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“NO HE VISTO A DIOS EN EL TELESCOPIO, PERO PUEDO TENER EXPERIENCIA DE DIOS EN LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA”

El pasado 23 de marzo, Gabriele Gionti, físico, cosmólogo, impartió en el IX curso de la cátedra Josefa Segovia del Centro Internacional Teresiano Sanjuanista la ponencia El Big Bang, el problema del comienzo y el concepto de creación en Teología  dentro del curso Nueva Cosmología: conciencia de lo sagrado en cada realidad del universo. 

Gabriele Gionti es sacerdote Jesuita y trabaja en el Observatorio Vaticano. Le entrevistamos después de unas intensas jornadas de debate y estudio.

Carmen Azaustre: ¿Qué es el Observatorio Vaticano?

Gabriele Gionti: El Observatorio Vaticano es un observatorio astronómico donde se hace investigación principalmente de astronomía y también cosmología. Estudia el universo a larga escala y también se hacen investigaciones más especulativas, como el comienzo del universo, el final del universo, etc., pero es una institución científica, la única institución científica que tiene el Vaticano. El Vaticano tiene la Academia Pontificia pero no es una institución científica, es solo una academia donde se reúnen profesores muy prestigiosos, pero no es un lugar de investigación sino una academia.

C. A.: ¿Y por qué el Vaticano tiene este centro de investigación, de experimentación?

G. G.: Porque el actual Observatorio Vaticano fue fundado en el siglo XIX, más bien refundado, porque el anterior se había creado en la segunda mitad del siglo XVI, 1578,  cuando el papa Gregorio XIII encargó a los jesuitas astrónomos y matemáticos del Colegio Romano que preparasen la reforma del calendario promulgada en 1582.  El actual se creó en 1891 con el papa León XIII. El papa y la Iglesia tenían que mostrar al mundo que la Iglesia Católica no estaba contra la ciencia en un momento muy difícil porque era el inicio de un movimiento cultural, el  modernismo, que decía que la Iglesia era oscurantista, que estaba contra la ciencia.

C. A.: ¿Quiénes trabajan en el Observatorio y cómo se accede a ese trabajo?

G. G.: Es una pregunta muy clara pero la respuesta es complicada. El Observatorio Vaticano está afiliado a la Compañía de Jesús. El director tiene que ser jesuita.

C. A.: ¿Desde su creación?

G. G.: No, desde 1906 el director es jesuita porque se fundó en 1891 con un director que era Francisco Benza, sacerdote barnabita. Después hay otro director, Rodríguez, que no era astrónomo, sino  meteorólogo.  Después de un periodo de crisis,  fue nombrado un tercer director, el padre Hagen, que era jesuita. En aquel momento, el papa Pío X decidió que el Observatorio Vaticano tenía que ser dirigido por la Compañía de Jesús. Desde  entonces, 1906, la compañía de Jesús dirige el Observatorio Vaticano. El director tiene que ser jesuita y el padre general de la Compañía propone al papa al jesuita que asuma la dirección y el papa hace el nombramiento.

C. A.: Y sobre los que trabajan allí en el Observatorio…

G. G.: La mayoría, todo aquel que trabaja en el observatorio, debe ser o religioso jesuitas o religioso de otra orden o sacerdote, también pueden ser monjas.

C. A.: ¿La mujer también puede trabajar allí?

G. G.: También. Pero no los  laicos, porque el Vaticano, hasta ahora, ha pedido religiosos.

C. A.: ¿Y qué perfil profesional tienen los que trabajan allí?

G. G.: La mayoría tienen que ser astrónomos, con el doctorado en astronomía. También hay doctorados en cosmología, pero el área debe ser  astronomía.

C. A.: Y ese trabajo que vosotros hacéis ¿cómo repercute en la sociedad?

G. G.: Esta es una pregunta muy buena, pero contestar es muy difícil. Nosotros, ahora, no sabemos muy bien cómo podemos influir en la sociedad. Uno de los problemas es que somos una pequeña institución, incluso hay católicos que no saben qué es el Observatorio Vaticano, ni qué hacemos.

C. A.: Hay mucha gente que lo desconoce por eso me parece tan interesante su difusión.

G. G.: Hay mucha gente que lo ignora. El Observatorio Vaticano trabaja en astronomía y no hay ningún problema. Pero quiero ser honesto respecto a cuál es su impacto; nosotros somos una pequeña institución, somos 15 miembros los que trabajamos en el Observatorio Vaticano y algunos de ellos no son investigadores, sino que son administradores o hacen otro cometido, hay también algunos que son filósofos de la ciencia, pero la misión del Observatorio Vaticano es demostrar al mundo que los científicos pueden ser  al mismo tiempo científicos y religiosos, que estas dos realidades no entran en conflicto.

C. A.: No son opuestas sino que…

G. G.: Honestamente yo no sé el impacto que nosotros tenemos en la sociedad. 

C. A.: Pero vosotros sí dialogaréis con la comunidad científica en aquellos aspectos que estáis investigando y que puedan ser comunes.

G. G.: Como somos muy pequeños, cada uno de nosotros trabaja no con otros jesuitas del Observatorio sino con otros investigadores de otras instituciones. La mayoría son laicos. Luego tenemos contactos con instituciones de laicos, podemos decir que es generalmente una buena relación. Nosotros trabajamos ad extra no ad intra. Vivimos la realidad de la comunidad científica en nuestro trabajo y esto significa que la comunidad científica nos reconoce, tenemos relaciones con otros científicos que no son religiosos. Algunos de ellos pueden ser no creyentes, puedes ser agnósticos, diferente posición. El nivel de interacción básicamente es sobre la ciencia.

C. A.: Y a ti particularmente, ¿qué te ha aportado como persona, como creyente, como jesuita, este trabajo que estás haciendo?

G. G.: Es difícil de contestar esta pregunta porque esta pregunta tiene raíces antiguas. Yo empecé a estudiar física por una curiosidad, porque en la adolescencia tenía un profesor de filosofía que planteaba dudas muy fuertes sobre la religión. Él creía y cree que la religión es una superstición y que el conocimiento puede liberar al hombre de esa forma de superstición. Luego, yo estudié Física también para entender mejor si verdaderamente mi fe era una superstición o era otra cosa. Para mi sorpresa, descubrí que no era una superstición, que podía ser científico y ser creyente. Este fue el primer paso, después otros hechos en mi vida me llevaron a pensar qué podría ser y sentí que tenía una vocación religiosa; luego entré en la Compañía de Jesús donde estaba el Observatorio Vaticano,  tenía un doctorado en Física en aquel momento y me propusieron hacer una experiencia de una semana antes de entrar en el Observatorio Vaticano. El director de ese momento era el padre George Coyne que me animó a continuar con la ciencia. Después en la Compañía de Jesús, hice la formación  jesuita y también fui asignado al Observatorio Vaticano en Tucson, Arizona, durante dos años y trabajé como afiliado de investigación postdoctoral en el Observatorio Steward de la universidad de Arizona.

Esto me ayudó a entender que podía hacer ciencia en la Compañía. Luego,  fui destinado al Observatorio Vaticano. Y esto es una misión, porque nosotros trabajamos en la ciencia por el Vaticano, por el Papa. La investigación científica puede ser una forma de adoración de lo creado porque es un descubrimiento de cómo Dios ha creado el mundo, de cómo el mundo tiene la huella de Dios.

Nosotros no hacemos el trabajo que habitualmente hacen los religiosos, nosotros mayormente no nos ocupamos de la espiritualidad, de los ministerios, de teología, de filosofía, eso es extra a nuestro trabajo porque no es directamente materia o argumento sagrado, pero siempre desde la Compañía de Jesús y he tenido la experiencia de que otros jesuitas hacían este tipo de trabajo que no estaba directamente conectado a ministerios pastorales.

También, este trabajo es una ascesis porque tiene que hacerse muy solo, muy aislado, pero es un trabajo que es muy importante porque de este modo nosotros entramos en contacto con un mundo que otros religiosos no contactan, porque los científicos tienden a ser una comunidad cerrada, es difícil entrar en su mundo si no trabajas como ellos. Esta es la razón primaria de este tipo de apostolado. El motivo personal,  como estuve explicando ayer, es que  no hay contradicción entre la ciencia y la fe desde mi punto de vista. Porque también la investigación científica puede ser una manera de probar la naturaleza de Dios, la Encarnación, como decía el padre Augustin Udías, S. J. es una misión diferente. No es como la oración directamente, y también es personal, cada uno de nosotros tiene su manera; pero es un trabajo que es muy exigente.

C. A.: ¿Hacen falta jóvenes que crean en Dios, que sean críticos? ¿Hace falta alentar a la gente joven para que realicen trabajos como el tuyo?, ¿que tengan estos intereses?

G. G.: Sí, faltan jóvenes que tengan estos intereses. Que tengan interés por la ciencia y que también tengan una vocación religiosa. Necesitamos jóvenes, aunque tengo una persona más joven que yo con la que trabajo y algunos otros,  uno en particular, Don Matteo Galaverni, que es diocesano y es 15 años más joven que yo. Es un sacerdote diocesano ordenado en 2014 pero no puede trabajar tanto tiempo porque su obispo le pide también trabajo pastoral. Necesitaría estudiantes que puedan trabajar, se podrían ir formando en estos temas.

C. A.: ¿Has visto a Dios en el cosmos?

G. G.: No he visto a Dios en el telescopio, pero puedo tener experiencia de Dios en la investigación científica. Porque puede ser como una experiencia mística, requiere mucha concentración, requiere intuición, inventiva, que sea de calidad… puede ser muy cercano a la mística. Al ser un campo muy abierto como hemos visto en esta entrevista, no completamente entendido y como cualquier campo abierto necesita mayor investigación.

C. A.: Gabriele, ahora cuando mire a las estrellas pensaré “Gabriele Gionti las está investigando”.

G. G.: Las está investigando… Cuándo nacieron,  su origen,  su nacimiento…

C. A.: Tú eres feliz en tu trabajo, ¿no?

G .G.: Soy feliz en mi trabajo y en eso soy privilegiado. No he llegado al punto final en mi investigación, tengo una vía abierta. Tengo también muchas dudas, muchas incertidumbres, pero tengo las ganas de continuar porque entiendo que las cosas tienen un valor y es mejor continuar que terminar.

C. A.: Esa incertidumbre, ¿alguna vez te ha restado la fe?

G. G.: No, yo creo que hay una analogía entre la oración y la investigación en este lugar, porque es como cuando tú haces un esfuerzo y Dios no habla, Dios no llega… Hay algo que hacer, tienes que volver o entender dónde está el problema o adónde Dios te está guiando,

C. A.: Es una continua búsqueda…

G. G.: Es una continua búsqueda, nada es completamente claro. Hay esta nube de incertidumbre.

C. A.: Ese cosmos… ¿estamos en un lugar seguro?

G. G.: Aquello que puedo decirte es que lo que nos interesa a nosotros es seguro. Pero las cosas pueden volver, la escalera es muy larga y  nosotros podemos tener la experiencia.

C. A.: Bueno Gabriele, en esta búsqueda en la que estás, estamos,  yo creo que lo que más ayuda es saber que la ciencia y la fe no se oponen.

G. G.: No, hay una magnífica frase en el documento del Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, que es una lectura que se lee en el oficio de la lectura, que dice que los fieles católicos no tienen que tener miedo de la investigación científica porque la investigación científica, si es una búsqueda de la verdad, significa que es algo muy bueno porque si la verdad es investigada de forma totalmente honesta, esa verdad no puede ir contra la fe porque Dios es verdad. Luego, si Dios es verdad, tienen que coincidir. No tenemos que tener miedo, el problema es que en el pasado la iglesia ha puesto muchas objeciones a esa verdad,  objeciones que dan miedo o cuestiones que eran erradas. Esa es la razón.

C. A.: Yo creo que después de todo lo que has dicho, me quedo con esto que tú decías: no debemos tener miedo de la verdad si la buscamos con honestidad, porque la verdad de Dios y la verdad se encuentran. Así que muchísimas gracias por este rato que nos has dedicado y te deseamos todo lo mejor en esta vuelta al Observatorio. Gracias por habernos visitado y habernos compartido mucho de tu sabiduría y tu trabajo, por habernos compartido mucho.

G. G.: Gracias a ti por la invitación, y por la hospitalidad. Es una buena experiencia para mí, espero devolverla en un futuro. También me gustó mucho estar con otros jesuitas mayores que han hecho el mismo trabajo que yo estoy haciendo. Gracias. 

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