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MUJER, MADRE, TRABAJO Y TECNOLOGÍA

En octubre de 2014 los medios de comunicación se hicieron eco de una noticia que alarmó a muchas personas: Facebook y Apple ofrecían a sus trabajadoras financiación para que pudieran congelar sus ovocitos, para retrasar así su maternidad y dedicarse a su carrera profesional. El coste de la técnica, en la clínica con la que ambas empresas han establecido su colaboración (Eggsurance.com) asciende a 10.000 dólares (unos 8.000 euros) por cada ciclo de estimulación ovárica para la toma de muestras, a los que hay que añadir 500 dólares (unos 400 euros) adicionales al año por el almacenamiento de los óvulos. La iniciativa se enmarca dentro de los incentivos que estas empresas ofrecen a sus trabajadores para los gastos y bajas de maternidad, los trámites de adopción, el nacimiento de hijos, etc. Su idea es dar más opciones a las mujeres con lo que denominan una maternidad extendida, pero su propuesta ha generado una enorme polémica.

La congelación de ovocitos es una técnica que viene utilizándose desde hace tiempo. Consiste en la criopreservación de los ovocitos, células germinales femeninas que madurarán para dar lugar a un óvulo. Las mujeres nacen con una dotación de ovocitos que progresivamente van desapareciendo por un fenómeno que se llama atresia. Al llegar a la pubertad, cuando se produce la primera menstruación, quedan aproximadamente unos 300.000 ovocitos en los ovarios. En cada ciclo menstrual se desarrollará un ovocito hasta la ovulación y unos 1.000 se perderán. De esta forma, a los 35 años queda aproximadamente el 10% de los ovocitos. Cuanto más se retrase la maternidad, menor será el número de ovocitos disponibles, y también su calidad será peor (pudiendo producirse más anomalías). Esa reserva ovárica limitada hace que la fertilidad femenina disminuya con la edad, de modo muy significativo a partir de los 35 años, y cayendo drásticamente a partir de los 40. El objetivo perseguido es pues conservar gametos femeninos con fines reproductivos, para lo cual deben ser extraídos del ovario y criopreservados.

Las técnicas. Son dos las técnicas que se emplean: la que ha sido más habitual, la congelación lenta o de equilibrio, a través de una deshidratación celular y una formación controlada de hielo, y la que se utiliza últimamente, la vitrificación o congelación ultra-rápida, utilizando soluciones que no cristalizan durante la congelación. El líquido utilizado se transforma en un sólido muy viscoso de consistencia vidriosa. La ventaja de esta técnica es que, debido a su alta velocidad de enfriamiento, se evita la formación de cristales de hielo, que puede dañar el óvulo al lesionar las estructuras celulares, a diferencia de los procedimientos de congelación lenta. Esta técnica es mucho más efectiva y segura, equiparando sus resultados a los de ovocitos frescos. Los pasos a seguir en una congelación de ovocitos son los mismos que los de un ciclo de Fertilización in vitro (FIV): estimulación del ovario con hormonas, aspiración de los ovocitos, y en lugar de inseminarlos y fecundarlos, se realiza la vitrificación, quedando almacenados después en nitrógeno líquido.

La congelación de ovocitos se utiliza con indicación médica, por ejemplo cuando la mujer se va a someter a un ciclo de quimioterapia que puede afectar a su fertilidad, en situaciones en las que puede producirse una disminución de la reserva de ovocitos, como la endometriosis, o la menopausia precoz. Sin embargo, lo que genera controversia es la utilización de la criopreservación de ovocitos sin indicación médica, esto es, cuando una mujer quiere conservar sus ovocitos -obtenidos en edad fértil joven- para un proyecto reproductivo posterior, que demora por razones sociales, laborales o de cualquier otro tipo.

Aunque por ahora no existe evidencia -pues son pocos casos- de que la utilización de esta técnica afecte negativamente o produzca mayores riesgos en los niños nacidos a partir de ovocitos congelados, conviene tener en cuenta que aún se ignoran las consecuencias que puedan tener las técnicas de congelación. Así mismo, es preciso insistir en que la obtención de ovocitos para su preservación requiere procedimientos médicos que no están exentos de riesgos y posibles complicaciones. Y también es interesante atender a los problemas que puede generar una gestación en una edad más avanzada. Desde el punto de vista ético, la decisión de una mujer de retrasar su proyecto de maternidad entra dentro del ejercicio de su libertad, que obedece a sus valores, sus ideales y su proyecto de vida. Por ello, respetando la pluralidad de perspectivas y visiones que pueden tener las diferentes personas, no es posible determinar qué modelo de maternidad y qué modo de lograrla es el más adecuado. La autonomía de las personas es un elemento a proteger, frente a cualquier imposición que pudiera querer ejercerse. Por ello, y aun teniendo en cuenta que la criopreservación de ovocitos sin indicación médica es notablemente distinta de las situaciones de enfermedad que han justificado su utilización hasta ahora, no parece que se puedan hacer juicios generales sobre los modelos de vida que cada persona elige.

Consideraciones. No obstante, hay algunas consideraciones a tener en cuenta: en primer lugar, es importante atender al bienestar del futuro hijo. Las decisiones de los progenitores deberían tomar en consideración cómo van a afectar a la calidad de vida futura del hijo y actuar de un modo prudente, valorando las consecuencias. Además, al utilizar estas técnicas se está “medicalizando” la reproducción en circunstancias en las que, al no existir patología o disfunción, esto no sería imprescindible. Se introduce una intervención médica innecesaria, se asumen mayores riesgos, y se trata la reproducción como un problema médico, al menos hasta un cierto punto.

En segundo lugar, la cuestión de la criopreservación de ovocitos nos invita a reflexionar sobre los modelos que imperan en nuestra sociedad. El hecho de que algunas empresas ofrezcan incentivos económicos para realizar esta técnica y permitir así que se retrase la maternidad, supone asumir la validez de un modelo de desarrollo laboral y éxito profesional que, al menos, conviene cuestionar. Aunque sea una decisión libre de la mujer, puede obedecer –de modo tácito o explícito— a la presión que ejerce sobre ella su ámbito laboral. En lugar de apostar por una conciliación más armónica del proyecto reproductivo y familiar con el desarrollo profesional, se promueve un ideal en el que es preciso dedicar unos años de juventud y productividad en exclusividad al trabajo, dejando para más adelante la maternidad.

Se acepta de modo general que es preciso hacer este tipo de sacrificios para desarrollar una carrera o conservar un trabajo, es decir, se asume acríticamente que es necesario consagrarse a la labor profesional, con absoluta disponibilidad y dedicación, sin que haya interferencias, limitaciones u otros compromisos personales o familiares. Sin embargo, la vida de las personas no tiene que estar al servicio de los modelos de productividad y eficiencia laboral. Debería ser posible conciliar los diferentes proyectos vitales que una persona puede querer desarrollar. Sin necesidad de ceder ante la presión, o modificar sus expectativas temporales de maternidad, con todo lo que ello implica. Convendría reparar en lo deshumanizador que puede resultar este tipo de planteamientos, y en la escasa libertad que permite.

Pero, por razones similares, también es interesante cuestionar la posible imposición de la maternidad como un proyecto imprescindible e incuestionable que debe ejercer una mujer, sea a la edad que sea. De nuevo puede existir una presión, más o menos explícita, de un modelo en el que se acepta que ser madre no es tanto una elección personal, sino un objetivo necesario que debe ser cumplido, por lo que la mujer debe buscar cualquier solución para poder cumplirlo.

Proyecto vital. Es necesario estar alerta ante una aceptación acrítica de la maternidad como tarea, en la que la criopreservación de ovocitos sólo sería una opción más para poder retrasar la maternidad y no renunciar a ella. Un proyecto vital tan importante para la vida de las personas debería ser algo elegido libremente, y debería ser posible decidir si se quiere ser madre, cuándo y cómo. Cualquier presupuesto que limite esta decisión atenta contra la libertad y la autonomía de las personas, puede ser una forma de coacción, y atenta contra los derechos sexuales y reproductivos que son esenciales -como reconoce y promueve Naciones Unidas-.

Procedimiento costoso. Finalmente, conviene no olvidar que las técnicas son costosas, lo cual supone que no todas las personas pueden tener acceso a ellas. Esto genera problemas de justicia, pues las técnicas no son asequibles para quienes tienen menos recursos. La inexistencia de una indicación médica impide que pueda considerarse una obligación de mínimos que pudiera exigirse en un sistema sanitario público cuyos recursos son limitados, por ello queda en el terreno de la elección personal para quien pueda pagarlo. El hecho de que las empresas financien la criopreservación de ovocitos podría convertirse en un incentivo que sirviera a la explotación de quienes tienen menos oportunidades.

Como puede verse, la cuestión de la criopreservación de ovocitos sin indicación médica resulta un tema de enorme interés para la reflexión. Posiblemente no es una técnica que pueda considerarse inaceptable, pero sí conlleva presupuestos cuestionables que es preciso analizar, y que exigen un diálogo plural sobre los diferentes modelos que imperan en nuestra sociedad. Una buena información y una cuidadosa consideración de los aspectos de bienestar, riesgos, libertad de elección, y alerta ante la injusticia o la coerción, son esenciales para evaluar esta técnica y sus aplicaciones. Sirvan estas líneas como propuesta para incitar a este debate.

Por LYDIA FEITO GRANDE

 

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