El día 4 del mes de abril, fallecía en Madrid el polifacético poeta, pintor, escultor, cantautor, director de cine, actor, Luis Eduardo Aute, en unos días en los que las gráficas de muertes por la pandemia del COVID-19 nos llenaban el alma de estremecimiento y dolor.
Aute fue para toda una generación que en el 68 pisaba la universidad española símbolo de libertad y esperanza y de una nueva manera de vivir y pensar. Fue el grito rebelde de la juventud contra la injusticia y la censura que impedía la libre expresión. Un grito envuelto en metáforas para escapar a la férrea garra de una dictadura que ya se encontraba en su periodo final de vida.
Nos viene a la memoria, en esta situación en la que están suspendidos derechos fundamentales de los españoles por el Estado de alarma, la canción que Aute dedicó a la revolución cubana en 1967 y que popularizaron él mismo, Massiel, Ana Belén y otros. Una canción que formó parte de su disco Diálogos de Rodrigo y Ximena: Rosas en el mar.
Voy buscando un amor/Que quiera comprender
La alegría y el dolor/la ira y el placer
Un bello amor sin un final/Que olvide para perdonar
Es más fácil encontrar/Rosas en el mar
La la la-la la la la/Rosas en el mar…
Voy buscando la razón/De tanta falsedad
La mentira es obsesión/Y falsa la verdad
Qué ganarán, qué perderán/Si todo esto pasará
Es más fácil encontrar/Rosas en el mar…
Voy pidiendo libertad/Y no quieren oír
Es una necesidad/Para poder vivir
La libertad, la libertad/Derecho de la humanidad
Es más fácil encontrar/Rosas en el mar
La la la-la la la la/Rosas en el mar…
Voy buscando un lugar/Perdido en el mar
Donde pueda olvidar/Del mundo, la maldad
La soledad, quiero buscar/Para poder morir en paz
Es más fácil encontrar/Rosas en el mar
La la la-la la la la/Rosas en el mar…
Una canción que, aunque en sus primeros versos, aludía a una búsqueda de un amor imposible, tan imposible como el crecimiento de rosas en lo profundo del mar, le sirvió como introducción para denunciar la mentira, la falsedad, imperantes en la sociedad que le tocó vivir. Esta realidad ¿es análoga a la que vivimos en estos momentos? ¿Dónde está la verdad? ¿Qué ganarán o que perderán con la falsedad o manipulación de las noticias? ¿Podrán crecer rosas en el mar, si todo esto pasará?
Una situación que, en El País del 20 de mayo, expresaba con toda contundencia El Roto en una significativa imagen en la que dos personajes, vigilados por el ojo del Gran hermano comentan “estamos desarrollando un detector de verdades para eliminarlas de la red”. La verdad ¿dónde está? Las medias verdades o la falsedad completa se transmiten en los medios y se castiga y censura la libertad de expresión, derecho reconocido de todos los españoles en la Constitución1. Una ley que expresa en el art. 20,1, que se reconocen y protegen los derechos.
ν “A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.
ν A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión.”
Reconocer y proteger, dos verbos, dos acciones necesarias para poder enjuiciar libremente las diversas opiniones y no ser manejados por la hegemonía de un pensamiento único que viole y rompa la democracia que este marco legal nos propuso en 1978, en el que un grupo variado de políticos de distintos partidos supieron sumar diferencias al servicio del bien común de todos los españoles. Y más que nunca hoy, debemos superar las diferencias y la violencia que se está generando en las calles de muchas ciudades del Estado español. Habrá que analizar el porqué de ellas y practicar el respeto y diálogo con todos sin tener en cuenta los históricos colores que pertenecen al pasado. Hemos de reconocer que todos tenemos un espacio en el marco constitucional, como se expresa en el artículo 6 del Título preliminar: “Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley”.
Volver a la relectura de las páginas de la Constitución nos hará repasar nuestros derechos y libertades públicas para ser ciudadanos y ciudadanas libres en el marco de una democracia ganada con diálogo y generosidad, teniendo en cuenta el bien común de todos los españoles, porque quizá puedan nacer rosas en el mar, a pesar de las olas que nos envuelven.
1. En su Título 1, Capítulo II, en la sección primera de los derechos fundamentales y de las libertades públicas.
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