A la sala de conciertos Konserthuset, que acoge desde 1926 la entrega de los Nobel, y volviendo a la normalidad tras la suspensión que provocó en 2017 un escándalo sexual en la Academia Sueca, acudieron el pasado 10 de diciembre la muy brillante y heterodoxa escritora polaca Olga Tokarczuk, y el polifacético autor austríaco Peter Handke. Ambos recibieron, por su distinción como Premio Nobel de Literatura correspondientes a los años 2018 y 2019, y junto a los nueve millones de coronas suecas con que se premia al ganador, una medalla de oro con la inscripción en latín Es beneficioso haber mejorado la vida a través de las artes descubiertas que acompaña a un embelesado joven que escribe al dictado de las Musas. Juntos compartieron mesa y mantel con sus anfitriones los monarcas suecos, mejor situada Olga Tokarczuk junto a Carlos Gustavo XVI, y algo más alejado Peter Handke a 10 sillas de distancia, quizá por el revuelo mediático que acompañó a su nominación, dado su posicionamiento pro-serbio en la guerra de Los Balcanes, y siendo como fue amigo del régimen de Milosevic.
El Jurado de la Academia destacó la obra de Handke como “un trabajo influyente, que con ingenio lingüístico ha explorado la periferia y la especificidad de la experiencia humana. Lo peculiar en él es la atención a los paisajes y la presencia material del mundo, lo que ha hecho del cine y la pintura dos de sus mayores fuentes de inspiración”.
La concesión del premio Nobel 2019 a Peter Handke hace justicia a un escritor de raza, radicalmente enfrentado a las convenciones literarias, poco dado por carácter a devaneos con la prensa y celebraciones de mucho ruido social y poca sustancia desde su debut en 1966 con la obra de teatro Insultos al público, y de muy fecunda trayectoria, como demuestran sus provechosas y magistrales incursiones como narrador, poeta, ensayista, dramaturgo y guionista, y todas ellas con una hábil combinación de autorreflexión y creación que caracteriza toda su obra, indagando siempre el fenómeno de la soledad y las relaciones del hombre con su entorno.
Como muestra, y para los amantes del buen cine, del cine de autor, si por tal entendemos las propuestas alejadas de inanes objetivos comerciales, bastará con Cielo sobre Berlín (1987), impecable e implacable película en la que Wim Wenders aprovecha con talento todas las oportunidades que brinda el excelente guion de su amigo Peter Handke1. Para los que busquen historias adictivas, donde los andamios del lenguaje lucen su mejor arquitectura, la turbadora Desgracia indeseada (1972) escrita a la estela del suicidio de su madre, que tanta influencia tuvo en su formación artística y sentimental, o El miedo del portero al penalty (1970), que retrata magistralmente el desarraigo existencial del individuo frente al mundo que le ha tocado vivir. Para quienes prefieran el teatro, su obra maestra El pupilo quiere ser tutor (1969), con clara tendencia hacia el experimentalismo, y El juego de las preguntas (1989) donde aborda el concepto de la vida como viaje, a través de siete personajes que simbolizan las distintas edades del hombre, y las diferentes posturas ante la existencia. Para los necesitados de jugosas reflexiones, los ensayos Historia del lápiz (1982) y Ensayo sobre el loco de las setas. Una historia en sí misma (2013). Y para quienes descubrieron que en un buen poema caben al menos cuatro novelas, y que hay versos que pueden hacernos mejores salvándonos la vida, Vivir sin poesía2, con un potente despliegue de espléndidos poemas escritos por quien nunca se consideró poeta, una muestra más de alta exigencia con el resultado de su quehacer creativo.
“Juega al juego. No te centres solo en ti. Busca desafíos. Pero no te enfoques en un resultado específico. Evita los motivos ocultos. No retengas nada. Sé gentil y fuerte. Involúcrate y manda al diablo la idea de ganar. No analices en exceso, no calcules, pero mantente alerta, atento a las señales. Sé vulnerable. Muestra tus ojos e invita a otros a mirarlos profundamente; asegúrate de que haya suficiente espacio e intenta reconocer la imagen de todos. No tomes decisiones por las que no sientas emoción. Permítete fracasar. Sobre todo, date tiempo y toma el camino largo. Nunca ignores lo que un árbol o masa de agua tenga que decirte”. Fueron estas las primeras frases de su discurso de aceptación del premio, y en las que lectores avisados rápidamente reconocieron los versos de su poema épico Por los pueblos. Y no fue por parte del autor una elección al descuido, pues bien representan su poética, su manera de estar en el mundo, haciendo buena la afirmación de que un escritor es, ante todo, una voz y una mirada.
Solo aquello que se escribe con la ambición de perdurar merece perdurar, y con ese empeño ha cuajado este escritor alérgico a los focos toda su obra. Concreta Peter Hanke3 su actividad de creador en “narrar anticipadamente”, no “posteriormente”, dando así más espacio al gozo de adentrarse en terrenos no transitados, frente a la constatación casi notarial de lo ya acontecido (y aquí cita como elocuente ejemplo el proceso creativo de su novela Desgracia indeseada que “me resultó muy pesada, porque en esencia era solo la narración posterior de la vida de mi madre. No sentí placer en los dedos ni calidez en el corazón, (…), la cabeza intervino solo dividida, pensó en vez de reflexionar, (esto es siempre para mí una gran diferencia) y por eso no pude reflexionar en ninguna imagen”. Y esas serían las dos otras características talladas sobre piedra del autor de obras de tanto calado como La noche del Moravia: la reflexión como actitud esencial a la hora de la escritura, y la importancia de hacerlo siempre en una imagen, que él llama “imagen interior”, entendida la reflexión como una forma de pensamiento capaz de indagar en las diferencias entre lo que realmente somos y lo que deberíamos ser, la realidad con la necesidad, y al elegido por el destino frente al vencedor.
Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alcalá en mayo de 20174, Peter Handke mantiene una estrecha relación con nuestro país, que visitó por vez primera en 1972 acudiendo a una corrida de toros en Valencia, según tuvo ocasión de recordar en su discurso de aceptación. Fue en Linares (Jaén) donde se encerró durante cuatro meses en 1989 para dar forma a su Ensayo sobre el cansancio, y fue en Soria donde escribió su Ensayo sobre el jukebox. Caminante infatigable, transitó silencioso y atento por la ahora conocida como España vaciada, en busca siempre de ese silencio fecundo y reparador que nace en el paisaje cuando todo es soledad.
Ancha, turbadora a veces, provocadora en muchas ocasiones, la obra de Peter Handke es radicalmente honesta, diríase que presidida por esta reflexión: “No es para que nos contesten a una pregunta por lo que nos hemos puesto en camino, sino para que en el silencio del lugar de los antiguos oráculos, cada uno descubra cuál es su pregunta”.
Peter Handke, jugar el juego, hacer de la vida testimonio.
BIBLIOGRAFÍA
1. Nos ofrece Peter Handke una propuesta arriesgada y muy original: Dos ángeles, que solo son visibles a los niños y a los adultos de corazón puro, sobrevuelan la ciudad de Berlín dividida por el muro. Con una dolorosa sensación de impotencia por no poder cambiar el curso de los acontecimientos que observan, sienten una gran compasión por los seres humanos. Finalmente, uno de ellos se enamorará de una joven trapecista, decidido a conocer los sentimientos de los mortales.
2. Edición bilingüe de su poesía completa, publicada por Bartleby Editores en 2009, que recoge toda su producción poética desde su primer poemario El mundo interior del mundo exterior del mundo interior, y bien muestra su preocupación por el lenguaje.
3. En las entrevistas concedidas a Herbert Gamper, y recogidas en el volumen titulado Pero yo vivo solamente de los intersticios, Gedisa, 1987.
4. Con este motivo publicó Alianza Editorial Peter Handke y España (2017), una colección de pasajes de sus libros con nuestro paisaje en primer plano, seleccionadas por la crítica literaria y traductora Cecilia Dreymüller, donde Handke nos ofrece su percepción de “una vida terrenal indevastable”, obtenida en sus largas y solitarias caminatas.
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