ARTÍCULOS LITERATURA

GRANADA ESTÁ EN NICARAGUA

En Nicaragua la frondosidad entra por las ventanas del avión, es una presencia en la retina que se puede cortar con un machete de agua clara y ron. Nada más llegar al aeropuerto Augusto Sandino de Managua, en dirección al Festival Internacional de Poesía de Granada, uno de los más importantes de Centroamérica, el sol es una yema diluida sobre las copas amplias y flotantes al otro lado de la hilera de taxis. Me recoge un coche de la organización y me subo al asiento delantero: en el trasero hay una pareja. Él es poeta y se llama Felipe Rodríguez. Tiene la misma edad que tenía yo cuando publiqué mi primer libro de versos: 24 años. Ella se llama Abril y hablamos de Luis Rosales. Felipe está entusiasmado con Vicente Aleixandre. El coche deja atrás la ciudad y nos adentramos en una carretera en la que se alternan carros tirados por caballos famélicos con niños que nos miran desde la tierra del camino, en una región fuera del tiempo. Pienso en sus pies descalzos y recuerdo a mi hijo, que no tiene dos años y al que he dejado atrás. Pero vamos a Granada, a la otra Granada, donde hay una Casa de los Leones, una gloriosa Plaza de la Independencia donde llega a unirse un público de más de mil personas escuchando poesía y donde hay una calle, llamada La Calzada, donde nunca anochece y siempre hay una Toña, la cerveza del país, helada entre los dedos de tu mano invisible, mientras los bares abren sus terrazas bajo un cielo marítimo y los tambores suenan como un eco ancestral.

El XIV Festival Internacional de Poesía de Granada, entre el 11 al 17 de febrero de 2018, homenajea al poeta Fernando Silva y, por primera vez, se celebra en memoria de un poeta hondureño: Roberto Sosa, maestro de los mejores y más interesantes poetas hondureños recientes: Dennis Ávila, Rolando Kattán, Carlos Ordóñez y Salvador Madrid. El miércoles 14 protagonizarán la mesa redonda en torno al recuerdo de Sosa, en lo que será un acto emotivo y brillante sobre la relación entre un grupo de jóvenes aprendices de poetas con su maestro. La unión de los dos factores, la brillantez y la emoción, frente a la familia del poeta Sosa, con su viuda, su hijo, su nuera y su nieto, tiene aquí un valor testimonial de fe y de amor a la poesía y a la vida que no podré olvidar. Mi duelo además por la muerte reciente de Pablo García Baena está presente y eso hace que los quiera y que me sienta uno de ellos, aunque nunca haya estado, como Dennis, con Sosa en su biblioteca, él con su pijama azul, mientras el poeta joven lee tembloroso un nuevo poema.

Pero antes, mucho antes, cuando llego el lunes por la tarde, dejo el equipaje en el Hotel Darío. Hay que estar en Nicaragua, en Granada, en La Calzada, para quedarse en el Hotel Darío, con grandes patios coloniales y unos salones abiertos a la algarabía de la calle, con orquestas danzantes y coloridos bailes, bajo el sol de la tarde, que me darían ganas de escribir aunque no fuera escritor. La clave de WiFi de la zona de mi habitación es Azul. Azul Darío. Estoy en el paraíso. Lo descubro cuando nada más ocupar uno de esos sillones veo pasar a mi amigo Dennis Ávila –su libro Ropa americana, de la editorial española Amargord, es un canto generacional–, que ha venido acompañado de quien ya es una de las poetas más grandes de Centroamérica: Paola Valverde, que con Las direcciones estelares –también en Amargord– merece la corona de laurel que podría haber portado sobre su frente aurea, anárquica y salvaje el viejo y bueno Walt Whitman si hubiera sido centroamericano. Dennis me saca del Hotel Darío. Vamos a tomar algo aquí, le digo. No, sonríe. Vamos a un sitio mejor: el restaurante El Tercer Ojo, donde se celebra una degustación de ron Flor de Caña de 18 años condimentado con sushi. Patrocinador del Festival, Flor de Caña ha editado además una hermosa antología poética. Las botellas de ron caen mientras la vida sube, mientras se alza la joven y rutilante vida sobre el cielo esmaltado de Granada. Y cada noche orquesta y baile en la Casa de los Tres Mundos.

La felicidad se precipita: Francisco de Asís Fernández, poeta y presidente del Festival, es el gran amigo de los poetas españoles. Estamos el editor Chus Visor y José María Velázquez, poeta, amigo de Francisco de Asís en la juventud madrileña de ruido tabernario, con vino y tertulias; José Ramón Ripoll, Elsa López y Santiago Montobbio. Bebemos Flor de Caña hasta el amanecer. Leemos en la Plaza de la Independencia y salimos azules en las fotografías, con un brillo salvaje sobre el banco tranquilo del jardín. Las aves nocturnas compartirán el sorbo de una revolución personal: recuperar nuestro primer fulgor. Escuchamos leer a Ernesto Cardenal y nos seguimos enamorando de las mujeres que aparecen en los poemas de Gioconda Belli. Como siempre, ellas son mayoría. Escuchan y pasean por mi poema Gilda. Escritoras. Cineastas. Esposas. Madres. Son una legión de luz sonora dentro del Festival. El gran futuro centroamericano es femenino.

La mujer reina en Granada y la poesía es su religión.

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