Imagino que ya lo sospechaban, pero, por si acaso, antes de empezar, les aviso… los cuentos, no son verdad. Esas historias con las que algunos nos dormíamos de pequeños, que contamos a nuestros niños, que llenan las librerías y bibliotecas… ¡son una sarta de mentiras! Son mentiras enormes. Tan tan grandes, que dentro les caben las verdades que, muchas veces, no nos atrevemos a mirar.
Esta gran verdad me la contó Ana Garcia Castellano (2), tejedora de cuentos. Recuerdo que lo contó como si fuera un secreto, casi susurrando, después de contarnos la historia del punto que se enamoró de una línea (3). Hace ya años de ello, y todavía recuerdo la emoción que sentí al escucharla hablar de esas verdades que no nos atrevemos a mirar. Algo había en esas palabras que resonó con alguna verdad profundamente escondida en mi interior.
¿Qué tienen los cuentos, que atrapan nuestra atención y nos transportan a otros mundos o a otros tiempos? ¿De qué estan hechas las historias, que tienen el poder de despertar nuestras emociones? ¿Por qué la fantasía, las narraciones, los cuentos generan esperanza? ¿Podemos aprovechar su sabiduría para poner nuestro granito de arena en la construcción de un mundo mas justo?
Creo que la Reina de Corazones de Alicia en el País de las Maravillas me mandaría decapitar si llegara a atreverme a plantearle estas preguntas… Para tratar de ensayar alguna respuesta, no voy a elegir el camino de la teoría, entre otras cosas porque no tengo preparación para ello. Voy a proponerles un pequeño paseo por algunas de las historias que me han acompañado y me siguen acompañando en esta aventura que es vivir. Espero con ello animarles a leerlas o releerlas y dejar que sus palabras y sus imágenes resuenen en su corazón. Y si además de leerlas se las cuentan a otros, mejor que mejor… La sabiduría que encierran habla por si sola a cualquiera que se atreva a escucharlas de verdad. La verdad que contienen se despliega en el diálogo con la verdad del que escucha.
Coco, el cocodrilo de ¿Qué hace un cocodrilo por la noche? (4), es un cocodrilo tímido. Le gusta columpiarse por la noche, cuando nadie le ve. Lola, la graciosa hermana pequeña de Charlie, quiere hacer las cosas ella sola, porque “ya es mayor” (5). Leonardo, el terrible monstruo del cuento de Mo Willems (6), está triste y muy preocupado, porque no consigue asustar a nadie… Los cuentos están llenos de personajes que tienen su personalidad y con los que muchas veces, niños y grandes nos podemos sentir identificados. A lo mejor, un niño tímido no se atreve a decir que le da miedo la gente. Coco puede ayudarle a poner palabras a su timidez, o a ensayar respuestas o sencillamente a ver que ser tímido es algo que le pasa a más gente, y de lo que también se puede disfrutar. Aprender a pedir ayuda no es tarea fácil para una persona que quiere ser independiente. La historia de Charlie y Lola puede ayudar a empezar una conversación sobre lo que podemos hacer solos y lo que no, y cómo crecer no significa no necesitar a nadie. Leonardo no tiene 1642 dientes, ni es enorme, ni terriblemente extraño como sus amigos: no asusta a nadie. Por más que lo intenta, no lo consigue. ¿A quién no le ha pasado eso mismo alguna vez? esforzarse y esforzarse sin conseguir algo que para otros parece terriblemente sencillo. En los cuentos aparecen personajes con los que compartimos (o no) sueños, ilusiones, frustraciones… asomarnos a sus vidas nos puede dar claves para vivir las nuestras.
Wilbur, un simpático rata topo desnuda, es aficionado a los trajes (7). Le encanta vestirse. Su osadía choca con la tradición de las ratas topo desnudas y Wilbur tiene que hacer frente a la incomprensión de su comunidad. Las narraciones han sido pensadas y escritas por personas, en un idioma, dentro de una determinada cultura. Contienen una manera concreta de ver el mundo, transmiten unos valores, y no otros. Wilbur no está de acuerdo con la norma más elemental de las ratas desnudas: prefiere vestirse. Cuando alguien lee o escucha su historia, lo hace desde sus códigos y sus parámetros culturales. Del diálogo entre el relato y quien lo escucha surge algo nuevo, que podemos también enriquecer en diálogo con otros que también quieran dejarse cuestionar por él. Si no nos gustan los valores de un cuento, siempre podemos cambiarlo, como hace Roal Dahl, en Cuentos en verso para niños perversos (8) o criticarlo, o no contarlo.
En Dibújame una Estrella (9), Eric Carle hace un homenaje a su padre. Es una historia sobre la creación, sobre la vida y sobre la muerte. O eso es lo que yo leí en ella. Los cuentos de ogros y lobos hambrientos, como Los Tres Cerditos o Pulgarcito, pueden hablarnos del miedo, y ayudarnos a gestionarlo en un entorno seguro, donde nos sabemos protegidos, fuera de peligro. Los cuentos tienen el poder de despertar nuestras emociones. Escuchando diferentes maneras de vivir el miedo, la alegría, la tristeza, el deseo, aprendemos a valorar y a utilizar la energía que las emociones nos aportan.
Si queremos aprender biología, podemos ver un documental, leer un libro, o también, leer un cuento. En Hurry y la Mariposa Monarca (10) además de contemplar una preciosa historia de amistad entre una tortuga y una mariposa, podemos aprender geografía y muchos datos sobre el ciclo de vida de las tortugas y de esta mariposa tan bonita. Hay narraciones que incluyen contenidos de Ciencias Naturales, Historia, Matemáticas… aportando elementos que se pierden cuando se cuentan dentro de otros géneros.
En resumen, los cuentos nos acercan a otras personas, a otros tiempos, a otros mundos. Nos transmiten sabiduría. Nos ayudan a gestionar nuestras emociones y a comprender mejor las emociones de los demás. Con los cuentos nos asomamos a los valores de nuestra cultura y también a los de otras culturas. Mirándolos mejor, tenemos más elementos para acogerlos o rechazarlos, enriquecerlos con nuestras aportaciones y construir nuestra propia jerarquía de valores. Los cuentos nos enseñan a escuchar con atención, a disfrutar de la belleza de las ilustraciones. Con ellos aprendemos historia, economía, matemáticas, lengua… ¡todo se puede incluir en una narración!
Antes de que la Reina de Corazones aparezca y grite “que le coooorten la cabeza”, termino contándoles por qué me parece a mí que los cuentos generan esperanza. Cuando la verdad escondida en un cuento resuena con nuestra verdad, atravesando barreras temporales, culturales, incluso lingüísticas, experimentamos que esa historia estaba dirigida a nosotros, que contiene, misteriosamente, algo nuestro. La certeza de que todos estamos hechos del mismo barro, de que todos somos uno, acabará, seguro, con lo que nos divide y amenaza con destruirnos. Como contaba el maestro Gianni Rodari (11), los siete niños que eran el mismo niño, cuando sean grandes, ya no podrán hacerse la guerra, porque los siete son un solo hombre. Leemos para saber que no estamos solos, decía C.S.Lewis. Esa es nuestra esperanza: nos tenemos los unos a los otros. Y los cuentos, nos enseñan que así es.
BIBLIOGRAFÍA
- Galeano, Eduardo. “Dicen los científicos que estamos hechos de átomo, a mí me ha dicho un pajarito que estamos hechos de historias” Citado en http://lapalabraeslacasadelser.blogspot.com/2012/05/eduardo-galeano-estamos-hechos-de.html
- http://anag-castellano.com/
- García Castellano, Ana. “Amores puntuales”. Editorial Sentido Sur. Madrid 2008
- Urberuaga, Emilio y Kiss, Kathrin. ¿Qué hace un cocodrilo por la noche? Kókinos. 1998
- Child, Lauren. “I Can Do Anything That’s Everything All on My Own” Grosset & Dunlap. New York 2008.
- Willems, Mo. “Your Pal Mo Willems Presents Leonardo, the Terrible Monster” Hyperion Books for Children. New York 2005.
- Willems, Mo. “Naked Mole Rat Gets Dressed”. Hyperion Books for Children. New York 2009
- Dahl, Roal. “Cuentos en verso para niños perversos”. Alfaguara. Madrid 2008
- Carle, Eric. “Draw me a Star”. Philomel Books. New York 1992
- Ó Flathatya, Antoine. “Hurry and the Monarch” Knopf. New York 2005
- Rodari, Gianni. “Uno y Siete”. SM Madrid 2001
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