ARTE

OLGA PICASSO: UNA VIDA A TRAVÉS DE LA PINTURA Y UN BAÚL

En 2017, conmemorando el año en que Picasso conoció a Olga, el Museo Picasso de París presentó la exposición Olga Picasso que, como itinerante, pasó por el Museo Pushkin de Moscú, en 2019 y por el museo Picasso de Málaga. Últimamente ha llegado al museo Caixa Forum de Madrid.

¿Quién es Olga Picasso? 

Olga Jojlova Khokhlova, nacida en Niezin (actual Ucrania) el 12 de junio de 1891, era una bailarina rusa elegida por Serguéi Diáguilev, en 1911, cuando contaba veinte años, para formar parte de la coreografía de la famosa compañía de danza Ballets Rusos. En 1917 conoció a Pablo Picasso en Roma, durante la representación del ballet Parade y en 1918 se casaron, pasando a ser la musa de sus obras durante varios años. 

La familia de Olga, de origen aristocrático, se vio muy perjudicada por los acontecimientos revolucionarios de Rusia y el inicio de la Primera Guerra Mundial. De esa época podemos admirar algunos bellos cuadros que recuerdan a Ingres, con una Olga pensativa, melancólica, triste, preocupada por la difícil situación de su familia. “¿Dónde está papá? ¿Qué habrá sido de él? Este pensamiento me atormenta y me persigue sin tregua”, se lee en una carta que envía en noviembre de 1920 a su hermana.

En febrero de 1921 nace su primer hijo: Paulo. La exposición nos presenta entonces maternidades potentes que recuerdan a la antigüedad clásica y el Renacimiento.  Y, sobre todo, varios hermosos cuadros del pequeño Paul: vestido de Arlequín, como los arlequines que pintaba su padre desde 1901, montado en un burrito, vestido de Pierrot, dibujando… unas escenas bellas que hacen pensar en un padre orgulloso de su hijo; lástima que ese orgullo, por culpa de ambas partes, no continuara con el tiempo y este primer hijo terminara reducido al ser el chofer de su padre y a morir prematuramente. 

En 1927 Picasso se encontró casualmente a la salida de las galerías Lafayette con una sueca de diecisiete años, Marie-Thérèse Walter. “Tienes una cara interesante, me gustaría hacerte un retrato, creo que vamos a hacer grandes cosas juntos, soy Picasso”, y así empezó una relación laboral que terminó en algo más.

Los cuadros de esa época nos presentan a una Olga con expresiones violentas y formas poco atractivas, como el surrealista Gran desnudo en sillón rojo (1929) reflejo de la crisis que estaban viviendo, enfrentadas a esos lienzos de bañistas de un tono totalmente distintos que sugerían su feliz relación con Marie-Thérèse.

“Soy Olga Khokhlova. Soporté al genio con cariño durante más de doce años. Fui legalmente su primera esposa y, como a casi todas, me abandonó. Di a luz a su primer hijo, Pablo”. Así se presentaba Olga en 1935 cuando, ante el nacimiento de Maya, hija de Marie-Thérèse Walter, Pablo solicitaba la separación matrimonial aduciendo el “carácter difícil” de su mujer y las “escenas violentas” que protagonizaba. Nunca consiguió el divorcio, ante las exigencias económicas de ella.

Esta complicada etapa se trasluce en la obra de Picasso con las series del Minotauro, el personaje mitológico obligado a devorar cada año a siete jóvenes, “símbolo de la complejidad y ambivalencia de las relaciones del artista con las mujeres”.

Olga murió el 11 de febrero de 1955, de cáncer en Cannes. Picasso no acudió a su entierro.

El baúl de Olga

La exposición nos ofrece también gran número de fotografías, cartas, postales, películas, que nos dan a conocer la personalidad de Olga y su vida familiar. Son interesantes los documentos gráficos que, con poca calidad, nos presentan episodios de su vida: en su casa con Pablo, con Paul, con la niñera, con otras personas del servicio… Pero sobre todo Paul; Paul vestido de torero, Paul vestido de mariscal, Paul con el perro; en definitiva, Paul como centro de su vida; un Paul mimado, seguro de ser lo más importante de la película.

De este Paul, nació Bernard Ruiz-Picasso que ahora es el cofundador del Museo Picasso de Málaga. Paul heredó este baúl que se encontraba en una habitación vacía de la casa de Boisgeloup donde había vivido de pequeño. “Es el único objeto que se llevó mi padre tras la muerte de Olga -nos dice Bernard-. Yo nunca pensé hacer una exposición sobre ella, pero mi madre me dijo que sería importante estudiar su contenido y en los años noventa empezamos a tratar los documentos. Descubrimos cómo todo se integraba en una historia que se desconocía. Las cartas nos permitieron descubrir la vida más íntima de Olga y la interacción directa de su vida cotidiana con Pablo, así como el modo en que lo integra en su obra”. Gracias a ese interés podemos admirar todos estos documentos “menores” rescatados del precioso baúl grabado con las iniciales O. P., que abre la exposición y que refleja la vida íntima de una mujer que tuvo la suerte o la desgracia de enamorarse de un genio que no se caracterizó por tratar bien a sus mujeres.

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