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LA FAMILIA BRUEGHEL

En 2019 se ha celebrado el 450 aniversario de la muerte de Pieter Brueghel el Viejo, patriarca de una “empresa familiar” de cuatro generaciones de artistas flamencos. Para conmemorar esta efeméride, la ciudad de Madrid ofrece una exposición en el Palacio de Gaviria de aproximadamente 100 cuadros, grabados y dibujos de miembros de esta famosa familia de pintores y de algunos otros pintores de la misma época. La exposición Brueghel maravillas del arte flamenco, que ya ha pasado por Roma, París, Israel y Japón, abrió sus puertas el 7 de octubre y se cerrará el 12 de abril de 2020.

Además de la oportunidad de gozar de la deslumbrante belleza y brillante colorido de las obras expuestas, la exposición permite al visitante entender la íntima relación entre los acontecimientos socioeconómicos, políticos y religiosos y la producción artística de la época en la que trabajaron los miembros de la familia Brueghel. 

Lo que los historiadores del arte llaman el Renacimiento del Norte empezó con el pintor flamenco Jan van Eyck (1390-1441). A diferencia de la Renacimiento Italiano, que idealizó el cuerpo humano, los pintores del Renacimiento del Norte representaron las personas humanas de una manera mucho más realista y menos halagüeña. En Italia, la pintura renacentista se recreaba en las figuras heroicas y grandiosas de la mitología griega. Influenciados por el Neoplatonismo en boga en Florencia en aquella época, los pintores italianos estaban convencidos de que el rol del arte no era meramente copiar la naturaleza, sino plasmar su forma idealizada. En cambio, a los artistas flamencos les interesó más la vida cotidiana de las personas corrientes y reales. 

Entre los muchos factores que podrían haber provocado esta diferencia tan llamativa entre los dos renacimientos, destacan los cambios socioeconómicos y, más tarde, religiosos de la época. La poca influencia que ejerció el Renacimiento Italiano sobre el arte del norte de Europa se ve en el  hecho de que, aunque Pieter Brueghel el Viejo hizo el casi obligatorio viaje a Italia, parece que le impactaron mucho más los impresionantes paisajes del norte del país transalpino que las obras de artistas como Miguel Ángel y Rafael. Al volver a su país de origen, continuó pintando en el estilo típico del Renacimiento del Norte. No sabemos la fecha de nacimiento exacta del patriarca del clan Brueghel, pero los expertos piensan que nació alrededor de 1525 cerca de Breda, aunque se trasladó pronto a Amberes, donde aprendió su oficio. En aquella época, Amberes era una de las ciudades económicamente más potentes de Europa y no le faltaban clientes al pintor genial, la mayoría pertenecientes a la nueva clase burguesa.

Los artistas son profesionales que no trabajan en un vacío, sino que necesitan clientes a quienes vender sus obras si van a sobrevivir. El auge de la clase burguesa en el norte de Europa significó la aparición de un nuevo tipo de cliente, un cliente interesado en comprar pinturas y grabados, en parte debido a su amor por el arte y en parte para poder presumir de su riqueza y poder adquisitivo ante amigos y vecinos. La zona de los Países Bajos experimentó un crecimiento económico espectacular en esa época y, de hecho, algunos historiadores del arte han descrito el Renacimiento del Norte como el primer gran logro de la nueva clase burguesa de aquella zona. Es entendible que los cuadros comisionados por los mercaderes de los Países Bajos, cuadros que fueron colgados dentro de las casas de los compradores, tenían que tener un tamaño notablemente menor que los comisionados por la Iglesia, un mecenas que pidió cuadros enormes para colgar en los espacios mucho más amplios de las iglesias y catedrales católicas. Tampoco es muy sorprendente el hecho de que los cuadros comprados por los nuevos ricos mercaderes trataron en gran parte de temas seculares en vez de temas religiosos. Los temas tratados por los artistas del Renacimiento del Norte fueron aquellos que interesaron más a sus clientes, en muchos casos escenas de la vida cotidiana llevada a cabo por esta nueva clase de mecenas. Los cuadros de la familia Brueghel ilustran muy bien la vida cotidiana de la gente del norte de Europa, no solamente la vida de los ricos mercaderes sino también la de los campesinos y gentes humildes. 

Como parte del creciente interés en el mundo terrenal real, el cambio de mecenazgo también se asoció a un nuevo protagonismo de los paisajes en el mundo del arte. Los paisajes ya no sirvieron como meros fondos decorativos de cuadros cuyo mensaje fundamental residió en los temas  religiosos, históricos o míticos tratados en ellos. El paisaje ya de por sí llegó a ser el tema principal del cuadro. 

El carácter distintivo del Renacimiento del Norte no se debió solamente a factores socioeconómicos. No cabe duda de que la Reforma Protestante tuvo un impacto enorme sobre los artistas que trabajaron en las zonas de su influencia, principalmente en el norte de Europa. Uno de los resultados de las Reforma Protestante fue que las comisiones por parte de la Iglesia Católica de grandes obras de arte para decorar sus templos se esfumaron. Mientras los luteranos permitieron algunas obras de arte más modestas en sus iglesias, los calvinistas adoptaron una postura mucho más radical e iconoclasta y se opusieron totalmente a la presencia de imágenes en sus iglesias. Estos cambios religiosos verdaderamente sísmicos provocaron inevitablemente un cambio profundo en la producción de los artistas de esa época, tanto en los temas que manejaron, como en su manera de tratarlos. En cuanto a los temas religiosos,  tenían que adaptarse a los nuevos tiempos y las nuevas actitudes en lo que se refiere al arte religioso. En vez de pintar cuadros de Jesús, la Virgen María o los santos, imágenes que, a los protestantes, les olían a idolatría, los artistas del Renacimiento del Norte intentaron transmitir mensajes moralizantes a través de sus pinturas y grabados. 

Esta exposición le permite al espectador no solo entender la relación entre arte, religión y economía, sino observar la evolución del estilo artístico en el curso de las generaciones de la familia Brueghel, con la aparición de un estilo más decorativo y menos preocupado con la realidad, a veces cruda, de la vida cotidiana, como fue el caso de algunos cuadros de Jan Brueghel el Joven. 

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