Habría que empezar precisando aspectos del tema. La mayoría de lo que podemos llamar nuevas tendencias, llevan años entre nosotros. Unas asomando y volviendo a asomar a la espera de afirmarse y otras, más afortunadas o mejor dirigidas, consolidadas ya. El teatro refleja o intenta reflejar la manera que tienen de ver el mundo los seres humanos. Además, con más fuerza en estos últimos años, busca modos (palabras, acciones, espacios, contactos…) que cambien nuestra manera de ver ese mundo nuestro. Modos que se adapten, en pie de igualdad, a lo que el mundo deja ver de sí en su constante cambio. Unas tendencias que conviene tener presentes y recordar.
¿Cómo habría que empezar? Quizá en otro tiempo fuera apropiado comenzar por una relación lógica, ordenada y separando funciones. Se habría empezado por los autores del texto, seguido con los directores que lo descifran, los actores que lo interpretan, los diversos oficios artísticos y técnicos que lo revisten…, hasta el espectador que lo recibe, y ojalá, con deseos de dejarse atrapar y seducir por el resultado final.
Hoy, las diversas funciones tienden a derribar los antiguos compartimentos estancos. No es infrecuente, que cualquiera de los que se mueven en este mundo, seducido por un hecho humano real, o un texto teatral o de otro género literario,…, gesten, promuevan, traduzcan, adapten y se empeñen en llevarlo hasta el final. Asumen el empeño en solitario o buscan complicidades, pero van adelante. Sería mejor, tal vez, ver juntos a…
Autores, directores, actores…
Siempre han existido iniciativas que han llegado desde diversos puntos, pero hoy se desdibujan las antiguas fronteras y tienden a ser menos rígidas. Eso sí, es una constante, confrontan más sus ideas y siguen afrontando riesgos.
La proliferación de escuelas de teatro, oficiales y privadas, la mayor facilidad y, sobre todo interés, de completar la formación en varias del propio país o fuera de él, la promoción a nivel universitario de algunos de sus estudios; la creación de escuelas de escritura teatral, y la larga tradición de algunos grupos teatrales en esta tarea…, son todo llamadas a una creatividad, latente en el ser humano. Todo esto ha abierto camino a profesionales del espectáculo cada vez más preparados y con más campos para la creación.
Hace años, también, que las jóvenes autoras encuentran más facilidades (nunca todas las deseadas), para mostrar sus obras en teatros estables. Es de notar que, aunque lentamente aún, la entrada de la mujer en los distintos campos creativos y técnicos del teatro es un hecho. No han faltado nunca, más o menos encubiertas según las épocas, las autoras; hoy menudean directoras, coreógrafas, escenógrafas. Proliferan las traductoras, no faltan las compositoras e intérpretes musicales, en solitario o en las cada vez más frecuentes orquestas con la música en directo. Hay muy interesantes promotoras e impulsoras de proyectos alternativos, creadoras en danza-teatro, en performances…
A veces puede parecernos excesivamente detallado en el programa de mano de un espectáculo el listado del equipo técnico, pero es un síntoma de su integración ante el público y, en ese equipo, lo mismo que en el artístico, abundan cada vez más las mujeres. Sí, es cierto que parecen mas prestigiosos los títulos de autora o directora o traductora o promotora…, pero los espectadores nos vamos dando cuenta de que en organización y técnica, esas tareas que facilitan desde dentro la obra de arte, cada vez estamos más en sus eficaces manos. Y es bueno, según vamos viendo.
Se van consolidando los grupos de creadores que se constituyen de forma permanente y forman equipos y centros de referencia. Y está demostrándose que es bueno.
Temas, argumentos-ideas…
Es constante en el teatro de todos los tiempos, la búsquedas de temas humanos. Se han ampliado las fronteras y los horizontes, se han ido desbloqueando tabúes. Las nuevas tendencias se aprecian, a primera vista, más en el modo de presentar y versionar esos temas, en el tratamiento de temas viejos y nuevos con nuevas miradas,
No se abandonan las obras clásicas: trágicos griegos y romanos, siglos de Oro español e inglés…, Moliere y Goldoni no faltan, ni tampoco esporádicas muestras del romanticismo alemán con Schiller. La mayoría de estas obras son revisitadas, versionadas, manipuladas (a veces muy bien), musicalizadas…, etc. Todas estas acciones han acercado las obras a un público que tiene ya en su experiencia teatral algo más que el verso bien dicho. En algunos casos se ven enriquecidas por una sobria escenografía que las potencian, o por un espacio simbólico que nos revela más de lo que dice, o por un cambio de época que nos lanza a la cara la vigencia del problema, o por una loca fiesta que nos habla de las alegrías del ser humano, sin ocultar sus ridículos disparates.
Se mantienen presentes los clásicos llamados modernos: Lorca, Rodoreda, Sagarra, Benet i Jornet, Koltès, Ibsen, Norén, Bernhard, Weiss, Cocteau, Pinter, Beckett, Eduardo de Filippo, Chejov…, en Europa. O’Neill, Miller, Mamet, Bolaño, en America, entre muchos otros. Afortunadamente crece la creación con autores ya maduros pero aún activos o con valores que no cesan de nacer.
Crece la presencia, por libre elección, de obras comprometidas y que necesitamos ver y aceptar. Obras nuevas, pero también las de algunos autores silenciados en vida y que se recuperan ahora.
Entre estas temáticas, que vamos descubriendo, se aprecian tres fuertes vertientes en el tratamiento, de algunos de los temas más actuales:
– Una de ellas gira en torno al desgraciadamente eterno tema de la guerra: su continua y creciente presencia, y sus secuelas de represión, muerte, odios internos y externos, culpabilizaciones históricas, rechazo a los refugiados. Recuerdo rápida y escuetamente, Purga, de Sofia Oksanca, sobre las purgas de Stalin en Estonia; Incerta gloria, del novelista Joan Sàles, y Más ceniza, de Juan Mayorga, sobre la guerra civil española; La noche de Elver, del polaco Ingmar Villgist, puesta en escena por el director de Sarajevo Dino Mustafiá, sobre el cruel destino que espera a los que son especiales en un país militarizado y totalitario; Nadia, la lucha de Nadia Ghulam por sobrevivir en el régimen talibán de Afganistan, siendo mujer; Cain y Abel, de Marc Artigau, sobre el alud migratorio y la inmisericorde recepción de Europa a las víctimas de las mismas situaciones que occidente ha ayudado a crear…
– Otra de las temáticas se desarrolla en torno al terrorismo, pasado y actual, sin olvidar el terrorismo de estado, como el que se muestra en Mujer no reeducable, de Stéfano Massini, sobre la persecución y asesinato de la periodista rusa Anna Politkovskaia por denunciar las intervenciones de los gobiernos sobre la población; o en Creoenunsolodios, del mismo autor, sobre la trágica estupidez humana (casi eterna) de matarse los unos a los otros en nombre de Dios, aquí por ejemplo en la Franja de Gaza; Los corazones puros, de Joseph Kessel, dramatización del cuento Mary de Cork, una casi onírica memoria de cómo las ideas pueden matar el amor en la Irlanda del IRA; o En voz baja, de Owen Mccafferty, donde se pretende intentar el aún imposible diálogo entre víctimas y verdugos, en la Irlanda de hoy.
– Otra fuerte temática que se impone, es la que trata de la corrupción política y económica, o político-económica que parece ser todo lo mismo, Concretamente, en este tema, lo último que he visto en los pasados meses se ha tirado literalmente a la yugular de estas dos instituciones: destaco la hilarante pero efectiva Hazte banquero, sobre el desastre económico de Bankia y sus protagonistas en la banca y en la política; Lehman Trilogy, un estudio de Massini que, a través de tres generaciones de la familia Lehman, intenta entender la caída reciente (2008) del banco norteamericano, al parecer, más seguro, el Lehman Brothers y sus graves y aún vigentes consecuencias. Dos ejemplos, pero hay más. Corre también por algunas salas y ciudades el monólogo Confesiones de un expresidente, que no he llegado a ver pero que promete ser jugoso..
Montajes y miradas diversificadas…
El cine y la televisión han mirado desde sus comienzos al teatro, sobre todo en busca de temas. Hoy el teatro se beneficia de los avances cinematográficos y televisivos, sobre todo en las técnicas para la puesta en escena.
De un modo u otro la música no ha estado lejos de los escenarios. Obras expresamente musicales llenan la historia, están cada vez más presentes en directo en las no expresamente musicales y suben al escenario, como un personaje más, en lugar de ocultarse. Hoy, además, siguiendo el ejemplo del cine se crea música propia para teatro, lo mismo que se introducen y crean coreografías o danza-teatro o teatro-circo… Las proyecciones cinematográficas hace tiempo que han entrado a ilustrar escenas teatrales, unas veces como referencia, o como ambientación, o como guiño al espectador: por ejemplo, en la última versión teatral de la película de Etore Scola, Una jornada particular, se introducía muy sabiamente alguna escena protagonizada por Sofía Loren, no distraía la acción ni la mermaba pero apoyaba su significado; lo mismo que las proyecciones cenitales sobre el espacio desnudo en El huérfano del clan de los Zhao. También imperaban en la orgía multicolor del monólogo, Seuls, escrito, dirigido e interpretado por el escritor libanés Wajdi Mouawad (Litoral, Incendios, Bosques, Cielos).
Recuerdo las delicadas y hábiles proyecciones del último espectáculo ofrecido por la Compañía Chilena Teatrocinema, La contadora de películas. Cuenta la dura historia de las comunidades salnitreras del desierto de Atacama, y lo hace con una extraordinaria interacción de la imagen y los actores de la compañía. Recuerdo, también, los atrayentes diseños de Robert Lepage autor, diseñador, director, intérprete que, con su Compañía Ex Machina he visto y disfrutado en 887.
Los ordenadores como ayuda y soporte técnico están ya ampliamente empleados, pero en la obra de Wajdi Mouawad, Cielos, que vi hace un par de años, están introducidos como personajes y ventanas a otros personajes y lugares. Ese empleo potencia de un modo abrumador el hecho del terrorismo y, sobre todo, la pregunta que hoy nos hacemos: ¿en qué medida hemos contribuido a esto? Todo ayuda a la reflexión, de eso se trata ¿no, señor teatro?
Respecto a mucho de lo ya dicho, se percibe que el teatro no ha sido inmune a la creciente globalización cultural. Los creadores teatrales de muchos campos han hecho sus deberes para con su público y se esfuerzan en ampliar horizontes, en cruzar y hacer cruzar fronteras, en denunciar lo que separa y estrechar lazos de humanidad. La mirada al valor de lo cotidiano cercano se ha abierto a lo cotidiano del vecino y del más lejano. Se han intercambiado temas y técnicas, se han enriquecido las ideas, y los grupos teatrales están diciendo a propios y lejanos espectadores: estos son nuestros comunes problemas, esta es nuestra común humanidad.
Premios, temporadas, estivales, publicaciones…
En 2016 se otorgó el XV Premio Europa y el XIII Premio Nuevas Realidades. El último Premio Europa ha sido para la obra de un coreógrafo y director de escena, el sueco Mats Ek. Nuevas Realidades, que buscan y dar a conocer innovaciones en la práctica escénica y en la escritura dramática, ha premiado entre otros al francés Jöel Pommerat, que sólo pone en escena sus propias obras, y al español Juan Mayorga, autor y director de larga trayectoria y que ha comenzado también a dirigir sus obras.
Menudean los premios locales, nacionales e internacionales. Se publican los textos, se mantienen revistas, en papel o digitales, aunque han desaparecido otras. Se sigue luchando de muchas maneras, por consolidar y estimular la creación y permanencia de un arte que ha de competir hoy con muchos para ganarse, cada día, el favor del público.
Las temporadas y los festivales coexisten, compiten y colaboran. Destacaría, para terminar este apartado, la consolidación en algunos espacios y el inicio en otros de las más atrevidas tendencias. Para buscar la complicidad del público se realizan amplias y atractivas presentaciones de temporada, se oferta información a través de televisión, llegan puntuales y rápidas las informaciones a través de los correos, las webs de muchos teatros están activas y actualizadas…, se programan actividades culturales, para todas las edades, en torno a obra y autores y, sobre todo, se ha consolidado la gran idea de los coloquios con el público tras algunas representaciones.
El mundo teatral tiene cada vez más claro que el público (al que se espera y desea como espectador atento-activo-preparado) no es solo el final del proceso creativo de muchas acciones y personas comprometidas, sino la finalidad de sus esfuerzos. Cuando eso se consigue que el espectador se siente verdaderamente parte. Ojalá se convierta esta tendencia en realidad.
Naturalmente todo esto ha obligado a diversificar el estilo de promotores de espectáculos, programadores de obras y gestores de teatros. No es lo mismo promover espectáculos y/o gestionar varias y grandes salas en varias ciudades, que ceñirse a un pequeño y exclusivo recinto. No es lo mismo encontrarse entre las manos teatros nacionales y públicos que moverse en el sector privado. No es lo mismo programar un festival internacional que local. O empeñarse en sacar adelante una oferta monográfica, que intentar aglutinar una amplia oferta de todas las artes escénicas. Pero todo es válido si se hace bien.
Espacios teatrales y espectadores
Los teatros han ido cambando sus equipamientos, si no han podido hacerlo con sus paredes. Han ido enriqueciendo las obras y empeñándose en lo posible en conseguir la comodidad de los espectadores. Hemos visto en salas antiguas y modernas, la aplicación de escenarios móviles, incluso de salas móviles. Y, a veces, hemos aprendido a esperar la sorpresa de un espacio totalmente cambiado y adaptado a la obra. Hemos visto teatros hechos a medida de todos los posibles movimientos. Nos hemos acostumbrado a teatros de cercanía. Dedico aquí un recuerdo al desaparecido Malic, teatro de bolsillo y pionero de muy ricas propuestas, desde títeres para niños y adultos hasta ópera de bolsillo, pasando por acogida a nuevos autores, canto y hasta flamenco.
Hace años que están entre nosotros las que comenzaron llamándose Salas Alternativas. Y hoy, del mismo modo que en los festivales de muchas partes del mundo han ido naciendo los festivales Of y más tarde los Of, Of, en el entorno teatral van surgiendo las alternativas de las alternativas. En recintos cerrados o al aire libre.
Antiguos recintos dedicados al cine, algunos de ellos tomados de antiguos teatros, vuelven a ser salas para el espectáculo en directo y, otra vez por influencia del cine, multiplican su oferta diaria en pequeñas salas. La última realidad que he podido conocer, de este modelo, es el llamado microteatro: hasta cinco salas con obras distintas, en horarios de tarde y noche, ofrecen Obras de 15 minutos para 15 espectadores. Una oferta atrayente para nuevos teatreros y para espectadores con poco tiempo o paciencia o afán de novedad.
Con estas salas y salitas, conviven los teatros y/o grupos, algunos de larga duración, que hacen su propia oferta para la formación teatral, marcando estilo propio y fácilmente reconocible en sus puestas en escena. A título de muy escaso ejemplo: La Abadía, El Astillero, en Madrid; Lliure, Beckett, en Barcelona; Atalaya, en Sevilla y La Zaranda de Andalucía la baja; Kulunka Teatro, en Euskadi…. Reconozco que me quedo muy corta.
No solo el teatro ha contribuido a diversificar el estilo y motivación de los espectadores. El cine se ha vuelto más espectacular, la televisión se ha visto impregnada de teatralizaciones, hasta en los más insólitos programas. Pero el teatro ha continuado con su empeño de captar un público más enterado y fiel. No puede olvidar la cantidad, junto a la calidad, pues el aspecto comercial garantiza su permanencia; pero en estos tiempos de crisis, el espectador mira su bolsillo y se ha acostumbrado a elegir cuidadosamente y a obtener por su dinero lo mejor que puede. Los teatros se adelantan a ofrecer abonos y facilidades de pago, se contemplan los colectivos con menos capacidad ad quisitiva y, sobre todo, algunos teatros han conseguido que el personal de acogida sea la mejor baza para que el público sienta que esa es su casa.
No ha perdido la clase teatral el deseo de educar por medio de su arte y al par que todos los oficios teatrales buscan una mejor preparación, son conscientes de que la existencia de un público justifica y garantiza su continuidad. Se habla de la estética de la recepción, hay coloquios y reuniones para estudiar qué público hay y qué público se quiere…, y qué quiere el público. Como se ha hecho desde siempre se siguen inventando maneras, no sólo para convocar, sino para que el espectador además de no aburrirse, reciba una semilla, sienta crecer una necesidad.
Y el espectador responde. Acepta retos. Y, sobre todo, ha aprendido a prepararse. Cuando se asiste a los coloquios con la oportunidad de opinar y de preguntar a autores, directores, actores…, a veces se percibe que la parte más floja del coloquio corresponde al espectador (hay según qué intervenciones que chirrían), pero con más frecuencia se oyen voces que comienzan: “antes de venir me he mirado en Internet la página sobre la obra, o el autor, o el director, o los autores…” , y la pregunta y opinión que sigue es interesante. A los que somos espectadores desde hace muchos años nos reconforta esa subida de nivel.
Y termino, esperando no haber aburrido, algo que jamás debe hacer el teatro. Aunque por mi parte se ha requerido mucho atrevimiento para intentar nadar entre todas estas aguas.
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