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Las demandas del Foro Mundial de la Educación

Estamos a un paso de concluir el período prescrito para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio que se planificaron hace exactamente 15 años, y a punto de tender la mirada hacia el 2030, nueva cita a nivel mundial. Los objetivos que se avizoran vinculan estrechamente el desarrollo con la sostenibilidad y dejan bien claro que la educación tiene la clave de muchas metas aparentemente dispersas. ONU y UNESCO trasvasan ideas de sus programas concretos.

Los acuerdos del más reciente encuentro mundial de Educación (Incheon, República de Corea, 19-22 de mayo de 2015), ponen dos acentos en lo que hasta ahora se venía haciendo: calidad en la educación y aprendizaje a lo largo de la vida. Los resultados obtenidos en este evento serán integrados en las metas educativas planteadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible que ratificarán las Naciones Unidas en su sede de Nueva York el próximo mes de septiembre.

En 2015 se cumple el período establecido por la Educación para todos (Unesco, 2000), y se cumplen también los plazos de los objetivos formulados para el Milenio (ONU, 2000-2015), por lo que ambos intentos esperan unirse en una única dirección.

Educación, motor de cambio. Transformar las vidas mediante la educación quiere ser el leit motiv de un proceso que ha sido guiado en todo momento por la propuesta de una vida digna para todos, acento marcado por Ban Ki Moon, Secretario General de Naciones Unidas, en cada uno de los documentos-síntesis, escritos por él, a lo largo de los tres últimos años de cara a la definición de objetivos para la etapa post 15.

Lo que ya se conoce como Incheon Declaration tiene una formulación sencilla: Educación de calidad, equitativa e inclusiva y aprendizaje a lo largo de la vida, para todos, en el año 2030. Y unos cuantos pilares básicos en los que apoyarse que han sido objeto de discusión los últimos años: Derecho a la educación, lo primero, sostenido por numerosos informes y legislación internacional con un acento muy claro en el compromiso de los Estados con este derecho; equidad, especialmente en superar la discriminación de género, aún muy presente; integración, o sea, que no quede ni un solo niño o niña sin acceso a la escuela sean cuales sean sus circunstancias de vida (refugiados, desplazados, niños de zonas en conflicto, etc.); calidad de la educación, lo que supone abordar cambios en los sistemas educativos, lograr un profesorado bien preparado a todos los niveles y asegurarse la financiación correspondiente. Y el aprendizaje a lo largo de la vida, continua adecuación al cambio científico y cultural en el que estamos inmersos con una proyección posterior hacia el empleo.

Puntos de convergencia. En el proceso de planificación de la agenda Post-Milenio liderada por Naciones Unidas, la parte relativa a la educación ha sido fundamentalmente coordinada por la Unesco con una serie de entidades colaboradoras: PNUD, Banco Mundial, UNICEF, UN WOMEN, FPNU, etc. Bajo el paraguas de la Educación para todos (EPT) puesta en marcha en Jomtien, 1990, y reafirmada después el año 2000 en Dakar 2000, se han logrado los compromisos en educación más importantes de las últimas décadas. Paralelamente, uno de los objetivos del Milenio, el 2º, precisamente el relativo a la educación: lograr la enseñanza primaria universal, ha cubierto prácticamente su cometido en el tiempo previsto. No obstante, aún 57 millones de niños permanecen fuera de la escuela, la mayor parte de ellos, niñas. Y otros tantos, estando escolarizados, no logran los niveles de conocimiento deseados por falta de cualificación en el profesorado, entre otras causas. Continuar en la línea de fondo de la EPT aún con una formulación más holística e inclusiva es, por lo tanto, lógica tal como se recoge en el Muscat Agreement de mayo del 2014, documento final del encuentro titulado; Educación Global para Todos.

En la ONU, Ginebra, se ha trabajado exhaustivamente el derecho a la educación como un derecho inalienable que engloba en sí mismo otros tantos derechos (“an overarching right”); la consideración de la educación como bien público así como el concepto de calidad de esa misma educación y los requerimientos que precisa: financiación apropiada, formación de profesores, etc. En esta última fase de cara al Post Milenio, otras palabras marcan acentos en esta línea: accountability, partrnership…: rendición de cuentas, alianzas no solo mundiales sino locales y regionales, trasvase de conocimientos de unos contextos a otros y las nuevas posibles formas de enseñar y aprender que propician las telefonías y las tecnologías.

2015, año crucial. Naciones Unidas ha dedicado tres años completos a la formulación de objetivos a partir de 2015 y ha acordado fijar nuevos objetivos para otros próximos quince años. Su línea de trabajo se ha concentrado en la evaluación exhaustiva de los ocho objetivos de desarrollo establecidos para el Milenio y en lo que de ello podría deducirse para la etapa siguiente. En este período se han aprendido algunas cosas importantes que van a marcar el acento del nuevo tiempo. La eliminación de la pobreza, el primero de los objetivos propuestos en el 2000, no puede dejar de abordarse sin tener en cuenta las condiciones de sostenibilidad del planeta y la resiliencia de las personas que han de adaptarse a unas ciertas condiciones de vida marcadas por el cambio climático. Por eso la ONU ha integrado los resultados de la Cumbre de Río (Río+20) y su documento final: The Future We Want (El futuro que queremos) en la nueva Agenda. Se han llegado a definir 17 objetivos que son propiamente objetivos de sostenibilidad. El objetivo 4 se refiere a la educación y se define así: “Asegurar una educación de calidad equitativa e inclusiva y promover oportunidades para todos de un aprendizaje a lo largo de la vida”. Como ya se ha dicho en otro lugar de este artículo, la educación subyace a muchos de los nuevos objetivos y está llamada a transformar las vidas en otras más plenamente humanas.

La Declaración de Incheon (UNESCO), el último documento de carácter mundial publicado (mayo, 2015), al referirse a la educación transformadora de la que habla su texto afirma: “Está inspirada por una visión humanista de la educación y del desarrollo basada en los derechos humanos y en la dignidad, en la justicia social, en la inclusión, en la protección, en la diversidad cultural, lingüística y étnica, en la responsabilidad compartida, en la rendición de cuentas. Nos reafirmamos en que la educación es un bien público, un derecho humano fundamental y garantía de todos los otros derechos”.

Y el Relator Especial de Derecho a la Educación, Mr Kishore Singh, ONU, Ginebra, que ha sido ponente en Incheon, Corea del Sur, se expresa así al resumir el encuentro: “La responsabilidad de los gobiernos por la calidad y la equidad en la educación debe ser nuestra primera preocupación”.

Por BERTA MARCO

 

– DOCUMENTACIÓN:

Incheon declaration

Muscat agreement

Making Education a Priority in the Post-2015 Development Agenda

 

– ENLACES RELACIONADOS CON EL CONTENIDO QUE PUEDEN SER DE UTILIDAD:

Educación para todos (Unesco, 2000)

Unesco

Lograr la enseñanza primaria universal 

Cumbre de Río (Río+20)

The Future We Want

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