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SI SE PUDIERA…: LAS CONVERSACIONES GLOBALES EN LA ONU PARA LAS MIGRACIONES

Continuamente saltan a los medios casos de migraciones, masas de refugiados, exilios, leyes, y reacciones a leyes de migración de diversos países. El Papa Francisco ha llamado repetidamente a la acción y auxilio de los muchos emigrantes africanos que llegan a las costas de Europa. Las imágenes de refugiados de países en conflicto en el Oriente Medio han desgarrado la conciencia de muchos –y han provocado conflictos internos en los países sobre la aceptación de grandes números, la carga en las infraestructuras nacionales, los riesgos de seguridad y terrorismo…– sin contar con el impacto en las culturas y las creencias religiosas de los países de acogida.

En Estados Unidos, el debate inacabable se centra en este momento en los jóvenes que fueron traídos al país sin documentación legal cuando eran niños. Han sido educados en Estados Unidos, no conocen sus países de origen y se expresan mucho mejor en inglés que en su idioma materno. La deportación, o la falta de status legal los llevaría bien a la deportación, a un lugar para ellos desconocido, o a un vivir de nuevo en la sombra sin posibilidad de trabajar o estudiar legalmente, con el riesgo social de pandillas, drogas, y violencia que eso conllevaría. Pero no son sólo los DACA (Acción legal diferida), sino los miles de niños centroamericanos que entraron en el país en el verano de 2015, enviados por sus padres para salvarlos de las mafias de sus países; son también los centroamericanos y haitianos a quienes se les ha vencido y no renovado su Status de Protección Temporal y se verían abocados a la deportación o autodeportación. Las organizaciones cívicas y, sobre todo la Iglesia católica continuamente toman acciones de presión para buscar soluciones justas, dignas y humanitarias a estas situaciones. Y esto es aquí, pero es un fenómeno internacional.

No se puede negar que, aunque el fenómeno migratorio no se puede considerar algo nuevo, ya que lleva ocurriendo miles de años, las migraciones son un fenómeno-desafío-oportunidad de una inmensa importancia en la actualidad.

Uniendo, de alguna manera, todas las voces en una reflexión y compromiso que contemple las muchas y diversas facetas de un problema tremendamente complejo, la ONU está llevando a cabo un proceso, llamado Global Compact (Compacto Global o Acuerdo global) sobre migraciones que representa un esfuerzo de representantes de gobiernos, organizaciones no gubernamentales, y otros stakeholders es decir accionistas, incluyendo empresas, instituciones religiosas, y organizaciones comunitarias y cívicas que tienen status de observadores en las Naciones Unidas. El acuerdo al que se quiere llegar no es un acuerdo vinculante legalmente, sino más bien un marco de referencia de cooperación. Al no ser vinculante, no garantiza ni exige la participación de todos los países, sino que más bien orienta, anima, indica y, en cierto modo, sitúa un marco ético de acción públicamente.

Con todo, es alentador que se puedan examinar las causas, consecuencias, beneficios sobre la inmigración y tener una mirada común sobre el ideal a seguir. Un ideal que presupone buena voluntad por parte de los gobiernos y de los migrantes. Ni todos los gobiernos tienen voluntad, ni todos los migrantes. Presupone, también, un estabilidad económica y laboral fuerte por parte de los países receptores, y la creación de unas infraestructuras de educación, comunicación, y servicios sociales muy poderosas…y … ¿quizá inalcanzables?

La propuesta se presentará en Marruecos el 10-11 de diciembre de este año y es fruto de múltiples sesiones de estudio y discusión en Nueva York, Ginebra, y México que han ido teniendo lugar desde 2007, cuando se lanzó la Declaración de Nueva York para Migrantes y Refugiados por la cual hubo un compromiso de elaborar un Acuerdo de Cooperación Global (Global Compact) para una migración segura, ordenada y regular.

El Global Compact es un momento cumbre en la historia del diálogo sobre migraciones. Está inspirado en la Agenda de Desarrollo sostenible de 2030 y la Agenda de Acción de Addis Abeba, e informado por la Declaración sobre el Diálogo de la cumbre sobre la Migración y el Desarrollo internacional adoptada en octubre de 2013.

El Global Compact expresa un compromiso de mejorar la cooperación sobre las migraciones internacionales, y un reconocimiento de que las migraciones pueden ser fuente de prosperidad, innovación y desarrollo sostenible. Pero también es desafío: los países afectados (tanto de envío, como de acogida) pueden recibir efectos a veces imprevisibles, y no siempre fáciles de manejar. Los efectos no son sólo económicos: desde la fuga de cerebros a la sobrecarga de los servicios sociales, y del impacto económico y político en unos países and beneficio de la entrada de divisas en otro, hay una enorme gama de fuerzas cuyo equilibrio resulta muy difícil.

A lo largo de varias sesiones de tres días cada una, centradas cada una en uno de los aspectos más salientes de la migración, los participantes en las discusiones sobre el Global Compact compartieron sus realidades y sus desafíos y el deseo de optimizar los beneficios de la migración, pero también de tratar realísticamente de los riesgos y desafíos de las comunidades y también de los individuos. Cada caso migratorio lleva rostros de personas concretas detrás. Se reconoció la importancia de tener un análisis continuado a nivel internacional sobre las migraciones, de manera que las personas que estén considerando emigrar desde sus países tengan una información sobre sus opciones, obligaciones y derechos, mientras que los ciudadanos de países receptores tengan también una información clara y objetiva sobre los desafíos y dificultades, así como de los posibles beneficios de las migraciones.

Las causas

Una de las conversaciones del Global Compact trató sobre las causas adversas y factores que impiden a las personas crear y mantener modos de vida permanentes, aceptables y seguros en sus lugares de origen. Se acepta, generalmente, el derecho de las personas a permanecer en sus países, ya que es de lógica que nadie quiere abandonar su patria y su hogar. Las causas de las migraciones son evidentes, pero sirven también para distinguir entre emigrantes y refugiados y exiliados, y sus posibles adaptaciones culturales, desafíos educativos y psicológicos, y contribuciones que puedan hacer a la vida de los países de acogida.

El Global Compact sugiere modos de mitigar las causas adversas y factores estructurales que impiden a las personas construir y mantener modos de vida sostenibles en sus países. Busca reducir los riesgos y vulnerabilidad que experimentan los migrantes en las distintas fases migratorias respetando y protegiendo sus derechos y también trata de responder a las legítimas preocupaciones de las comunidades receptoras sobre los cambios demográficos, económicos, sociales, ambientales y culturales que sufren los países a causa de la migración.

¿Entonces, qué se propone?

La propuesta detalladísima del Global Compact incluye objetivos numerosos y muy ambiciosos. 22 objetivos detallados con sus propuestas concretas de acción. Los objetivos están basados en diez principios guía que comienzan por reconocer la supremacía de la persona humana.

Requieren:  cooperación internacional; el reconocimiento de la soberanía nacional, la observancia de la ley y el proceso, un desarrollo sostenible, respeto de los derechos humanos, respeto a la mujer, protección de los niños, un enfoque conjunto de todo el gobierno y de todas las instancias “accionistas” es decir, organizaciones no gubernamentales, los propios migrantes, comunidades locales, organizaciones civiles, instituciones académicas, negocios, parlamentarios, sindicatos, instituciones de derechos civiles, organizaciones religiosas, medios y cualquier otro medio activo cuestiones de migración.

Los 22 objetivos, basados en los compromisos acordados en Declaración de Nueva York para Refugiados y Migrantes son amplios y van dirigidos a lograr un flujo migratorio seguro, ordenado y regulado.

• Recoger y utilizar datos fiables como base para políticas basadas en evidencias.

• Minimizar las causas y factores estructurales que obligan a las personas a dejar sus países.

• Proporcionar información adecuada y puntual sobre todas las fases de la migración.

• Proporcionar a las migrantes pruebas de identidad legal.

• Fomentar la disponibilidad y flexibilidad de maneras legales de migración.

• Facilitar un reclutamiento de empleo justo y ético.

• Tratar y reducir los puntos de vulnerabilidad de las migraciones.

• Salvar vidas y establecer esfuerzos internacionales de localización de migrantes desaparecidos.

• Fortalecer la respuesta internacional al negocio de contrabando de migrantes.

• Prevenir y combatir el tráfico humano en el contexto de las migraciones.

• Controlar las fronteras de manera segura, integral y coordinada.

• Fortalecer los procedimientos y mecanismos de determinación de estatus migratorio.

• Usar la detención únicamente como último recurso y esforzarse por encontrar alternativas.

• Fomentar la protección consular.

• Proporcionar acceso a servicios básicos para migrantes.

• Formar a los migrantes para una integración social plena.

• Eliminar toda forma de discriminación. Y promover el discurso público sobre las percepciones de la migración.

• Invertir en desarrollo de capacidades para reconocer cualificaciones y competencias.

• Crear condiciones para que los migrantes puedan contribuir al desarrollo pleno del país.

• Promover envíos de divisas y contribuciones de manera segura, para poder impulsar tanto la inclusión económica del migrante como el desarrollo del país de origen.

• Cooperar en facilitar un regreso y repatriación digna y sostenible.

• Establecer mecanismos para la portabilidad de la seguridad social en caso de retorno.

Cada uno de estos objetivos tiene detrás una larga lista de detalles de acción. De nuevo, es una propuesta quizá demasiado ambiciosa y quizá demasiado idealista. Al no ser vinculante, se trata, más bien de unas recomendaciones que algunos países tratarán (o ya están tratando de realizar) y otros posiblemente aseguren estar realizando sin verdadera base real. En cualquier caso, el documento que se presentará en Marruecos en diciembre puede constituir una buena base y marco de referencia para inspirar políticas y acciones que de verdad tomen en cuenta la vida humana por encima de todo, y la seguridad de los países. Sabemos que las migraciones no van a parar, y que las recomendaciones del Global Compact no son una receta o una varita mágica para que todo el conflicto y el dolor asociados con las migraciones…en los que emigran y en las comunidades que reciben—se resuelvan. Pero quizá sí puedan salir a la luz y a la conciencia las acciones, actitudes, prejuicios y datos reales para un entendimiento más claro de tan complejo fenómeno. Y quizá también se den decisiones políticas más justas y humanas.

Está por ver, pero después de esto ningún país podrá escudarse para la falta de acción en falta de información o conocimiento. Más bien faltaría la voluntad política. Mientras tanto, las organizaciones pueden seguir haciendo aquello que esté en su mano para lograr la justicia y el desarrollo.

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