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MUJERES E INVISIBILIDAD

Si hubo una película que despertó en mi infancia la fascinación por el cine fue Lawrence de Arabia del director británico David Lean, estrenada en España en 1963 pero que descubriría en las salas de cine a finales de aquella década. Quizás mi vocación por la historia bien pudiera deberse a la magia de la gran pantalla, la epopeya entre las arenas y la misteriosa atmósfera que envolvía a los personajes magníficamente interpretados por Peter O’Toole, Omar Sharif, Anthony Quinn y Alec Guiness. Un relato épico de un mundo de hombres, en el que el relato levita de forma críptica en torno a la homosexualidad de T. E. Lawrence, afín a los tópicos al uso en Hollywood en el modo de tratar el género heroico y de aventuras. 

Las dunas, las tramas diplomáticas y la revuelta árabe no parecían dejar hueco, por aquel entonces, a la mujer encorsetada en otros nichos e imaginarios estandarizados por la gran industria del cine. Habría de esperar al año 2005, y sin duda consecuencia de mi propia ignorancia y de prejuicios adquiridos en la práctica historiográfica de las relaciones internacionales, para descubrir mujeres orientalistas cuya importancia en modo alguno fue menor que la de T. E. Lawrence entre las dunas y las tramas geopolíticas de Oriente Medio. Fue la lectura de libro de la periodista Cristina Morató Las damas de Oriente. Grandes viajeras por el mundo árabe1   la que revelaría la fascinante biografía y la incidencia geopolítica de mujeres “en un mundo de hombres” en los cambios en el tablero de Oriente Medio, como fueron Gertrude Bell –la Lawrence de Arabia femenina como se la definió en algunos medios periodísticos2– y Freya Stark. Ambas eran contemporáneas, aunque nunca llegaron a conocerse, fueron grandes viajeras, profundas conocedoras de Oriente Próximo y fueron espíritus solitarios y nómadas. Y ambas ejercieron de agentes aprovechando su gran conocimiento del Levante mediterráneo. “Si la señorita Bell fue la primera mujer en ocupar el cargo de secretaria para Oriente y ayudó a trazar las fronteras del Irak actual, Freya durante la Segunda Guerra Mundial trabajaría incansablemente como espía y organizadora de una red de inteligencia antinazi para evitar que los árabes apoyaran al Tercer Reich”3.

La invisibilidad y el desconocimiento serían mayor aún entre otras coetáneas suyas -que lejos de la agitación de las aventuras, el exotismo del orientalismo y las tramas geopolíticas del Creciente Fértil- ejercieron desde el mundo académico de analistas de las relaciones internacionales. Tal sería el caso de Helena Swanwick, Emily Greene Balch o Lucy Philip Mair.

El proceso de gestación de las relaciones internacionales como disciplina científica y el primer gran debate –idealistas vs. realistas– se consagró en un relato clásico codificado tras la Segunda Guerra Mundial y cuyos mitos y prejuicios han sido objeto de un apasionante debate y revisión desde la década de 1990. En este sentido, estudios pioneros como el de Torbjorn L. Knutsen4 y aportaciones posteriores fundamentales para este debate como las de Barry Buzzan y George Lawson5, el controvertido y apasionante trabajo de John M. Hobson6 y de modo más reciente los estudios de Alberto Lozano Vázquez, David J. Sarquís Ramírez y José Ricardo Villanueva7 desde planteamientos constructivistas suscitan:  un cuestionamiento del relato tradicional sobre el  nacimiento de la teoría de las relaciones internacionales y la propia entidad del debate realismo vs. idealismo; una contextualización más rigurosa y compleja en el análisis del discurso insertándolo en el cosmos epistemológico de los estudios internacionales; y una mirada revisionista en la que aflorarían a la superficie la aportación de académicas, también liberales e internacionalistas, en los estudios internacionales pero cuya contribución y cuyas trayectorias profesionales se vieron mediatizadas por un espacio de saberes codificado como propiamente de hombres.

Esta arqueología del conocimiento no es ajena, por supuesto, a la tardía incorporación del feminismo a la teoría de las relaciones internacionales, lo que acaecería a finales de la década de 1980. Uno de los hitos a la hora de datar el origen de la literatura feminista en relaciones internacionales fue la celebración de la conferencia sobre Women and International Relations, bajo el padrinazgo de la London School of Economics and Political Science (LSE) en junio de 1988, entre cuyas participantes figuraban Rebeca Frant y David Long, y la publicación de las actas en un número monográfico de la revista Millenium. Dos cuestiones, en opinión, de Irene Rodríguez Manzano, polarizarían el debate: por un lado, la ilustración de los prejuicios de “género inherentes a las aproximaciones teóricas dominantes y a las agendas de investigación disciplinarias”; y por otro, demostrar que la incorporación de las mujeres y el género al análisis del “juego internacional modificaría las fronteras teóricas y las ideas preconcebidas sobre lo que era relevante para explicar, evaluar y comprender dicho juego”8. En aquellos años, tendría lugar, asimismo, la publicación de tres libros fundacionales de Jean Bethke Elshtain en 1987, de Cynthia Enloe en 1989 y de J. Anne Tickner en 19929. El avance en su visibilidad en los foros académicos cristalizaría con la creación en 1990 de una sección sobre Feminist Theory and Gender Studies en la International Studies Associations y la creación de la primera revista especializada en feminismo en la disciplina International Feminist Journal of Politics. 

Las resistencias en la teoría de las relaciones internacionales a incorporar la perspectiva de género no son ajenas, como acertadamente argumenta Itziar Ruíz-Giménez, a una concepción de la disciplina de acuerdo con la cual las relaciones internacionales son neutras en cuanto al género. Las razones apuntadas son diversas: una agenda de temas de los que se ocupa la disciplina que afectarían por igual a hombres y mujeres; y la convicción de que las relaciones internacionales estudian una esfera autónoma de la realidad, diferente de las sociedades estatales10.

La teoría feminista, advierte Irene Rodríguez Manzano, es sumamente heterogénea en su orientación y alcance. Así, “mientras la igualdad entre  hombres y mujeres es el fundamento del feminismo liberal, la base del feminismo radical es la diferencia entre ambos sexos”. Aunque no todas las “aproximaciones feministas son teorías críticas, la mayor parte se definen como postpositivistas”. Y se muestran por lo general comprometidas con el “potencial emancipador de la teoría”, alentando la superación de las estructuras de dominio –en particular las desigualdades establecidas en razón del género– y cuestionando el conocimiento ilustrado, al considerarlo “un conocimiento acerca de –y construido por– los hombres”11.

En aquel tiempo de entreguerras en el que se concitaría un apasionante debate interdisciplinar sobre el estudio científico de las relaciones internacionales, también transcurriría, fuera del foco del relato clásico, el trabajo académico de internacionalistas que bien podrían figurar en el arquetipo de los idealistas y que por razones de género y la gravidez de patriarcado en el ámbito académico de los estudios internacionales han permanecido en la invisibilidad. 

Algunas de estas académicas como Mary Agnes Hamilton, y las escritoras feministas Helena Swanwick y Emily Greene Balch12 participaron con sus colegas en los debates sobre la seguridad colectiva. Desde un feminismo muy comprometido con la causa del pacifismo, las posturas de Helena Swanwick y Emily Greene Balch  respecto a la seguridad colectiva fueron muy críticas con las analogías defendidas por algunos de sus colegas como Philip Noel-Baker entre la asociación de la vigilancia policial doméstica y las sanciones militares. 

En opinión de ambas, la “naturaleza de la guerra en un sistema sin autoridad no podía compararse con el uso de la fuerza coercitiva por parte de la policía en el ámbito doméstico. Con un evidente sentido empírico Helena Swanwick13 distinguía entre la eficiencia de los mecanismos de la seguridad colectiva cuando era aplicada sobre los pequeños Estados y la dudosa efectividad cuando el infractor fuese una gran potencia14. 

Las aportaciones feministas en los orígenes de la teoría fueron no solo marginales sino marginadas como fue el caso de la propia Helena Swanwick, autora de dos libros críticos con la seguridad colectiva a finales de la década de los treinta, y de Lucy Philip Mair, que fue una de las primeras académicas contratadas por el departamento de estudios internacionales de la London School of Economics y colaboradora en la revisa International Affairs. Esta última, especialista en administración colonial acabaría encontrando acomodo en el área de antropología. 

Los “estereotipos de género –argumenta Hasmet M. Uluorta– impidieron que las mujeres en la academia pudieran participar en las áreas de investigación en crecimiento consideradas ‘no-femeninas’”15. Ellas también, como reivindicaba en 1929 Virgina Woolf con su elegante e incisiva prosa, necesitaban una habitación propia.

BIBLIOGRAFÍA

1. C. Morató. Las damas de Oriente. Grandes viajeras por el mundo árabe,  Barcelona, Plaza & Janés, 2005.

2. “Gertrude Bell, la Lawrence de Arabia femenina que fue clave en la creación de Irak y a la que pocos recuerdan”, en https://www.bbc.com/mundo/noticias-44979439 (consultado el 8 de mayo de 2021).

3. C. Morató.  Las damas de Oriente…, p. 298.

4. T. J. Knutsen.  A History of International Relations Theory, Manchester & New York, Manchester University Press, 1997.

5. B. Buzan-G. Lawson The Global Transformation. History, Modernity and the Making of International Relations, Cambridge, Cambridge University Press, 2015.

6. J. M. Hobson. The Eurocentric conception of world politics. Western international theory 1760-2010, Cambridge, Cambridge University Press, 2012.

7. A.  Lozano  Vázquez-D.j. Sarquís Ramírez-J.r. Villanueva Lira-D. Jorge. ¿Cien años de relaciones internacionales? Disciplinariedad y revisionismo, Madrid, Siglo XXI, 2019.

8. I. Rodríguez Manzano. En los márgenes de la disciplina: feminismo y relaciones internacionales, C. del Arenal-J.a. Sanahuja (coords.) Teorías de las relaciones internacionales, Madrid, Tecnos, 2015, p. 248.

9. J. B. Elshtain Woman and war, Brighton, Harvester Press, 1987; C. Enloe Bananas, beaches and bases, Berkeley, University of California Press, 1989; y J. A. Tickner. Gender and International Relations: Feminist perspectives on achieving global security, New York, Columbia University Press, 1992.

10. I. Ruíz-Giménez. El feminismo y los estudios internacionales, Revista de Estudios Políticos (Nueva Época), n. 108, 2000, pp. 326-327.

11. I. Rodríguez Manzano. En los márgenes…” p. 252.

12. E. G. Balch. The relation of civil aviation to disarmament. Speech to the WIL Congress at Grenoble, Emily Greene Balch Papers, Series OO reel 22, Massachusetts, Wellesley College, citado por L.M. Ashworth Los mitos que me ensenó mi professor de relaciones internacionales. Reconstruyendo la historia del pensamiento internacional, A. Lozano  Vázquez-D.j. Sarquís Ramírez-J.r. Villanueva Lira-D. Jorge. ¿Cien años de relaciones internacionales? Disciplinariedad y revisionismo, Madrid, Siglo XXI, 2019, pp. 213-249.

13. H. M. Swanwick. New wars for old, London, Women’s International League, 1934; y Collective insecurity, London, Jonathan Cape, 1937. Y en colaboración con W. A. Foster Sanctions of the League of Nations Covenant, London, London council for Prevention of War, 1928.

14. Véase J. R. Villanueva. El primer gran…, pp. 200-201.

15. H. M. Uluorta. La teoría crítica de las relaciones internacionales: panorama histórico, revisionismo y escenarios futuros, A. Lozano  Vázquez-D.j. Sarquís Ramírez-J.r. Villanueva Lira-D. Jorge ¿Cien años de relaciones internacionales? Disciplinariedad y revisionismo, Madrid, Siglo XXI, 2019, pp. 273-274. Consúltese, asimismo, L.M. Asworth Feminism, War and the Prospects for Peace, International Feminist Journal of Politics, 13 (1), 2011, pp. 25-43.; P. Owens Women and the History of International Thought, International Studies Quarterly, 62, 2018, pp. 467-481, U. Stockmann Women, Wars, and World Affairs: recovering Feminist International Relations, 1915-1939, Review on International Studies, 44 (2), 2017, pp. 215-235.

permanente&oldid=128654394 )

  Bret, Antoine (2021). Un colapso es posible. Acontecimiento, n. 138, pp. 10-12

  Riechman, J. (2019) ¿Somos demasiados? Reflexiones sobre la cuestión demográfica Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, n 148. invierno 2019-2020. Pp. 13-38

  Naciones Unidas (2020) Informe de los objetivos del desarrollo sostenible. New York. Ediciones de Naciones Unidas

  Comisión Europea (2020). Plan de recuperación para Europa Accesible en https://ec.europa.eu/info/strategy/recovery-plan-europe_es#nextgenerationeu 

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