El 16 de mayo de 2021 saltaba a los medios, desde La Nueva España, una entrevista que Tino Pertierra hacía a José Iriondo Colubi, ejecutivo de los estudios de Hollywood en España, con motivo de la publicación de su libro En mi barquito de cáscara de nuez. Nos interesó conocer a ese niño rural que viajó desde su tierra asturiana hasta el espacio mítico del cine en un mar lleno de olas grises. Dialogamos con él y hemos podido conocer su pasión por su trabajo, su visión, el valor de un trabajo en equipo, su ayuda y orientación a los jóvenes y el complejo mundo del entretenimiento en el que el cine es un valor destacado.
Carmen Azaústre: Acabas de publicar un libro que se titula En mi barquito de cáscara de nuez con un subtítulo que dice Tribulaciones de un niño rural en la industria del entretenimiento. ¿Cómo llega un niño rural a navegar en este proceloso mar de la portada? ¿Cómo accediste a la industria del entretenimiento y cuáles fueron tus tribulaciones?
José Iriondo: Niño rural es un término empleado por mi esposa para referirse a mí, pero luego, pensándolo con perspectiva, es así… Yo sí nací y me crié hasta los 17 años en un pueblo de Asturias que en los años 70 no tenía las facilidades y la tecnología de la que hoy disfrutamos. Por lo tanto, nosotros sí que teníamos, mi familia, mi pueblo en general, sí que teníamos unas connotaciones más rurales, porque no comprábamos leche en brick, yo recogía el cántaro de leche; no comprábamos los huevos en un supermercado, los cogíamos del gallinero los que teníamos gallinas…
C. A.: ¡Qué suerte, qué ecológicos…!
J. I.: Teníamos gallinas, hacíamos galletas al horno con la nata que nos sobraba de la leche,… en fin. Todo ese tipo de situaciones hace que vivas y disfrutes de un entorno diferente al urbano que tendría un niño de mi edad en Madrid y, por supuesto, en Los Ángeles.
Y a mí siempre me ha gustado el cine desde pequeño y pude asistir a las películas que se pasaban en el cine de mi pueblo. Pero las primeras películas que vi en cine con mis padres fue en Gijón y en Oviedo y recuerdo que fueron Tiburón, de Universal Pictures, La Guerra de las Galaxias, de Twenty Century Fox, y Kramer contra Kramer, de Columbia,
C. A.: Tres películas míticas.
J. I.: Esas tres películas, que fueron las tres que vi con mis padres, marcaron esos momentos disfrutados en familia. ¡Y quién me iba a decir a mí que luego iba a trabajar para esos tres estudios de Hollywood! Es decir, cuando estás viendo con siete u ocho años La Guerra de las Galaxias, o con 10 años cualquiera de las otras películas, nunca piensas que vas a trabajar en ese sector y mucho menos que vas a tener la oportunidad de trabajar codo con codo con los ejecutivos de Los Ángeles, de los estudios que las han hecho.
C. A.: Y ¿Cómo fue saltar de tus licenciaturas de Sociología y de Gestión Comercial y Marketing a ese mundo del entretenimiento?
J. I.: Fue una travesía curiosa. Yo vine a Madrid a estudiar Sociología porque me interesaba mucho trabajar y dedicarme al mundo de Recursos Humanos. Esa era mi idea inicial. Podía haber estudiado en Oviedo pero ahí solo había Psicología y mi idea era venirme a Madrid. Otro aspecto que me ayudó a querer e introducirme en este mundo fue el hecho de que mis padres, a mis 17 años, tuvieran la vista de enviarme a EE. UU. a estudiar el año entero del bachillerato, cuando todavía era muy pequeño el número de estudiantes, 300, que salían a estudiar fuera.
C. A.: ¿Solo?
J. I.: Solo. Ahora mismo van miles, pero hablamos del 84 cuando yo estuve allí, y por aquel entonces no se estilaba ir un año entero fuera. Había mucha menos comunicación, era un viaje a lo desconocido y eso también hizo que de alguna manera me enamorara más de la cultura americana y de su cine. Porque al final sí que tenía la oportunidad de ir al cine allí. De disfrutar de grandes películas, porque del 84 al 85 fue una época dorada de grandes películas como Los Goonies, Regreso al futuro, El club de los cinco… en fin, un montón de películas que luego se han convertido en iconos culturales a lo largo de la historia. Y cuando regresé a Asturias mi idea era irme a Madrid, venirme a estudiar Sociología por esa idea de dedicarme a los Recursos Humanos. Una vez en Madrid, estuve en un Colegio Mayor…
C. A.: ¿El San Pablo?
J. I.: Sí, mi hermana estuvo en el Poveda y mi hermano y yo estuvimos en el San Pablo. Allí estuve cinco años y tuve posibilidad de conocer a gente, de ver otros puntos de vista, otros enfoques y fue cuando descubrí el tema del marketing, que no era nada, pero que empezaba a tomar forma y me parecía algo muy atractivo. Algo que me empezó a gustar más que los recursos humanos, y me decía “me apetece más dedicarme a esto” porque lo veía con más posibilidades de realizar una carrera. Y así fue. Empecé a compaginar ambos estudios, terminé ambas licenciaturas y cuando comencé a trabajar –acabé en junio y quería trabajar ya en julio– entonces aunque no eran unos momentos muy boyantes en cuanto a ofertas, me surgió una interesante propuesta, que no es que pagaran muy bien, pero me pareció una posibilidad curiosa para explorar y aprender, que fue en la compañía que trajo a España las palomitas de maíz para microondas.
C. A.: Ese detalle es algo que me ha llamado siempre la atención: la unión de las palomitas y las películas.
J. I.: Es que yo no creo que haya una asociación más poderosa que las palomitas y el cine. Es decir, siempre que vas al cine, están las palomitas.
C. A.: Y además es verdad. Tú vas al cine y el aroma y el olor de las palomitas forma parte de la película.
J. I.: Sí, sí, y además es la magia del cine. El cine es lo que es también gracias precisamente a ese olor…
C. A.: Pero ¿qué hiciste con las palomitas?
J. I.: Pues las palomitas para microondas son las palomitas que van en su propia bolsa, las pones en el microondas tres minutos, se inflan y salen del microondas calientes y crujientes. Y eso en España no existía; hoy es lo más común, pero en ese momento no existía ninguna marca. Y entonces hubo una marca, que trajo un americano, que lo percibió y vio claro el concepto.
En España no teníamos al principio ni microondas pero cuando empezaron los hogares a equiparse, le pareció interesante el negocio de traer las palomitas a nuestro país. Y para mí fue un reto, con la edad que tenía, muy joven y recién licenciado, muy estimulante, porque consistía en explicarle al público el concepto. Al público le tenías que poner el microondas y enseñarle. Nosotros íbamos a los centros comerciales y lugares de gran afluencia de público y montábamos unos quioscos y poníamos el microondas. Como por arte de magia, le dabas al botón y aquello iba hinchándose, hinchándose y hacia el ruido plof, plof, plof… y la gente al principio recuerdo con un “hala, hala” bueno, poco menos que magia. Era muy curioso y se implantó muy bien. Entonces de cara a promocionar la marca teníamos el canal normal de distribución a través de las grandes superficies y luego fue un momento además en que los videoclubs estaban en un auge tremendo, en cada esquina había uno.
C. A.: Es verdad. Fue su mejor época.
J. I.: Claro, entonces en cada esquina había un videoclub y los estudios de Hollywood lo que hacían era que les vendían las películas directamente para que a su vez las alquilaran. Entonces ahí tuve la oportunidad de trabar relación con gente que trabajaba ya en las películas, en los estudios.
C. A.: Ah, ya.
J. I.: Porque claro, al final para ellos era muy interesante promocionar una película regalando palomitas, poniendo adhesivos en las palomitas y pudiendo salir un poco de su espacio natural y anunciarse en los supermercados. Hicimos varias promociones con Fox, con Columbia…, con todos los estudios con los que luego posteriormente he ido trabajando.
Hicimos distintos tipos de promoción, con distintas mecánicas y demás, y en una de estas trabé relación con una de estas personas que en el momento en que necesitó una persona para marketing se acordó de mí y me llamó. Entonces dijo “a este le veo muy capaz porque se mueve muy bien en cuanto a mecánicas, en ejecutar luego las cosas”… y bueno, tenía un perfil interesante para ellos y así entré en el mundo del entretenimiento. Hace muchísimo tiempo, hace 25 años ya.
C. A.: Un mundo en el que te has movido muy bien.
J. I.: Considero que he tenido también ciertos golpes de fortuna en algunos momentos, pero cuando entré, hace 25 años, era una industria completamente diferente.
C. A.: ¿Qué es lo que ha cambiado?
J.I .: Fundamentalmente los hábitos y los formatos que han ido evolucionando muchísimo a lo largo de los años. En cuanto a los formatos, la tecnología ha ido permitiendo formatos más modernos, con mayor calidad y mayores prestaciones. Se pasó de formatos como la cinta VHS –que en definitiva solo tenía castellano, y no tenía tampoco ninguna facilidad en cuanto a extras o incluso subtítulos–, a DVD o Blu-ray, que era más sofisticado y donde había otro tipo de prestaciones, hasta hoy en el que con un clic estamos en el mundo digital en el que ya vemos películas en 3D con mando a distancia. Y, en cuanto a los hábitos, también ha cambiado el hábito de ir al video club, desplazarte tú, esperar si hay la copia que quieres, que a veces no estaba disponible, y luego ir tú a devolver esa copia porque si no luego te ponían una multa… o sea, era mucho más engorroso y molesto para el consumidor. Después, había la posibilidad de comprar esa película a un precio, al principio más caro, pero luego más accesible, y tenerla y coleccionarla, sobre todo las películas infantiles, pues todas las familias decían: “Si los niños van a ver la misma película 80 veces la compro y que la vean”. Un cambio donde a día de hoy ya no pagamos por propiedad, porque no queremos la propiedad, lo que queremos es el uso, pagamos por ver.
C. A.: Es verdad, a través de las distintas plataformas. Este sería otro cambio.
J. I.: Pero hace el círculo. Si te das cuenta lo que hace es redondear el círculo, porque empezamos con un videoclub al que sí era muy molesto y engorroso tener que desplazarte, tener que esperar, tener que volver, etc. pero, al final, el videoclub es el precursor del contenido bajo demanda. Porque tú ibas al videoclub y no te importaba esperar todo ese tiempo y tener que volver, etc. porque querías ver esa película en concreto y era la única posibilidad, dada la tecnología existente entonces. A día de hoy, pasa lo mismo, solo que lo haces con el mando a distancia. Tú eliges no ver la tele, vas a una plataforma y seleccionas lo que quieres ver.
C. A.: Entonces, ¿crees que el formato físico de las películas se reducirá al mundo del coleccionismo?
J. I.: Sí, prácticamente se dirigirá al mundo del coleccionismo, con ediciones especiales, etc. porque el consumidor medio lo que quiere…
C. A.: Lo que le interesa es ver una película y ya está.
J. I.: Si, sí. Solamente para aquellos que tienen un sentido del coleccionar, por el tipo de edición que sea, el pack, la presentación, los extras, etc… Sí que va a existir la película física, y siempre va a estar ahí. Pero evidentemente lo que triunfa, sobre todo en el día de hoy en el que la inmediatez es lo que prima, es el pago por el uso con un clic en el ordenador.
C. A.: Y ahora, ¿cuáles son los productos que hoy promocionan las películas?
J. I.: La asociación de las palomitas y cine en las salas siempre ha estado ahí y ha servido como referencia para que en el hogar mientras veías la película tuvieras también tu bolsa de palomitas. Hoy, estando en el hogar, tienes un sinfín de posibilidades, si quieres darle ese aspecto de experiencia cinematográfica todavía las palomitas yo creo que son el rey.
C. A.: No han sido desbancadas…
J. I.: No, no, no… Incluso yo creo que hay gente que todavía las hace con la sartén… me consta que hay gente que todavía las hace a la antigua usanza.
C. A.: Veo que es un trabajo que te apasiona, ¿no?
J. I.: Sí, sí. Yo creo que es la clave. No sé si lo sabías pero el término trabajo significa tortura. Si tú coges en Google, en el buscador de Google y pones trabajo te pone tortura. Procede de un término en latín que al final significa eso; fijaos la concepción del trabajo como tortura. Y realmente si lo piensas con perspectiva y dices “voy a estar treinta y tantos años trabajando en esto, más vale que trabaje en algo que realmente me ilusione, que realmente me llene y que realmente haga que me levante todos los días contento”. Figúrate todos los días y qué cantidad de cosas tengo que hacer y cómo me apetece hacerlas.
C. A.: Eso es una maravilla, que lo puedas decir después de 25 años.
J. I.: Sí, también es un trabajo primero diverso, porque si lo tienes como una de tus pasiones, tienes que estar muy pendiente de la evolución tecnológica y la evolución social y de hábitos. Entonces, en ese sentido, te da tiempo a incorporar ciertas variables que si estás en una posición más reactiva, nunca incorporarías. Si estás muy vivo en tu mercado y te adelantas a las tendencias o lo que crees que va a ocurrir en los próximos cinco años y por qué va a pasar eso, tienes muchísimo ganado. Pero, claro, para eso tienes que ser un apasionado de tu industria y de tu sector y vivir intensamente lo que está ocurriendo ahí fuera y también hacerte tus modelos de predicción: decirte “pues yo creo que va a pasar esto pero en base a esto, esto y esto. En el pasado sucedió una cosa semejante aquí, en otros países pasa esto, cada vez nos parecemos más a estos otros”… Entonces, ahí, sí que tienes una serie de herramientas para poder evolucionar con el mercado. Y si dejas de evolucionar y dejas de crecer te mueres, porque es un mercado en el que no te puedes anquilosar en absoluto, porque cambia constantemente.
Yo siempre le digo a la gente que quiere comenzar a trabajar en este mercado que si no le gusta el cambio, hecho muy respetable, le recomiendo irse a otro mercado.
C. A.: Al leer tu libro, me ha llamado la atención el modo de vender esos contenidos y cómo hay que ir por delante para que no se te adelanten y poder hacer que tus productos sean los primeros que lleguen a los espectadores.
J. I.: Sí, sí, y en definitiva, sobre todo si hablamos de las copias físicas, también debemos de ser los primeros porque en la tienda pueden caber 2.000 películas y de esas pueden ser 1.000 tuyas o 1.500 o 500 y, evidentemente, si tienes más presencias vas a vender más. La primera batalla empieza ya ahí, en ver cuántas tengo frente a mi competencia y cómo puedo hacer que las mías tengan mayor presencia. Entonces, ahí, por ejemplo, nosotros hemos hecho unas promociones y unas secciones muy diferentes.
C. A.: Me han resultado muy interesantes, las promociones con la momia a través del Toblerone.
J. I.: El Toblerone tiene la pirámide, su forma es piramidal. Son pirámides unidas.
C. A.: Y entonces se asocia por analogía.
J. I.: Egipto, las pirámides, la momia… Y luego, lo que es muy gratificante, es que muchas marcas se quieren unir contigo porque representas una película que llega un segmento de público al que ellos quieren llegar y para ellos es fundamental.
C. A.: Otro aspecto que me ha gustado como valor presente en tu libro, es el trabajo en equipo y cómo detectabas inmediatamente a aquellos que podían colaborar contigo.
J. I.: Sí. A veces te equivocas, pero yo creo que muchas veces no tanto en la selección de la persona, como en la descripción o la circunstancia del puesto de trabajo. Es decir, tú crees que un puesto de trabajo lo que requiere es esto, esto y esto y en base a eso, eliges un perfil. Normalmente te sueles equivocar más en la definición del puesto que en la elección del perfil, porque la elección del perfil lo vas viendo, es una cuestión también de química. Tú, llega una persona, y ves si esa persona puede trabajar contigo, y visualizas si te encuentras trabajando cómodo con él o ella y él o ella se va a encontrar trabajando cómodo contigo y luego también, evidentemente, tú tienes esa visión del resto del equipo. Y el resto del equipo sabes un poco cómo funciona, cómo respira y también tienes que imaginar al candidato o candidata trabajando en ese equipo. Porque evidentemente no vas a estar tú siempre y tienes que hacer un buen equipo para el resto. Para ello, me vino muy bien haber estudiado también recursos humanos.
C. A.: Claro, es lo que te iba a decir, que tú querías haberte dedicado también a las relaciones, a la selección de personal…
J. I.: Yo lo que quería dedicarme es al tema de los recursos humanos que es algo que siempre me ha gustado mucho y la adecuación a los puestos de trabajo. Porque había personas que yo veía que tenían ese potencial pero quizá no eran las más adecuadas en ese momento porque estábamos atravesando una situación de cambio y a esa persona veías que el cambio no lo abrazaba como lo hacía otra candidata.
C. A.: José, también eres profesor en la Escuela de Cinematografía. A tus alumnos, ¿qué es lo que les propones como valores o como recursos para navegar en este mar proceloso del entretenimiento?
J. I.: Mi recomendación fundamental es que no cedan en su empeño de trabajar donde quieran trabajar, porque al final si tú consigues llegar a un puerto dentro de esta industria es más fácil que consigas llegar a otro, y, luego a otro, y tengas un recorrido o una travesía por la industria gratificante, interesante y que vayas progresando.
Lo difícil en muchos casos es, como siempre, como todo en la vida, llegar al primer puerto sin rendirse. Entonces lo que les digo es que tengan la determinación y la perseverancia para llegar y que no abandonen ante las primeras dificultades, porque eso les va a pasar en cualquier sector. Entonces puesto que eso te puede pasar en cualquier sector, que te pase en el que quieres estar y luego con esa determinación y con esa perseverancia creo que tienen mucho ganado. Y también que no tengan miedo en lo que ellos llaman molestar, que no es molestar, sino simplemente llamar a puertas donde te puedan ayudar e intentarlo porque tienes mucho que ganar y muy poco que perder.
C. A.: Claro, cuentas el caso de un chico joven que de repente dijo ayúdame y le ayudaste.
J. I.: Este es un caso que me ocurrió. No me conocía de nada y yo estaba en mi despacho y llegó a la hora de comer y justo iba a salir a comer y entonces cuando voy a salir la recepcionista dice “este es José Iriondo”, señalándome al chico que estaba allí. Y yo miré al chico y dije “pues igual le conozco y no lo he identificado” y el chico se me presentó y me dijo “tengo tu nombre gracias a Begoña”, que era una persona con la que habíamos trabajado en la agencia de publicidad, o sea que la conexión era hasta lejana, y me dijo que dentro de la industria yo sabía un montón y le podría orientar… Yo veía al chico así, que se planta allí sin conocerme y me dice esto, y le dije “pues mira mándame un correo y lo que hacemos es quedamos un día con calma, pronto, te vienes, tomamos un café y hablamos un poco más en general de…”.
C. A.: Eso también habla de algo muy favorable para ti que es tu humanidad… no todo el mundo se fija en ese chico joven que espera y espera…
J. I.: Ya, ya, pero a mí me gustaría que lo hicieran por mí. Pero igual que no todo el mundo se fija; no todo el mundo se planta en una oficina y espera que salga el director general para abordarle.
C. A.: También es verdad.
J. I.: Es que si lo piensas desde la perspectiva del chaval hay que tener también agallas para hacer eso.
C. A.: Sí, ya eso supone un emprendimiento.
J. I.: El que está descubierto es él. Tú estás muy protegido, le puedes soltar cualquier evasiva y salir del paso. Sin embargo, sí detectas la oportunidad y piensas “este chico sí ha tenido las agallas de hacer esto, se le ve al menos que el tío tiene arrojo”…
C. A.: Hay que tener osadía.
J. I.: Claro, y le contratamos. Nosotros le contratamos, estamos de hecho buscándole un puesto, porque a veces los puestos hay que inventarlos un poco.
C. A.: ¿De acuerdo con las capacidades?
J. I.: Cuando no tengo un puesto para una persona que me pueda interesar lo que trato es de tener un poco de empatía y le digo “bueno tú realmente qué es lo que estás buscando” y mucha gente, hablando con ellos, te dicen “pues aprender; busco poder poner en mi currículum que he trabajado en esta compañía porque es una compañía muy reconocida; busco referencias en un futuro trabajo; busco meterme en proyectos y poder trabajar en equipos…” O sea, casi todos coinciden más o menos –sobre todo si tienen una determinada edad– en el tema del currículum. Y el tema del currículum es muy fácil de solventar, le encargas cualquier trabajo externo, le envías una carta con el membrete de la empresa firmado, sellado y demás y le dices que ha trabajado en ese proyecto en concreto y que lo puede por supuesto poner en su currículum y ya está. El tema del proyecto ya se lo pones tú.
C. A.: Hablas también en tu libro de lo que te ha aportado la sociedad norteamericana.
J. I.: A mí fundamentalmente lo que más me llamó la atención desde que visité América por primera vez a los 17 años fue la cultura del esfuerzo. Cómo la gente de mi edad, de 16-17 o 18 años ya trabaja con independencia de su clase social, de su tipo de familia de entorno… Trabajaban porque querían tener su autonomía, querían tener su dinero.
Además en EE. UU. a los 16 años ya puedes conducir entonces lo siguiente es comprar el coche… con lo cual desde los 16 años empiezan a trabajar y a valorar lo que significa el trabajo y la responsabilidad de un horario… Eso fue lo que más me llamó la atención. Desde entonces, lo hacían muchísimo antes de que yo llegara y lo siguen haciendo ahora. Así que es algo que es muy de admirar en la cultura americana.
C. A.: ¿En qué estudios has trabajado? ¿En la Warner Bross?
J. I.: Sí, sí. He trabajado prácticamente en todos los Major Studies. Los Major Studies son los Estudios principales y originales de Hollywood que tienen 100 años de antigüedad. He trabajado en Universal que tiene sus parques temáticos en Los Ángeles donde he estado un montón de veces, durante 11 años ocupando distintas posiciones, Dirección de Marketing, Dirección de Compras, yendo a mercados internacionales y comprando contenidos para traer a España y distribuir en España.
Luego en Sony, que es Columbia en definitiva. De hecho Sony lo pone en la puerta, pero yo no he visto ningún japonés involucrado en la vida del estudio. Una vez que entras de puertas hacia dentro es todo Columbia y el logo de la chica con la antorcha. Y luego de ahí pase a Twenty Century Fox, que posiblemente es el logo más reconocido en la historia del cine y lo será yo creo por siempre.
C. A.: ¿En la Metro también has estado?
J. I.: La Metro no tiene distribución propia en España, nosotros llevamos el producto de la Metro. Entonces sí, es como si hubiera estado en la Metro porque al final reportaba a la Metro, viajaba a la Metro, en fin, tenía relaciones con ellos de ser su distribuidor en España. Al igual que en Warner, en Warner también llevamos nosotros la distribución en España. Y luego también de varias españolas. Más pequeñas, pero españolas internacionales. Nosotros al final tenemos un 40% de cota de mercado.
C. A.: Y hablando de ir al cine, ¿tú crees que seguirán sobreviviendo las salas de cine?
J. I.: Sí. Bueno, yo creo que van a tener que reconvertirse… Hay dos cosas, una es la experiencia cinematográfica que yo creo que la gente va a seguir; en el momento que nos recuperemos la gente volverá, la gran diferencia va a ser que yo creo que la gente va a ser más selectiva en lo que ve, porque en estos tiempos, en estos dos años, el espectador se ha acostumbrado a que puede ver en casa esos contenidos, porque pagar 10 euros para ir a ver una película de cine y a la que normalmente no voy solo, va sumando mucho. Porque aunque pagues cinco euros por alquilarla, estás pagando cinco euros por alquilarla para dos o tres personas que son las que van al cine en grupo. Que es lo que ha ocurrido durante esta pandemia y confinamiento.
Y luego, antes el cine tenía una exclusiva, una ventana protegida de exclusividad en el propio estudio; por ejemplo, en nuestro caso, una película se estrenaba en cine y tenían que pasar cuatro meses hasta que pasaba a disposición del consumidor en su casa, bien fuera a través de un alquiler digital de Movistar o bien fuera comprar un DVD en El Corte Inglés, pero pasaban cuatro meses que es muchísimo tiempo. Y en ese tiempo, se ha estrenado muchísimo. Y ahora mismo eso ya no va a volver, los cuatro meses desde luego ya no van a volver. Ahora los estudios lo que están anunciando son estrenos simultáneos; si lo ves en cine estás pagando otra experiencia, pantalla grande y, si lo ves en la plataforma, pagas este otro. Entonces, ahí va a ver una cierta exclusividad, porque o lo veo en un sitio o lo veo en otro, pero si me das la oportunidad de elegir no todo el mundo va a optar por el cine.
C. A.: Para eso hace falta otro gusto, una sensibilidad de cinéfilo…
J .I.: Sí, los cinéfilos van a seguir yendo al cine y disfrutando del cine, y el cine va a estar ahí muchísimos años. Es el modelo de negocio el que va a cambiar. En España, por ejemplo, el cine ha sido un mercado, en los últimos 20 años, de 600 millones que significa hoy a seis euros de entrada, precio medio por 100 millones de entradas.
C. A.: Me estás clarificando mucho para aprender todo lo que hay detrás de este mundo de entretenimiento que nos presentas tan claramente en tu libro, saber todo lo que hay detrás de cada estreno, del trabajo, de cómo vender, de cómo adelantarse a otros para que esta película tenga su cabida…
J. I.: Es un sector que se conoce muy poco. Es muy atractivo porque a todo el mundo le gusta como consumidor y demás, pero en general el espectador sabe muy poco de lo que hay detrás. Incluso del cómo se reparte eso, cómo se hace el marketing desde la compañía, si hay que pasar por acciones, si hay restricciones… En fin, hay un mundo detrás que efectivamente es poco conocido y se ha publicado muy poco sobre eso.
C. A.: Te doy la enhorabuena por tu publicación, porque además es un libro que apetece leerlo. Me encanta la cubierta y creo que es un acierto.
J. I.: La cubierta me la quisieron cambiar, lo tengo que decir, desde la editorial así como el título y les dije que no iba a cambiar ni el título ni la cubierta, que si no querían publicar el libro que no lo publicaran. Sí, porque yo creo que es la esencia…
C. A.: Es la metáfora del niño que sueña y navega en un mar tempestuoso en algo tan insignificante como una cáscara de nuez.
J. I.: Sí, porque al final siempre hay mucho oleaje, normalmente en el mundo de Hollywood suele haber muchísimos cambios de personas y de equipos. Hay tendencias; de repente vamos a poner todo directores extranjeros, eso pasa, y todas las compañías tenían directores extranjeros; de repente tu compañía la compra un dueño que no tiene nada que ver, como es el caso de General Electric, y se trae aquí a gente que sabe de plásticos o de silicona pero que de esto no tienen ni la menor idea, es como si me ponen a mí a hacer un cohete en la NASA… son cosas corporativas pero que ocurren y ahí si estás en el momento inadecuado, en el sitio inoportuno, vas a la calle. Llega un golpe de mar y sales fuera, sales del barquito.
C. A.: José ha sido un encanto poder compartir contigo este rato y te agradezco que nos hayas puesto en las manos, nos hayas desvelado toda la tramoya que hay en torno a esta industria que empieza a finales del XIX y esperemos que en el XXI…
J. I.: Sí, sí, le queda muchísima cuerda. A día de hoy, ya no podemos hablar de plataformas y de estudios, sino de modelos híbridos. Cada estudio tiene su plataforma y cada plataforma tiene su estudio. Bueno, acaba de comprar Amazon la Metro-Goldwyn-Mayer, la semana pasada. Es una unión muy lógica porque lo que te permite tecnológicamente la plataforma es acceder directamente a tus consumidores. Pero, además, para venderte y producir nuevos contenidos. Ese nivel de inteligencia que ahora tienes para llegar al consumidor haciéndole recomendaciones y viendo lo que le gusta, no lo tenías antes… Hay sagas muy exitosas en cine y en DVD pero que nadie sabe quién la compra. Fast and Furious, por ejemplo, tiene ya nueve películas y va a un público muy concreto, pero nadie tiene ni idea de quién ve esas películas, ¿por qué? porque en el cine nadie se ha preocupado de identificar a la persona que compra el ticket, es de lo más complejo…
C. A.: Es muy difícil, mientras que yo ahora si voy a Netflix y veo una película, que te digo yo, romántica o de aventuras, al poco tiempo entro y ya tengo sobre esos temas multitud de sugerencias.
J. I.: Efectivamente. Ahora mismo ya todo el mundo sabría que a tí te gustan películas de este perfil y te las recomendarían, además de producir nuevos contenidos. Es muy fácil, dices a ver lo que más se consume o lo que más interesa es esto, esto y esto y lo produces.
C. A.: Claro, fíjate La Casa de Papel lo que ha supuesto en la historia de las series.
J. I.: La Casa de Papel, cuando acabó en Antena 3, tenía poco más de un millón de espectadores y la nueva temporada se inició con 33 millones el primer fin de semana. Todo el mundo. Es una ventana a todo el mundo y además poder verla de la manera que quieras. Quiero ver un episodio, quiero ver tres episodios, quiero ver la serie completa. Y las ves cuando quieras, como quieras, donde quieras,… cosa que hace muy poco tiempo era inimaginable.
C. A.: Realmente el cambio es evidente. Muchísimas gracias por desvelarnos la complejidad del mundo de entretenimiento que te apasiona y en el que has navegado en una pequeña cáscara de nuez.
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