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MARGARITA SALAS: LA CIENCIA EN PRIMER LUGAR

A punto de cumplir los 81 años, en el mismo día en el que nació Marie Curie, falleció en Madrid Margarita Salas1, ilustre científica de rango universal, reconocida así por múltiples premios y condecoraciones. Y lo ha hecho con su sencillez y modestia habitual, sin ruido, estando aún en activo. España ha perdido una de sus más importantes mujeres científicas.

En una compleja coyuntura histórica  

La España de los años 60  no es la misma que tenemos hoy ni en lo que tiene que ver con el avance de los conocimientos ni en lo que respecta a la consideración de la mujer y su proyección social. Mujer y ciencia era una difícil combinación y mucho más si una vivía fuera de los centros de estudios más avanzados.

Su llegada al campo científico fue fruto de una serie de factores más o menos fortuitos. Ella afirma que la vocación científica en su caso no ha sido innata, sino que se ha ido forjando al hilo de la vida. Margarita, nacida en 1938 en un pueblo de Asturias de no más de mil habitantes, Canero, tuvo que trasladarse a Madrid al terminar el Bachillerato para estudiar o Químicas o Medicina, ya que lo que luego fue su campo de especialidad, la Biología (la Bioquímica en concreto), no tenía aún Facultad propia. Su padre, médico de profesión, la entusiasmó con las ciencias. Estudió Ciencias Químicas en la Universidad Complutense y, seguidamente, se doctoró en Bioquímica por la misma Universidad. En el intermedio, a la altura del tercer curso de Químicas, conoció a Severo Ochoa, también asturiano, que había sido compañero de estudios de su padre. Ochoa la invitó a una conferencia que iba a dar en Oviedo a la que asistió y quedó encantada; luego le envió un libro de bioquímica y la inclinó hacia esta especialidad, recomendándole hacer la Tesis Doctoral con el Profesor Alberto Sols, Presidente y Fundador de la Asociación Española de Bioquímica. Recordaba Margarita algo que el mismo Sols dijo de la doctoranda: “Bah, una chica. Voy a darle algo fácil y, si no sale, no importa”. 

Más tarde, con la ayuda y la asesoría de Ochoa, decide ampliar estudios en la Universidad de Nueva York en el equipo que él mismo dirigía, y trabajó bajo su dirección durante tres años (1964 a 1967). Allí conoció al que fue luego su marido, el eminente científico español Eladio Viñuela, una persona excepcional, tanto humana como científicamente hablando. Con él compartió línea de investigación hasta que, con una beca americana, pudo proseguir sus estudios bioquímicos en España. Volvieron juntos, se casaron y tuvieron una hija, Lucía. El tiempo que Margarita vivió en Nueva York fue decisivo. “Severo Ochoa me tenía en mucha consideración”, decía. “No me discriminó para nada por ser mujer. Si hacía un buen trabajo, me lo reconocía. Creo que su mentalidad era tratar a todos por igual, no dependiendo de si éramos hombres o mujeres, sino por nuestra valía”. No opinaba lo mismo de Alberto Sols con quien se sintió discriminada.

“En los tres años que Salas y Viñuela permanecieron en Estados Unidos -se ha dicho en estos días-, se impregnaron de una cultura científica basada en la excelencia, que defendía la investigación básica como imprescindible para llegar a las aplicaciones prácticas”.

Inicio de una investigación en solitario

Pocas personas saben que lo que Margarita ha llegado a ser como científica tiene dos puntos de apoyo: el incondicional de Ochoa, que descubrió su capacidad inicial, y apostó decididamente  por ella, y la generosa actitud de su marido, que decidió, en un determinado momento, ya de vuelta en España, abandonar la línea común de investigación que desarrollaron juntos en Nueva York, durante los años de su postgrado, únicamente para que ella pudiera brillar con luz propia. Le cedió a ella el trabajo en marcha  y abrió una nueva línea de investigación para él, un gesto de inmensa generosidad de este excelente científico que ha sido Eladio Viñuela cuya vida y trayectoria merecen un trabajo aparte.

“En mi etapa de EE UU tuve la suerte de vivir los comienzos de la biología molecular y sus principales etapas. Es decir, (los descubrimientos de) la clave genética, los ARN mensajeros, de las ADN polimerasas, de los enzimas de restricción, etc. España era por entonces un desierto científico”, consigna Margarita a su vuelta de Nueva York y se queja de sentirse en su país completamente ignorada por ser mujer; nadie se dirigía a ella como científica, sino siempre a través de su marido. 

Por eso ha dicho algunas veces que vivió en su propia carne la discriminación; “Creían que no estábamos capacitadas”. Margarita y su marido compartieron trabajo hasta 1970…”Con el tiempo, apunta ella, me convertí en una científica con nombre propio, no la mujer de Eladio”.

De su primer mentor, Severo Ochoa, recordaba siempre algo que le decía el que consideraba su maestro: “Hay que hacer investigación básica de calidad, pues de esta investigación saldrán resultados que redundarán en beneficio de la sociedad”. Y así ha sido. A veces tenemos la idea de que los logros científicos surgen de la nada, suceden a golpe de suerte… Y nada más lejos de la realidad. Lo normal es que debajo de cada descubrimiento haya muchas horas de trabajo oculto y sistemático en los que se van acumulando evidencias en medio de una cierta oscuridad. 

Su aportación más genuina

El trabajo de Margarita en España se ha desarrollado en el seno del CSIC2, ya en el campo de la Biología Molecular. En el Instituto CBMSO3, creado a este efecto, ha tenido un papel crucial en la formación de jóvenes investigadores que hoy ocupan importantes puestos directivos. Su línea más personal de investigación se ha centrado en el virus phi29, un bacteriófago, es decir, un virus que infecta bacterias. “Es investigación básica en estado puro -afirma uno de los investigadores del CSIC-, pero con importantes aplicaciones prácticas, según descubrió Salas, porque este virus dispone de una enzima que sintetiza cadenas de ADN -lo que se llama una polimerasa-. Y esta enzima funciona también en células humanas, por lo que hoy en día se utiliza en análisis genéticos, forenses o paleontológicos”.

“Su descubrimiento de la ADN polimerasa del virus bacteriófago phi29 se tradujo en la patente más rentable del CSIC. El trabajo de Margarita descubrió importantes mecanismos de acción de la polimerasa, molécula encargada de la replicación del ADN del virus, y además produjo una serie de patentes internacionales sobre el uso de esta polimerasa en ingeniería genética y en biotecnología”. (Datos obtenidos del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa).

El legado de Margarita a la Ciencia española

Existen estereotipos sobre la Ciencia y lo científico que desaparecen a la luz de la vida y obra de Margarita Salas. Ella los sufrió en su momento y reflexionó sobre ellos, dejándolos aparte y tomando el lado positivo de las cosas: tener la suerte de investigar. 

Apuntamos algunos:

• La aportación de los mejores métodos de investigación que trajo, en primer lugar, de Estados Unidos; una ciencia básica bien asimilada y bien hecha.

• Su amor a la investigación que la acompañó toda su vida. “Por encima de todo mi vida es investigación”, dijo en algún momento. Su referente de mujer científica fue Rita Levi Montalcini que vivió hasta los ciento tres años, hasta los cien en activo.

• Su reflexión de fondo sobre cómo nace (y cómo se desarrolla) una vocación científica. Se gesta habitualmente al amparo de grandes maestros: Severo Ochoa el más significativo en su caso y Alberto Sols que dirigió su Tesis Doctoral.

• El futuro de la Ciencia pasa por el cuidado de la formación básica y media, es decir, viene de abajo, se forja en el contacto con buenos profesores y el trabajo menudo y sistemático. 

• La adecuada inversión económica es imprescindible en un campo como la Ciencia; los resultados esperables a corto y largo plazo, están estrechamente vinculados a lo que un país esté dispuesto a invertir en Ciencia.

• El impulso a las instituciones donde se forman científicos de alto nivel, entre otras, el Instituto Severo Ochoa de Biología Molecular, creado en 19754. Su compromiso con la investigación se mantuvo en activo en este Instituto hasta fechas muy cercanas a su muerte.

• Se ha ocupado de rentabilizar la Ciencia para revertirla en formación científica de jóvenes investigadores, haciendo posible el crecimiento de fondos económicos para invertir en nuevas investigaciones. Solo una de sus patentes ha ingresado seis millones de euros en siete años.

Su visión de una Ciencia abierta a otras dimensiones del saber. Cultivó con pasión dos dimensiones culturales: la Ciencia y el Arte. Y fue reconocida con numerosas condecoraciones.

 

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

1. 7 de noviembre de 2019.

2. Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

3. Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO).

4. CBMSO es un centro de investigación experimental en las áreas de Biología Molecular, Celular y Biomedicina.

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