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ALGO GRANDE ESTÁ OCURRIENDO EN LA IGLESIA DE EE. UU.

Lo que más se sabe y se escucha es que la Iglesia de los Estados Unidos, y del mundo, está pasando por un momento de enorme crisis. Y es muy cierto y muy doloroso, así como muy conflictivo y amenazante para la unidad de la Iglesia. Pero es también sabido que en momentos de crisis es cuando surgen las mejores soluciones y, dentro de la Iglesia, los mayores santos. Si se estaba en un momento de complacencia y asentamiento, la crisis sacude y llama a la acción. La crisis está despertando y llamando a la acción a muchos. Positivamente, a la comunidad hispana de los Estados Unidos que, del 23 al 26 del pasado septiembre, celebró un momento culminante en el proceso de encuentro que venía realizando desde hacía dos años. 3.470 personas de todo el país acudieron a Fort Worth, Texas, en representación de los varios millones de católicos que participan en el proceso del V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana. 

Aunque por los números, el entusiasmo, la preparación, la calidad de las intervenciones y la presencia del nuncio, de representantes de la curia, y de 124 obispos de los Estados Unidos y 70 medios de comunicación, pareciera que era un magno evento, en realidad, no fue un evento. Históricamente, los encuentros nacionales de pastoral hispana han sido procesos que culminan, pero no concluyen, en el evento nacional. Los encuentros se han ido celebrando en Estados Unidos desde 1972. Los encuentros son procesos de consulta y discernimiento sobre las necesidades pastorales y la propuesta de iniciativas para la atención de la comunidad hispana. Tienen lugar nacionalmente, comenzando por las parroquias, pasando luego las diócesis, luego a cada una de las 14 regiones episcopales en que se divide la Iglesia de Estados Unidos, y tienen su culmen en el Encuentro Nacional, al que acuden delegados elegidos en cada región. El resultado de las consultas y las discusiones a todos los niveles se llevan ahora de regreso a los niveles de región, diócesis y parroquia para responder a las urgencias presentadas.   

En sí mismo, el proceso de los encuentros ha significado un movimiento de madurez para la comunidad hispana católica en los Estados Unidos, que hoy día representa una enorme fuerza dentro de la Iglesia total por su juventud (sobre 60% de los católicos menores de 30 años son hispanos) y su fervor. El primer encuentro permitió a la población católica hispana identificarse como grupo dentro de la Iglesia y expresar necesidades, aspiraciones y contribuciones que podían hacer a la Iglesia total. El segundo encuentro, (1977) dio la oportunidad de identificarse como comunidad diversa, pero unida en fe, historia, cultura y lenguaje. También se buscó un modo de ser Iglesia basado en una eclesiología de comunión y de opción preferencial por los pobres. El tercero, articuló una clara dirección para la respuesta de la Iglesia a la presencia hispana. Encuentro 2000 permitió a la comunidad hispana compartir una experiencia de encuentro con las demás culturas y razas que constituyen la Iglesia de los Estados Unidos. La visión de una Iglesia donde todos son bienvenidos surge de la profunda identidad de mestizos y mulatos peregrinos en esta tierra y llamados a estar en solidaridad con los muchos rostros en la casa de Dios. 

Este V Encuentro, celebrado 18 años después del último, era urgentísimo, al haber una población mucho más joven, que no había vivido los encuentros anteriores y que no tenía el mismo sentido de pueblo hispano en marcha que se había logrado en encuentros anteriores y que servía como elemento unificador y motor de acciones e iniciativas. La meta principal del V Encuentro era discernir formas en las que la Iglesia en los Estados Unidos pueda mejor responder a la presencia de los hispanos y potenciar modos de responder como discípulos misioneros sirviendo a toda la Iglesia. Pero la llamada no estaba limitada a los hispanos, sino a toda la Iglesia en toda su diversidad. 

El Proceso

El proceso parroquial de reflexión, lanzamiento evangelizador y consulta estaba basado en cinco sesiones para grupos pequeños en los que se invitaba a los participantes a reflexionar sobre los cinco movimientos que indica el Papa Francisco en Evangelii Gaudium, n. 24—primerear (salir al encuentro), involucrarse, acompañar, enviar, celebrar, según se reflejan en las acciones de Jesús en el pasaje de los discípulos de Emaús. Después de cada sesión, los participantes recibían un encargo de misión: salir al encuentro de personas alejadas de la Iglesia, sobre todo jóvenes, y siguiendo los mismos pasos, ir interesándose por sus vidas y sus inquietudes, invitarlos a la Iglesia y celebrar con ellos. En ese proceso se iban recogiendo las inquietudes, preocupaciones, deseos de las personas sobre la Iglesia. Ya durante este proceso parroquial, comenzaron a darse frutos: muchas personas alejadas, incluso de pandillas, y encarcelados, regresaron a la Iglesia; muchas más parroquias ofrecieron ministerio hispano; varias diócesis contrataron agentes de pastoral hispanos para trabajar conjuntamente con los líderes anglos. 

Después de los encuentros parroquiales, se pasaba al Encuentro Diocesano, para compartir resultados de consultas, llegar a prioridades y líneas más urgentes, y elegir a representantes para el Encuentro Regional. Otro proceso similar tenía lugar en el Encuentro Regional, hasta culminar en el nacional.  En total, el proceso ha tocado a cientos de miles de personas, ha tenido una presencia en las redes sociales de más de dos millones de entradas y ha llevado a grandes conversiones.

Con los resultados obtenidos en cada uno de los Encuentros Regionales, se elaboró el documento de trabajo que serviría para el estudio durante el Encuentro Nacional. Desde las 14 regiones se nota una enorme coincidencia en ciertos puntos, como el desarrollo de liderazgo y formación de los jóvenes adultos, la formación familiar, la formación litúrgica, la defensa y el acompañamiento pastoral de los inmigrantes,  la formación sacramental sobre el matrimonio y la vida familiar. 

¡Estamos con ustedes! 

Aparte del proceso, la expresión de urgencias pastorales y la vibrante celebración, el grito que se escuchaba en todo momento era el apoyo del pueblo a sus obispos presentes en el Encuentro. No es que el pueblo hispano sea ciego a la crisis por la que pasa la Iglesia, o indiferente al gravísimo mal del abuso sexual de menores. Pero el pueblo hispano católico tiene un profundo sentido de familia y comprende que las familias distan mucho de ser perfectas, e incluso a veces de ser buenas. Puede haber peleas e incluso condenas, pero la gente no se aparta de su familia porque haya miembros malos. Esta comprensión y el aferrarse al tesoro de su fe los hace capaces de separar el pecado aislado de todo el cuerpo, y seguir viviendo en la Iglesia con entusiasmo y alegría. Los obispos, que últimamente han estado criticados, acosados y presionados fuertemente por distintos grupos, estaban conmovidos de ver la fe del pueblo y el sólido apoyo. “En este momento,” comentaba uno de ellos, “lo que nos sostiene es la fe del pueblo”.  Públicamente, en varias ocasiones, los obispos dieron humildemente las gracias al pueblo por su entusiasmo, su cariño, y su misericordia para con los pastores. 

Si algo necesitaba la Iglesia de Estados Unidos en este momento, era precisamente ese encuentro de obispos y pueblo en unidad de fe y esperanza. 

Guzmán Carriquiry del Consejo Pontificio para América Latina, resumía así las tareas que deja el V Encuentro por continuar: 

1. Mantenerse aferrados a Cristo. 

2. Escuchar e integrar a quienes han perdido su arraigo. 3. Crear un liderazgo social coherente con la doctrina de la Iglesia.

4. Procurar un enriquecimiento recíproco de las diversas culturas existentes en la Iglesia de Estados Unidos.

5. Fomentar más vocaciones hispanas.

6. Construir solidaridad con la Iglesia universal. 

El V Encuentro continúa

El proceso del V Encuentro abarca cuatro años completos y los dos próximos años van a ser cruciales para la puesta en marcha de tantos desafíos y urgencias como han surgido. Así como el proceso comenzó desde las parroquias y fue subiendo hasta los niveles diocesanos, regionales y nacional, ahora los primeros pasos se darán a través de iniciativas, contactos y redes regionales, que pasarán luego a las diócesis y a las parroquias. Entre las iniciativas nacionales emergentes del Encuentro Nacional hay tres que destacan por su importancia: 

1. Una iniciativa de desarrollo de liderazgo para jóvenes adultos hispanos y para quienes trabajan con jóvenes y jóvenes adultos. 

2. Modelos de liderazgo parroquial y desarrollo humano y materiales para familias, con fuertes componentes bíblicos y catequéticos que conectan con la experiencia de la comunidad hispana.

3. Orientaciones pastorales y mejores prácticas para parroquias y ministerio diocesano entre hispanos. 

Próximamente se publicarán las conclusiones del Encuentro, se ofrecerán talleres y presentaciones para las aplicaciones prácticas en cada región, y posteriormente en las diócesis y parroquias.

En distintas maneras, cada uno de los Encuentros de Pastoral Hispana han sido momentos providenciales. El V Encuentro, de una manera especial en este tiempo de crisis y gracia, ha representado una fuerte llamada a regresar al primer fervor” de la comunidad y a una santidad indispensable para estos tiempos de la Iglesia en los Estados Unidos. 

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