no se puede esperar que éste tenga  raíces cristianas muy fuertes. Las iglesias son muy jóvenes para resistir a este movimiento secularista.Esta tesis que venimos comentando, se puede afirmar de dos maneras: una como acontecimiento del ciclo histórico y otra  como un fenómeno hereditario. Esta última  significa que al haber sido África evangelizada por  Occidente, lo que afecta las Iglesias madres afecta también las Iglesias hijas. Dicho de otra manera, en el mensaje que los misioneros llevaron a África estaban ya los genes del secularismo.

Una lectura diagonal de la situación

Se dice que en África hay muchas vocaciones religiosas y muchos feligreses en las comunidades cristianas de manera que los domingos las iglesias están llenas. Allí  hay vocaciones mientras que en Occidente se cierran muchos conventos, los seminarios están vacíos y hay pocas ordenaciones sacerdotales.

Mirando de lejos, sin entrar en detalle se puede ver así. En África, los seminarios y los noviciados están llenos de jóvenes pero se olvida, sin embargo, el número de feligreses a los que ellos deben servir acabada su formación. ¿A cuántos feligreses debe servir un sacerdote en África? En muchos casos a más de 10.000 y muchos feligreses marchan más  de 20 km. para ir a misa o participar en una asamblea de domingo. Como hay pocas parroquias o pocos lugares de reunión, los feligreses se agrupan en un lugar y así  se puede encontrar  asambleas  de dos mil personas. Los seminarios están llenos porque en muchos casos son interdiocesanos. Por eso, considerando las ordenaciones y el número de los feligreses a los que deben servir puedo decir que no hay gran diferencia entre el Occidente y África en el tema de las vocaciones.

Para concluir, pienso que sin perdernos en lo general y en una admiración que viene de una lectura diagonal de la situación, se percibe bien  que, en poco tiempo, en  África se  empezará  a vivir y a padecer las  consecuencias del secularismo ya presente en sus muros.

Si es un fenómeno histórico que hay que vivir necesariamente, habremos de prepararnos para la gestión de  las consecuencias. Si es un acontecimiento que ocurre en Occidente a causa de algunas razones, no necesariamente presentes en África, habrá  que parar la hemorragia buscando y arrancando el agente patógeno de la enfermedad a la edad embrionaria. Habrá que estudiar las razones para que no suceda lo mismo en las Iglesias hijas que en las Iglesias madres.  Me refiero a un proverbio de mi tierra que se usa en caso de poligamia: “Un látigo usado en tu casa para golpear a tu rival, hay que echarlo de ella”.

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