En octubre de 2009, Daniel Montero Bejerano, un ideólogo de Podemos, publicaba un libro que se extendió rápidamente, con una denominación aparentemente original y novedosa: La Casta; en realidad recurría a un término usado ya en política al menos desde 1950; calcado de periodistas italianos que, dos años antes, hicieron una investigación, y estos a su vez, honestamente, citando a quien lo usó por primera vez, el sacerdote y fundador del Partido Popular Italiano (PPI) Luigi Sturzo.
Fue Sturzo el que aplicó un término religioso y bíblico, advirtiendo a los políticos católicos que no se instalaran en una casta llena de prebendas. El Partido Popular por el fundado desaparecería para reaparecer en parte en la Democracia Cristiana. Filippo Maria Batta-glia, periodista de SkyTg24, en su Lei non sa chi ero io!-La nascita della Casta in Italia, ed. Bollati Boringhieri, explica el asunto. Fue don Luigi Sturzo el primero en asociar el término casta al ámbito político. Considerada “la tendencia a dar puestos de consolación a ministros, subsecretarios y diputados fuera de uso”, escribe en 1950 el fundador del Partido Popular Italiano, nuestros parlamentarios están ya empeñados en “querer crear o consolidar una casta”.
Otro libro-encuesta dedicado al mismo argumento –La casta. Così i politici italiani sono diventati intoccabili-, fue publicado en 2007, por Gian Antonio Stella y Sergio Rizzo, periodistas del Corriere della Sera. El libro, informa sobre derroches y privilegios injustificados de los partidos políticos italianos. El libro está estructurado en varios capítulos, que partiendo de encuestas, reportajes, documentos oficiales, desarrollan una reflexión sobre la que viene definida “la caricatura obesa y avariciosa de la política”.
En la onda del éxito del libro italiano se publicaron otros dos ensayos de Stefano Livadiotti La otra casta. La encuesta sobre el sindicato, de 2008, y Magistrados. La ultracasta, de 2009, publicados por Bompiani. El periodista Marco Travaglio define a la casta como “una cosca”, un grupo cerrado de tipo mafioso, refiriéndose a la actitud que según el está arraigada en la casta de buscar, siempre y en todas partes, la inmunidad o impunidad para los relatos cometidos y hacer frente común contra la justicia y la magistratura cuando uno de sus elementos es indagado.
La casta en España. El libro de Montero es una trasposición a la realidad española de los trabajos ya citados realizados por periodistas italianos. La denuncia que hace el libro de la parte más oscura y corrupta del actual sistema político ha abonado la indignación subyacente que arranca de los movimientos populares de indignados, especialmente el 15 de Mayo de 2011, y la acampada en la Puerta del Sol, que fue un punto de no retorno y desembocó entre otras cosas en nuevas formaciones políticas.
El movimiento de los indignados fue catalizado en especial por el nuevo partido Podemos. Mover ficha: convertir la indignación en cambio político, fue precisamente el título de su manifiesto de presentación en sociedad. Registrado como partido en Madrid el 11 de marzo de 2014, justo antes de las elecciones europeas a las que se presentó consiguiendo un sorprendente resultado de cinco diputados. Hasta entonces, la nueva formación -iniciada por una treintena de profesores universitarios, periodistas, y activistas sociales- se había movido con la organización de círculos y, sobre todo, en las redes sociales, que han sido clave de su éxito meteórico.
Las acusaciones que hace el libro de Montero han sido ampliamente utilizadas por Podemos para separarse del resto de la clase política y presentarse como “los puros”. Sin embargo, no había pasado mucho tiempo desde su fundación cuando surgieron las primeras acusaciones contra alguno de sus miembros de prácticas no precisamente “puras”.
Los ‘puros’, contaminados. Ya desde el principio, hubo sospechas de prácticas económicas poco claras en Podemos, que recibía financiación del régimen venezolano y posteriormente del régimen iraní. La productora audiovisual de su líder, Pablo Iglesias, fue camuflada como una asociación sin ánimo de lucro aunque realizaba trabajos como una empresa, cobraba por ello y pagaba a sus empleados en negro. Posteriormente se supo que uno de sus líderes, Íñigo Errejón, cobraba una beca de 1.825 euros brutos al mes por participar en un proyecto de investigación que pedía dedicación completa. Un proyecto que supuestamente es incompatible con su trabajo en el partido. Ante el escándalo, Errejón abandonó el proyecto.
El último escándalo ha sido el de su número tres Juan Carlos Monedero, del que se ha sabido que cobró 425.000 euros por asesorar a Venezuela que no fueron declarados a Hacienda. El líder de Podemos en Madrid, Jesús Montero, ingresó en la Universidad Complutense por el turno libre y sin el tribunal fijado por el BOE. Gracias a ello se situó en enero de 1998 como funcionario de carrera de la Escala de Técnicos de Gestión Universitaria y actualmente figura como técnico de apoyo ganando 74.049 euros, casi igual que Mariano Rajoy como presidente de Gobierno.
El último episodio de una serie de hechos que están afectando al proyecto político de Podemos ha sido la actitud crítica de Juan Carlos Monedero con la dirección del partido, haciendo declaraciones en las que acusaba a esta formación de estar convirtiéndose en lo mismo que ha criticado en otras formaciones políticas. Una actitud que desembocó en la dimisión de Juan Carlos Monedero de los órganos directivos de Podemos.
Del dicho al hecho… Concluyo con las reflexiones de dos historiadores sobre la situación de Podemos. Una de Julián Casanova, profesor de la Universidad de Zaragoza, publicada en su página de Facebook, el 7 de mayo, titulada La apuesta electoral de Podemos. “Ahora, con las elecciones, Podemos se ha apresurado a abandonar el sueño revolucionario de un cambio estructural y parece defender la sociedad civil frente al Estado y la economía de mercado. Pero, dado que su objetivo es conquistar parcelas del poder político, deberá aclarar cómo evitará la maraña burocrática de organizaciones formales para poner en práctica el Estado de bienestar y mantener el crecimiento económico (se supone que para todos los ciudadanos)”.
Casanova continúa su escrito: “Podemos afirma que sus identidades, objetivos y modos de asociación son históricamente nuevos comparados con la vieja y nueva izquierda. Pero, dado que la mayoría de sus dirigentes proceden de las profesiones liberales y clases medias, para ampliar su base social, pronto o tarde tendrá que aclarar si sus objetivos políticos e identidades colectivas están determinados desde el punto de vista de una clase socieconómica concreta”.
En este sentido, el profesor Casanova explica que “la apelación al pueblo vale para los primeros momentos; después, resulta que el pueblo es una categoría inservible porque, como la historia demuestra, no comparte identidades colectivas o los mismos intereses. ¿Es, por ejemplo, el mismo pueblo al que apela Esperanza Aguirre? ¿O el del discurso todavía más ambiguo de Ciudadanos?”, se pregunta el historiador.
Podemos, según Casanova, “ha subrayado siempre que, frente a la casta, presta atención a los aspectos populares/cotidianos de la política y forma asociaciones democráticas horizontales vagamente federadas en el ámbito nacional. Pero esa supuesta democratización de las estructuras de la vida cotidiana, un objetivo ineludible para romper con la política establecida, entrará pronto en contradicción con la jerarquización, también ineludible, que resulta de organizar un partido, con dirigentes y bases, para participar en elecciones, ganar asientos en parlamentos y conquistar parcelas de poder (los anarquistas lo sabían bien y nunca solucionaron esa tensión, incluso aunque no participaban en la política oficial). La dimisión/separación de Monedero ilustra perfectamente ese proceso”, explica.
En opinión de Casanova, “no vale con tener nuevos objetivos y valores. Al pasar de movimiento a partido, con aspiraciones de poder, las bases sociales se amplían y el modelo productivista –crear riqueza- volverá al centro del debate (se lo van a preguntar una y otra vez en las campañas electorales). Y cuando se trate de repartir esa riqueza, una buena parte de esa supuesta nueva base social se retirará a puertos más seguros. Pero hasta ese momento, Podemos va a tener durante un tiempo el viento de cara de la protesta frente a la casta. Está todavía en el terreno de la sociedad civil. Habrá que ver qué pasa cuando entre en el territorio del Estado, algo que está ya a la vuelta de la esquina”.
Los nuevos partidos. La otra reflexión es del historiador Santos Juliá, publicada en El País, el 10 de mayo, con el título ¿Qué hay de nuevo en los nuevos partidos? Juliá afirma: “En la nebulosa que planea sobre las políticas concretas a desarrollar desde el poder cuando la subida en intención de voto se basa en una cuidadosa indefinición de identidad: es fácil resignificar élite dirigente como casta; es imposible resignificar el debe como un haber”. “Dicho de otro modo -continúa Juliá- no acabaremos de saber qué traen los nuevos partidos en sus alforjas hasta que en el ejercicio del poder tropiecen con realidades que no por resignificarse modifican su naturaleza ni transforman lo que son en sí mismas, más allá del lenguaje que las significa: el dinero y todo su campo, el capital, el préstamo, la deuda, el déficit, el presupuesto, el mercado financiero. No es una casualidad que Podemos haya sido magistral comunicador al resignificar élites dirigentes como casta, vale; pero tampoco es casual que no sepa qué va a hacer con la deuda”.
Por NIEVES SAN MARTÍN
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