En una preciosa mañana otoñal en Sevilla, nos internamos por las calles sinuosas y solitarias de su judería para visitar una exposición de pintura en la que la autora de los cuadros que se exponen es Mª José Castaño, una antigua alumna de la Institución Teresiana del Colegio Ikasbide de Bilbao1. Una prestigiosa galería de arte, Haurie, acoge su pintura. Atravesamos sus puertas y un estallido de color y paisaje llena nuestros ojos de armonía y color, un color que se define en las palabras de Eliseo González: “Suavemente, como si al firmamento le sobra su calor, se derrama en tus pinceles el verano, con su pequeño guiño de otoño, escondido en la distancia. Emergen de la tela tus pasiones: la luz de tu alegría, el sello del trabajo, la magia de la espera, la paz de tu nostalgia […] Contemplo tus cuadros, tus valles, tus desiertos […] me parece estar viajando contigo hacia el color, hacia el color dorado de tu generosidad, ese río que se llama corazón”.
En su página web, www.mariajosecastano.es podemos encontrar estos datos sobre ella: Burgos 1966, Licenciada en Bellas Artes, especialidad Pintura. Universidad Complutense de Madrid, 1991 y la descripción de su obra en la sección Sobre mí: “El ancestral juego de la forma y del color aquí respira de otra manera, en paisajes sentidos, atrapados en la cotidiana búsqueda del espacio transmutado en un aire que traspasa su propia naturaleza para invadir lienzos y tablas trabajados con la honestidad de quien va más allá de la mera percepción visual; aire que penetra, que acaricia y vuela en el interior de la luz, luz, pretexto y rito para la celebración de la vida y la naturaleza, que aparecen intuidas, más que reflejadas”.
Bruselas, Nueva York, Cuba, Chile, China, el mágico Arlanza… la fascinación por universos únicos que acaban superpuestos bajo una mirada que los viste de luz, aire y emoción.
Carmen Azaústre: Y… nos encontramos con ella y una mirada de alegría nos envuelve a través de las mascarillas. Sus ojos reflejan la luz que la memoria nos regala.
Mª José Castaño: Qué alegría, yo como antigua alumna de la Institución Teresiana tengo buenísimos recuerdos de Bilbao porque he pasado toda mi infancia y mi juventud en Bilbao y el colegio Ikasbide dejó en mí una honda huella, la relación con las teresianas, todo lo vivido… Y después decidí ser pintora, terminé la carrera en Madrid y me he dedicado profesionalmente solo a la pintura.
He viajado, he expuesto en muchos sitios… hace tres años que tenía una propuesta de esta galería para exponer mi obra en ella. La he estado trabajando durante ese tiempo, más el tiempo anterior de la experiencia vivida y aquí estoy. Se ha cumplido la fecha de septiembre de 2020 para exponer en Sevilla con mucha ilusión, aunque también he venido a Sevilla con frecuencia, porque tengo unos primos que viven en Triana, así que también he tenido la oportunidad de pintar paisajes de Sevilla y de Burgos donde yo vivo ahora, el Valle del Arlanza, Santo Domingo de Silos, el mar Cantábrico, etc. Elementos muy presentes en mi pintura…
C. A.: Paisajes muy presentes en ti, que te constituyen y te identifican.
M. J. C.: Sí, sí. Son los temas que siempre pinto y entonces he querido coger un poquito de cada uno, de todo mi trabajo para traerlo aquí a Sevilla. He titulado esta exposición De Río y Oro. El río, por el Guadalquivir, pero también por el río de la tierra donde ahora vivo que es el Arlanza. Es el juego del guiño de un río a otro río, el Guadalquivir y el Arlanza, de la Torre del Oro a los campos de Castilla. Por eso De Río y Oro.
C. A.: ¡Qué bonita combinación!
M. J. C.: Siempre me gusta poner un título a todas las exposiciones que realizo. Me gusta poner un título que abarque, que reúna y que evoque.
C. A.: Me suena un poco machadiano. Machado nacido en Sevilla y luego también fue cantor de los Campos de Castilla. ¿Qué técnica usas en tu trabajo?
M. J. C.: Hay mucha referencia a la pintura del natural. Salgo a pintar al campo, ya desde la Facultad con las becas con Carralero, que era el catedrático de Paisaje, siempre salíamos a pintar el paisaje, la naturaleza. Luego, desde ese impresionismo, vas elaborando y pasando al expresionismo hasta que vas encontrando tu propio lenguaje, tu propio lenguaje artístico pictórico y esa experiencia te ofrece la técnica, hasta que ya te lanzas a tu propio lenguaje.
C. A.: Me llaman mucho la atención los colores que usas.
M. J. C.: Sí, yo es que soy colorista y he evolucionado en el color, porque el color, para mí, es todo. He cambiado, ahora creo que tengo una gama mayor en colores, en matices, en veladuras, el color se va enriqueciendo con el tiempo, creo. Y en eso estoy, en ese camino.
C. A.: También veo que la naturaleza domina en tu pintura, pero es una realidad que tú la reinterpretas.
M. J. C.: Efectivamente, sí. Es todo… ¿qué es? El cuadro es otra realidad.
C.A.: Es otra realidad nueva, no es una copia, no es el realismo
M. J. C.: No, es la obra que surge bajo el prisma de una mirada nueva; es la realidad, pero transformada en una realidad que se convierte en otra realidad.
C. A.: En tu obra dominan los azules, pero un azul lleno de luz que juega con los colores calientes: el ocre, el naranja, el amarillo… Pero el azul no es frío.
M. J. C.: Sí, sí, pues no sé quizá por la propia combinación del azul, el azul tenue de las montañas a lo lejos o el mar, dentro de su bravura, todos los colores que tiene el azul, todas las gamas cuando miras al mar. No es lo mismo ese mar de plata que es la luz del amanecer o la luz del anochecer. Todo cambia con la luz, se va transformando. Como al final estoy observando todo el tiempo, la luz quizás sea el reflejo… quizá el concepto que tenemos de la oscuridad del azul fuerte se transforma en algo más cálido.
C. A.: En tu pintura, me ha llamado la atención la realidad que presentas. Creas un diálogo.
M. J. C.: Sí, el propio cuadro va hablando.
C. A.: ¿El cuadro habla?
M. J. C.: Si habla, claro que habla. Te va diciendo cosas. El cielo tiene que ser reflejo del agua, del río. Todo tiene que dialogar, todo tiene que bailar al mismo tiempo. No puede ser que en un cuadro estés pintando un trozo y no tenga que ver con el resto. Para que el cuadro funcione y para que digas que ya está terminado, tiene que ser un conjunto de diálogo entre las formas y el color. Luego podemos entrar en algo más técnico como la composición, las líneas, la perspectiva… pero vamos a hablar más en general. Bueno, no sé si te contesto pero me refiero a que tiene que existir un diálogo entre todas las partes del cuadro.
C. A.: Es un diálogo que tú estableces con todos esos elementos que has creado.
M. J. C.: Claro, y otra cosa es que luego el espectador entre en ese dialogo pero eso es muy difícil. Con que haya una persona que lo establezca, ya es suficiente. Hay personas que igual no lo perciben, pero otras muchas, sí.
C. A.: Y ¿Cuál es tu proceso en este momento? Como pintora ¿en qué momento estás ahora de tu proceso?
M. J. C.: Estoy en un momento muy libre, una libertad en la que siento que puedo ponerme retos diferentes y nuevos. Estoy como en una apertura en la que parece que nunca sabes, que nunca alcanzas y que me sitúa de forma nueva ante el cuadro que queda por llegar. Estoy un poco sin esa ansiedad que he tenido siempre de buscar el cuadro perfecto. Tengo la sensación de bastante serenidad y a la vez la necesidad de investigar hacia adelante. Ahora, estoy trabajando en otro proyecto, en otra exposición, que voy a realizar el año que viene en el museo de Burgos, en el CAB, y, como ahí voy a presentar un proyecto nuevo, esta situación me permite ser más libre.
C. A.: Sí, porque volcarás en ella todos los elementos de creatividad que viven en ti. Aunque me imagino que la naturaleza seguirá siendo un elemento importante en tu pintura, como la que aparece en De Río y Oro.
M. J. C.: Sí, aquí los protagonistas son la luz, la tierra, el agua, el cielo…
Y los captas de una manera preciosa que llega al corazón. Los que nos acercamos a tu pintura respiramos luz y serenidad.
Mª José, ha sido un lujo encontrarte aquí, en Sevilla, por tu pintura, también por tu cariño a esas raíces de infancia y juventud que guardas en ti. Muchas gracias porque nos has brindado la alegría del encuentro en el que hemos compartido nombres significativos que dejaron en ti una honda huella, Maribel, Begoña, Isabel, etc. La galería Haurie nos ha propiciado el encuentro con tus dos ríos y el oro de una torre y el oro de unos campos, los campos de Castilla.
Se puede hacer una visita virtual a la exposición De Oro y Río en https://galeriahaurie.com/visita-virtual-de-rio-y-oro-de-maria-jose-castano/
1. La infancia y juventud de María José Castaño transcurrió entre Cascajares de la Sierra (lugar donde se encontraba el negocio familiar) y Bilbao, ciudad de la que procedía su familia y donde residió. Marchó a Madrid para estudiar Bellas Artes en la Complutense de Madrid, universidad por la que se licenció en 1991 y donde tuvo como profesor, entre otros, a José Sánchez Carralero. Finalmente, regresó a la provincia de Burgos y se instaló en Cascajares de la Sierra.
Su taller está en uno de los antiguos pabellones industriales de la empresa paterna.
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