OPINIÓN

NO MÁS MUERTES

A finales de septiembre, las ondas nos traían la noticia del asesinato de otra mujer por su pareja. Es la víctima número 37 en el transcurso del 2018. ¿Hasta cuándo? Son mujeres y niños los que jalonan este impresionante desfile de vidas cortadas, segadas por la hoz del odio, del poder. ¿Cuándo acaba el amor, comienza el odio? ¿o comenzó mucho antes en los innumerables detalles que se siembran a lo largo de la que prometía ser una vida feliz y es una vida de sufrimiento, de padecimiento y de violación de los derechos humanos más fundamentales? El derecho a vivir es un derecho que no puede ser cortado por los puños o cuchilladas que se inflijan a la pareja a la que juraste entrega, fidelidad y cariño.

¡No más muertes! Son demasiados los minutos de silencio ante los ayuntamientos de toda España, de cualquier lugar de nuestra geografía, norte o sur, este u oeste. En esta tierra emergen esos oscuros deseos que al acabar con la vida de los seres queridos u odiados destrozan la propia vida, unas veces de forma física, como en el caso de uno de los últimos agresores y otras de formas mucho más sutiles, pero muerte en vida, al fin y al cabo. 

¿Qué está fallando en nuestro sistema social? ¿Qué está fallando en la familia? ¿Qué está fallando en la educación? ¿Qué está fallando en nuestra concepción de la vida y los valores?

El 26 de julio de 2018, Adela Cortina, en un artículo en El País (1), titulaba así su opinión: Educar en valores éticos y comentaba una anécdota con un profesor latinoamericano a quien preguntaba cómo no mejoraba la situación de su país teniendo en cuenta la creatividad de sus gentes. Él respondió: “Tenemos muchas iniciativas, pero pocas acabativas” y le daba la razón, porque a los problemas políticos y económicos se le sumaban las deficiencias éticas, “la falta de acuerdo real en los valores de los que queremos vivir, que son los que constituyen nuestras señas de identidad”. Y expresaba cómo “la forja de esa moral es una pieza clave de la educación, tanto formal como informal, tanto la que se plasma en currículos escolares y universitarios como la que se propaga a través de la vida cotidiana. Porque las personas no nacen ciudadanas, sino que se hacen”. Y esto que planteaba la profesora Cortina para expresar la necesidad de que la ética estuviera presente en los currículos profesionales y universitarios, lo hacía más urgente para un alumnado más joven: “Es necesario potenciarla muy especialmente para que tome cuerpo en la vida social esa Declaración Universal de Derechos Humanos… que tiene por base explícitamente la dignidad de las personas, la dignidad de todos los miembros de la familia humana”.

Es decir, la necesidad de restablecer una formación en valores en el seno de nuestra sociedad es una asignatura imprescindible en el seno de la familia, de la escuela, de la universidad, de la política, de la economía, donde imperan la falta de respeto, la violencia física o verbal, la mentira, el abuso de menores o mayores. Y en esta sociedad, un elemento importante de ella son los jóvenes que reciben todos los impactos que se derivan de nuestra actuación adulta. Jóvenes que sufren la violencia del desempleo, del éxodo a otros países después de largos años de formación. Jóvenes que aprenden la violencia en las pantallas y la graban en los móviles. Pero jóvenes que también luchan por erradicarla y, a veces, mueren por ello.

“Convertirse en adultos, en contextos de gran violencia, representa un obstáculo para la maduración personal que requiere un esfuerzo educativo y un acompañamiento específico” (2). Son palabras del instrumento de trabajo Instrumentum Laboris para el sínodo de los obispos que se celebrará en el próximo octubre, y palabras que refuerzan la necesidad del gran esfuerzo educativo que tenemos que acometer y del tiempo que debemos dedicar a ello.

Es nuestra gran urgencia social si queremos erradicar la violencia que nos envuelve.

BIBLIOGRAFÍA

1. Cortina, Adela Educar en valores cívicos, en El País. Jueves 26 de julio de 2018, pág.13.

2. Sínodo de los Obispos, Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, BAC, Madrid, 2018, pág.134.

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