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A LA EUROPA QUE VAMOS (2045) DESDE LA EUROPA QUE VENIMOS (1945)

Consideraciones generales sobre un siglo (1945-2045). A través de estas líneas explico la Europa a la que vamos, a través de análisis de la trayectoria de la construcción europea desde la Segunda Guerra Mundial. Es decir, desde la Europa que venimos, poniendo el acento en los avances tan trascendentales que se han producido durante estos años con el objetivo de la consecución de la federación europea, tales como las elecciones directas al Parlamento Europeo desde 1979, la desaparición de las fronteras entre los estados miembros desde 1992, el reconocimiento de la ciudadanía europea a partir del año siguiente, la consecución de la moneda común, el euro, primero desde 1999 con once estados miembros, hoy con veintiuno, la puesta en marcha de la diplomacia común…

Este camino recorrido, con sus conquistas y limitaciones, que duda cabe que condiciona la Europa que viene (que fue el título de nuestro libro de 2010), si bien ahora creo que es más acertado utilizar la expresión a la Europa a la que vamos, con los ojos puestos en los treinta próximos años, es decir, 2045, con objeto de tener una panorámica de un siglo (1945-2045). Utilizo ahora la Europa a la que vamos ya que entiendo que Europa irá adonde la llevemos, y por lo tanto será consecuencia en gran medida de la acción política de los ciudadanos y de los estados.

A mi juicio, con la construcción europea, se ha producido un cambio histórico en el devenir europeo, ya que por primera vez en la historia de la humanidad, un grupo de estados, de forma voluntaria, han constituido una unión política sin el uso de la fuerza, a través de la interpretación de una nueva noción de soberanía, la soberanía compartida, ejercida mediante unas instituciones fuertes, Comisíón (que representa el interés común) , Consejo (que representa el interés de los estados), Tribunal de Justicia  (que representa el interés del derecho) y Parlamento(que representa el interés de los ciudadanos). La concreción de una solidaridad de hecho a través de un método de trabajo económico, el mercado común, mercado interior, cohesión económica y social, políticas comunes, el euro…. , que han generado un modelo de sociedad del bienestar pionero en la sociedad internacional.

2. De dónde venimos. En estos 65 años se ha conseguido consolidar la paz y hacer que la guerra no sólo sea impensable, sino estructuralmente imposible, dentro de las fronteras comunitarias. ¿Qué nos falta? Extender esta doctrina de la seguridad estructural a nuestros vecinos y al resto del mundo, ya que lo que se trata de visibilizar es que estaremos más seguros en la medida en que nuestros vecinos se sientan también más seguros y estén mejor gobernados. Es la antítesis del realismo político. Con ello, pasamos de la guerra como problema a la paz como proyecto.

¿Cuáles han sido los elementos fundamentales que han configurado este proyecto?

– Valores compartidos. La raíz de Europa son sus valores, especialmente Derechos Humanos (como un paso más de los derechos del hombre, ya que ahora son de la persona), libertad y democracia, igualdad y solidaridad. En la actualidad, a través del Artículo 2 del Tratado de Lisboa, en el que se fundamenta el porqué la Unión Europea por primera vez, se explicitan, así como el pleno reconocimiento jurídico de la Carta de los Derechos Fundamentales. ¿Qué falta? Que se extienda para todos los que viven en Europa, no sólo los derechos fundamentales sino la ciudadanía europea que no disfrutan los emigrantes y extenderlos al resto del mundo.

– Modelo de democracia plurinacional con soberanía compartida. En la actualidad la Unión se ha convertido en una Unión de estados y ciudadanos, en la que los ciudadanos están representados en el Parlamento Europeo, que es plenamente democrático y que comparte sus poderes legislativos con el Consejo que se ha convertido en la cámara territorial y representa a los estados. La Comisión se ha convertido en un quasi gobierno federal, ya que ha sido elegido como consecuencia de los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de 2014.

Prosperidad con cohesión y distribución de la riqueza. Europa se ha convertido en una de las áreas más desarrolladas del planeta, con un modelo de capitalismo distinto del de los demás, ya que existe un equilibro entre mercado, estado y sociedad, como consecuencia de una serie de instrumentos económicos, especialmente el euro y las políticas de cohesión. ¿Qué le falta? Una política fiscal y económica y una política social que resuelva el problema del empleo, y que la prosperidad se extienda con nuevos mecanismos de estímulos al crecimiento y la cohesión a través  de nuevos fondos estructurales

De la Comunidad Europea de 6 a la Unión Europea de 28 y la Europa europea. Hace 65 años nace la Comunidad Europea de seis miembros con poco más de un centenar de millones de habitantes, que hablaban 3 lenguas. Hoy somos 28 miembros, con más de 500 millones de habitantes y más de 20 lenguas oficiales y muchas más minoritarias.

– De la ausencia de la Comunidad Europea en el mundo a la presencia paulatina con la meta de ser el actor global actor global. La Comunidad era un sujeto pasivo en la sociedad internacional, que contaba únicamente en los ámbitos económicos. En la actualidad es un actor global de primer orden, con protagonismo creciente, pero que todavía no juega el papel que le corresponde en el orden global. ¿Qué nos falta? Convertirnos en el líder mundial que permita hacer gobernable la globalización a través de la exportación de nuestro modelo de sociedad, fortaleciendo y regulando un sistema multilateral eficaz que se extienda al resto del mundo mediante la nueva diplomacia común.

3. Dónde estamos. Las Elecciones al Parlamento Europeo de 2014 son el comienzo de la Europa a la que vamos, ya que son las primeras que se ha han convocado con el Tratado de Lisboa en vigor y por lo tanto que de aplicación el Art. 17.7, que indica “Teniendo en cuenta el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo y tras mantener las consultas apropiadas, el Consejo Europeo propondrá al Parlamento Europeo, por mayoría cualificada, un candidato al cargo de Presidente de la Comisión. El Parlamento Europeo elegirá  al candidato por mayoría de los miembros que lo componen”.

Estas elecciones han conseguido algo que los medios de comunicación, mayoritariamente, dudaban que fuera posible y los federalistas hemos defendido con firmeza. La posibilidad de que el Presidente de la Comisión y la nueva Comisión fuera elegida como consecuencia del resultado de dichas elecciones. Por ello, hay que subrayar la relevancia que a pesar de todo está teniendo el empuje federal, sobre todo habrá que conseguir que estos avances redunden en beneficio de la ciudadanía.

Este paso fundamental en la senda federal hay que vincularlo con las grandes conquistas federales ya señaladas conseguidas a lo largo de los último sesenta y cinco años, tales como las elecciones por sufragio universal al Parlamento Europeo en 1979, la desaparición de las fronteras a partir de 1992, la adopción de la ciudadanía europea y la cohesión económica y social a partir de 1993, el nacimiento de la unión económica y monetaria y el euro como moneda única desde 1999 para once estados, que hoy diecisiete años después son veintiuno, la comunitarización del espacio de libertad, seguridad y justicia, el desarrollo de la política exterior y la creación de la diplomacia común a partir de 2009, el reconocimiento del valor jurídico de la Carta de Derechos Fundamentales, entre otras conquistas federales, muchas de ellas aportaciones españolas.

Hay que resaltar que estos avances no son concesiones tecnocráticas, sino que han nacido del impulso de los representantes de la ciudadanía, a través del Parlamento Europeo. Desde que es elegido por sufragio universal en 1979 y especialmente desde que éste aprueba el Proyecto de Tratado de Unión Europea de 1984, donde la necesidad de una Unión Europea federal ha estado presente en todas las reformas constitucionales posteriores y han hecho posible llegar a la situación actual. Han sido auténticas conquistas federalistas de la ciudadanía europea lideradas por el Parlamento Europeo, que es quien la representa.

En todo caso, lo que hay que resaltar es que la Unión Europea de hoy es cualitativamente distinta a la Comunidad Europea de los años sesenta, incluso de los ochenta, y si bien en aquella su característica innovadora fundamental fue la asunción de una nueva noción de soberanía, la soberanía compartida, hasta entonces concepción y práctica inéditas, se aplicaba sólo en el ámbito económico. Hoy la Unión Europea se ha desarrollado en esta concepción incluso en el ámbito político y social, asumiendo en gran medida lo que la doctrina denomina federalismo intergubernamental. Es decir, el federalismo es ya una realidad, bien entendido que todavía matizado por el peso del poder de los estados que se niegan a terminar el edificio de la construcción europea.

4. A la Europa que vamos. Creemos que la resolución de los problemas que tiene Europa no solamente se resuelve con aplicar las previsiones de los Tratados elaborando nuevas políticas en una lógica progresista y federal, sino que estos tienen unos límites que hay que corregir y para ello es imprescindible abordar la revisión de los Tratados, y encarar la necesidad de un enfoque constitucional que es el que identifica de forma directa a los ciudadanos con la Unión.

Seis son, al menos, los grandes temas que habrá que abordar en esa reforma que tendrá que tener un carácter federal de forma más explícita en las Legislaturas del Parlamento Europeo IX, X, XI,… hasta la XIV

Mejorar la legitimidad democrática. Hay que acercar las instituciones y los Tratados a los ciudadanos. Para ello además de reformarlos, habrá que simplificarlos y darles forma de constitución. Entendemos que el Tratado de Lisboa es una constitución sin nombre, ya que reúne los elementos sustantivos de una constitución, a saber, una carta de derechos fundamentales, una división de poderes o funciones, un régimen jurídico de la administración…. Sin embargo, el mensaje no ha llegado a los ciudadanos y éstos no son conscientes de ello. Con la redacción actual, es prácticamente imposible que se comprenda su alcance. Por ello, habrá que cambiar la forma de los mismos, acercándolo, simplificándolo, y dándole una forma constitucional.

Es imprescindible desarrollar los derechos de ciudadanía, especialmente blindar el modelo social y los derechos sociales y mejorar la democracia participativa. Para eso se necesitarán nuevas bases jurídicas que se incorporen al nuevo Tratado Constitucional.

La necesidad de abordar la reforma de las instituciones comunes, especialmente el Parlamento Europeo y el Consejo de Ministros, con objeto de que esta segunda se transforme en una segunda Cámara, tipo senado. Quizá habrá que reformar también el Comité Económico Social y el Comité de las Regiones.

De carácter económico. Se trata de incorporar las reformas en la gobernanza económica adoptada en la Legislatura anterior, así como la comunitarización del Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Unión económica y Monetaria al Derecho Primario, ya que tiene sólo una vigencia de cinco años, es decir, hasta 2017 y está suscrito sólo por 26 estados, en el marco del derecho internacional público y no en el de derecho comunitario.

Por último, para el desarrollo de la política exterior y lograr que la Unión Europea sea un actor de primer orden en la política mundial, hay que reformar algunos elementos del Tratado, especialmente los referidos al vínculo entre la diplomacia europea y la de los estados miembros, además del desarrollo de la política común de seguridad y defensa, apostando por la defensa de los derechos humanos y la lucha contra la pobreza.

– A partir del 2019, y una vez que se consolide, al menos en parte, el modelo político europeo, habrá que plantearse progresivamente la ampliación de la Unión Europea, comenzando por los cuatro candidatos (Macedonia, Montenegro, Serbia y Albania). Posteriormente los candidatos potenciales (Bosnia-Herzegovina, que esperamos se mantenga como un único estado y Kosovo). Antes de los treinta, habrá que haber resuelto el tema de Turquía, posiblemente el más complejo pero el más importante, para ellos y para la Unión Europea. Y por último, en esos mismos años, tendrá que haberse resuelto definitivamente Noruega, Suiza e Islandia, que son países muy cercanos que como es sabido forman parte del espacio económico europeo y también de la zona Shengel, por lo que su incorporación es muy sencilla una vez se hayan ellos decidido a formar parte de la Unión. Quedaría únicamente pendiente para esa década la posibilidad de que algunos de los países vecinos pertenecientes a la Asociación Oriental como Moldavia, Georgia y Ucrania se puedan considerar que pasen de ser vecinos a ser candidatos.

En estas circunstancias, estaremos en torno a cuarenta estados, que significarán alrededor de ochocientos millones de habitantes, que supondrán aproximadamente el 10% de la población mundial. No hay que olvidar que en el inicio de la construcción europea los seis no llegaban al 5%. Es decir, el peso demográfico total se está duplicando, en contra de lo que generalmente se dice.

Todas estas reformas no se pueden hacer por el  procedimiento abreviado de los Tratados, ya que teniendo en cuenta que no son sólo reformas técnicas, sino que obedecen al desarrollo necesario e imprescindible del modelo político federal que se viene construyendo desde hace 60 años y especialmente en los últimos 30, hay que hacerlo con plena participación de la ciudadanía europea, con objeto de que la misma tome conciencia, descubra, que ella es la propietaria del proyecto.

Se trata de sacarle todo el significado real que tiene la lógica federal del proyecto, que no es nada más ni nada menos que la doble legitimidad de ciudadanos y Estados, piedra angular de la Unión Europea. Para ello habrá que convocar la III Convención Europea, aunque habrá que esperar a que se produzca una mejoría en el crecimiento económico. Una fecha buena para dicha Convención sería el 2018, ya que se cumplen los 70 años de la Celebración del Congreso de Europa en La Haya, citado anteriormente, inicio del Proceso de Construcción Europea.

La VIII Legislatura, como ya se ha dicho, comienza con la aspiración a un gran avance federal, que debe permitir a las instituciones el ejercicio de sus poderes gracias a la asunción de una mayor legitimidad democrática que, a su vez, debe impulsar el cambio de las políticas comunitarias, ratificando el compromiso con el estado del bienestar. Para conseguir ese objetivo, es necesario acometer la reforma federal de la unión a través de una III Convención Europea con la plena participación ciudadana.

5. ‘El paso hacia Europa’ como potencia normativa en la política mundial. Para culminar el paso a paso del federalismo europeo, si bien coincido con don José Ortega y Gasset que “Europa es camino y no posada”, y por tanto de momento no se espera un paso definitivo. Falta lo que Van de Luuk llama “el paso hacia Europa”, es decir, el paso de nosotros los estados a nosotros los ciudadanos. Para ello hay que lograr que la reforma en la próxima Convención Europea se supere la necesidad de unanimidad de los estados miembros para su entrada en vigor y sea a través de una mayoría reforzada aunque esta sea muy amplia.

A lo largo de estas líneas y a través de diversos pasos hemos visto como se ha transformado una comunidad de naturaleza económica en una unión de naturaleza política, si bien ésta imperfecta y dinámica, en donde se han ido incorporando importantes avances federales paso a paso. Se da la circunstancia que la profundización en la senda federal se ha producido especialmente en los últimos 25 años, es decir, a partir de los cambios en Europa y en el mundo. Es curioso que esto es lo que generalmente menos se conoce.

Es especialmente llamativo que precisamente estos pasos bastante decisivos se han dado durante la etapa en la que España es país miembro. En el mes de enero de 2016 celebraremos los 30 años de la adhesión de España a la Comunidad Europea, y es sumamente paradójico que precisamente España sea uno de los estados miembros que más ha impulsado esta profundización hacia la federación, y sin embargo, entre nosotros, está pasando en gran medida desapercibida.

En el 2045, por tanto, España habrá participado en la construcción europea 60 años, más de la mitad de los 100, y esperemos que siga estando en el núcleo duro de la misma, empujando el proceso hacia su federalización, si bien se habrán difuminado más los propios estados y se habrá fortalecido el Parlamento Europeo.

Esperamos que la Unión Europea como potencia normativa se haya consolidado, y el modelo europeo de sociedad que la configura muestre su equilibrio entre mercado, sociedad y estado, y sea el que prime en la gobernanza mundial. Asimismo, las grandes metas de desaparición de la pobreza y el hambre, y la extensión de los derechos humanos sea una de las consecuencias del desarrollo de este poder normativo.

El futuro no está garantizado, pero el análisis de lo conseguido da confianza en que es posible y necesario. Sólo la reflexión de dónde venimos nos permite visualizar a dónde vamos, ya que si hemos sido capaces en 70 años de transformar Europa de la guerra a un proyecto de paz, podemos conseguir poner el tejado político a este edificio en los 30 años que quedan hasta 2045.

Por FRANCISCO ALDECOA

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