Ciertamente, el proyecto no es algo nuevo. Podríamos preguntarnos quién fue la primera persona que empezó a proyectar y la relación entre los proyectos y los descubrimientos. ¿Fueron el fuego, la caza, la pesca, la agricultura partes del gran proyecto, del proyecto de supervivencia de los seres humanos y por lo tanto fases de respuesta a esa necesidad? ¿O los proyectos nacen de sueños, de encontrar nuevas tierras, pisar la luna, comunicarse en la distancia o volar? ¿Qué los provoca, la necesidad o los sueños? Alguna vez son empeños individuales de vidas dedicadas a la investigación pero hay mucho de empresa colectiva de aventura en equipo, de lo que se va construyendo sobre los hombros de los que fueron antes. Pueden ser estas algunas de las razones de la fascinación, pero hay otras. Señalamos algunas posibles y presentamos un ejemplo de proyecto donde estas se pueden encontrar.
Los proyectos son instrumentos de transformación social
Quizás sea la primera razón que venga a la mente. La esencia del proyecto es la transformación de una realidad hacia algo que se considera mejor. Desde el análisis de una necesidad concreta, el grupo que realiza el proyecto la analiza, focaliza el horizonte posible, marca el objetivo que va a guiar, estudia posibilidades y caminos, modos de hacer y consecuencias de cada opción, piensa y busca, contrasta y mide y por fin elabora y verbaliza el horizonte y la travesía. Millones de grupos han vivido y viven este empeño, normalmente con mucho convencimiento.
Para cambiar la realidad hay que conocerla y ser capaz de pensarla diferente; el proyecto suele ser el resultado de una idea que llega a apasionar de tal modo que pide una realización. Esta interacción entre la idea que envuelve e ilumina y que arrastra a la acción es una de las causas de por qué el proyecto como tal lleva una conjunción de ideales y concretizaciones que atraen. Es palpar la encarnación de una idea y esto es siempre impactante. Además esa encarnación lleva a nuevas preguntas, nuevos descubrimientos y nuevos marcos de comprender e imaginar la realidad. Esa interacción entre la idea y la realidad, el pensamiento-la acción y la vuelta al pensamiento es la dialéctica que crea vida real, concreta y constatable.
Es la fuerza de lo concreto y cotidiano que conecta y motiva, refresca e inspira porque encierra dimensiones que van más allá de lo concreto y le ofrecen dimensiones que lo transcienden. Mirándolo bien el proyecto es sólo eso –una necesidad que atisba una respuesta y una planificación de pasos, medios y modos para conseguirla–. Los proyectos son realidades con dimensiones abarcables con referencia a objetivos más abiertos y más universales. De ahí puede venir también su atracción. Porque marcan los objetivos y también ordenan los pasos, haciéndolos transparentes, facilitando así su consecución.
El proyecto en el proceso educativo
La educación por proyectos tampoco es algo nuevo en distinto niveles educativos, ni siquiera en la educación universitaria. Universidades como Roskilde en Dinamarca, nacida desde los planteamientos de los cuestionamientos del 1968, o la Universidad de Maastricht –fundada en el 1976–, con su metodología basada en problemas, fueron pasos y experiencias de lo que el proyecto puede aportar a la educación. Porque el proyecto ofrece una combinación de elementos que interaccionan y completan el proceso educativo desarrollando una serie de competencias (a distintos niveles), como el análisis social, la capacidad de aplicar la teoría a la práctica, de llegar a la abstracción desde la observación de la realidad, clasificación de datos, estudio y uso de indicadores, trabajo en equipo y liderazgo colaborativo, entre otros.
En un tiempo en que nuestras universidades se concentraban en el saber teórico, la educación por proyectos quedaba en general concentrada en elaboraciones teóricas y procesos de recogida de datos análisis y conclusiones de conceptos y modos de comprender la realidad. Al borde del 2020, las competencias ejemplificadas por los mejores procesos educativos están en muchos casos implícitas en la elaboración y realización de los proyectos. Estos piden procesos de conocimiento que van desde el pensamiento crítico al alternativo, desde el pensamiento lógico al creativo, desde el sistémico al práctico. Esto en la línea del conocimiento, pero un proyecto supone, además, la puesta en práctica y pide, por lo tanto, habilidades de resolución de problemas, gestión del tiempo, capacidad de emprendimiento, comunicación o toma de decisiones y sobre todo trabajo en grupo y liderazgo colaborativo.
En el año 2000, nuestras universidades se abrieron, no sin resistencia, a incluir las habilidades y destrezas como indicadores del proceso educativo. 20 años más tarde llegamos a la inclusión de las actitudes y la capacidad de compromiso. Un largo camino para el que el proyecto cuenta con todos sus elementos.
La Unión Europea un lugar para proyectar
Una de las instancias en el mundo con más proyectos reconocidos y sistemáticamente trabajados es la Unión Europea. Son proyectos diversos de educación, de investigación, de movilidad, de cooperación…. Cada una de sus unidades tiene los suyos. Hay miles de proyectos de universidades y centros de investigación pero también de grupos de jóvenes, de asociaciones pequeñas, de municipios, de ciudadanos que tienen ideas de cómo transformar algo, de cómo avanzar abriendo un nuevo camino. Muchos incluyen países fuera de Europa, sobre todo aquellos países que han acordado una colaboración, aquellos hacia los que se siente una responsabilidad especial, aquellos que están dispuestos a caminar juntos. Esta es una de las más atrayentes imágenes de Europa. Quizás es la que mejor la refleja y donde más se puede encontrar el espíritu europeo, sus ideales de apoyar capacidades que se inician, aprender de otras culturas, favorecer la inclusión, respetar la diversidad o facilitar la movilidad de los jóvenes para que aprendan de otras realidades…, quizás pudiéramos pensar que es una dimensión que representa más sus ideales y su modo de ser ella misma un proyecto de cooperación entre iguales.
También para los jóvenes
Quizás podemos preguntarnos por qué los proyectos fascinan tanto a las jóvenes generaciones y podemos aventurar algunas respuestas. Hay jóvenes que, en contra de algunas de las características que se dicen de su generación, también sueñan. Para estos, el proyecto es un paso necesario y apreciado entre el sueño y la realidad con un camino pautado, honesto y medible para conseguirlo.
También se considera que tienen espíritu práctico. En este caso es normal que aprecien en la elaboración del proyecto varias dimensiones que les atraen porque son metas concretas y realistas de las que se puede hablar, trabajar y medir. También les permite hacer su propia relectura de ideas originarias pero de un modo cercano y poner sus manos en una tarea que baja lo global a lo concreto. Lo global puede dar elementos de comprensión que necesitan pero a la vez puede dejar indefenso y sin reacción dado lo inabarcable de los problemas. El proyecto los hace concretos y cercanos dando los pasos para conseguir alguna meta que refiera al objetivo final, al sueño. La fuerza del sueño puede cambiar lo cotidiano porque se percibe en referencia a algo más grande, sobre todo si se siente en colaboración con grupos internacionales y potentes que hacen renacer el sentido de lo que se quiere alcanzar y hacen crecer en confianza de conseguirlo con mayor eficacia.
Hay por lo menos otras tres razones por las que las generaciones jóvenes se sienten atraídas por los proyectos: una son realidades para las que se sienten preparados y útiles y en las que ellos y ellas pueden ser protagonistas en primera fila y, con ello, pueden aprender y sentirse realizando algo. Además, los proyectos nacen y crean una mentalidad proyectual que hace mirar lo negativo, la crisis y la dificultad no como lugar de queja, de evasión de responsabilidad o de hundimiento, sino que desarrolla una mirada de estas situaciones como posibilidad de algo nuevo, de respuestas creativas, de caminos para iniciar y de búsqueda de otros con quien iniciar ese camino. Crean un tipo de mente y de relación con los otros y con la vida. Finalmente, los proyectos si es verdad que consideran y estudian el pasado, miran sobre todo al presente que quiere construirse y, sobre todo, son una mirada esforzada, comprometida y esperanzada al futuro.
Una de las múltiples razones de la cercanía de las generaciones jóvenes a Pedro Poveda viene de la captación de su capacidad proyectual. Es una comprensión y atracción, casi espontáneas y una especie de complicidad que se despierta y que avanza con el conocimiento de su trayectoria vital. El tiene el coraje de imaginar sociedades nuevas, hechas por personas nuevas y no se rinde a las circunstancias que se le cierran si no que sigue buscando una brecha posible por la que implementar su sueño.
Concluimos con un ejemplo
El proyecto se llama Jóvenes para el diálogo (Youth for Dialogue). Nace de un grupo que será quien lo lleve a cabo. El grupo se inició en diciembre de 2012. Después de un análisis sobre los temas urgentes a los que se sentían llamados a contribuir eligieron cinco retos sociales en los que implicarse. Primero fue un proyecto para profundizar y verbalizar esos retos, esos sueños de educación para todos, de inclusión de los que llegan, de empleo para todos, de participación de los jóvenes en las instituciones e instancias ciudadanas, de un diálogo entre todos. Este proyecto de profundización en los temas se llamó Raíces y Alas y de ahí nació Jóvenes para el dialogo. Es el quinto reto, el compromiso por el diálogo entre las personas, los grupos, las regiones y las culturas.
La red consiste en 10 grupos de jóvenes en países distintos: México, Republica Dominicana, Bolivia, Filipinas, India, Congo, Alemania, España, Italia y Bélgica. Hay otros grupos que también se han unido al programa después. En total, unos 120 jóvenes como número de base. Las líneas a desarrollar, los objetivos y la marcha de los grupos se marcan desde una plataforma online donde se encuentran no sólo los objetivos, metas y guía de acciones a realizar sino el trabajo hecho por cada grupo en formas diversas: actas, powerpoints, vídeos, resúmenes, etc. Cada grupo tiene dos jóvenes que actúan de líderes aunque todos desarrollan tareas dentro del grupo. Estos participan de los seminarios presenciales que tienen lugar al final de cada unidad, es decir, cada semestre. En los seminarios reciben la formación que ellos realizan en el grupo, también se presenta y elabora la guía para cada semestre. Se han llevado a cabo tres seminarios en Madrid, Pune y Cochabamba. Este semestre que acaba lo harán con una webinar en tres partes según los idiomas que han elegido los grupos: inglés, francés y español.
El encuentro final será en Bruselas en julio. Ha habido, además, dos grupos de 32 personas en total que han vivido un periodo de inmersión, uno en India y otro en Bolivia. Las propuestas a realizar en cada semestre han cubierto distintos matices del dialogo: de inclusión, de participación, de valores democráticos, de harmonía y paz entre las culturas, las regiones y los pueblos. Este proyecto fue presentado a la Unión Europea y fue seleccionado para ser financiado, lo que permite que la mayoría de las acciones y particularmente la movilidad esté toda cubierta.
Volvamos a la fascinación
El proyecto les está permitiendo cosas que son para ellos significativas. El reto sentido por ellos, la necesidad identificada –la falta de diálogo– el sueño de conseguirlo está ahí, lo han enfrentado, lo están comprendiendo mejor y están actuando con otros y a varios niveles: personal, de grupo, en algunos casos con acciones a nivel nacional o regional y también a nivel internacional ya que además de venir de diez lugares del mundo diferentes muchos de esos grupos incluyen personas de procedencias y culturas diversas. La red es una red internacional y esa es la experiencia de grupo. Están aprendiendo, clarificándose, viendo nuevas perspectivas que ellos mismos tienen que analizar y llegar a conclusiones, respuestas y toma de decisiones. Tienen además un compromiso de comunicación y acciones de impacto y con otros grupos. Esto también les permite crecer, dar pasos adelante.
El palpar que se tiene en las manos un instrumento de transformación social posible a varios niveles da un sentido de relevancia que contrarresta los sentimientos de impotencia nacidos de una conciencia de problemas inabarcables que se conocen con mayor o menor nivel de profundización y ante los que se sienten indefensos. El proyecto les hace ver que se puede contribuir a soluciones que parecían inabarcables y aunque la contribución sea pequeña es real.
La combinación de capacidades que les pide pertenecer al proyecto incluye el estudio teórico y aplicado, el desarrollo de muchos tipos de pensamiento, la capacidad de buscar respuestas prácticas, saber comunicarse, manejar el tiempo y toda la variedad de competencias que requiere, hace ser conscientes del crecimiento que está sucediendo y de la capacitación para el futuro. También es atrayente el que haya sido aprobado por la Unión Europea. Lógicamente, el tener financiada la movilidad permite que sea para todos y añade al interés en el tema el servicio al grupo al que son enviados.
Finalmente, la mente proyectual se respira en todas las acciones: fomenta la positividad, el espíritu constructivo, porque es ahí donde se concentran las energías y la mirada al presente y al futuro. Quizás la mayor fascinación es sentirse parte viva y necesaria de una red internacional de jóvenes que buscan en la misma dirección y a los que les une algo tan capaz de dar sentido a una vida como es una misión a realizar.
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