ARTÍCULOS ENTREVISTAS

ANA ARANCIBIA TAPIA: “LOS RECORTES EN COOPERACIÓN CUESTAN VIDAS Y DEJAN DE LADO DERECHOS FUNDAMENTALES DE MUJERES Y NIÑAS”

La persona que les presentamos tiene una dilatada trayectoria en cooperación y un talante personal de implicación y entusiasmo para la defensa de los derechos humanos de las personas más vulnerables. Es licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales y trabaja en cooperación internacional desde 1993. Su mundo son las ONGD, y todo lo que ello implica.

María Cobos: Teniendo en cuenta tu trayectoria profesional podemos afirmar que tu opción personal está relacionada con el desarrollo humano y la dignidad de las personas. ¿Cuál fue la motivación para dedicarte a la tarea de la defensa de los derechos humanos?

Ana Arancibia: Provengo de una familia creyente, en la que el compromiso social ha estado siempre muy presente. Fe, vida y compromiso han caminado juntas siempre en mi vida, retroalimentándose. Desde adolescente, he vivido de cerca la realidad y las duras consecuencias de la droga, lo que significa la vida en las cárceles y la muerte de muchas personas con SIDA. A los 18 años tuve, además, la ocasión de vivir en Argentina y de acercarme a la realidad de América Latina. Poner rostro y vida a las realidades de desigualdad y de pobreza, me confirmó mi opción por trabajar en favor de la justicia social y los derechos de las personas.  Mi opción evangélica es ésa, que se ve enriquecida además tanto por las personas que me rodean y que la viven desde otra dimensión, como por las que comparten mi misma opción, pero desde otras motivaciones.

M. C.: Tras tu etapa de dos años en EE. UU. ¿has podido conocer el trabajo de las ONGD norteamericanas? ¿qué te ha sorprendido, qué las diferencia o, por lo contrario, las une con las españolas?

A. A.: Aunque durante mi primer año decidí dedicarme al estudio y durante el segundo a trabajar en la educación pública, he tenido contacto con algunas ONGD norteamericanas. 

En el contexto del sector es mucho más fuerte la presencia de un pequeño grupo de grandes ONGD, con altos niveles de financiación. Sin embargo, considero que hay retos comunes, pese a las grandes diferencias culturales que hay entre nuestras sociedades. El primero, es el reto de comunicar la complejidad del sistema en el que vivimos y la interrelación de las causas que generan tanta pobreza y desigualdad con un lenguaje que nos acerque a la ciudadanía, alejándonos de tecnicismos. El segundo, la necesidad de contribuir más activa y coordinadamente con los diferentes movimientos sociales que están emergiendo en la sociedad. Casos como Black Lives Matter (Las vidas de la población negra importan) o la Marcha de las Mujeres (que tuvo lugar el día después de la toma de posesión del presidente Trump), muestran un tejido social y comunitario muy diverso y organizado que se ha expresado, y al que algunas ONGDs han tratado de apoyar y unirse, pero sin una contribución del todo clara. Por último, el reto de incrementar la financiación privada, a la vez que generar identificación y adhesión con nuestras bases sociales, con el voluntariado que colabora en nuestras organizaciones, con las personas socias y con quienes nos apoyan de distintas maneras. Hay un aspecto cultural, sin embargo, que marca una gran diferencia: en la cultura anglosajona, la población se siente orgullosa de colaborar con las ONGs y lo hacen visible explícitamente. En España, hay aún mucho camino por hacer. 

M. C.: ¿A qué retos se enfrentan las ONGD en España y qué papel deben tener las ONGD en las políticas de desarrollo?

A. A.: En cuanto a los retos en España, aparte de los que acabo de nombrar, creo que tenemos otros de suma importancia. Por una parte, el de conseguir que las cuestiones internacionales y de solidaridad recuperen peso en la agenda social y política. El valor de la pedagogía en nuestro trabajo es esencial. Debemos ser capaces de acompañar los procesos y preocupaciones de la gente más vulnerable de nuestros entornos a la vez que conseguir transmitir las interconexiones que las vinculan. El sistema y modelo que priman en el mundo, lejos de estar al margen de la vulneración de derechos humanos, están en las propias causas que lo generan. Por otra parte, considero esencial trabajar de manera más articulada y en coordinación con otros sectores, entidades y movimientos de la sociedad. Nos encontramos en un momento político muy preocupante, sin apenas espacios para el diálogo profundo y respetuoso, para la inclusión y la construcción colectiva en favor de un objetivo global que supere los intereses particulares. El que las ONGDs trabajemos justamente desde la integración, la argumentación serena y la construcción de nuevos marcos de comprensión me parece fundamental y más necesario que nunca. 

Respecto a nuestro papel en las políticas de desarrollo, considero que las ONGDs debemos seguir ofreciendo nuestra visión y aportando nuestras ideas de cómo sugerimos que se elaboren siguiendo los principios definidos en la Declaración de París: coherencia de políticas, armonización, apropiación y rendición de cuentas. No somos quienes hacemos las políticas públicas, pero sí quienes debemos de demandar y ser vigilantes en que éstas se enfoquen en poner a las personas y la naturaleza en el centro y no a los mercados financieros. Aportamos un gran valor de cercanía y conocimiento específico de la realidad que no tienen otros actores de la sociedad, pero debemos saber también, con humildad, que no tenemos ni todas las respuestas ni somos el único actor capaz de aportar.

M. C.: En España hemos vivido recortes en las subvenciones de las Administraciones Públicas a la financiación al desarrollo, ¿cómo afectan y repercuten estos recortes en los Derechos Humanos de muchas personas, especialmente de mujeres y niñas?

A. A.: El desmantelamiento que la Administración Española –la central en especial, pero también una gran mayoría de las descentralizadas- ha realizado de la cooperación internacional en los últimos años, digámoslo claro, cuesta vidas y deja de lado derechos humanos fundamentales, especialmente de mujeres y niñas, que son quienes sufren de primera mano las consecuencias del sistema neoliberal y modelo patriarcal en el que vivimos. Ningún otro país donante en el mundo se ha acercado a lo que hizo España en la última década: recortar un 75% de su ayuda al desarrollo, mientras en su conjunto la Ayuda Oficial al Desarrollo se mantenía estable y crecía, incluso en países que también sufrieron la crisis fuertemente, como Portugal o Irlanda. Es urgente recuperar esa política, no hay excusas, más aún si se quiere tratar de dar respuesta al fenómeno migratorio que estamos viviendo y que no hace más que mostrar la insostenibilidad de vivir en un mundo donde no se garantizan los derechos esenciales de las personas. 

M. C.: En los datos del Eurobarómetro la ciudadanía española siempre queda retratada como la más solidaria ¿Consideras que la sociedad española está concienciada con la importancia de la cooperación al desarrollo?

A. A.: Efectivamente, la encuesta del Eurobarómetro del 27 de abril de 2017 sobre el nivel de apoyo de la población de la Unión Europea a la cooperación al desarrollo, indica el mantenimiento de un nivel alto, situándose España en cuarto lugar, no lejos de las tres primeras posiciones, en la que destaca Suecia. Sin embargo, Suecia destina el 0,7% a cooperación, mientras España se ha desplomado por debajo del 0,2%. La sociedad española es cada vez más sensible concretamente a la vulneración de los derechos de las mujeres. La encuesta del Eurobarómetro (25/09/2018) indica que nueve de cada diez personas encuestadas consideran que el apoyo a la igualdad entre mujeres y hombres debería ser una prioridad en la política de desarrollo de sus países miembro y más concretamente el combatir la violencia contra las mujeres y las niñas (el 78%), la discriminación de las mujeres (el 63%), y fomentar el acceso de las mujeres y las niñas a la educación (el 61%). La sociedad española prioriza la cooperación y la lucha por las desigualdades de género; algo que no se refleja en general en las prioridades políticas. 

M. C.: La Agenda 2030 es una apuesta de gran valor por las personas y el planeta. ¿Qué hay que hacer, a tu juicio, para lograr los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible?

A. A.: La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) quieren ser la gran meta del progreso social en este siglo. El reto fundamental en mi opinión es si estamos decididos a poner todos los medios necesarios, a nivel local y global, para que el desarrollo social, la sostenibilidad, la reducción de las desigualdades, la justicia y la igualdad de género, entre otros objetivos, logren un avance significativo en el 2030. Los ODS son diferentes frentes para el progreso de nuestra sociedad, pero definitivamente hemos empezado a avanzar y hemos de hacer que ése sea un avance imparable. 

Si miramos nuestro mundo con ojos críticos observamos que el ambiente humano y el ambiente natural se están degradando a un ritmo vertiginoso. Ante estos hechos, tanto las administraciones públicas como la sociedad civil tienen que implicarse a fondo en los cambios y transformaciones imprescindibles. Hemos de ser muy conscientes, como se afirma en la Encíclica Laudato si (24/5/2015) de que “no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza”.

M. C.: ¿Cuáles son las principales acciones de InteRed en la actualidad? ¿Crees que la educación es un instrumento fundamental para la humanización y transformación de las personas y de las sociedades?

A. A.: Somos una ONGD cada vez más reconocida por nuestro trabajo en educación y género. El Patronato acaba de aprobar el posicionamiento de InteRed en educación, que se inspira en diversas visiones pedagógicas (la Educación Popular, la Educación para el Desarrollo y la Ciudadanía Global, las pedagogías feministas…) pero de manera muy significativa y central, en la inspiración pedagógica de Pedro Poveda. InteRed, como organización de desarrollo promovida por la Institución Teresiana, se asienta en el pensamiento y acción humanística de Pedro Poveda, orientada en la centralidad de la persona, en el cultivo de la interiorización, la libertad, la interrelación y creación de redes de fraternidad, a la vez que impulsora de la cooperación y compromiso con la construcción de un mundo más humano.

Junto con la educación, la lucha por la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, niñas y niños es seña de identidad de InteRed. Reflexionar, visibilizar y cambiar nuestras actitudes para erradicar las causas que generan violencias contra mujeres y niñas, será una prioridad para nuestra organización en los próximos años. Es un tema al que queremos mirar de frente, aprendiendo entre otras, del camino que ya varias de las organizaciones que apoyamos, y entre ellas de la Institución Teresiana, vienen trabajando desde hace años. 

M. C.: ¿Qué tienen que hacer las personas para ponerse en marcha, entrar en acción y colaborar con InteRed?

A. A.: InteRed estamos presentes en Madrid, donde se encuentra la sede social, en 11 delegaciones en España –con presencia en más de 20 provincias- y en 4 delegaciones internacionales. En todas ellas contamos con una delegada, miembro de la Asociación Primaria de la Institución Teresiana, en casi todas con una persona que la coordina junto a alguna persona técnica para la ejecución de los proyectos y un amplio conjunto de personas voluntarias y colaboradoras, que son el núcleo de la organización y sin cuyo apoyo y el de todas las personas socias y donantes no sería posible llevar a cabo nuestra misión. En dichas delegaciones hay personas que estarán felices de atenderos y acogeros a quienes queráis formar parte de InteRed o a quienes queráis hacer vuestro aporte económico. Todas vosotras y vosotros sois InteRed. Si conseguimos entre todas ampliarla, podremos fortalecerla y hacerla avanzar en el camino por una mayor justicia e igualdad en el mundo. Merece la pena.  

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