Todo turista que visite París y que se precie de serlo no puede dejar de visitar el barrio de Montmartre, localizado en una colina de unos 130 metros a la orilla derecha del Sena, a la que se accede por una empinada escalera de 197 escalones o un antiguo funicular. Lo primero que se ve es la Basílica del Sagrado Corazón y, desde allí, una bella panorámica de la ciudad.Este barrio, uno de los más animados de París, fue la cuna hacia finales del siglo XIX del nacimiento de movimientos artísticos vanguardistas.
No se suele encontrar entre el gremio de los artistas a genios de la economía; su vida más bien se desarrolla en los alrededores de la pobreza. Por esa razón, y huyendo de los alquileres caros de otros barrios parisinos, se encontraron allí en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, Picasso, Modigliani, van Gogh, Matisse, Renoir, Degas y Toulouse-Lautrec que da nombre a la exposición que se presenta en Caixa Forum de Madrid.
Lugares emblemáticos de Montmartre en esa época fueron el Moulin de la Galette, pintado por van Gogh, adonde iba la gente a bailar según vemos en el cuadro de Renoir y adonde Toulouse-Lautrec, que se instaló allí en 1884, iba a beber. Nuestro pintor también era cliente habitual del Moulin Rouge, Folies Berger y Le Chat Noir.
De las 339 obras expuestas (demasiadas) entre pinturas, dibujos, grabados, diarios, carteles, fotografías y objetos de la época, una buena parte se refieren al cabaré Le Chat Noir y las actividades que programaba publicitadas en la revista humorística del mismo nombre.
En salas de Caixa Forum, ambientadas como el antiguo cabaré con terciopelos, adoquines proyectados en el suelo, lámparas de cristal con bombillas simulando velitas, etc. se muestran los trabajos de más de 20 artistas, algunos muy conocidos, aparte Toulouse-Lautrec, van Gogh, Picasso, Signac o Manet, y otros que podríamos llamar de segunda fila: Georges Tiret-Bognet, Jules Chéret, Jules Grün, Emile Cohl, Henri-Gabriel Ibels, Adolphe Wilette, Pierre Bonnard, Théophile Alexandre Steinlen, Louis Legrand, Henri Rivière, Louis Valtat… todos alegres compañeros de esa movida. En las salas podemos ver las obras de estos artistas en revistas sobre todo en Le Chat Noir, los carteles publicitarios, el teatro de sombras y el circo.
La revista Le Chat Noir
Para promocionar el cabaré se creo la revista Le Chat Noir, que constaba de cuatro páginas y se publicaba cada sábado. Guy de Maupassant, Víctor Hugo y Edmond de Goncourt fueron algunos de sus colaboradores así como Gounod y Massanet en la sección musical. En la exposición se pueden admirar varios números de la revista con las ilustraciones de Adolphe Willette, Caran d’Ache y Toulouse- Lautrec, entre otros.
La cartelería, un invento con futuro
La invención de la fotomecánica como nueva forma de imprimir dio lugar a la aparición del cartel publicitario que revolucionó la industria editorial y la manera de expresarse de los artistas. Toulouse-Lautrec fue un genio en esta expresión artística. Las figuras de sus expresivos dibujos no necesitan contornos que los delimiten; la mancha no precisa dibujo. Los colores planos se limitan al rojo, sepia, blanco y negro. Es un estilo casi fotográfico, espontáneo, caracterizado por su manera de captar el movimiento. Toulouse-Lautrec debió su popularidad a estas ilustraciones para revistas y carteles publicitarios, más que a su pintura al óleo.
Bonitos carteles que tantas veces hemos visto reproducidos; entre ellos, el conocidísimo que adornaba las paredes de Le Chat Noir realizado por Théophile Alexandre Steinlen. No solo hacían carteles para promocionar sus obras; también algunos teatros recurrían a estos artistas para que les confeccionaran las ilustraciones de los programas y los diseños de los decorados.
Una nueva diversión: el teatro de sombras
Los clientes de Le Chat Noir también se distraían con espectáculos de sombras. Una de las salas más curiosa de la exposición está dedicada a las placas de zinc que daban lugar a este teatro de sombras. La idea de este teatro fue de Henri Rivière que movió unas siluetas de cartulina detrás de una pantalla blanca iluminada por detrás. Para esta nueva distracción se crearon obras literarias y por supuesto las planchas de siluetas que las acompañaban. El caricaturista Adolphe Willette, el dibujante Caran d’Ache, Henri Rivière y George Auriol fueron los creadores de los espectáculos de sombra del cabaré a los que acompañaba la voz de un narrador. Sus espectáculos contaban con muchos seguidores. Incluso Debussy tocó el piano durante las proyecciones.
Y el circo
El circo fue para los pintores de finales del siglo XIX y principios del XX una fuente de inspiración de la que, como Degas, Seurat o Picasso, no se sustrajo Toulouse-Lautrec. En la muestra, entre otros cuadros, se expone el conocido en el que una amazona salta a través de un aro cubierto de papel sostenido por un payaso y en donde se materializa la influencia de la fotografía y su pericia al plasmar el movimiento. Estas pinturas se corresponden con la última etapa de su vida.
Toulouse-Lautrec, como muchos otros artistas del momento, murió joven, con 37 años, víctima del alcoholismo y la sífilis que le llevaron al internamiento en un sanatorio mental por sus accesos de locura. Murió en casa de su madre que abrió su museo en Albi en cuyo castillo había nacido este original artista.
Hoy apenas queda nada de ese Montmartre convertido en un barrio para turistas.
Ya Charles Aznavour lo cantó en La Bohème:
Ya no reconozco ni los muros ni las calles que habían visto mi juventud.
En lo alto de una escalera busco un taller del que nada sobrevive.
Con su nueva decoración, Montmartre parece triste y las lilas están muertas.
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