OPINIÓN

NUEVA CONVIVENCIA

Hay afirmaciones que resultan obviedades en  un determinado aquí y ahora. Una de ellas, en nuestra época, es decir que nuestra sociedad es pluralista. Y como tantas veces sucede, las cosas que se nos presentan como evidentes son motor de cambio para atrevernos a mirar y descubrir nuevas relaciones entre lo que acontece.

Esto es lo que el gran sociólogo de la religión, Peter L. Berger1, entiende que le ha pasado a él, y a otros, que habiendo sostenido que la modernidad conlleva necesariamente un declive de la religión, expresado en el proceso de secularización, ahora comprende que en esta época pluralista lo que de verdad está sucediendo es la coexistencia tanto de religiones diferentes, como la coexistencia de discursos religiosos y seculares. Coexistencia en fin, de maneras diversas de mirar el mundo, de situarnos los humanos ante nuestra propia realidad, nuestras preguntas últimas, nuestras búsquedas de sentido. Pero una coexistencia que no parece anular la presencia de lo religioso, ni asegurar la primacía de lo secular sobre las religiones, como apuntaban o sostenían algunas teorías sobre la secularización.

Recientemente hemos vivido en España un hecho que podríamos mirar bajo esta óptica. Hace unos días, Pilar Rahola invitada por el arzobispo de Barcelona, fue la pregonera del DOMUND 2016 en la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona. La periodista y exdiputada de Esquerra Republicana se confiesa atea, pero eso no le ha impedido aceptar agradecida la invitación a intervenir en un acto católico y expresar en él su admiración por los misioneros o su denuncia de la existencia de ideologías que “se sienten incómodas con la solidaridad cuando se hace en nombre de Cristo”.

Estas expresiones, libres y directas, al modo como suele comunicar Pilar Rahola sus convicciones, resultan cuando menos, poco convencionales en personas de su trayectoria pública. ¿Por qué no leerlas como un ejemplo de puente para la comunicación entre creyentes en Dios, cristianos en nuestro caso, y tantos que en nuestra sociedad se confiesan ateos o agnósticos? Puentes entre los que rechazan las expresiones de apoyo y solidaridad hechas por cristianos impulsados por su fe y los que como ella estarían dispuestos a reconocer que “creen en la gente que cree en Dios y que, por ello, son mejores personas2”.

Necesitamos gestos públicos que hagan creíble el nuevo modo de convivencia que está queriendo nacer de la forma nueva de mirar el pluralismo en nuestra sociedad. El gesto protagonizado por Pilar Rahola al aceptar la invitación del arzobispo de Barcelona es uno de ellos. Hacer política en una sociedad así renovada, también sería diferente.

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