En la luz de este otoño me llegó fiel, al móvil, el poema que cada mañana me envía un amigo. Un poema de Antonio Cabrera, de su libro Con el aire (XXV Premio Ciudad de Melilla, 2004). En él, sus convicciones hablaban de la lentitud de la vida, de la espera de lo bello, de lo inmutable, de que las tardes contienen una fracción de hiel y de que donde hay renuncia habrá milagro.
Y la palabra milagro quedó prendida en mi pensamiento y pocas horas después la volví a encontrar en el poema de una mujer, Ida Vitale, Sobrevida, que también lo nombraba y lo pedía: Dame noche/las convenidas esperanzas,/dame no ya tu paz,/dame milagro,/dame al fin tu parcela,/porción del paraíso,/tu azul jardín cerrado,/tus pájaros sin canto […]dame con qué encontrarme…
Y pensé que yo también necesitaba pedir el milagro de la esperanza, de la vida, y me impresionó porque no conocía la poesía de este poeta, Antonio Cabrera, que accidentalmente llegó a la pantalla de mi móvil, y al conocer la fragilidad de su vida y su fallecimiento, provocado por un terrible accidente de tráfico que lo dejó tetrapléjico y a consecuencia del cual murió, su palabra, milagro, sentí que lo devolvía a la vida, o más bien que su renuncia provocaba el milagro de la vida. Y pensé, con Ida Vitale, que tenía que pedir ese otro milagro, y que en la poesía, arte inútil, podía encontrarlo en la experiencia de su provocación de luz y vida cuando me acercaba a ella. Y, de nuevo, las razones de la utilidad de lo inútil me hicieron volver al libro de Nuccio Ordine, La utilidad de lo inútil, y al ensayo de Abrahan Flexner (1896-1959), que podemos encontrar en ese libro, en el que los dos autores reflexionan sobre el tema. Incluso, en el caso de Flexner estas palabras podrían parecer escritas en este noviembre de 2021:
¿No es curioso que en un mundo saturado de odios irracionales que amenazan a la civilización misma algunos hombres y mujeres-viejos y jóvenes-se alejen por completo o parcialmente de la tormentosa corriente de la vida cotidiana para entregarse al cultivo de la belleza, a la extensión del conocimiento, a la cura de las enfermedades, al alivio de los que sufren, como si los fanáticos no se dedicaran al mismo tiempo a difundir dolor, fealdad y sufrimiento? El mundo ha sido siempre un lugar triste y confuso; sin embargo, poetas, artistas y científicos han ignorado los factores que hubieran supuesto su parálisis de haberlos tenido en cuenta1.
El autor comenta el concepto de que su época, la nuestra, debería tener como principal interés una más amplia distribución de los bienes y oportunidades materiales y, aunque considera que esto es necesario, piensa si esta tendencia no ha cobrado excesiva fuerza y si llevaría a una vida plena en el caso de que el mundo fuera despojado de algunas de las cosas inútiles que le otorgan significación espiritual y si “la concepción de lo útil no se ha vuelto demasiado estrecha”.
Ordine reflexiona también sobre la utilidad de lo inútil y sobre la inutilidad de lo que consideramos útil y expresa su dolor al ver a los seres humanos ignorantes de la “cada vez mayor desertificación que ahoga el espíritu y entregados casi exclusivamente a la acumulación de dinero y poder”. Hombres y mujeres que, fijos la mirada en ese objetivo, no entienden la alegría de los pequeños gestos cotidianos, ni la belleza de una puesta de sol, un cielo estrellado o la ternura de un beso. Porque “a menudo la grandeza se percibe en las cosas más simples”. Por ello, tenemos la necesidad de lo inútil para vivir y en esa inutilidad la poesía nos devuelve la vida y volvemos a respirar, porque “respirar es vivir y no evadir la vida”. Y así en el cultivo de lo superfluo y de lo que no supone beneficio podremos resistir, “mantener viva la esperanza, entrever el rayo de luz” en palabras de Ordine y pedir ese milagro de la esperanza en un tiempo, el nuestro, que es maravilloso, porque es nuestro tiempo oportuno, pero en el que muchas otras palabras nos impactan desde el amanecer hasta la atardecida y nos ofrecen noticias de crisis, de huelgas, de cierres de empresas, de atascos interminables en la cercanía de las grandes urbes, del alza imparable de la luz y el gas…
De las imágenes que nos llegan de niños tras alambradas de espinos y utilizados como armas de guerra para conseguir determinados fines políticos, de un volcán que no cesa de lanzar sus lenguas de fuego sobre los hogares de tantas familias que sufren las consecuencias de esa horrible tragedia.
Sí, necesitamos un milagro, el de creer que la vida es más fuerte que la muerte y el de la llegada en cada amanecer del poema de cada día.
1. Flexner, Abrahan “La utilidad de los conocimientos inútiles” en Nuccio Ordine La utilidad de lo inútil. Barcelona, 1ª Edición 1913, XIV Edición 2021, pág. 153.
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