Los jóvenes son el futuro. Una juventud formada en valores es imprescindible para afrontar los retos y contingencias de los tiempos venideros en cualquier sociedad. Los problemas actuales se resuelven con personas que fueron jóvenes hace un determinado tiempo. Me hago alguna pregunta en relación con los responsables del funcionamiento actual de la sociedad ¿recibieron la formación adecuada cuando eran jóvenes? ¿Es su comportamiento actual fruto de su formación anterior? A pesar de tener una formación adecuada de jóvenes, ¿los ha modelado el mundo actual, con sus presiones y tentaciones, en una dirección contraria al bien común?
El Papa Francisco ha escrito recientemente (25 de marzo de 2019) la Exhortación Apostólica Christus Vivit, Cristo Vive, dedicada especialmente a los jóvenes, aunque también a todo el pueblo de Dios, que sella los trabajos del Sínodo del pasado mes de octubre que tuvo como lema Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Es imprescindible hoy la búsqueda de la propia vocación, del papel que cada joven, hombre o mujer, tiene en la vida y su encaje en una sociedad que debe abundar en valores en una búsqueda colectiva del bien común.
Manifiesta el Papa a los jóvenes la realidad de que Cristo vive: “Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza”. Quizás muchos jóvenes no tienen claro su camino y papel en la sociedad. Es posible que haya jóvenes sin horizontes o que se crean fuera del camino pero hay que recordar el mensaje evangélico, la belleza de la parábola del hijo pródigo. Jesús (Lc 15,11-32) nos dice el Papa en Christus vivit “elogia al joven pecador que retoma el buen camino más que al que se cree fiel pero no vive el espíritu del amor y de la misericordia”. Hay que entender el mensaje de la parábola, implica la bondad de pensamiento evangélico y su acogida amorosa a todos para luchar por un mundo mejor. En el capítulo de Christus Vivit, denominado Jesucristo siempre joven, podemos encontrar apartados relevantes. En el denominado Una Iglesia que se deja renovar, el Papa Francisco manifiesta que: “Pidamos al Señor que libere a la Iglesia de los que quieren avejentarla, esclerotizarla en el pasado, detenerla, volverla inmóvil. También pidamos que la libere de otra tentación: creer que es joven porque cede a todo lo que el mundo le ofrece, creer que se renueva porque esconde su mensaje y se mimetiza con los demás”. Y más adelante en el mismo párrafo de la Exhortación Apostólica, dice el Papa, refiriéndose a la Iglesia: “Es joven cuando es capaz de volver una y otra vez a su fuente”, es decir, el Evangelio de Jesús, el mejor evangelio. Los que trabajamos con jóvenes sabemos el evidente alejamiento de la Iglesia que existe en una parte sustancial de nuestra juventud. Estoy convencido de que tenemos una juventud magnífica a la que hay que orientar y educar, una juventud con demasiados distractores sometida a mucha confusión en una sociedad que busca convertir a los jóvenes en máquinas indiscriminadas de consumo sin posibilidad de discernimiento. Un discernimiento al que llama el Papa Francisco continuamente. El Papa invoca la fuente de la Iglesia, el Evangelio. Muchos jóvenes leen el Evangelio, otros muchos no. Hay que explicar a los jóvenes el mensaje revolucionario del Evangelio de Jesús, un camino de transformación de una sociedad con sombras y fisuras muy graves.
El Papa Francisco, en el apartado de Christus Vivit que lleva por título Una Iglesia atenta a los signos de los tiempos, expone que “para muchos jóvenes, Dios, la religión y la Iglesia son palabras vacías, en cambio, son sensibles a la figura de Jesús, cuando viene presentada de modo atractivo y eficaz”. El Evangelio de Jesús podría ser muy atractivo incluso a jóvenes ateos o agnósticos, o bien alejados por diversas razones. Dice el Papa que la Iglesia “no debe estar pendiente de sí misma sino que refleje sobre todo a Jesucristo”. Nuestro Evangelio debe generar alegría, lo dijo el papa en Evangelii Gaudium, y facilitar el discernimiento en el mundo actual con una lectura meditada del mismo. Para el Papa: “La Iglesia necesita también recoger la visión y aún las críticas de los jóvenes”. Resulta esencial acercar a los jóvenes al mejor Evangelio nos expresa Christus Vivit. Dice el Papa Francisco que la juventud no es algo que se puede analizar en abstracto. En realidad, la “juventud” no existe, existen los jóvenes con sus vidas concretas. En el mundo actual, lleno de progresos, muchas de esas vidas están expuestas al sufrimiento y a la manipulación. Los jóvenes viven hoy un mundo en profunda crisis y hay muchos tipos de jóvenes. Por ello hay que buscar nuevas líneas y estrategias de acercamiento al Evangelio si creemos que es una fuerza transformadora, como fue el mensaje en directo de Jesús en su tiempo para todos los que lo escucharon, incluidos muchos jóvenes. El Evangelio es atemporal con su fuerza y alegría.
En el Documento Final de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos se manifiesta que para muchos jóvenes Dios, la religión y la Iglesia son palabras vacías, en cambio son sensibles a la figura de Jesús cuando viene presentada de modo atractivo y eficaz. Por ello dice el Papa Francisco que la Iglesia debe reconocer con humildad que algunas cosas concretas deben cambiar y para ello necesita también recoger la visión de los jóvenes, a la vez que transmitir el Evangelio y la alegría que transmite su mensaje de esperanza en un mundo donde mucha gente la ha perdido. En el citado sínodo se reconoció que un número consistente de jóvenes, por razones muy diversas, no piden nada a la Iglesia porque no la consideran significativa para su existencia. Algunos piden expresamente que se les deje en paz ya que sienten su presencia como molesta y hasta irritante. Las razones del alejamiento de muchos jóvenes de la iglesia es analizada en profundidad en el sínodo y hay un claro camino que recorrer. Dice el Papa Francisco que la Iglesia, para ser creíble ante los jóvenes, a veces necesita recuperar la humildad y sencillamente escuchar, reconocer en lo que dicen los demás alguna luz que ayude a descubrir el mejor Evangelio. Escuchar a los jóvenes en su diversidad, una alta diversidad hoy con muchos modos de enfocar la vida, nos permitirá acercarlos a la comprensión del tesoro inagotable de la verdad evangélica de la que es portadora la Iglesia. Hay jóvenes con vidas muy diferentes, con inseguridades, carencias, sufrimientos, dudas, problemáticas muy graves, quizás confundidos en un mundo con pérdida de valores, ante ellos la Iglesia debe mostrar el mejor Evangelio.
El Papa Francisco habla en el documento de algo que, si bien afecta a todo el pueblo de Dios, tiene incidencia especialmente con los jóvenes: el ambiente digital. Nadie puede dudar de las enormes ventajas que tiene para el avance del conocimiento, y con ello la mejora de la sociedad, el mundo digital y especialmente el acceso a la información que representa. Pero también hay profundas sombras. El sínodo manifiesta que “se vive en una cultura ampliamente digitalizada que afecta de modo muy profundo la noción de tiempo y espacio, la percepción de uno mismo, de los demás y del mundo, el modo de comunicar, de aprender, de informarse, de entrar en relación con los demás.
El documento de los obispos, expone el Papa en la Exhortación Apostólica, nos trasmite que: “Los medios de comunicación digitales pueden exponer al riesgo de dependencia, de aislamiento y de progresiva pérdida de contacto con la realidad concreta, obstaculizando el desarrollo de relaciones interpersonales auténticas”. El dinero en juego en relación con la digitalización del mundo hace que, de acuerdo con el Papa Francisco, se realicen formas de control tan sutiles como invasivas creando mecanismos de manipulación de las conciencias, con grave incidencia en los jóvenes, y del proceso democrático. Una democracia quebrada, manipulada por intereses económicos, es un grave riesgo para el bien común. La consideración de los mecanismos, sutiles o no, de manipulación resulta relevante ya que los circuitos cerrados de información en plataformas de iguales exentas de debate entre puntos de vista favorecen la expansión de posverdades y falsas noticias, confundiendo especialmente a los jóvenes y también a todo el pueblo de Dios. A pesar de todo lo bueno del mundo digital, dice el Papa que “avanzamos en una cultura que ha perdido el sentido de la verdad y somete los hechos a intereses particulares”. Para el Papa Francisco “la inmersión en el mundo virtual ha propiciado una especie de migración digital, es decir, un distanciamiento de la familia, de los valores culturales y religiosos, que lleva a muchas personas –pensemos en los jóvenes hoy- a un mundo de soledad y de autoinvención”.
El Papa habla del acompañamiento a los jóvenes en un continente digital global desconocido, y nos dice “los jóvenes de hoy son los primeros en hacer esta síntesis entre lo personal, lo propio de cada cultura, y lo global”. Y no olvidemos nunca, y debemos transmitírselo a los jóvenes, el camino evangélico, una herramienta de transformación real, un mensaje que nos debe dar luces ante los retos, contingencias y tribulaciones de un mundo en crisis, una crisis que afecta en gran medida a los jóvenes.
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