LITERATURA

SALINGER, UN ESCRITOR DE CULTO

A principios de este año que despedimos se cumplieron 100 años del nacimiento de J. D. Salinger, uno de los escritores estadounidenses más excepcionales del siglo XX.

En el que podríamos denominar Siglo de Oro de las letras estadounidenses (10 premios Nobel en 60 años), Salinger destaca, no por su peculiar modo de vivir (aislado en una sociedad volcada en la imagen y la fama), sino por una de sus novelas, por una sola: El guardián entre el centeno (The Catcher in the Rye). La aparición, en 1951, de esta historia corta fue un auténtico revulsivo. La novela cuenta la historia de Holden Caulfield, un chico de 17 años expulsado de su escuela secundaria en Pensilvania, que viaja a Nueva York donde vive con sus padres. Ya había sido expulsado de otros colegios, siempre por enfrentamientos con los directivos por defender a chicos con problemas, o por no acatar normas injustas, así que Holden no comunica a sus padres lo que ha ocurrido. Pretende pasar unos días en Nueva York sin propósito fijo; lo único que no desea es ver a sus padres.

Narrada en primera persona, con el lenguaje típico de los adolescentes de los años 50, nada literario, lleno de frases repetitivas, comparaciones e imágenes, la historia de Holden cala en el lector de manera total y directa. En su relato, muestra su vida sin tapujos, con la limpieza del que abre sus ojos al mundo y no puede creer la indecencia que este le devuelve. 

“Si realmente les interesa lo que voy a contarles, probablemente lo primero que querrán saber es dónde nací, y lo asquerosa que fue mi infancia, y qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y todas esas gilipolleces estilo David Copperfield, pero si quieren saber la verdad no tengo ganas de hablar de eso”. El estupor que el engañoso mundo de los adultos le produce, le genera una tristeza y ansiedad que se apoderan del lector como si fuesen suyas propias.

Se aloja en un hotel barato, acude a bares mugrientos y locales de moda. Sale con una antigua amiga e intenta contratar a una prostituta. También pasea y se pregunta dónde irán los patos de Central Park en invierno, cuando el estanque se hiela.

Y en medio de esa fuga laberíntica, sin rumbo ni propósito, una idea machaca su pensamiento y las líneas de su historia: “La falsedad del mundo”. Holden experimenta una rabia intensa ante las reglas de una sociedad que pretende que acepte su hipocresía y doblez como códigos propios y normales de la vida adulta. Sin embargo, su propia inseguridad le impide ofrecer una adecuada resistencia a las dimensiones del engaño social que percibe. Y piensa en los niños. Se cuela, a escondidas, en su casa para ver a su hermana pequeña Phoebe, única persona con la que mantiene una auténtica relación, y le confiesa que lo único que le gustaría ser es un vigilante y un “agarrador” (catcher) de los niños en peligro: “(…) me imagino a muchos niños pequeños jugando en un gran campo de centeno y todo. Miles de niños y nadie allí para cuidarlos, nadie grande, eso es, excepto yo. Y yo estoy al borde de un profundo precipicio. Mi misión es agarrar a todo niño que vaya a caer en el precipicio. Quiero decir, si algún niño echa a correr y no mira por dónde va, tengo que hacerme presente y agarrarlo. Eso es lo que haría todo el día. Sería el encargado de agarrar a los niños en el centeno. Sé que es una locura; pero es lo único que verdaderamente me gustaría ser. Reconozco que es una locura”.

Esa es su auténtica vocación: proteger a los niños de la destrucción que les espera. La idea fija de Holden y la imagen con que la describe dan título al libro. En realidad, el narrador la toma de un poema de Robert Burns Comin’ Thro the Rye que luego fue una canción. Holden escucha a un niño cantarla a la salida de una iglesia y eso lo alegra. 

La primera traducción del libro al español se hizo en Argentina (1961) y estuvo a cargo de Manuel Méndez. Se llamó entonces El cazador oculto, y hasta la edición española de 1978, traducida por Carmen Criado, no aparece el título actual que el propio Salinger consideró definitivo. Hemos de dejar de lado el problema de la traducción del título (Fernando Sorrentino) vinculado no sólo al significado de catcher, sino al juego del béisbol y a la misión del jugador de este nombre.

Salinger estuvo gestando la historia unos 10 años. Su borrador inicial lo acompañó en el Desembarco de Normandía y a lo largo de los años de guerra. Al regresar, el autor pudo encerrarse a escribir y encontró la verdadera voz de Holden Caulfield. Él mismo dijo que había mucho de Holden en él. Jerry Salinger pertenecía a la clase media alta, rechazaba el mundo de sus padres y odiaba las escuelas secundarias a las que había ido. Veía Estados Unidos como un gigantesco Centro Comercial que ha perdido el alma y odiaba también el máximo exponente de la cultura norteamericana: el cine.

No estaba preparado para el éxito arrollador de su novela. Una historia tan personal, tan auténtica se convertía en parte de muchos, de cientos de miles (luego de millones) de personas ajenas, en principio, a la vida del joven Caulfield, pero atraídas poderosamente por su experiencia personal. Resultó que lo que el autor vivía como algo casi intransferible había tocado algo esencial del ser humano.

Pero Salinger se negó a seguir el protocolo del triunfo literario. No ayudó a promocionar el libro ni concedió entrevistas. Intentó por todos los medios escapar de la exposición al público y de las expectativas del mismo. Sin embargo, se vio obligado a luchar continuamente contra toda la atención no deseada que recibía, como figura de culto que llegó a ser en vida. Buscó un sitio recóndito donde vivir y se convirtió en un eremita, apartándose del mundo exterior y protegiendo al máximo su privacidad. Se mudó de Nueva York a Cornish (Nuevo Hampshire), donde continuó escribiendo historias.  Publicó tres recopilaciones de cuentos: Nueve cuentos (1953), Franny y Zooey (1961) y Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción (1963), relatos publicados anteriormente en la revista The New Yorker. A partir de 1965, ya no publicó más, hasta el punto de que se pensaba que había dejado de escribir.

Sin embargo, en 2013, se estrenó en EE. UU. un documental, escrito, producido y dirigido por Shane Salerno, titulado Salinger. La producción supone la más sensacional acumulación de materiales nunca vista en torno a la vida de J. D. Salinger. “Una de las aventuras culturales más espectaculares de los últimos años que incluye todo tipo de datos, entrevistas, cartas, fotografías, conversaciones desconocidas, hipótesis arriesgadas… Y una bomba que fue detonada al publicarse la biografía el pasado otoño en Estados Unidos: la existencia de nada menos que cinco libros inéditos que el autor de El guardián entre el centeno dejó listos al morir en 2010, a los 90 años de edad”. Matt Salinger, hijo del autor confirma que todo lo que su padre escribió en sus 50 años de aislamiento, se publicará en una década. 

Así que nos queda esperar esas publicaciones. En cualquier caso, esos relatos supondrán escuchar una voz ya perdida. Habrá impresiones, críticas, palabras, palabras, palabras…; pero ya no será posible un diálogo, aunque tampoco habría sido posible en vida del autor. Podría decirse que la gran contradicción de este escritor que no quería ser visto es que se convirtió en un mito de la literatura con una única novela. Como dijo Holden Caulfield: “No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo”.

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