ARTÍCULOS OPINIÓN

VEINTICINCO AÑOS, OTRO ABRIL

En la primera semana de abril de 2019, los medios de comunicación y redes sociales señalaban el aniversario del genocidio que un seis de abril de 1994 se cometía en un pequeño país de África, Ruanda, donde 800.000 personas fueron asesinadas. En un tiempo de cien días se arrasaron campos, casas, familias, en un atropello lleno de violencia y odio. ¿Quiénes lo cometieron y por qué? Las causas fueron muy complejas y las tres etnias- hutus, tutsis y twa- que convivían en el país fueron objeto de él.

Algunos autores señalan que más que etnias eran castas sociales. Los hutus, eran campesinos, los tutsis habían sido pastores y nómadas y disfrutaban de una más alta categoría social. Incluso un hutu que, en su significado original, designaba al seguidor de un poderoso, podía cambiar su denominación y hacerse tutsi si cambiaba su estatus social, “logro conocido como kwituhura”(1).

La rivalidad entre hutus y tutsis parece iniciarse en el siglo XVI (2), donde los hutus son un pueblo sometido al poder de los tutsis, y se acentúa cuando tras la I Guerra Mundial es Bélgica quien se encarga de su administración, que antes había estado en manos de Alemania, y quien se apoya en los tutsis a quienes potencia en detrimento de los hutus.

La subida al poder de los hutus, en sucesivas elecciones, en la década de los sesenta, hace que muchos tutsis sean ejecutados y otros sean obligados a exiliarse y desde el exilio, emprenden la guerra contra las autoridades ruandesas. Hecho que genera nueva persecución de los tutsis, residentes en el país. Cuando el general Habyarimana asume el gobierno del país en 1973, se acentúa más la presión sobre los tutsis a los que culpan de ser una amenaza para su identidad y supervivencia y, al mismo tiempo, los tutsis exiliados se unen en un movimiento político, el Frente Patriótico Ruandés, que exige al gobierno hutu el cese en la persecución de los tutsis, hecho que no se lleva a cabo, por lo que en 1990 el FPR se interna en Ruanda y se orquesta una falsa noticia por el gobierno hutu de que se había atacado la capital Kigali que dio origen a nuevas redadas y asesinatos de ruandeses y medidas para acabar con la minoría tutsi, como los “diez mandamientos hutu” que aparecieron en los medios de comunicación en 1990 y que eran un mandato de rechazo de cualquier miembro de la etnia tutsi. Se prohíbe el matrimonio entre hutus y tutsis, la relación comercial, la participación en la vida social, política, económica, educativa…etc. 

Todo ello prepara el genocidio que se lleva a cabo después del accidente de avión, provocado por un misil, en el que fallece Habyarimana, y del que los hutus acusan a los tutsis de haberlo provocado, cuando informes posteriores hablan de que se había ordenado desde sus mismas filas.

Las atrocidades cometidas en esos cien días dejaron un hondo reguero de sangre. En ese abril, mayo, junio y algunos días de julio, murieron infinidad de ruandeses, 800.000. Familias enteras fueron masacradas, porque acabar con los tutsi era “la única alternativa que quedaba por intentar…”(3).

¿Qué fue de los organismos internacionales presentes hasta entonces en el país? Se retiraron, se cerraron las embajadas y los cascos azules de la misión de paz en Naciones Unidas también se retiraron y algunos fueron también asesinados.

¿Qué queda hoy en Ruanda de ese dolor?

Un grupo de profesoras y profesores de la Universidad Pontificia Comillas, en vísperas de ese aniversario presentaron el libro Ruanda se reconcilia. Historias de paz y perdón en el que analizan desde una visión objetiva las causas históricas que llevaron al genocidio y las consecuencias hoy, a los 25 años de lo sucedido,  de un hecho importante en el país ruandés como es el proceso de reconciliación acometido. Un proceso que es experiencia en muchos de los ruandeses que fueron ejecutores y víctimas y que relatan en esas historias de paz y perdón que nos sobrecogen por la perspectiva desde la que se narran.

Un proceso de reconciliación del que todos podemos aprender y en ese glosario de palabras que nos ofrecen al final de su obra podemos encontrar claves que ayuden en cualquier proceso de reconciliación y búsqueda de la paz. Esas palabras son: venganza, miedo, justicia, verdad, respeto, paciencia, perdón, memoria, confianza y esperanza.

Sometimes in April nos ofrece en ese primer diálogo interior que, sobre el acontecimiento,  brota en el corazón de uno de sus actores la honda herida que persiste y que no se ha borrado: “En abril comienza la temporada de lluvia…cada año en abril desciende un inquietante vacío sobre nuestros corazones…cada año en abril recuerdo lo rápido que acaba la vida…cada año recuerdo lo afortunado que debería sentirme por estar vivo… cada año en abril lo recuerdo…”(4).  

BIBLIOGRAFÍA

1. Prieto Ursúa, Ordóñez Carabaño, Úcar Ventura y García de Castro Valdés en Ruanda se reconcilia. Historias de paz y perdón. Bilbao, 2019, Ed. Mensajero pág. 43.

2. Ibidem Prieto…pág. 44.

3. Ibidem Prieto…pág57.

4. Sometime in April  donde Raoul Peck  recrea en 2005 el gran genocidio que narra la masacre de tutsis y hutus en 1994 en Rwanda.

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