ACTUALIDAD ARTÍCULOS

Refugiados

Escribo estas páginas mientras los medios de comunicación anuncian con una cierta euforia la liberación de Alepo, al tiempo que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas alerta de la masacre de civiles llevada a cabo durante dicha liberación. Alepo es ciudad mártir cuya población es, desde hace más de cuatro años, rehén de una incivil y despiadada guerra que no respeta ni escuelas ni hospitales. Algunos la han definido como la Sarajevo del siglo XXI, pues la capital bosnia también fue asediada durante cuatro largos años (desde abril de 1992 a febrero de 1996) ante la impotencia y la impasibilidad de la ONU y la comunidad internacional.

Alepo representa el paradigma de la guerra en Siria, una guerra que comenzó en 2011 y que por tanto dura ya más de lo que duró la segunda guerra mundial, y que según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos ha provocado más de 312.000 muertos (de los que casi la mitad son civiles) y cinco millones de refugiados.

Todos hemos visto las imágenes de los refugiados que llaman a las puertas de Europa. Ante nuestros ojos desfilan cotidianamente desde hace años las imágenes de hombres, mujeres, niños y ancianos que huyen de la guerra, que escapan de sus casas y sus ciudades destruidas por los bombardeos recorriendo caminos llenos de barro hasta darse de bruces contra un muro, personas que se juegan la vida en el mar con tal de llegar a un puerto seguro, porque a veces el mar es más seguro que tierra firme… Sus imágenes se han colado en nuestras vidas a través de la televisión, atravesando de ese modo los muros de protección y de distancia que nos rodean, aunque siempre por un espacio de tiempo demasiado breve. Pero muchos no llegan, se pierden en el mar, como el niño kurdo Aylan, que murió en el silencio frío del mar.

A día de hoy el mar Mediterráneo constituye la frontera más peligrosa del mundo, sólo en 2016 han muerto en él más de 4000 personas. De alguna manera, nos encontramos ante un genocidio, pero esta vez televisado, bien retransmitido por los medios de comunicación.

Sin duda, la denominada crisis de los refugiados es el mayor desafío que desde los últimos años se plantea a nuestra Europa y en general a todo Occidente. El número de refugiados ha superado al de los tiempos de la segunda guerra mundial. No en vano el Papa Francisco habla de la situación del mundo como de una tercera guerra mundial que se libra a pedazos.

Los refugiados son el testimonio del drama de la guerra, son 60 millones, en el último año han aumentado en 8 millones. Esta es la tendencia de la historia contemporánea, pero todavía hoy se sigue hablando de emergencia, como si se tratase de un fenómeno pasajero. Los refugiados son una constante estructural de nuestra historia y lo serán también de nuestro futuro. Pero ante ellos se delinea un frente de rechazo. Baste con pensar en la reacción de algunos países europeos como Hungría, que escogió aislarse con un muro de alambre de 175 km para aislar su frontera con Serbia.

La política del muro constituye una elección impensable en el tiempo de la globalización, pero sin embargo es un modelo que ha atraído no sólo a algunos países del Este Europeo sino también más allá del Atlántico, como se ha visto recientemente en la política estadounidense. Dejando de lado todos los motivos humanitarios, que por sí solos justificarían una política de mayor generosidad y acogida, especialmente para los países europeos optar por los muros es casi una elección suicida. La previsión de la población que Naciones Unidas hace para muchos países europeos en 2050 indica fuertes pérdidas: Bulgaria perderá casi el 30% de su población: pasará de los 7 millones de habitantes de hoy a 5 millones. Rumanía perderá 4 millones de habitantes, Polonia perderá 5.5. Y España, según datos recientes del INE, pierde 72 habitantes al día. No sólo las actividades económicas se resentirán sino que la población restante estará mucho más envejecida y tendrá menos capacidad de integrar. Los países europeos necesitan la inmigración, y la política del muro es contraria a su propio interés. El miedo es siempre un mal consejero que puede llevarnos a perder la lucidez junto con la humanidad.

Los refugiados llevan dentro la historia y el dolor del mundo, nos piden salir de nuestro pequeño mundo confortable marcado por el victimismo, por lo que nos falta o por lo que no funciona. El miedo hace ver con desconfianza a los refugiados. Hablando a unos niños el pasado mes de mayo, el Papa Francisco dijo: “Los refugiados no son un peligro, sino que están en peligro”. Así es. El miedo deforma la realidad y convierte en peligroso a quien en realidad está corriendo graves peligros. Los refugiados piden paz, que se haga una política eficaz de paz. En un mundo global se necesita más política de paz, porque los focos de guerra acaban implicando a todos, a los cercanos y a los lejanos.

Ante problemas globales se requieren soluciones globales, y estas demandan la implicación de todos los actores de la sociedad, no sólo de los gobiernos sino también del conjunto de la sociedad civil. Este es el caso de los corredores humanitarios, promovidos por la Comunidad de Sant’Egidio (una asociación de laicos de la Iglesia católica) en colaboración con la Federación de Comunidades Evangélicas y la mesa Valdense.

Estos corredores son un proyecto pionero en Europa por el que se han abierto puentes seguros para que los refugiados puedan llegar a Europa de forma legal y sin poner en riesgo su vida, mediante la concesión de visados humanitarios a personas en situación de vulnerabilidad (víctimas de persecuciones, de tortura y violencia y a familias con menores, ancianos, enfermos o minusválidos) procedentes de campos de refugiados en Líbano, Marruecos y Etiopía. Los corredores humanitarios son el fruto de una colaboración ecuménica entre cristianos católicos y protestantes que se han unido para llevar a cabo este proyecto humanitario. La iniciativa se financia por completo con las aportaciones de las organizaciones promotoras y otras colectas de fondos, no representando ninguna carga para el Estado.

Al llegar a Italia los refugiados no sólo son acogidos, sino que se les ayuda a integrarse en el tejido social y cultural italiano a través del aprendizaje de la lengua italiana, la escolarización de los menores y otras iniciativas, como por ejemplo la entrega de una copia de la Constitución italiana traducida a su idioma.

Los corredores humanitarios comenzaron en diciembre de 2015, con la firma de Protocolo de Acuerdo suscrito por las entidades promotoras y el Gobierno italiano (Ministerios de Asuntos Exteriores y de Interior). En este primer año de funcionamiento ya han traído en avión, desde campos de refugiados en Líbano hasta Italia, a 500 personas, en su inmensa mayoría refugiados de la guerra de Siria, demostrando que la integración es posible si se hace bien. Se trata de una experiencia piloto de éxito que puede ser replicable en otros países europeos, entre ellos España.

En realidad, más que un proyecto al uso, los corredores humanitarios son un signo, una visión de esperanza para una Europa que, como decía Juan Pablo II: “Hoy sufre por falta de visiones”. Y no hay que buscar las visiones en los libros, los refugiados son embajadores de la visión de un mundo nuevo, de sociedades multinacionales, pero no por esto sociedades destruidas.

Quizá son los refugiados quienes nos ayudan y no tanto nosotros los que les ayudamos. No son una invasión, pero tampoco son una emergencia pasajera. No podemos consentir que la gente siga muriendo mientras nos atrincheramos detrás de unos muros. La historia no se detiene por muchos muros que se le pongan. La elección ante la que se encuentra esta Europa nuestra es: o muro o puente.

Los muros protegen sociedades cerradas que al final se convierten en un cementerio. Los puentes conducen a sociedades modernas, abiertas, más jóvenes. Indudablemente la integración planteará dificultades, como le ocurre a todas las sociedades en crecimiento, pero hay que construir puentes. Es la única opción de futuro y de humanidad.

Comments

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Solicitamos su permiso para obtener datos estadísticos de su navegación en esta web, en cumplimiento del Real Decreto-ley 13/2012. Si continúa navegando consideramos que acepta el uso de cookies. Más Información

The cookie settings on this website are set to "allow cookies" to give you the best browsing experience possible. If you continue to use this website without changing your cookie settings or you click "Accept" below then you are consenting to this.

Close