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CATEDRAL DE BURGOS: LEGADO Y PRESENTE

El día 20 de julio de 2021 se celebró el VIII Centenario de la disposición de la primera piedra en el edificio gótico de la Catedral de Burgos, símbolo de la ciudad castellana que la vio nacer, y faro de la religión, cultura y arte en el mundo. Así lo ratifica su reconocimiento como bien patrimonio de la humanidad por la UNESCO el 31 de octubre de 1984 en Buenos Aires1.

La Catedral de Burgos y la identidad de un pasado histórico

Bajo el impulso y patrocinio del monarca Fernando III y del obispo Mauricio, se dio carta de naturaleza a la sustitución del antiguo templo románico levantado durante el reinado de Alfonso VI, utilizando para ello palacios de su padre Fernando I, entregados al obispo Jimeno. En esta iglesia, se había celebrado dos años antes, el día 30 de noviembre de 1219, el enlace con la princesa germana Beatriz de Hohenstaufen2.

La vinculación de la casa real castellana en la Edad Media y, continuadamente siglos después de la española con la Catedral de Burgos, queda certificada a través de la documentación capitular que refleja numerosas donaciones, concesión de privilegios, y compromiso con un templo en el que los reyes ostentarán el cargo de canónigos con rango honorífico3. Pero también, esta unión entre la Catedral y la monarquía se verá refrendada en su imagen, que orna un numeroso conjunto de esculturas de reyes y príncipes, destacando por su importancia el grupo de reyes del Antiguo Testamento de la fachada de Santa María y las imágenes del claustro alto del recinto con la escena de la entrega del anillo por Fernando III a Beatriz de Suabia a la cabeza, rememorando la ceremonia de sus esponsales, y el compromiso con un templo al que también favorecería largamente su hijo Alfonso X.

Nuevos aires artísticos correrán en el verano del año 1221, al introducirse en las tierras castellanas los nuevos rasgos arquitectónicos y ornamentales del arte gótico francés de París, Amiens, Reims o Bourges4,  que llegará a Castilla a través del Camino de Santiago y como resultado de contactos diplomáticos y familiares entre las coronas francesa y castellana ejemplificados en las personas de Fernando III y Mauricio, a los que se unirá el influjo inicial de la fábrica del Real Monasterio de las Huelgas, de monjas cistercienses, que albergará el panteón real de la monarquía castellana con los enterramientos de Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet, y herederos de su linaje. Así lo muestra el perfil arquitectónico de la capilla de San Nicolás, dispuesta en el brazo norte del crucero, y sugiere Vicente Lampérez y Romea5  en su hipótesis sobre la primera planta de la Catedral de Burgos.

Sobre este origen gótico francés de la Catedral de Burgos6, que tiene como uno de sus principales valedores al maestro Enrique, difusor de la estética del gótico radiante en la nave central, capillas absidiales y claustro, y un conjunto de importantes talleres escultóricos y vidrieros de filiación francesa que actuarían junto a maestros locales y, tal vez, de otros territorios de Europa, en obras de excepcional valor como la Puerta del Sarmental, la Puerta de la Coronería, la fachada de Santa María y claustro, superponiéndose a ellas otras intervenciones que completan de manera armónica la imagen presente de la edificación.

Este hecho, puesto de relieve por diferentes investigadores internacionales como Émile Bertaux y el marqués de Lozoya, queda ya manifiesto en la declaración de la Catedral de Burgos como monumento nacional el 8 de abril de 1885, según subrayan los informes de las reales Academias de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando. De nuevo, el apoyo de la corona, impulsora de la concesión en 1574 por el Papa Gregorio XIII de la Bula Universalis Orbis Ecclesiae, elevando a archidiócesis al episcopado burgalés, y la intervención de distintos obispos y más tarde arzobispos, del propio Cabildo y particulares, se articulará concatenadamente para contribuir al embellecimiento de la Catedral.

Los nombres de los  prelados Gonzalo de Hinojosa, Alonso de Cartagena, Luis de Acuña, Juan Rodríguez de Fonseca, Cristóbal Vela de Acuña, Enrique de Peralta y Cárdenas, Manuel Francisco Navarrete y Ladrón de Guevara y Manuel de Samaniego y Jaca a lo largo de la Baja Edad Media y Edad Moderna; de canónigos como Gonzalo Díez de Lerma y representantes de la nobleza con Pedro Fernández de Velasco, condestable de Castilla, y su esposa Mencía de Mendoza como los más destacados, participarán junto a otros protagonistas de la sociedad burgalesa en nuevos proyectos para la iglesia en los que se unen anhelos religiosos y artísticos, subrayados por el Cardenal Juan Benlloch y Vivó en 1921 en su obra El arte y el culto7.

“Venerables hermanos y amadísimos hijos: ¡La Catedral de Burgos¡ No podemos pronunciar estas palabras sin profundo respeto y emoción: ellas evocan la idea de algo grande, de algo que, al bucear en los primeros años de nuestra juventud en el ancho mar de las grandezas patrias, impresionó fuertemente nuestro corazón y contribuyó poderosamente a enamorarlo de nuestra santa religión y de nuestra madre España. La Catedral de Burgos es una de las más genuinas y espléndidas manifestaciones de la vida de nuestra amada patria, uno de los grandes centros orgánicos donde se siente latir con más fuerza el corazón de nuestra raza, encanto supremo de la Cabeza de Castilla donde fulgura como en nobilísimo rostro la soberana belleza del alma nacional. 

Será la segunda mitad del siglo XV8  testigo de un renacer artístico en la Catedral burgalesa que marcará la llegada de influencias estéticas germanas de la mano de Juan de Colonia, plasmadas en las etéreas y afiligranadas agujas, el desaparecido cimborrio, y concluirán de la mano de su hijo Simón de Colonia en la magna obra de la capilla del Condestable cubierta por una bóveda de doble estrella calada, que deja protagonismo a la luz, y en la que se hermanan arquitectura y escultura dentro de un gótico flamígero,  en el que también se mueven distintas intervenciones en el templo del escultor Gil Siloe, en la escultura yacente de Alonso de Cartagena, los batientes de madera de la puerta del claustro alto, el retablo mayor de la capilla de la Concepción y otras obras en la capilla del Condestable.

Este florecimiento tendrá su continuidad a lo largo del siglo XVI con nuevas ideas artísticas, las del Renacimiento, que quedarán impresas en intervenciones artísticas esenciales para la comprensión de esta etapa, como muestran los relieves del trasaltar y la sillería de coro del francés Felipe Bigarny, la Escalera Dorada de Diego de Siloe y el maestro Hilario, y las obras emprendidas al alimón por Bigarny y Siloe para la familia Fernández de Velasco, con el retablo mayor de la capilla del Condestable en primer lugar. La Catedral de Burgos volverá a mostrar, de nuevo, ser punto de encuentro para artistas venidos de otras tierras como Bigarny, Juan de Langres y León Picardo con otros hispanos de la talla de Cristóbal de Andino o Diego de Siloe, que en sus obras, muestran el conocimiento del Renacimiento italiano, que Siloe importará a Burgos tras su estancia en Italia, y reconocemos en las sublimes pinturas de la Magdalena de Giampetrino Ricci y la Sagrada Familia de Sebastiano del Piombo.

Y todo este sentido de renovación que vestirá una tradición gloriosa tendrá como máxima representación la obra de un nuevo cimborrio, bajo la dirección de Juan de Vallejo, que sustituyó al precedente fabricado por Juan y Simón de Colonia, tras su desgraciado hundimiento la noche del 3 al 4 de marzo de 1539.

Este renacer, continuará a menor escala, pero con destacable interés en los siglos XVII y XVIII bajo la estela de un barroco ornamental y escenográfico que tendrá su reflejo más claro en las obras de la capilla de Santa Tecla y la sacristía. El sentido enciclopédico de la Catedral de Burgos será reconocido en la visita a ella de ilustres peregrinos y viajeros, como el escritor italiano Edmundo de Amicis en el siglo XIX, y dejará a José Martínez Ruiz “Azorín” en las palabras contenidas en su obra La Cabeza de Castilla9, un sentimiento de admiración en el que participan todos los sentidos.

“La Catedral nos ha hechizado dulcemente. Hemos encontrado en su recinto la pintura, la escultura, el arte de la plata a martillo, el arte del hierro forjado, la música cuando suena el órgano, el canto, la literatura, en el género de la oratoria, cuando desde el púlpito se nos alecciona y se nos conmina”.

Memoria y presente de la Catedral de Burgos. El destino imperecedero de un templo

La Catedral de Burgos es la manifestación de la aportación de sucesivas generaciones que han legado un conjunto de obras de arte que, a lo largo del tiempo, han ido precisando de intervenciones y restauraciones, para entregar al presente un edificio que también ha visto reformar su entorno urbano con diferentes intervenciones en las plazas de Santa María, del Rey San Fernando y las Llanas, recuperado en el presente su valor urbanístico y convirtiéndose miradores imprescindibles para contemplar el templo.

A lo largo de los últimos años la Catedral de Burgos ha vivido un continuo proceso de proyectos restauradores a los que puso un punto de necesidad la caída de una escultura de San Lorenzo de las torres en la plaza de Santa María el mes de agosto de 1994. Nuevamente, la unión del Cabildo Catedral, presidido por sucesivos deanes, la intervención de los arzobispos, de los poderes públicos, financieros y empresariales, junto a un fuerte apoyo social han conseguido fructificar este empeño, como bien refleja un estudio científico de René Jesús Payo Hernanz y Juan Ruiz Carcedo10 sobre este conjunto de trabajos.

A todo ello no ha sido ajeno la elaboración de un plan director, marcado por el equipo de miembros de la fábrica catedralicia, con arquitectos y canónigo fabriquero como emblemas visibles, y un largo conjunto de técnicos que han logrado tratar las heridas del tiempo sobre la piedra y otros materiales que conforman el esqueleto físico y ornamental del Templo Mayor burgalés.

Pero este empeño no hubiera sido posible sin la presencia de un sustrato social que se ha reflejado en las últimas décadas en la formación de la Asociación de Amigos de la Catedral de Burgos, y en el presente con la actuación global de la Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021, nacida en 2017 para impulsar los actos conmemorativos de los 800 años de vida de una iglesia que reúne la condición paralela de monumento, galardonado, una vez más, como patrimonio mundial al encontrarse situado junto al Camino de Santiago.

La Catedral es símbolo imperecedero de una ciudad, Burgos, pero también es emblema de la cultura occidental. En palabras del historiador burgalés Teófilo López Mata contenidas en su libro La Catedral de Burgos11, “todo nuestro pasado espiritual se polariza en torno a la Catedral de Santa María, en un diálogo de siglos entablado entre ella y el alma de la Ciudad, estremecida en afanes de esperanza y consolación”.

El VIII centenario de un templo es hoy punto de unión entre el pasado y el presente, que ha de resaltar el valor de alabanza y presencia en ella de hombres y mujeres hacia Dios, como en su momento lo hicieron nuestros antepasados en la Edad Media, promoviendo la edificación de una fábrica que está enraizada en la tierra y se eleva hacia el cielo con sus torres y agujas para una luminosa contemplación.

BIBLIOGRAFÍA

1. Matesanz del Barrio, José: La Catedral de Burgos. Imagen, percepción emblema de un templo Patrimonio de la Humanidad; Burgos, Real Academia Burgense de Historia y Bellas Artes Institución Fernán González, 2016, pp. 123-126.

2. Fernando III Rex Hispaniae en Burgos. Historia, memoria e imagen, en Fernando III Rex Hispaniae. Historia, memoria e imagen, Catálogo de la exposición, Burgos, Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021, p. 46.

3. Martínez Sanz, Manuel: Historia del templo Catedral de Burgos escrita con arreglo a los documentos de su archivo; Burgos, Imprenta de Anselmo Revilla, 1866. Reed. Amigos de la Catedral de Burgos. Fundación para el apoyo de la Cultura, 1997, pp. 177-182.

4. Karge, Hernrik: La Catedral de Burgos y la arquitectura del siglo XIII en Francia y España; Valladolid, Junta de Castilla y León. Consejería de Cultura y Turismo, 1995.

5. Lampérez y Romea, Vicente: Historia de la arquitectura cristiana española en la Edad Media. Tomo II; Madrid, 1909Reed. Junta de Castilla y León / Editorial Ámbito, 1999.

6. VV.AA.: La Catedral de Burgos. Ocho siglos de Historia y Arte (coord. René Jesús Payo Hernanz); Burgos, Ediciones Promecal, 2008.

7. Benlloch y Vivó, Juan: El arte y el culto. Carta pastoral que el Excmo. y Rvdmo. Señor Cardenal Arzobispo de Burgos dirige a sus diocesanos con motivo del VII Centenario de la Catedral; Burgos, Tipografía de Polo, 1921, pp. 9-10.

8. Payo Hernanz, René Jesús y Matesanz Del Barrio, José: La Edad de Oro de la Caput Castellae. Arte y sociedad en Burgos. 1450-1600; Burgos, Editorial Dossoles, 2015.

9. Azorín: La Cabeza de Castilla; Madrid, Ed. Espasa Calpe (Colección Austral 951), 3º ed. 1980, p. 68.

10. Payo Hernanz, René Jesús y Ruiz Cardedo, Juan: La belleza recobrada. 25 años de restauración (1994-2019); Burgos, Rico Adrados, 2020.

11. López Mata, Teófilo: La Catedral de Burgos; Burgos, Ed. Hijos de Santiago Rodríguez (2ª ed.), 1966, p.9.

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