ENTREVISTAS

“SU ESPÍRITU SIGUE VIVO Y SE NOTA, SE TRANSMITE. SEGUIR LAS PISTAS A POVEDA FUE UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE”

Pablo Moreno es un joven cineasta con fuerte vocación a hacer un cine de contenido espiritual, religioso e histórico, basado en el humanismo cristiano. Cree que las películas tienen cuerpo y alma. Apuesta por hacer un cine donde el centro son las personas. Trabaja desde su ciudad natal Ciudad Rodrigo para el mundo, porque quiere mejorar su tierra.

Laura Moreno: ¿Como guionista y director cómo defines la película Poveda?

Pablo Moreno: Poveda es una película compleja porque toca las dimensiones que creemos fundamentales de la vida de san Pedro Poveda y que debían conocerse: el sacerdote, el educador y el humanista. Además del feminista, en el sentido moderno del término, que lo hace revolucionario. Estas dimensiones concluyen en otra que está por encima, y que es el gran conciliador, porque Poveda fue un hombre de diálogo y de perdón que quiso conciliar posturas que en una época en que aparecían antagónicas. Queríamos que en la película se viesen todos estos aspectos que sitúan a Pedro Poveda como una figura relevante de principios del siglo XX.

Por otra parte, hemos intentado concentrar un universo de posibilidades en una sola cinta. Poveda es muy amplio, muy rico, tiene muchas posibilidades. Es como el cielo, está lleno de estrellas. No podemos concentrar el cielo en una mano, al igual que no podemos concentrar toda la vida de Poveda en una película. Pero lo que sí hemos hecho, es dar pautas fundamentales para comprender los momentos y las cuestiones que definen a Poveda como alguien único. Como una persona totalmente fuera de su tiempo.

L. M.: ¿Qué aporta la película a la sociedad de hoy?

P. M.: La película narra la historia de un hombre, de un sacerdote, de un luchador. Es la historia de una persona que a pesar de las dificultades va a encontrar siempre el camino y la forma de llevar sus proyectos a buen puerto. Proyectos muy humanos.

Aporta una visión muy distinta de lo que tenemos entendido de esa época de los inicios del siglo pasado, cuando también convergen movimientos sociales que luego se irán consolidando. Poveda está en un momento clave, es un sacerdote que sale al paso de los acontecimientos de la sociedad en la que vive. Y es impresionante su respuesta. Se encuentra el problema concreto de la educación, sobre todo para los olvidados de los olvidados en una zona muy específica como son las Cuevas de Guadix, en Granada. Percibe un problema y encuentra una solución.  Pedro Poveda es un visionario en muchos sentidos, con una sensibilidad social, humana y pedagógica que está fuera de época. Es uno de los aspectos que más me fascina y con lo que más he disfrutado de la película.

L. M.: ¿Cuál ha sido tu experiencia como realizador de un film sobre la vida de Pedro Poveda?

P. M.: En la fase del guión, descubrí quién era Poveda, intenté encontrarlo y al final me ha encontrado él a mi. Ha sido un proceso muy bonito. Sobre todo por la sorpresa de encontrarte con una persona de la talla de Poveda, con esas ideas y ese ímpetu. Además con el tesón que lo caracteriza. En la película se va a ver a alguien con un tesón por encima de lo normal. Es el rechazado de los rechazados. Muchas veces o siempre descartado, pero consigue superar las difíciles situaciones con las que se va a encontrar en su vida.

Hay una parte muy controvertida que es el inicio de la Guerra Civil, momento en el que Poveda es martirizado. Pero Poveda perdona y es santo. No podíamos, en la película, ir en contra de la coherencia interna del personaje. No se podían narrar desde una perspectiva hiriente. Siempre tuvimos claro que teníamos que contar los hechos desde la conciliación, el perdón, la tolerancia, incluso desde la comprensión.

Esos acontecimientos que llevan al momento final de la vida de Poveda, que es la apoteosis de la película, el final que corona la ópera, no podían estar exentos de ese humanismo contagioso de Pedro Poveda. Quisimos que en los personajes de sus propios captores (en Felipe por ejemplo) haya una contaminación. Una especie de choque de mundos, como la ley de la física: cuando un objeto A choca con un objeto B, parte del objeto A se mezcla con parte del objeto B.

La fuerza que tiene Poveda no solo encandila sino que convence. El final se resuelve con el cariño y con esas características positivas que lo han definido a lo largo del film. El personaje termina como ha empezado.

L. M.: ¿Qué referencias has tomado o te han inspirado a la hora de hacer la película?

P. M.: Cuando asumí la película de Poveda tenía una idea distinta de quien era Pedro Poveda. Sabía que era un personaje complejo, multidimensional, con muchas posibilidades; pero a medida que fui profundizando en la historia y descubriendo al personaje, me di cuenta que me quedaba absolutamente corto en todas mis previsiones.

Era una persona con un gran sentido del humor y muchas veces solucionaba los inconvenientes, con grandes dosis de humor, de carisma. El personaje me fue ganando. Entonces busqué dentro del cine algunas referencias. Pensé, ¿a qué me puedo acercar… Se me venía a la mente la película Prefiero el paraíso, sobre la vida de san Felipe Neri, porque comparten un mismo espíritu. Quería que en la película de Poveda se viera el cariño con el que Felipe Neri trata a los niños en ese film, porque lo estaba sintiendo.

Al leer la historia de Poveda me encontraba con una gran carga humana. Entonces la película tenía que contener esa carga humana. Teníamos que ver a ese personaje luchador, que muchas veces está por encima de las circunstancias y de su contexto. Mucha gente no comprendió a Poveda, es rechazado incluso por los suyos. Es una persona que se tiene que ir del lugar donde trabajó en unos años de su juventud por celos e incomprensión, porque está llevando la labor pastoral a un nivel que creo que la Iglesia había olvidado con la deriva de los siglo. Hay algo muy evangélico en el trabajo que él desarrolla con los más pobres.

Después se percibe la transformación, aparece la madurez de Poveda que descubre un problema vergonzante para cualquier nación, -y para la España de principios de siglo lo era- como son las altas tasas de analfabetismo, especialmente en las mujeres. Poveda decide poner remedio a eso. Hay en la literatura y en el cine historias sobre los movimientos femeninos, pero las chicas de la Institución Teresiana ofrecen algo muy distinto, es una decisión de vida. Deciden entregar sus vidas a una cuestión que es una necesidad imperante: la educación, en todas sus dimensiones, apoyo, promoción, en muchos sentidos. La Institución Teresiana va naciendo y se va descubriendo; va creciendo y madurando, y con ella Poveda. Por todo ello tomé notas del neorrealismo.

También vi en Poveda esa búsqueda de la luz escapando de la oscuridad que tiene la película La vida es Bella, de Roberto Benigni, que para mí ha sido un referente clave, sobre todo a nivel estético y musical. Lo he tenido muy en cuenta porque Poveda me parece una persona con mucha vitalidad y energía. Una persona que en los momentos difíciles, en los que está en riesgo su Obra o su propia vida, siempre da una respuesta amable, conciliadora. También queríamos que Poveda fuese una película para todos, independientemente de las creencias y de las ideologías.

L. M.: ¿Qué destacas del rodaje?

P. M.: Nosotros teníamos la experiencia de la película Un Dios prohibido con la que habíamos conseguido un nivel de producción bastante alto en cuanto a equipo técnico y artístico. En Poveda hemos ido un paso más allá. Hemos querido continuar profundizando en la forma de trabajar.

Desde el primer momento hemos intentado que la máxima fueran las personas. Que el equipo funcionase como una pequeña gran familia, hemos estado cerca de 80 personas casi de forma permanente.

La verdad es que el rodaje ha sido complejo pero muy bonito. Tengo el recuerdo de muchos días en los que a pesar de la intensidad, nos embargaba la emoción. Por ejemplo el rodaje en el oratorio, en el que Poveda siente el fracaso por la noche oscura que se cierne inevitablemente sobre España y tomará la forma de una Guerra Civil. Y no se ha podido evitar pese a los esfuerzos por educar a generaciones, en decir que la guerra y la violencia no es el camino y que existen otras alternativas mejores que el enfrentamiento. Es el momento en el que Poveda se postra. Aún no sabemos que le va a pasar al personaje pero sabemos que los acontecimientos que se precipitan son oscuros. Es un momento de diálogo con el Cristo en su oratorio. Quienes estábamos en el rodaje de esa escena terminamos conmovidos. Y cada vez que vuelvo a ver las imágenes me conmueven, me llegan dentro.

Luego hay momentos preciosos. En Guadix, en las propias Cuevas por donde Poveda seguramente anduvo, son como los días felices, los días luminosos. La experiencia de Guadix, a pesar del calor -rodamos en mayo- fue preciosa. Muchos cueveros fueron los figurantes. A la hora de encontrarlos cada uno te contaba cosas. Recibíamos muchísima información y sobre todo un apoyo incondicional por parte de esa gente. En cualquier sitio decíamos: “Somos los de la película de Poveda” y enseguida te ponían todo a disposición. El párroco de las Cuevas, don Manuel Amezcua, nos decía que en Guadix no había nada parecido, ni el Consejo, ni los equipos de fútbol, ni los partidos políticos. No había nada que uniese tanto como el recuerdo de Poveda.

Poveda une, convoca, concilia. Y la verdad es que nosotros lo sentimos. Más de 100 años después de haber estado por aquellas tierras, su espíritu sigue vivo y se nota, se transmite. Seguirle las pistas a Poveda fue una experiencia inolvidable.

L. M.: ¿Qué es Contracorrientes producciones?

P. M.: Contracorriente somos un grupo de personas que empezamos a hacer cine en el año 2004, el 15 de octubre, el día de Santa Teresa. Nos basamos en un humanismo cristiano. Nos gusta trabajar en un grupo familiar. Nuestra máxima es: “Lo primero son las personas”.

Nos dedicamos a transmitir historias de valores porque creemos que es necesario que la gente las conozca. Nos gusta hacer un tipo de cine distinto, que provoque preguntas al espectador, que los haga reflexionar. Hacemos cine religioso, espiritual, histórico. Pero lo más importante para nosotros es la forma de trabajar. Creemos que una película tiene que tener cuerpo y alma. El cuerpo es todo lo que se ve y el alma es el grupo humano que hay detrás. Creemos que es importante que la gente que hace la película esté a gusto, que le pongan pasión, y sentimos que se nota en el film.

Contracorriente es nuestra forma de vida. Es mi vocación. Decidí hacer cine porque era algo profundamente vocacional, me quemaba por dentro. Y tengo predilección por contar este tipo de historias porque creo que añaden algo a la vida.

El equipo que tenemos ha crecido a lo largo de los años, es muy plural, gente con visiones muy distintas de la vida. Nos gusta esa sinergia que se produce al discutir un guión y surgen diversos puntos de vista. Las personas creyentes y no creyentes que forman parte del equipo siempre suman. Y creemos que es mejor sumar. También es un experimento de vida, durante un rodaje vivimos como en una comunidad creativa, compartimos todo nuestro tiempo. Intentamos cuidarnos unos a otros, aprendemos, nos vamos construyendo a nosotros mismos y a las películas.

L. M.: ¿Y por qué en Ciudad Rodrigo?

P. M.: Nosotros somos de Ciudad Rodrigo y decidimos quedarnos en el oeste del oeste por una cuestión de trabajo por la tierra. Es una localidad demográficamente despoblada. Tenemos un índice poblacional bajísimo. Vemos como nuestros amigos, compañeros han tenido que emigrar. Sin embargo tenemos un gran patrimonio, y con la Unesco creemos que las industrias culturales son motores de las zonas deprimidas. En Ciudad Rodrigo tenemos unas murallas del siglo XII, una catedral estupenda, palacios, castillos. Es un escenario que da muchas posibilidades, hay muchos sets naturales, por ello apostamos hacer cine desde esta ciudad para el resto del mundo. Las actuales tecnologías lo facilitan.

Dicen que para cambiar el mundo tenemos que cambiarnos a nosotros mismos y cambiar nuestra casa, pues estamos en ese camino de mejora y tratamos de hacer del lugar en el que vivimos un lugar mejor. Ciudad Rodrigo nos parece un buen punto de partida.

L. M.: ¿A qué directores de cine admiras?

P. M.: Me cuesta mucho elegir algunos. Estoy muy influenciado por Ridley Scott, he visto todas sus películas y me parece fascinante. Es un director épico y eso me gusta en el cine.

También valoro a Wesley Mortimer Wales Wes Anderson, creo que tiene una visión muy original, cuenta sus historias con un ritmo y una frescura que me parecen alucinantes.

Aprecio las películas de Jean-Pierre Jeunet, que ofrecen una visión distinta de la vida. También me gustan mucho el cine de Woody Allen, por la agilidad, los diálogos, por la forma de hacer cine muy simple. Entre otros, el mexicano Alfonso Cuarón y el inglés, Danny Boyle que hace un cine eléctrico, hipnótico. Stanley Kubrick, me ha tocado a nivel personal, su película 2001 Odisea en el espacio me impresionó muchísimo; la vi cuando empezaba a estudiar cine. Christopher Nolan también me parece que es uno de los grandes directores, actuales.

Soy un amante de la ciencia ficción. Dicen que la ciencia ficción, el cine religioso y el western comparten estructuras narrativas, personajes y la lucha por el bien y el mal. El matiz del cine religioso sobre estos otros es el milagro, es decir, que algo extraordinario puede ser posible.

Por LAURA MORENO MARROCOS

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