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UN ‘TSUNAMI’ POR EL CAMBIO CLIMÁTICO

Marzo nos dejó una intensa actividad en las redes sociales y en los medios de comunicación sobre el cambio climático, con titulares como los de la Vanguardia del 15 de marzo: El grito de Greta: la primera huelga general planetaria o los de Efe verde: La juventud por el clima y la responsabilidad intergeneracional, el de Euronews: La juventud española sale a defender el clima… o el del País de 16 de marzo: Un grito global contra el calentamiento. Y así, miles de jóvenes en todo el mundo se manifestaban por la falta de actividad de los gobiernos frente al cambio climático en Australia, Canadá, Francia, Alemania, India, Irlanda, Italia, Letonia, Nueva Zelanda, Filipinas, Portugal, España, Suecia, Estados Unidos y Reino Unido, etc. ¿Qué hecho ha desencadenado esta protesta global de los jóvenes?

La figura de una chica de 16 años, Greta Tunberg, vestida con un gran chubasquero amarillo ante la entrada del parlamento sueco, en agosto de 2018, ha provocado la protesta mundial. Sus palabras presentes en los distintos foros sobre el clima la ha impulsado en diversos lugares, como Davos, Polonia, Bruselas, etc. Su pequeña figura contrasta con la fuerza de sus afirmaciones: “En Davos, como en todas partes, todos hablan de dinero. Parece que el dinero y el crecimiento son nuestras únicas preocupaciones principales. Y dado que la crisis climática es una crisis que nunca se ha tratado como una crisis, las personas simplemente no son conscientes de las consecuencias en nuestra vida cotidiana… Los adultos dicen: ‘Les debemos dar a los jóvenes esperanza’ pero yo no quiero su esperanza, no los quiero esperanzados sino aterrorizados, quiero que sientan el miedo que siento yo cada día y luego quiero que actúen, quiero que actúen como si estuvieran en una crisis. Quiero que actúen como si la casa estuviera en llamas, porque lo está”; en Polonia: “Nuestra civilización está siendo sacrificada para que unos pocos tengan la oportunidad de seguir enriqueciéndose, nuestra biosfera está siendo sacrificada para que la gente rica en países como el nuestro puedan vivir con lujo… es el sufrimiento de muchos el que paga el lujo de pocos…” y su fuerte llamada a la responsabilidad generacional para actuar ahora, hoy, porque otras generaciones les pueden reprochar su falta de compromiso: “¿Por qué no hicisteis nada mientras aún había tiempo para actuar?”. Y a los adultos presentes en los foros los acusa de inacción, de pasividad: “Decís que amáis a vuestros hijos sobre todas las cosas y sin embargo les robáis el futuro ante sus propios ojos”… y finalizaba esta intervención, diciendo: “No hemos venido aquí a rogar a los líderes que se preocupen, nos habéis ignorado en el pasado y nos ignoráis otra vez… os habéis quedado sin excusas y nos estamos quedando sin tiempo. Les hago saber que el cambio está llegando os guste o no. El poder real pertenece al pueblo”.

Es esa llamada al cambio el que ha llenado las calles de las ciudades del mundo de jóvenes levantando su voz por la necesaria acción para cambiar el deterioro del clima. Junto a esta apasionada protesta que ha generado el movimiento Fridays For Future -en España, Juventud por el Clima– y que desencadenó las manifestaciones globales del 15 de marzo, debemos de resaltar el incesante apoyo que la comunidad científica ha prestado a este movimiento que se une al grito que recorre el planeta y que les ha hecho firmar diversos manifiestos en los que expresan su respaldo a  la huelga emprendida por los jóvenes el pasado 15 de marzo.

Primero, comenzaron 12.500 académicos de Alemania, Austria y Suiza, los que apoyaron la protesta en febrero, según informa Thomas Loew, investigador de sostenibilidad ambiental en las empresas: “Decidimos actuar para decir que los jóvenes tienen razón” (1). Después, más de 250 miembros de distintas disciplinas y universidades españolas hicieron pública una comunicación en la que se confirma la evidencia científica en materia de cambio climático:  aumento de temperatura, pérdida de hielo en el Ártico, calentamiento de los océanos y sus consecuencias dramáticas sobre los ecosistemas marinos, acontecimientos meteorológicos extremos cada vez más abundantes, etc. y la necesidad de tomar medidas urgentes, antes del 2030,  ante “el colapso de nuestras civilizaciones y la extinción de gran parte del mundo natural no humano”. También expresaba este grupo de científicos españoles “la preocupante situación de silencio climático del Estado español y la falta de voluntad política para enfrentar el problema”. Y a continuación, se adhirieron al movimiento 250 científicos de universidades públicas y privadas estadounidenses.

En esta denuncia, no podemos olvidar las que ya hicieron científicos de todo el mundo hace 26 años y las que volvieron a hacer 25 años después 15.000 científicos de todo el mundo, alertando de las “negativas tendencias ambientales que amenazan seriamente el bienestar humano y causan daños sustanciales e irreversibles a la Tierra en Advertencia de los científicos del mundo a la Humanidad. Un segundo aviso, informe publicado en la revista BioScience y elaborado por la Alianza de Científicos Mundiales, liderada por el profesor  William Ripple de la universidad estatal de Oregón. En él,  no solo ofrecían los síntomas de un camino insostenible, sino las acciones que podrían cambiar las actuales tendencias.

La lucha iniciada por la pequeña Greta, desde el parlamento sueco nos ha despertado y nos lleva a la imagen bíblica de David y Goliat. Quizá la fuerza de su pequeñez pueda vencer la inercia de los poderosos, y por fin nos concienciemos de la necesidad de apoyar un cambio que como un tsunami nos invade y que nos urge a conocer la advertencia de los científicos mundiales a la humanidad (2).  

1.  El País, 16 de marzo de 2019

2. William J. Riple, Christopher Wlof Thomas M. Newsome Mauro, Galetti Mohammed Alangir Eileen Crist Mahmoud I. William F. Laurance 

BioScience, volumen 67, número 12, 1 de diciembre de 2017, pp. 1026-1028, https://doi.org/10.1093/biosci/bix125

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