Ante año que afrontamos, y los acontecimientos que nos invaden y nos pueblan los ojos de sensaciones, de rostros crispados, también de manos que se tienden hacia el negro pozo de arena que entierra la vida, nos queda la esperanza de poder construir día a día la luz.
Una luz pequeña que a veces se apaga ante la escasez de voltios que soportamos, pero se trata de reducir, de apagar otras luces para que la palanca no salte de nuevo y nos deje sumidos en el frío del invierno. Quizá la fuente de calor que usemos tenga que ser pequeña y la tengamos que tener muy cerca para que al alba nos caliente. La esperanza es una niña, pequeña como decía Peguy, pero una niña pequeña que se levanta todas las mañanas y nos da los buenos días, la que saluda al pobre y al huérfano, la que se acuesta todas las noches, y se levanta y reza con una mirada nueva. Es una pequeña promesa, real, que brota en primavera, como canta el poeta.
También otro poeta, Lope de Vega, nos deja sus sentidos versos sobre la esperanza:
Sufre la tempestad el que navega
el enojoso mar, y el viento incierto
con la esperanza del alegre puerto,
mientras la vista a sus celajes llega.
En la Libia calor, hielo en Noruega,
de sangre, de armas y sudor cubierto,
sufre el soldado; el labrador despierto
al alba el campo cava, siembre y riega.
El puerto, el saco, el fruto, en mar, en
guerra,
en campo, al marinero y al soldado
y al labrador anima y quita el,sueño.
Pero triste de aquel que tanto yerra,
Que en mar y en tierra, helado y
abrasado, sirve sin esperanza, ingrato dueño.
Es la esperanza del que aunque navega por un mar proceloso sabe que el viento que guía sus velas le hará llegar a buen puerto. Es la esperanza que en palabras de Benedetti hace que reconozcamos el dolor, que nos desembarecemos de las trabas que la vida nos impone y que a veces siegan los sueños. Son sus palabras las que también hoy nos gritan con fuerza: “No te rindas, aún estás a tiempo… acepta tus sombras, entierra tus miedos, libera tus lastres, retoma tus vuelos, continúa tu viaje, persigue tus sueños, destraba este tiempo de lluvia y de hielo… aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños… vivir la vida y aceptar el reto”.
Sí, la esperanza es el reto que nos llega cada mañana y que hay que plantarla en el calendario de este 2019, plantarla mes a mes, día a día, hora a hora, esperando que haga brotar en nosotros la luz que nos convierta en mujeres y hombres nuevos. Es nuestra tarea.
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