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1000 números, 1000 sentimientos

No hace mucho, en el número de la revista Crítica 987, correspondiente a septiembre-octubre de 2013, siendo yo la directora de la edición en papel de esta revista, escribía en sus páginas, conmemorando sus 100 años de existencia, lo mucho que echaba de menos a la primera redacción a la que me incorporé cuando como estudiante de periodismo llegué a hacer las prácticas en ella. Redacción a la que aún hoy echo de menos. Echar de menos es seguir oyendo la voz de quien dejamos de oír y saber que somos parte de lo que otros fueron y serán, y que en nosotros -y a través de nosotros- continua vivo cuanto estuvo vivo allí y cuanto vivirá en estas páginas siempre.

Desde octubre de 2001 a diciembre de 2014 tuve el privilegio de ser la directora de esta revista centenaria. Heredera de aquel Boletín de las Academias de Santa Teresa que en 1913 fundó Pedro Poveda, mientras impulsaba y desarrollaba el movimiento pedagógico que ya había iniciado, consciente de las dificultades que afrontaban las mujeres que querían acceder a la educación superior. Aquel Boletín fue testimonio de cómo en torno a la obra de Poveda, a partir de 1911, se agrupó un número relevante de mujeres que representaron un esfuerzo muy serio de feminismo cristiano. Yo sólo he sido un eslabón más de esa espléndida cadena de mujeres que me precedieron y han sucedido. Mujeres convencidas de que el conocimiento, la comunicación, la información contenían el germen poderoso de la transformación de la mente y el corazón humanos. Mujeres decididas a reconquistar en la historia su papel insustituible: el de convertir este desangelado y competitivo mundo en otro donde la solidaridad, la generosidad, la búsqueda de la verdad, la humanización en suma, fuesen los valores predominantes, donde la fe y la cultura, los dos esenciales ámbitos creadores de libertad y de sentido, dialogasen.

Temáticas de actualidad

Muchas de las temáticas tratadas en los monográficos de aquellos 14 años aún siguen de plena actualidad. Son temas que han evolucionado pero siguen marcando el ritmo de nuestro tiempo. Respondían a un contexto histórico que la revista Crítica quería ayudar a comprender por medio del ejercicio de un periodismo social comprometido. Como directora en aquellos años, opté, muy conscientemente, desde el comienzo de mi tarea por realizar y reflejar en sus páginas un periodismo social. El periodismo social es un término acuñado en la profesión que podría definirse como el periodismo que asume su responsabilidad en los procesos sociales, que reflexiona sobre su papel en el devenir de la Historia y se preocupa por la búsqueda de soluciones. A los periodistas que nos sumamos a esta perspectiva nos preocupa ser ciudadanos comprometidos con la realidad que vivimos y como tal ser mediadores en la construcción de una realidad más justa, siendo capaces de dialogar con todos los actores sociales para contribuir en la búsqueda de soluciones que nos ayuden a enfrentar los desafíos de hoy. Merece la pena repasar algunos de aquellos temas que aún siguen de plena actualidad:

Crisis global del sistema económico. A partir del año 2006, una crisis financiera que comenzó en los Estados Unidos con el estallido de la burbuja hipotecaria, inicia un efecto de bola de nieve que conduce irremediablemente a un colapso económico-financiero mundial que arrastra a los Estados más desarrollados (sobre todo a EE.UU., la Unión Europea y Japón). En el año 2009, esta crisis se vuelve tanto global como multidimensional y poco a poco comienza a golpear en otros países industrializados hasta alcanzar las naciones del Sur. La crisis se extendió mucho más allá de las ins-tituciones financieras para adentrarse en la economía productiva y el comercio global, hasta impactar en la vida cotidiana de millones de personas.

Esta crisis sigue vigente y sobre ella fueron muchos los monográficos que Crítica editó intentando facilitar al lector la comprensión de lo que ocurría desde ángulos plurales: Globalización, Crisis de la Vivienda, Economía sostenible, desafíos frente a la crisis, Una España empobrecida, ¿Hay alternativas a la crisis?, etc.

Hoy, a pesar de que en España el PIB ha ido aumentado gracias al crecimiento del consumo, la inversión, el gasto público y el sector exterior, persisten los efectos de la crisis especialmente los referidos al mercado de trabajo. Y aunque en los últimos trimestres ha habido un incremento del empleo, éste ha sido insuficiente para bajar la tasa del 20% (el 50% entre los menores de 24 años), un porcentaje explosivo en cualquier sociedad. Hay menos puestos de trabajo, menos personas trabajando, menos horas ocupadas, y la remuneración de los trabajadores ha disminuido, como han ido desapareciendo los derechos laborales que costaron décadas alcanzar, fruto, en buena parte, de la impresentable reforma laboral.

Cambio climático y escasez creciente de recursos naturales. En la década pasada, los desastres naturales parecen haberse multiplicado exponencialmente. El fracaso estrepitoso de las conferencias sobre cambio climático de los últimos años ha demostrado el interés de los grandes poderes dominantes de no alterar ninguna de las condiciones tecnológicas y productivas (crecimiento industrial, quema de combustibles fósiles, contaminación) que están provocando la violencia climática. El saldo negativo sigue siendo pagado por los pueblos más empobrecidos. Pérdida de vidas, de cosechas, de hábitat, hasta la aparición de un nuevo tipo de refugiados, los refugiados climáticos, son algunos de estos costos.

No han sido pocos los números que la revista Crítica ha publicado también sobre esta temática: Agua, una crisis inminente, Un mundo cada vez más desierto, Cambio climático y sostenibilidad, Consumidores y ciudadanos, Ecología y consumo, etc.

Por otra parte, las cifras presentadas por el PNUD y la FAO en la década hablan claramente del crecimiento del número de muertos anuales por hambre en el planeta. Los informes realizados en la década de los 70 por el Club de Roma preveían en estas fechas una crisis global por el agotamiento final de varios recursos minerales, pero la realidad es que ya no estamos hablando en primer lugar de los minerales o los hidrocarburos o los recursos energéticos (cuyo agotamiento es real y cercano), sino de que nos encontramos en medio de una grave crisis alimentaria y con una crisis todavía más grave de agua potable en ciernes, prevista para hacer eclosión en la próxima década.

Esta temática también ha sido reflejada en nuestras páginas con los monográficos: Radiografía del hambre, Los Objetivos de desarrollo del Milenio, Enfermedades del siglo XXI, trata de personas, etc.

Nuevos terrorismos y trata de seres humanos. En nuestro tiempo el terrorismo tiene unas características especiales que lo distinguen de los manifestados en tiempos anteriores, características que de forma especial se dan ahora pero que estuvieron ya presentes a finales del siglo XX. Éstas son:

  1. Estar en posesión de medios similares a los que tienen las naciones para su defensa. Incluso armas nucleares, y el material bacteriológico o químico que tiene mayores posibilidades de devastación que los nucleares, y lo que es más importante estar en posesión de las redes cibernéticas en internet a través de las cuales pueden no sólo informarse y formarse para la construcción de armas de destrucción masiva sino también acceder a los centros de defensa de los países. Es el llamado terrorismo cibernético.
  2. Su carácter internacional. La globalización permite hoy que los distintos grupos se relacionen entre sí ayudándose de distintas formas unos a otros.
  3. La violencia indiscriminada que practica. Se dirige indiscriminadamente contra toda la población, civiles, inocentes, hombres, mujeres, niños.
  4. Su imprevisibilidad: actúa con sorpresa con el fin de que su amenaza mantenga a las poblaciones en un terror constante.
  5. Su inmoralidad: carece de todo control moral.
  6. Utiliza a las personas como escudos humanos.
  7. Crea motivaciones de todo orden en los agentes terroristas: religiosas, patrióticas, nacionalistas en orden a justificar sus acciones.

Es un hecho que se multiplican los focos terroristas y poderes mafiosos en todo el mundo, y se configura un terrorismo capaz de desafiar a cualquier Estado… Por otra parte, la globalización conlleva un movimiento más libre de personas y mercancías, en algunos casos ilegales, como drogas, armas e incluso seres humanos. Las redes de delincuencia trasnacional, intermediarios de estas mercancías, representan una importante amenaza a la seguridad mundial. Distribuyen armas y drogas, explotan comunidades locales y alteran ecosistemas frágiles, controlando recursos económicos ingentes: la delincuencia recaudó en 2003 hasta dos billones de dólares (más que la suma de todas las economías mundiales, exceptuando a Estados Unidos, Alemania y Japón). El grueso de los ingresos de este tipo de delincuencia son las drogas.

Otra fuente de ingresos para las organizaciones criminales son los productos ambientales (especies protegidas de animales, residuos tóxicos, sustancias químicas prohibidas…). El tráfico de estas mercancías reporta a las redes de delincuencia hasta 30.000 millones de dólares anuales.

Pero uno de los negocios más trágicos y vergonzantes de las redes criminales internacionales es el tráfico de seres humanos. Aunque la cifra es difícil de precisar, el Departamento de Estado de EE.UU. calcula que entre 600.000 y 800.000 personas se venden en el mercado internacional todos los años, bien para su explotación laboral, para servicios sexuales o la extirpación de órganos para trasplantes. Este lucrativo comercio reporta más de 10.000 millones de dólares anuales.

Avances inimaginables que han marcado la década en cuanto a informática y tecnologías de la información. Podríamos decir que los 11 o 12 últimos años han sido los años de un gigantesco y acelerado desarrollo en el ámbito de la información y la comunicación: la telefonía móvil se ha generalizado en todo el planeta; la banda ancha ha sido clave en el desarrollo de la web 2.0 y de la expansión del visionado de vídeos en internet; Google se ha convertido en mucho más que un buscador y se está posicionando en la mayoría de los sectores de la industria tecnológica (a destacar la compra del portal de vídeos youtube en 2004 y su gestor de correo electrónico gmail); Las redes sociales Facebook, MySpace, Twitter, etc., han sido creadas en estos años; la conexión inalámbrica a Internet es recientísima; el iPod también se ha desarrollado en esta década siendo Apple la empresa que domina el mercado; el iPhone con su pantalla táctil, su impresionante facilidad de uso y la vinculación con Apple Store, ha marcado además un cambio de paradigma para los dispositivos de comunicación móvil siendo el ejemplo a seguir por todos los fabricantes. Incluso Nokia que tenía un pseudo monopolio en el mercado se vio sorprendida por el revolucionario dispositivo ideado por Steve Jobs. IPhone está actualmente en su tercera generación y hasta hace poco la competencia ha tenido dificultades para ofrecer productos equivalentes; Y se deben también a estos últimos 10 años: las pantallas planas de tv y de Pcs; el Vídeo de alta resolución; la nube; la Navegación GPS para consumidores…, etc.

Por otra parte, los Medios de Comunicación (prensa, radio, televisión…) e Internet hacen que la información, la formación y el ocio lleguen cada vez a más personas. La información se mueve casi con absoluta libertad por todas partes; y lo que ocurre en un punto del planeta puede verse inmediatamente en todo el mundo.

Esto supone una verdadera explosión cultural que hace más asequible el conocimiento a los ciudadanos, pero a la vez, crece la saturación por el exceso de información y la sensación de manipulación ideológica por los grupos de poder que a través de los Medios de Comunicación de masas configuran la opinión pública y afianzan valores determinados.

Para los jóvenes, es innegable, los nuevos espacios digitales son su líquido amniótico, son capaces de procesar ingentes cantidades de información con una inusitada rapidez y la Red y las redes sociales son el nuevo útero donde desarrollar su identidad. Castell habla del término tecnosocialidad, para señalar que las tecnologías de la comunicación no son sólo herramientas o dispositivos electrónicos, sino “contextos, condiciones ambientales que hacen posible nuevas maneras de ser”. En innegable que la tarea educativa o de acercamiento a los más jóvenes, si quiere ser eficaz, tiene que confrontarse y dejarse interpelar por estos nuevos espacios y nuevas formas de relacionarse.

Crítica siempre estuvo atenta a estas temáticas y lo seguirá estando porque se va configurando un nuevo modo de pensar y de “ser” humano de cuyo debate nunca estará exenta. Les recomiendo muy vivamente el número 959 de Crítica sobre Internet, el 985, de mayo-junio de 2013 sobre Redes sociales y el 993 correspondiente a septiembre-octubre de 2014, Inteligencia/s.

Auge de los nacionalismos. Mientras escribo este artículo pienso que dentro de 6 días tendremos las elecciones catalanas, lo que demuestra la plena actualidad de otra de las temáticas habituales en los últimos años de esta revista. La cuestión de la articulación territorial del Estado es una de las principales cuestiones no resueltas de la España del siglo XXI.

En España coexisten nacionalismos democráticos históricos y nacionalismos democráticos emergentes junto a nacionalismos de confrontación (ese nacionalismo que piensa habitualmente que remover las esencias patrias es un revulsivo infalible cuando se trata de imponer una idea, eso sí, al precio de movilizar a unos contra otros). Hoy, los nacionalismos periféricos hablan con más claridad que nunca del derecho a decidir, de autodeterminación o de independencia. De otro lado, desde el nacionalismo español también se enfatizan posiciones cargadas de prejuicios emocionales y frecuentemente existe el empeño de considerar al nacionalismo como propiedad de otros atribuyéndole signos amenazantes y peligrosos. Como si no existiese, también, un nacionalismo democrático español, siempre omitido, incluso negado, pero vivo.

Pero en este tema no somos originales. Otras democracias maduras como Bélgica, Reino Unido o Canadá se enfrentan a situaciones similares y en todos los casos el reto colectivo es muy parecido: cómo integrar la diversidad en el seno de sociedades cada vez más complejas y plurales, manteniendo el equilibrio entre igualdad y pluralidad, distinguiendo con claridad entre ciudadanía e identidad, garantizando la igualdad en los derechos de ciudadanía (sociales, cívicos, políticos y económicos) y la diferencia en todas aquellas competencias y disposiciones simbólicas que afectan a la plurinacionalidad del Estado, así como a su carácter pluricultural y plurilingüístico.

No deben descartarse nuevas y desconocidas tensiones en el futuro. Hace falta, sin embargo, una importantísima condición para asegurar la convivencia. Se trataría de garantizar la existencia de una relación de colaboración, de mutua comprensión entre los diferentes nacionalismos del Estado. El Gobierno, por su parte, debe dedicar un esfuerzo extra a educar a la ciudadanía sobre los hechos diferenciales que cohabitan en el Estado español, pero no ofreciendo concesiones de información folclórica, sino realizando una labor educativa que muestre las raíces que legitiman todas las diferencias, a partir de la desaparición del concepto de una Historia hegemónica al servicio de una pretendida unidad. Pero, por otra parte, también debe realizar una labor educativa que desenmascare la interpretación que los nacionalismos periféricos hacen de la Historia inventando rasgos de nación en el siglo IX o en plena Prehistoria, pretendiendo poner a la Historia por testigo de la existencia de supuestas identidades nacionales, creando su nación en la antigüedad y en épocas en que nada de eso era posible, explicando el pasado en función del presente que se pretende construir. Si todos manipulásemos el pasado queriendo volver a ser lo que imaginadamente fuimos alguna vez, ¿qué hacer? ¿Volver a anexionar Portugal al reino de Castilla? ¿Añadir a Galicia sus antiguos territorios en Castilla, León y Asturias? ¿Refundar el reino Suevo? ¿O mejor resucitar el reino de Aragón? ¿O convertirnos en provincia romana? ¿O refundar el imperio cartaginés?… ¿Superaremos alguna vez en este país la amarga pesadumbre de no tener más horizonte que el que Ortega nos predijo: conllevarnos dolidamente los unos con los otros?

También Crítica en varias ocasiones esta temática, dedicando un monográfico entero a su análisis. No dejen de releerlo (Nº 961 de Crítica, Nacionalismos)

No podría dejar de nombrar en este artículo una muestra exigua de la cantidad de instituciones de todo tipo con las que colaboramos en esos 14 años: Programa Mundial de Alimentos, Centro Dramático Nacional, Fundación Juan March, Instituto Cervantes, Escuela Europea de Consumidores, Cáritas Española, Greenpeace, Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos, Iglesias cristianas de todas las confesiones, Confesiones religiosas diversas, Partidos políticos, todas la universidades públicas y privadas de España y muchas extranjeras, Amnistía Internacional, Fundación Vicente Ferrer, Infancia sin fronteras, Parlamento Europeo, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de la Mujer y un larguísimo etcétera.

Crítica seguirá siendo un espacio para la reflexión. La reflexión es el primer paso para cualquier comprender. Un espacio donde nutrirse de herramientas que posibiliten entender la realidad de forma abierta, dialógica…, que permita a sus lectores y lectoras salir de las rigideces con que nos suelen oprimir las certidumbres. La desmedida producción de información a la que tenemos acceso hoy a veces tiende a cegar. La masificación de información superficial que manejamos ensordece el verdadero sonido de las ideas; la igualación de la categoría con la anécdota, de lo sustancial con lo accesorio, va deformando paulatinamente al ser humano, convirtiéndole en un ser anegado de confusiones.

Mac Dougal dice que el periodismo social no tiene otra razón de existir que el de ser servicio público, un servicio que ha sido y es indispensable para la democracia. El periodismo no puede estar sólo llamado a fabricar noticias, sino que ha de intentar ayudar a los ciudadanos a comprender el mundo que le rodea. Este periodismo, por lo tanto, se posiciona y huye siempre de ser neutro. El periodismo social es una cuestión de actitud, es un asunto de mirada. Desde esta perspectiva, hemos trabajado haciendo la revista Crítica todos estos años.

Lo que hace a esta revista única no es otra cosa que haber estado comprometida siempre, a lo largo de más de 100 años y a través de más de 1000 números, en la tarea de mantener a los hombres y mujeres de nuestro tiempo siempre críticos, abiertos y dialogantes, es decir, permanentemente en búsqueda.

Por MANUELA AGUILERA

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