En estos días, asistimos a la incorporación de profesores y alumnos, en sus diversos niveles educativos, a unas aulas que quedaron cerradas en marzo por la pandemia que estamos sufriendo.
Para ser testigos de este nuevo comienzo, nos hemos acercado a una Universidad, la Universidad de Alicante, donde nos recibe María Magdalena Martínez Almira, Catedrática de Historia del Derecho Español en la Facultad de Derecho.
Ana Gutiérrez: Toda la sociedad española en sus diversos niveles educativos vive la incertidumbre del comienzo de un nuevo curso. ¿Cómo se plantea este comienzo en la universidad española?
Mª Magdalena: Como ya se vaticina en la pregunta, con incertidumbre, pero esto no significa que sea con miedo o con desazón ni tampoco con desconcierto. Si se dieran algunos de estos supuestos, nos encontraríamos ante instituciones que no saben cómo abordar una situación que estamos ya viviendo o experimentando desde hace meses. O estaríamos asumiendo, ya desde el principio, que experimentamos pesadumbre o disgusto ante el inicio de la actividad que da sentido a nuestra vocación como docentes e investigadores universitarios. O bien, estaríamos percibiendo una falta de coordinación o previsión por parte de las autoridades académicas, al menos por lo que respecta a la Universidad a la que pertenezco, con efectos negativos para el desarrollo de nuestra actividad y las relaciones docente-discente. Es cierto que comenzar el curso siempre es novedad, y cada curso académico tiene su aliciente, y su expectativa, y este no es, en ese sentido, diferente. Por todo ello, el planteamiento ante este curso académico es de mayor previsión que otros en cuanto a seguridad e higiene, y en cierto modo de menor libertad en cuanto a movilidad y comunicación con el alumnado y personal en general. Y así debemos aceptarlo conforme a las directrices del Protocolo de actuación para comienzo del curso 2020/2021.
A. G: ¿Cuáles son los principales retos que hay que superar?
Mª. M.: Las autoridades, en los distintos niveles de la administración y a través de las disposiciones normativas, nos han indicado qué es lo que conviene hacer y no hacer para garantizar la remisión de la pandemia. Todas las normas de comportamiento en lugares públicos se nos presentan como retos, puesto que no estamos acostumbrados a limitarnos en la expresión de manifestaciones efusivas y de saludos, por ejemplo. También aquí en la Universidad esas normas se han traducido en códigos de comportamiento, para entradas, salidas y desarrollo de clases e investigación. Cada movimiento es un reto, cada actividad programada para la clase tiene ese mismo carácter; por tanto los centraría en dos grandes bloques: la contención en las relaciones interpersonales, y la limitación de intercambio de documentación y materiales para la docencia e investigación.
A. G: ¿Cómo han vivido los alumnos la problemática surgida de la pandemia?
Mª. M.: En el ámbito académico con los mismos sentimientos que los docentes, aunque con un mayor grado de expectativa ante los cambios que han tenido que experimentar al final del pasado curso en las programaciones de los métodos de calificación, e incluso de actividades presenciales programadas. Bien es cierto que el profesorado experimentado ha sabido transmitir calma y resolver con celeridad algunos imprevistos, por más que hubiera métodos diseñados de evaluación semipresencial, y con ello se ha conseguido tranquilizar y lograr cierta normalidad para que pudieran terminar el curso de forma satisfactoria.
A. G: A su juicio, ¿qué nuevos elementos aparecen en la docencia?
Mª. M.: La virtualidad es un elemento cuya irrupción en la docencia ya se preveía desde principios del año 2000, cuando nuestra Universidad tuvo que incorporarse al Espacio Europeo de Educación Superior de facto. Por lo tanto, considero que este no se puede considerar como nuevo, sino más bien como elemento de consolidación. Y me centro especialmente en ello porque hemos tenido que vivir esta situación para que muchos profesores en la Universidad española se hayan visto interpelados por el alumnado respecto a la eficacia y efectividad del método alternativo a la enseñanza de tradición escolástica, tan respetado, válido y valioso, constante en el tiempo, también en la actualidad. Pero es evidente que estamos ante otras generaciones y debemos adecuar nuestro discurso y enseñanza al modo y método que la sociedad de comunicación adoptó como referente para otros ámbitos. De ahí que plataformas de comunicación, recursos multimedia pero también estrategias de comunicación en clase son clave para seguir formando a universitarios creativos y reflexivos, que es lo que nos pide la sociedad actual.
A. G: ¿Considera importante la enseñanza presencial en la formación de los alumnos?
Mª. M.: Soy docente con más de 30 años en una universidad presencial, y mi actividad profesional es fruto de una decisión tomada hace muchos años; siempre defendí la presencialidad por carácter y necesidad de comunicar. Pero también he de decir que mi formación jurídica la obtuve, en su mayor parte, en la UNED; y la experiencia en aquel entonces –hace ya más de 20 años– fue magnífica. El profesorado estuvo siempre atento a todas las necesidades como alumna, de materiales, lecturas y orientación; me consta que sigue siendo así, y mejor aún con todos los recursos existentes. Creo que cada persona puede encontrar su lugar de aprendizaje en función de sus necesidades y de sus capacidades, lo importante es la vocación del docente para transmitir.
En España, existen universidades como la UNED- y la UOC, Universitat Oberta de Catalunya, cuyas enseñanzas son online pero el hecho de la pandemia y el confinamiento han extendido este modo de docencia al resto.
A. G: ¿Cómo se lleva a cabo esta formación en la Universidad de Alicante donde imparte la docencia?
Mª. M: Afortunadamente, y como ya indiqué antes, la Universidad de Alicante se preparó a fondo en el primer quinquenio del 2000 para que todo el profesorado se implicase en la incorporación de nueva metodología. Hubo en su momento un proyecto de Dinamizadores del que también formé parte, y que permitió, por ejemplo, organizar en la Facultad de Derecho Jornadas en las que invitábamos a profesorado de la UOC, UNED entre otras, con el fin de que la experiencia motivara a los colegas. Ese plan inicial se continúa a través del Instituto de Ciencias de la Educación que planifica y organiza multitud de cursos, ofertados al PDI, y de forma reiterada. Estamos, mejor nos sentimos, en un proceso de formación continua; depende de cada uno y fundamentalmente del tiempo disponible, para aprender e interesarnos por todo lo que luego forma parte de la plataforma UACloud.
A. G: ¿Está formado el profesorado técnicamente para la docencia online?
Mª. M: No soy experta en datos para poder hablar por todos, pero sí que puedo decir que el profesorado con el que tengo contacto, y afortunadamente todavía conozco a muchos colegas de la Universidad por más que seamos miles en la actualidad, está motivado y se implica en conocer nuevos recursos. Un ejemplo ha sido la plataforma Moodle para la elaboración de exámenes no presenciales; muchos de los profesores con los que comparto docencia no la utilizaban y ahora en cuestión de dos meses se recurre a ella como alternativa a otros modelos de evaluación. Y todo ello ha sido gracias a los videos y recursos generados desde nuestro Servicio de Informática para que llegara el conocimiento a todos y estuviera disponible en la red.
A. G: Este tipo de formación requiere de plataformas y de una adecuada financiación ¿son suficientes los medios económicos con los que cuentan?
Mª. M: En este sentido la opinión es meramente subjetiva; en mi caso no puedo decir que hayamos experimentado una privación de medios para acceder a ese conocimiento que es público y general para todos los docentes.
A. G: Y por parte del alumnado ¿Qué competencias son necesarias?
Mª. M: El alumnado está muy instruido en la utilización de herramientas digitales, decir lo contrario sería no querer ver la realidad que nos circunda. Ahora bien, el ser hábil en el uso no significa ser experto en el recurso. Todo recurso digital precisa de un aprendizaje y de una reflexión sobre para qué sirve y cómo obtener el mayor beneficio de esos recursos.
Sería interesante que el alumnado fuera consciente de la necesidad de adquirir competencias que le permitan ser creativo, desarrollar técnicas de comunicación orientadas a enriquecer su capacidad de expresión e intercambio de ideas, de conocimiento.
En mi modesta opinión, y a partir de la comunicación con alumnado durante décadas, los jóvenes de hoy en día – inmersos en comunicación rápida, cambiante y fragmentada- no tienen tanta habilidad para leer en profundidad, reflexionar sobre lo fundamental y accesorio y emitir una opinión fundamentada fruto de la comparación y el debate. Esas son competencias a desarrollar.
A. G: Para este nuevo modelo de universidad cuáles serían las competencias urgentes en la formación del profesorado y alumnado.
Mª. M: La verdad es que la urgencia a veces ofrece soluciones inmediatas o paliativas pero que precisan intervención más pausada y ponderada. Por lo tanto, creo que a día de hoy, cuando faltan solo días para el inicio del curso escalonado –primero el alumnado de cursos avanzados, y luego los de primer año– lo urgente es tener preparada “la carpeta o el ordenador portátil en sus diversas modalidades” y los materiales complementarios para comenzar el curso; tomar conciencia de que estamos en espacios en los que la contigüidad no puede ser equivalente a riesgo para nuestros compañeros de clase, de despacho, y menos de familia. Creo que después de estos meses todos estamos ya concienciados, como personas adultas, de los cuidados y precauciones que tenemos que llevar. La infraestructura estimo está preparada. Ahora solo falta sentido común.
A. G: Y, por último, desde la práctica, ¿cómo se está haciendo posible el intercambio de alumnos y profesores en el Espacio Europeo de Educación Superior?
Mª. M: A falta de pocos días de comienzo del curso sí se ha experimentado un cierto reparo a desplazarnos e incluso por parte del alumnado a viajar en busca del conocimiento a otras Universidades. Es una verdadera pena pero todos estamos experimentando esas restricciones temporales para viajar y desplazarnos libremente. Espero y deseo que los avances en materia sanitaria nos permitan superar esta fase de prevención, pues es muy enriquecedor impartir clase y compartir la clase con alumnado procedente de distintos países; es una experiencia a la que me he acostumbrado y no quisiera fuera distinto este año, y, si lo es, creo que nos servirá para valorar, aún más, lo que de bueno nos deja la internacionalización de la Universidad, no solo a nivel del Espacio Europeo sino mundial pues nuestras clases se benefician de la presencia de americanos, asiáticos, africanos y también de islas de Oceanía, todo un privilegio para todos nosotros, alumnado y docentes.
Muchas gracias por este encuentro, Maria Magdalena y buen comienzo de curso en un año tan complejo.
Y así nos vamos: con el gusto de haber conversado con una mujer vocacionada y comprometida con la educación y con un deseo, el que nos transmite la escultura “Dibuixar l’Espai” del artista José Diaz Azorín, símbolo para toda la comunidad universitaria: quizás hoy, más que nunca, hemos de atrevernos a dibujar un futuro que solo haremos posible entre todos.
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