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ANNA DORIA: “DANDO AYUDA Y COMIDA, ESCONDIENDO A PERSONAS EN PELIGRO… LAS TERESIANAS HICIERON RESISTENCIA NO ARMADA”

Anna Doria es  Licenciada en Letras por la Universidad de Turín, ha enseñado Literatura Italiana e Historia en Institutos Superiores en Turín y Roma, donde vive actualmente, y es miembro de la Institución Teresiana.

Es autora de diversas  publicaciones sobre educación y coautora del libro Historia de la Institución Teresiana 1911-1936, publicado por Silex Ediciones,  Madrid 2014. Ha publicado recientemente Oggi sono venuti i tedeschi. Vita quotidiana a Roma sotto l´occupazione nazista y en la actualidad colabora en el Museo de la Liberación en Roma formando parte del Grupo Didáctico de dicho museo.

Carmen Azaustre: ¿Qué te ha llevado a escribir tu libro Oggi sono venuti i tedeschi?

Anna Doria: Se puede decir que este libro nace de la confluencia de dos itinerarios de mi vida: el trabajo en el Archivo Histórico de la Institución Teresiana y el servicio que ofrezco como voluntaria en el Grupo Didáctico del Museo Histórico de la Liberación de Roma en vía Tasso, cerca de la Basílica de San Juan de Letrán. 

Como archivera, tengo acceso a los documentos, y tanto para responder a las solicitudes hechas al archivo, como por mi interés personal, tuve la oportunidad –que no me perdí– de leer los diarios que las Teresianas en esta época escribían en todas las casas de la Institución. Realmente una laudable costumbre porque sin ellos la historia interna de la Institución no sería posible reconstruirla. Como miembro del Grupo Educativo del Museo de la Liberación, mi tarea principal es guiar a los grupos, especialmente a los grupos escolares que van a visitar el museo. Es es un lugar particularmente evocador porque ocupa las instalaciones que las SS usaron como prisión para los opositores durante los meses de ocupación de la ciudad (10 de setiembre 1943 – 4 de junio 1944). Esta cárcel, puesta en funcionamiento en las habitaciones de los pisos de un edificio normal en el centro de Roma, fue modificada por el coronel Kappler, jefe de la Gestapo, la policía de las SS. Los Equipos de Seguridad la convirtieron en celdas de verdadera prisión. Por ejemplo, tenía las ventanas cerradas con ladrillos, el aire entraba por una pequeña abertura en la pared externa y una rejilla por encima de las puertas, siempre cerrada, de modo que, dejando la puerta de la entrada abierta, el aire entraba por las escaleras. En las celdas, por lo tanto, el oxígeno era muy poco y el ambiente era irrespirable. Todo esto afecta a los visitantes y, sobre todo, a los chavales les impresiona la descripción que nosotros, casi todos profesores jubilados con una larga experiencia docente, hacemos de cómo vivían los ciudadanos de Roma en la ciudad ocupada. Nuestra lección, hecha al principio de cada visita, explica lo que fue la Resistencia, armada que es más fácil de entender, que tuvo lugar con ataques armados, actos reales de guerra, guerra hecha no con un ejército organizado, sino formaciones de civiles, después  que el Rey abandonó la ciudad para salvarse con el gobierno y no caer prisionero de los alemanes. Esta es una página bastante complicada de la historia de Italia que voy a retomar más adelante.

El punto de conexión entre el Archivo de la IT y el Museo de Vía Tasso me parece estar en el hecho de que en el Diario de las Teresianas hay muchas notas escritas que son testimonios reales en vivo de este periodo. Durante las visitas, les explico a los chavales que Roma fue bombardeada desde el 19 de julio, día del primer bombardeo aliado que afectó seriamente al barrio de San Lorenzo situado entre las dos principales estaciones de Termini y Tiburtina, hasta el 4 de junio de 1944, el día de la liberación de la ciudad,  aunque no fue el fin de la guerra,  25 de abril de 1945. Durante este tiempo, Roma sufrirá 53 bombardeos. 

Roma era, de hecho, una ciudad en estado de sitio, donde la comida era muy escasa y la población sufría hambre, detenciones, redadas y donde las ejecuciones sumarias eran muy frecuentes. Mucha gente necesitaba refugio o porque había perdido su hogar bajo bombardeos o porque huía del sur donde los Aliados (Estados Unidos e Inglaterra) se enfrentaban con el ejército alemán o porque eran judíos, buscados por los alemanes para enviarlos a los campos de exterminio en Alemania. De todo esto, que afectaba a la población civil de Roma, hay rastros en las páginas del Diario de las Teresianas.

Junto a la Resistencia armada, estaba la Resistencia civil, mejor dicho no armada puesta en práctica por aquellos que, sin usar armas, resistieron, y resistir significaba luchar por su propia supervivencia y por la supervivencia de otros. Dando ayuda,  proporcionándoles comida cuando la tenían, y escondiendo a personas en peligro. Las teresianas hicieron Resistencia no armada.

Hace algunos años, la historiografía estudia la Resistencia también en este aspecto civil cotidiano. Trabajando en el museo, para mí las páginas del diario iban adquiriendo tal vitalidad y realismo que yo estaba convencida de que el tesoro contenido en esas páginas no debía permanecer en el secreto de un archivo, sino que era un testimonio de valor y solidaridad que era necesario darlo a conocer.

Luego, en el año 2013, la Fondazione della Shoah pidió a la Institución Teresiana documentación para una exposición que quería montar para conmemorar la redada llevada a cabo por las SS en el Ghetto de Roma contra los Judíos el 16 de octubre de 1943. En la casa de la Institución Teresiana, a lo largo de los nueve meses de ocupación de Roma, encontraron refugio también judíos (la historiografía habla de 37, así está escrito en el libro del historiador Renzo De Felice Storia degli ebrei italiani sotto il fascismo). La fundación solicitó datos sobre estos hechos y yo que estaba a cargo del archivo realicé la investigación. El material era abundante, detallado, distribuido en las notas recogidas día a día. Cuando la exposición terminó, un señor no judío, que tenía cinco años en los años 43-44 y con su familia había estado escondido en la casa de Vía Gaeta, vino a vernos a nosotras. Su padre, un oficial de carabineros, luchó en la Resistencia y fue denunciado por una espía, capturado por las SS, fue trasladado a la prisión en Via Tasso y sometido a interrogatorios y torturas, y fue asesinado más tarde en la matanza de las Fosse Ardeatine, donde, como acto de represalia, los nazis masacraron a 335 italianos. Este fue un hecho que marcó fuertemente a la ciudad. Este señor estaba buscando noticias sobre su familia, porque quería reconstruir la historia de su padre. Leer junto a él páginas del diario, para encontrar rastros de la presencia de la familia, y ver escrito el nombre de su madre fue a la vez una experiencia que nos impactó mucho a los dos; él mismo me animó a llevar a cabo el proyecto de publicar lo que en el diario se refería a los acontecimientos más duros padecidos por la ciudad de Roma. En el libro, las anotaciones están agrupadas por temas, divididos en capítulos precedidos por una introducción histórica general y una más específica para cada capítulo, con el fin de contextualizar todo con mayor detalle. Creo que será una lectura interesante, especialmente para los jóvenes, los estudiantes, para que se encuentren con un documento de gente común, por lo que la historia para ellos ya no será solo una historia narrada por otros, sino algo vivo que ha afectado la vida de personas concretas. 

C. A.: ¿Por qué ese título?

A. D.: Es una frase, tomada del diario, cuando describe cómo las SS fueron a la casa. Quien abrió la puerta tuvo que tener una sacudida, un momento de miedo. Aquí el título tiene la pretensión de intrigar al lector y tal vez hacer que él tenga la misma sacudida que estremeció ese día a la persona que, en Via Gaeta, abrió la puerta. 

C. A.: ¿Cuáles son los principales problemas que en esta fecha sufren los ciudadanos de Roma?

A. D.: El hambre, el frío, el miedo y la presencia de soldados enemigos que pueden arrestar, matar incluso por una sospecha, como ocurre durante las guerras. Para Italia, la Segunda Guerra Mundial fue la primera experiencia de implicación directa de la población civil. El número de muertos civiles excede al de los militares. Los ocupantes para procurarse la fuerza de trabajo enviaban a trabajos forzados en Alemania y actuaban en lo que se define como redadas: se cerraba una carretera y se llevaban a todos los hombres menores de 60 años, se paraba un tranvía, cacheaban, capturaban a los hombres. Hay que tener en cuenta que Italia es, en ese momento, un país dividido en dos: en el norte está el estado fascista de Mussolini, que liberado por los alemanes fundó la –así dicha– República de Saló, al servicio de la Alemania de Hitler. En Roma, donde nadie sabe quién manda legalmente, actuaron la fuerza de ocupación y los fascistas que no han desaparecido sino que colaboraban con las SS y exigían el cumplimiento de las leyes aprobadas por la República de Saló, en virtud de las cuales los jóvenes en edad militar tenían obligación de presentarse y obviamente luchar en el ejército fascista. Los jóvenes que no se presentaban, si eran descubiertos, eran fusilados como desertores, por lo que se escondían. Muchos ingresaban en la Resistencia, otros buscaban de algún modo una salvación personal. En muchas casas, había gente escondida y ocultaban a antifascistas, a resistentes, a judíos. Todo era muy peligroso y podía significar su propia sentencia de muerte. Las teresianas escondieron a muchas personas y, por lo tanto, arriesgaron sus propias vidas.

C.A.: ¿Qué aportó este grupo de mujeres a su resolución?

A. D.: Estas mujeres esconden y salvan, sin hacer distinciones políticas o ideológicas. Ellas hacen lo que la caridad cristiana ordena. ¿Tenían plena conciencia del peligro? Quizás sí, quizás no. No tuve posibilidad de preguntarle a ninguna de ellas, me encontré con una un par de veces y, como no sabía que había vivido en Roma durante los meses de la ocupación alemana, no hablé con ella del tema. Lo siento mucho porque podría haber sabido mucho más, todo lo que temían, temblaban, lo que las notas tomadas rápidamente en el diario solo dejan adivinar. 

He escuchado un comentario de que su nacionalidad española las ayudó. Claro que se presentaron como españolas –España era neutral– y el 27 de septiembre, cuando las SS fueron a su casa para una inspección, pero eso no quiere decir que tuvieran una protección especial, incluso su casa no gozaba de extraterritorialidad del Vaticano. Estaban profundamente integradas en la sociedad italiana, especialmente a nivel profesional y se sentían muy implicadas en todos los asuntos italianos, no vivían en Roma como extranjeras de paso. Se puede decir que sentían un fuerte compromiso para hacer que la Institución Teresiana fuese una realidad en Italia. 

C. A.: ¿Puedes explicarnos un poco más el papel de la mujer en la Resistencia italiana?

A. D.: Las mujeres en la Resistencia han jugado un papel activo, no solo como apoyo, sino como protagonistas. Algunas también participaron en la Resistencia armada, la mayoría ayudó a la Resistencia, arriesgando su vida, escondieron a personas en peligro, incluso cuando ellas mismas no tenían lo suficiente alimentaron a otros, hacían servicio de comunicación entre los hombres implicados en la lucha, trasmitían órdenes, llevaban armas, distribuían prensa clandestina, guiaban en senderos conocidos sólo por ellas… para aquellas que participaron en la lucha (armada y no armada) fue la gran prueba de la elección consciente, del rescate del fascismo que había querido que fuesen solamente esposas y madres, sin darles la posibilidad de opciones diferentes.

C. A.: ¿Qué relación existe entre la salvación de los judíos y el edificio de Vía Gaeta 8?

A. D.: En el edificio de Vía Gaeta, los judíos estaban escondidos, como está escrito en uno de los dos testimonios puestos al final del libro. Monseñor Giuseppe Riberi, tío de una teresiana italiana Marianna Riberi que durante los meses de ocupación no estaba en Roma porque los eventos de la guerra la detenían en Monte Carlo donde la familia vivía, había sido retirado de África donde era Delegado Apostólico para las Misiones y puesto como Jefe de la Pontificia Comisión de Asistencia, colaboró mucho con Monseñor Giovanni Battista Montini y estuvo en estrecho contacto con las teresianas de vía Gaeta, donde envió gente en busca de refugio. La situación de los Judíos se convirtió en dramática con la ocupación nazi de Roma y aún más dramática a finales de noviembre de 1943 cuando en el norte de Italia, el Gobierno de la República de Saló, publicó un documento que establecía que todos los judíos, sin distinción de lugar de residencia, pertenecían a la nacionalidad enemiga. Por eso, la caza de los judíos, a continuación, se hizo obligatoria para los italianos fascistas y, si hubo quienes los defendieron, hubo italianos que los denunciaron.

C. A.: ¿Qué crees que aporta la Institución Teresiana en esta etapa de la II Guerra Mundial en Roma?

A. D.: La Institución Teresiana ha rescatado, ayudado, escondido, alimentado, ha enfrentado riesgos sin estar directamente implicada, ya que ha prestado su ayuda a personas desconocidas. Como hemos dicho antes, las teresianas procedían de España y también hubieran podido mantenerse lejos de la realidad que las rodeaba para evitar el peligro, pero las romanas, como se las llamaba en España, arriesgaron su vida porque esto lo requería el Evangelio.

Me gustaría añadir una reflexión sobre el papel que el Vaticano, en la persona de Pio XII, tuvo en este periodo en Roma, sobre todo su postura en relación con la persecución judía.

En el diario, concreto en la nota correspondiente al 16 de octubre 1943, día de la razzia al Ghetto, se dice que el Vicariato había dado orden de no acoger en casas religiosas a personas de religión hebrea. Esta nota es el único documento que testimonia esta postura oficial de la Iglesia. Sabemos que muchos hebreos encontraron refugio, y por eso se salvaron, en conventos, institutos religiosos, parroquias, hospitales religiosos, universidades religiosas (Laterano, Gregoriana, etc.). Hay claramente un desfase entre lo que es la orden del Vicariato y lo que se actuó en los lugares católicos. Este desfase se puede explicar considerando que, con una postura explicita en favor de los judíos, el Vaticano perdía su neutralidad con consecuencias que no se podían imaginar, incluso los Nazis tenían la justificación para invadir la Ciudad del Vaticano. Seguramente hubo una indicación, prudentemente dicha y no escrita, para que los católicos acogiesen en sus casas a hebreos. De todas formas se sabe que casi 4.500 judíos fueron escondidos en casas religiosas. Existe el testimonio que al preguntar las Teresianas a Mons. Lombardi qué se debía hacer en estas circunstancias él les responde “actuar con la caridad por encima de todo”.

C. A.: Gracias Anna por la justicia que haces a este grupo de mujeres que contribuyeron con su arrojo y caridad a salvar las vidas que otros destruían.

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