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Conversaciones en Crítica: Educación, Comunicación y Sociedad Civil

Nuestra sociedad afronta un problema complejo que precisa ser tratado de manera nueva: la confluencia de las redes sociales y del pluralismo cultural, religioso y étnico. Una situación que no sólo precisa nuevos modelos educativos sino, también, nuevos actores en la política educativa. Nos preguntamos cómo implicar con mayor audacia y de modo nuevo a la sociedad civil.

En coherencia con lo dicho en el primer número de la revista en esta etapa, la educación, en su acepción más amplia, es el foco que orientará nuestras búsquedas. Somos conscientes de que los cambios en la sociedad y en la cultura requieren marcos nuevos donde resituar el valor de lo recibido, tanto del conocimiento, como de las tradiciones, creencias y valores”. De este modo, Camino Cañón Loyes, directora de Crítica, comenzaba la presentación a los asistentes de la primera sesión de Conversaciones en Crítica.

“La sociedad plural en la que estamos inmersos reclama innovación y sabiduría para conjugar el respeto a las culturas y formas de vida diversas con el también respeto de todos hacia los usos democráticos que posibilitan la convivencia, el bien común y la cohesión social necesarios”, explicaba Camino. “Necesitamos nuevos modelos en educación que contribuyan a hacer esto posible y que tengan el arte de incorporar los desafíos que los avances tecnológicos, y en concreto los propios de las redes sociales, están planteando a la realidad de ese su pluralismo económico, cultural, religioso y étnico, propio de nuestra sociedad”.

La directora de Crítica expuso a los asistentes la necesidad de “nuevos modelos educativos que tengan en cuenta nuevos actores en la política educativa. Nos preguntamos cómo implicar con mayor audacia y de modo nuevo a la sociedad civil. Nos preguntamos por las nuevas urgencias que emergen y por la manera de implicar activamente a la sociedad civil para el buen gobierno en educación. A menudo tenemos la impresión de que hay excesivos intereses ideológicos y de partido que se imponen y que son los que acaban encontrando eco en las administraciones públicas competentes”.

Rafael
Rafael Díaz Salazar (pinche en la flecha para ver el vídeo).

Tras esta alocución, Camino dio paso a la profesora Mª Dolores Peralta para que presentara a los ponentes y diera paso a sus intervenciones. El primero en tomar la palabra fue el profesor Díaz Salazar quien comenzó expresando su preocupación por la carencias en la conectividad entre la escuela y los mundos vitales extraescolares. No solo es el caso de la familia en muchos casos, sino también la desconexión existente entre el universo escolar y el universo psicológico-emocional de los niños y jóvenes alimentados por las redes sociales y la web en general. En opinión de Díaz Salazar, la educación no formal tiene una extraordinaria incidencia en la formación emocional, intelectual, moral y espiritual de los alumnos y la desconexión entre ésta y la escuela es también patente en muchos casos.

Díaz Salazar mostró su preocupación por la existencia de indicadores que ponen de manifiesto la convivencia de una profunda ignorancia de los alumnos sobre cuestiones centrales con unas habilidades excepcionales para el uso de los instrumentos tecnológicos. A todo ello añadió el profesor algunas necesidades y urgencias en torno a lo que podríamos calificar de auténtica pobreza escolar reconocible en indicadores como fracaso escolar, desigualdades educativas,…Estamos ante una emergencia nacional porque está en juego el destino de las nuevas generaciones para las próximas décadas.

El profesor propuso una doble red que facilite por una parte la superación de la polaridad tradicionalismo-innovación y, por otra, la generación y el apoyo a las escuelas inclusivas que ayuden a superar la posible tendencia a la generación de grupos compartimentalizados en nuestra sociedad.

Por ultimo, en su primera intervención denunció la primacía del economicismo sobre cualquier otro valor a la hora de orientar los currículos y las metodologías. Las facilidades tecnológicas contribuyen en gran medida a la gran desorientación existente en los centros educativos provocada por la excesiva burocracia fruto, a su vez, de este economicismo imperante.

Mª Ángeles Marín Gracia (pinche el la flecha para ver el vídeo).
Mª Ángeles Marín Gracia (pinche el la flecha para ver el vídeo).

A continuación tomó la palabra la profesora Mª Angeles Marín Gracia, que centró su reflexión en el alcance de las transformaciones que la revolución digital está operando en nuestra cultura y en la generación de la propia identidad. Recordó que somos protagonistas de un momento excepcional en la historia de la humanidad al estar asistiendo a un cambio de época, en el cual, como en toda transformación, hay riesgos y oportunidades que re-quieren especial lucidez para orientar adecuadamente las propuestas educativas. La profesora explicó que vivimos en una cultura tecnológica y, en particular, las tecnologías de la información y la comunicación, no son únicamente instrumentos o medios a través de los cuales se difunde la cultura, sino que se convierten, ellas mismas, en una nueva forma de crear cultura. Como explicó Marín, ello trae aparejadas transformaciones en el modo como nos representamos el mundo, sus posibilidades, las fronteras, el espacio, el tiempo: estructura los imaginarios personales y sociales. El término Cibercultura es representativo de esta tercera era de la comunicación. Una era posterior a las de la oralidad y la escritura, en la cual la interactividad, la conectividad y la hipertextualidad son sus grandes rasgos característicos.

Todo lo anterior evidencia, según la Mª Angeles Marín, los cambios profundos requeridos en educación, pues no sólo quedan afectados los sistemas de acceso e intercambio de información, sino también y de modo muy profundo, a las relaciones intersubjetivas y a la comunicación interpersonal. Las tecnologías digitales configuran un nuevo espacio público, nuevas formas de sociabilidad, nuevas formas de intercambios simbólicos con los otros y nuevos modos de ser sujetos. Estar en el ciberespacio significa tener una representación de uno mismo, real o ficticia, una identidad digital que se va construyendo a partir de la propia actividad en Internet y de la actividad de los demás. Una parte cada vez más importante de nuestra identidad reside en el mundo virtual.

En opinión de Mª Angeles Marín, el nuevo contexto tecnológico de hiperconexión nos está cambiando la vida cotidiana, sus espacios y sus tiempos: la manera en la que nos comunicamos, nos divertimos, nos formamos, hacemos gestiones burocráticas, cuidamos de nuestra salud, viajamos. El nuevo individuo conectado pertenece cada vez más, a grupos, comunidades, formas de interacción social distintas, mostrando niveles de vinculación mucho más débiles con cada una de ellas. La gestión de la identidad digital personal viene a ser la habilidad de gestionar con éxito la propia visibilidad, reputación y privacidad en la red como un componente inseparable y fundamental del conjunto de habilidades digitales, las cuales se han convertido en fundamentales para vivir en una sociedad hiperconectada.

La educación debe ofrecer los medios, entornos y procesos que permitan desarrollar unas competencias más allá de las comunicativas. Hay que evitar la exclusión social digital y, por otra los niños y jóvenes necesitan aprender a controlar tanto la imagen personal digital que enseñamos a los otros a través de nuestras intervenciones en el ciberespacio, como a monitorizar la información personal que los otros publican sobre nosotros, y que pueden influir en nuestra reputación digital.

Sin embargo, según Marín, la tarea educativa va más allá de una educación tecnológica o en competencias digitales, ha de incluir una educación en valores. Una educación en valores que conciencie acerca del entendimiento de las posibles consecuencias de los actos para sí mismo y para otros. También potenciar el desarrollo de habilidades cognitivas y sociales, tales como toma de perspectiva, pensamiento crítico y estadístico, orientación al futuro y conexión entre acciones y consecuencias. Además, subrayó Marín, emerge como tarea muy importante para la educación la de “educar en el silencio y en la soledad”.

Alejandro Tiana (pinche en la flecha para ver el vídeo).
Alejandro Tiana (pinche en la flecha para ver el vídeo).

Conversaciones en Crítica continuó con la intervención de Alejandro Tiana. El rector de la Uned comenzó valorando positivamente la existencia y el uso de las redes y adelantó que su posición respecto de su presencia en la educación es procurar naturalizar la presencia de éstas en el aula de la misma manera que se han introducido en la cotidianidad y alejarnos de hacerlo de manera forzada. Tres fueron los puntos en torno a los que ofreció su reflexión sobre este momento de la educación: el fenómeno de la conectividad, el pluralismo y la sociedad civil.

Ante el hecho de la conectividad, ya desarrollado por la anterior ponente, Tiana subrayó sobre todo una consecuencia no deseable: el incremento de capacidad acrítica que genera el uso de las redes sociales. El receptor repite el mensaje al enviarlo, pero no se para a pensar acerca de la veracidad del contenido de lo que transmite. Esto hace que si la formación de la capacidad crítica es un elemento central en todo proceso educativo, lo es aún más en esta nueva era. Urge desarrollar la capacidad crítica en relación a lo nuevo que se recepciona. Y esto mismo pone de manifiesto la necesidad de buscar cómo desarrollar habilidades nuevas que faciliten modos de pensar críticamente las cosas.

Que nuestras sociedades son cada día más plurales es un hecho constatable en la vida cotidiana, en opinión de Tiana. Ahora bien, cabe preguntarse si la educación que estamos proponiendo se orienta a generar sociedades mestizas o mas bien a generar grupos separados con el consiguiente riesgo que esto ultimo comporta. Es importante tomar conciencia de la orientación a la que empujan los medios de comunicación y las redes sociales, pues para los jóvenes es muy importante “pensar como los iguales”. Las propuestas educativas han de tomar en cuenta este factor para situarlo adecuadamente.

En relación al papel que la sociedad civil juega o puede jugar en la emergencia de nuevas necesidades educativas para esta sociedad en profundo cambio, el problema podría formularse con una pregunta: ¿Cómo articular la participación? Porque la participación, aunque todos la buscamos en los diversos ámbitos en los que estamos insertos es algo que no está regulado. Por eso, precisamos generar hábitos en la sociedad civil que hagan de la participación un modo de ser ciudadanos. A partir de ahí, según Tiana, la participación en las políticas educativas sería algo natural porque es una expresión de un hábito social. Las tecnologías de la web están facilitando, sin duda, los procesos participativos y anuncian un cambio de época en este aspecto.

En el diálogo que siguió a las exposiciones en el que intervinieron tanto los profesores invitados como los asistentes, surgieron cuestiones de interés que, en algunos casos, complementaban el pensamiento inicialmente expuesto por los ponentes.

El profesor Díaz Salazar habló del buen gobierno en educación y propugnó que debe empezar por los centros escolares. Para ello es preciso crear condiciones reales para que las familias puedan ser sujetos activos en el proceso educativo de sus hijos y no meros arrendatarios del mismo. La generación de comunidades de aprendizaje en las que las familias tengan un papel significativo es de suma importancia, como lo es también la incorporación de grupos de innovación que orienten los procesos de cambio.

Por su parte, ante algunas cuestiones de los asistentes acerca de cómo distinguir lo bueno de lo tóxico en las redes y de cómo construir un yo sano, Mª Angeles Marín insistió en la necesidad de educar para vivir en soledad, aunque se esté bombardeado de información. Un asistente a la sesión se hizo eco de la cuestión del nuevo sujeto emergente y se preguntaba por la capacidad de resistencia al sufrimiento de este nuevo sujeto y por su capacidad contemplativa. También el profesor Tiana recordó a este respecto que en el concepto que Humboldt nos legó sobre la Universidad, ésta era un lugar para estudiar en libertad y soledad. Algunas experiencias de hoy están intentando recuperar estas dimensiones en el proceso educativo.

Otras intervenciones posteriores se hicieron eco de la preocupación expresada por el Díaz Salazar en relación a la reproducción de las desigualdades socia-les en una escuela en la que la alfabetización digital no va acompañada de la formación en otras dimensiones de la persona. También la cuestión de la participación fue objeto de comentarios. En este sentido, Mª Angeles Marín insistió en que el desafío mayor, a su juicio, hay que buscarlo en la carencia de usos democráticos reales en nuestra sociedad.

Quien desee ver el vídeo íntegro de la primera sesión de Conversaciones en Crítica puede hacerlo pinchando en este enlace.

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