CINE

LA VOCACIÓN DOCENTE EN EL CINE ACTUAL

Comienzo el curso en los diferentes niveles educativos, y aparecen, como cada temporada, críticas, análisis y, ahora, al comienzo, buenos deseos. La educación siempre está en el ojo del huracán; se convierte en motivo de reclamaciones y reivindicaciones políticas. Pese a estar tan en boca de todos, nunca es objeto de la atención que merece; siendo tarea importante es aniquilada por lo urgente. La educación requiere nuestro máximo compromiso y nuestra mejor reflexión.

Para ello, desde estas páginas, recomendaría pensar la educación, y no sólo pensarla, también transformarla y vitalizarla, desde el cine. Es saludable pensarla no desde grandes reflexiones (también necesarias), ni desde grandes y dudosos informes, a veces inclinados, como la susodicha torre, sino desde la mirada atenta y cuidadosa que puede ser la del cine. Éste funciona como un espejo en el que vemos la vida pasar, y nos permite pensarla y también, en la medida de lo posible, orientarla.

Películas sobre educación ha habido muchas, y muy buenas. Ahora me gustaría detenerme en algunas muy recientes que han abordado valientemente un aspecto de la educación: la figura del profesor. Y han tematizado lo que podríamos llamar, con grandes palabras, la vocación docente.

No cabe duda de que es un tema muy cinematográfico. La vocación vertebra la vida de las personas, sobre todo de aquellas que se sienten convocadas a desarrollar esos elevados valores que se encuentran tras profesiones como la del médico, el científico, el artista o el docente. El cine se nutre la historias personales y no hay mayor historia, ni mayor logro o fracaso, que la de una persona queriendo realizar su vocación. ¿Qué sucede con la vocación del profesor? ¿Qué nos dice el cine? Me gustaría que el lector reparara en cuatro películas muy recientes que han abordado la cuestión, y si no las ha visto, le he invito a hacerlo. Las películas que les propongo son: El profesor (Tony Kaye, 2011, Estados Unidos), Profesor Lazhar (Philippe Falardeau, 2011, Canadá), La profesora de historia (Marie-Castille Mention-Schaar, 2014, Francia) y, la más reciente, El maestro (Giacomo Campiotti, 2014, Italia).

Curiosamente estas cuatro películas que tratan directamente de la vocación docente, de la figura del profesor, hacen referencia explícita a ello en el título. Y lo más curioso es que en las cuatro películas se ha procedido a cambiar su título original por la más sencilla referencia a la figura del profesor/maestro. Además de curioso resulta sintomático. Parece como si al público español nos tuvieran que decir las cosas más claras, y nos dijeran: “Lo que usted va a ver aquí son las aventuras, o desventuras, de un profesor”. Acudiendo a los títulos originales ya tendríamos motivos sobrados para lanzar nuestra reflexión, para ponernos a pensar sobre lo que significa la profesión y vocación docente. Así el título original de la película El profesor es Detachment (desapego, indiferencia); de Profesor Lazhar Monsieur Lazhar (señor Lazhar); de La profesora de historia Les héritiers (los herederos) y de El maestro Non è mai troppo tardi (nunca es demasiado tarde).

El profesor (Tony Kaye, 2011, Estados Unidos) nos cuenta la historia de Henry Bathes, magníficamente interpretado por Adrien Brody, un profesor sustituto con especial talento para conectar con los alumnos, pero sin interés por hacerlo valer. Va de centro en centro, sin mayor apego por nada ni por nadie. Busca desesperadamente la belleza en un mundo que se muestra inhóspito. Muy distinto es el tipo de profesor que nos encontramos en Profesor Lazhar (Philippe Falardeau, 2011, Canadá). Bachir Lazhar, un sencillo maestro de origen argelino, es contratado en un colegio para sustituir a una profesora que se ha suicidado, y lo ha hecho en la propia clase. El profesor, que trae una historia de dolor y emociones, se encuentra ante un grupo de alumnos afectados por la tragedia. ¿Cómo asumir la tragedia en un sistema educativo que tiende a evitarla y la restringe a espacios acotados y privados? ¿Es posible?

En La profesora de historia (Marie-Castille Mention-Schaar, 2014, Francia) nos encontramos con Anne Gueguen, profesora de historia de instituto, que “tiene la osa-día” de preocuparse por sus alumnos. Y en una clase especialmente difícil les lanza el desafío de participar en un concurso nacional sobre lo que significa ser adolescente en un campo de concentración nazi. Los alumnos encontrarán motivación en el proyecto propuesto, un proyecto que cambiará sus vidas. La película más recientes es El maestro (Giaco-mo Campiotti, 2014, Italia), estrenada en España el mes de septiembre (2015). Cuando termina la Guerra Alberto busca trabajo de maestro, con poco acierto. Encontrará un trabajo que nadie quiere: profesor en el reformatorio de la ciudad. Poco a poco ganará la confianza de sus alumnos. La película se inspira en la vida real de Alberto Manzi, un profesor muy reconocido en Italia por su labor educativa y docente, sobre todo a través de un proceso de alfabetización televisivo de gran éxito y audiencia.

Son películas que nos hablan de la motivación de los jóvenes y las posibles respuestas a la indiferencia, la necesaria y difícil tarea de asumir la dimensión emotiva de la educación, la educación como transmisión de una herencia o la esperanza puesta en la educación como transformación social. Son relatos bien construidos que juegan con los tópicos de este tipo de películas sin caer, sin embargo, en lo tópico. Nos ponen a pensar, nos lanzan preguntas como ¿Qué es ser buen profesor? ¿Cómo es la vida real de un grupo de alumnos en una clase? ¿Cómo vincular vida y docencia? Básicamente, los problemas que nos ponen delante son ¿A quién educamos? ¿En qué y cómo educamos? ¿Qué es ser educador, buen educador? La grandeza de estas películas no reside en sus respuestas, sino en los problemas que nos plantean. De ahí mi recomendación.

Desde estas películas podemos comprender la labor docente como un ejercicio de responsabilidad, de respuesta a una situación, a unas personas, a una vocación y a un compromiso con uno mismo y el mundo. Pero este ejercicio de responsabilidad ha de contar con fuerte dosis de creatividad. Responsabilidad y creatividad configuran la tarea docente, no sólo, pero sí son esenciales. El cine, el buen cine, puede ser una valiosa ayuda.

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