ARTÍCULOS ENTREVISTAS

ENTREVISTA CON MAITE BARROS: “SIENTO QUE FUERON MUJERES QUE ABRIERON PUERTAS”

El día 8 de marzo se inauguró en el Colegio Mayor Poveda, en Madrid, la exposición titulada Desolvidando. Un rescate de la mujer olvidada. En ella, la pintora hispano-chilena Maite Barros presentó la figura de 12 mujeres que a lo largo de la historia han contribuido al desarrollo de la sociedad. Maite, a través de su pintura, las rescata del olvido  y da color, luz y forma a sus retratos.

Maite Barros es licenciada en Bellas Artes y máster en historia latinoamericana. Ha trabajado tanto en el ámbito artístico, literario, artesano, como educativo en diversas instituciones de España y Chile.

Ex docente de la Universidad Técnica Federico Santa María de Chile, donde ha obtenido el premio a la excelencia académica, ha sido coordinadora de la galería de arte de dicha universidad, participando en diversos seminarios y conferencias. Es creadora del pódcast Confesiones plásticas y representada artísticamente por Scen&Co España.

Carmen Azaustre: Estamos ya casi al final de esta bonita exposición que has proyectado y has pensado con tanta ilusión y  esfuerzo y te quería preguntar, ¿por qué este título? 

Maite Barros: Desde que comencé a leer a Gabriela Mistral sobre todo y después a Juana Inés, me pareció increíble que en mi generación, en la generación de mi madre, en generaciones actuales, haya tantas mujeres de las cuales no conocemos nada y no conocemos sus quehaceres. Yo creo que todas las mujeres rescatadas aquí han tenido un quehacer muy importante y quehaceres que han logrado un mundo más humano. Y me digo, si yo nunca conocí a Juana Inés, estudié en dos Universidades en Chile y nunca nadie me hablo de Artemisia, nunca nadie me habló de Sofonisba, no conocí a Marietta… Tengo 60 años y estoy descubriéndolas… Me parece que estas pintoras están absolutamente olvidadas, no están en las cátedras. Y digo: hay que desolvidar, hay que desandar un camino y tendrían que estar en las cátedras, y tendrían que ser presentadas en los colegios, en todas partes… ¿Por qué la historia no nos enseña el mundo con el trabajo de hombres y mujeres?, ¿por qué?… la idea no es que haya más hombres ni más mujeres, sino que sea equitativo y según la tarea, según la capacidad de cada cual. Entonces me pareció que era interesante ese nombre en cuanto que hay que desandar un camino. 

C. A.: ¿Por qué precisamente estas mujeres? 

M. B.: Siento que todas ellas fueron mujeres que abrieron puertas. Sofonisba fue la primera mujer que pinta en la corte de Felipe II; Lavinia es la primera mujer pintora profesional de occidente,; Christine es la primera escritora profesional de occidente… Todas son mujeres que abrieron puertas, que fueron las primeras en algo, que decidieron el cambio. Abrieron puertas y yo siento que para abrir puertas hay que tener mucho coraje. 

El coraje que tuvo cada una de ellas, imagínate Charlotte, una mujer conservadora que fue un hombre travestido, ese tuvo que abrir tantas puertas… entonces me parecía que todas estas que están aquí, lo mismo Camille en la escultura, siempre abrieron puertas y tuvieron que tener coraje.

C. A.: Coraje y reto. En la expresión de Camille Claudel hay algo de reto. ¿Por qué?

M. B.: Porque ella tuvo que desafiar. Yo pienso que incluso cuando ingresan a Camille en el manicomio y le pasan, como si fuera una niña taimada, papel y lápices para que dibuje, ella dice “no, no voy a dibujar más, aquí no” y no dibuja más, y no esculpe más y no modela nunca más.

C. A.: ¿Nunca más? ¿A qué edad la ingresaron en el manicomio?

M. B.: Ella tenía cerca de 40  años y estuvo 30 años en el manicomio… Sí, hay que tener mucho coraje, y ser muy desafiante para decir: así no pinto más, así no dibujo más y así no voy a hacer más esculturas.

C. A.: ¿Estaba en una cárcel?

M. B.: Estaba en una cárcel, entonces, ¡claro que tiene una mirada desafiante! Hay una última fotografía de ella con 78 –creo– en la que aparece como una vieja anciana –¡imagínate cómo has de envejecer en un manicomio!–. Malnutrida, siempre narraba fríos espantosos,  es una viejita flaquita, ahí está y allí le tomaron una fotografía y su mirada sigue siendo igual de desafiante.

Yo creo que todas ellas tuvieron algo de dignidad, todas tuvieron esa capacidad para desafiar su tiempo, para desafiar lo que les tocaba vivir. A todas les tocó un papel, Camille era molesta para el mundo donde vivía en el siglo XIX; era molesto una mujer con tanta idea propia y que además esculpía tan bien como Rodin, Augusto Rodin, al que hace las manos de sus esculturas… pero  eso se esconde. Y Artemisia y Marietta, imagínate Inés de Suárez, una mujer conquistadora…

Todas fueran desafiantes, todas tuvieron mucho coraje, todas abrieron puertas, pienso que todas fueron olvidadas con una intención: que estas mujeres no marcaran  la pauta. Querían mantenerlas así porque rompían la tranquilidad. Todas rompen esquemas. Y yo pienso que eso todavía no se les enseña ni a las niñas ni a las jóvenes; hay muchas jóvenes que piensan que están de primeras abriendo puertas y yo siento que hay que caminar siempre mirando hacia atrás, mirando a estas abuelas.

C. A.: Maite es interesante tu explicación sobre los cuadros de la exposición en su apertura. Cuando encuadras la figura, mejor dicho, el rostro, en un primer plano de estas mujeres, hablabas de ventanas. Ventanas al pasado pero que abren al futuro. ¿Qué intentas decirnos en esa recreación de cuadros que están ya en diversos museos del mundo

M. B.: Yo me planteé hacer retratos. Porque pensé que  contar una historia en un pódcast o en un artículo tiene que estar apoyado por el rostro de una mujer, sobre todo en este mundo en el que vivimos de la imagen. Lo que yo quería es que el rostro quedara, me imagino que ya si alguien ve este rostro va a saber que es Hildegarde de Binge  y aquella Sofonisba… Entonces, mi primer planteamiento fue hacer un retrato, pero me parecía de muy poca riqueza, porque yo quería contar más. Entonces busqué imágenes, aunque de algunas hay muy pocas, por ejemplo, esta de Hildegarde en la que aparece recreando su rostro, porque evidentemente no hay rostro de ella, ni tampoco de Christine de Prisan, por lo que en la práctica elijo algunos que me vengan bien para contar la historia, la imprimo en tela y la intervengo encima. Pero quiero mantener ese recuadro porque deseo que se simbolice la ventana. 

Cuando uno abre una ventana, se puede abrir al futuro, al presente o al pasado y esta es una ventana hacia el pasado, pero interpretada en el día de hoy y  esa ventana está dentro de un soporte en donde los elementos plásticos están al servicio del relato, por eso algunos soportes son cuadrados y otros no.

En el caso de Hildegarde, de Artemisia, de Camille, y de Marietta están en un formato cuadrado porque ellas fueron prisioneras del mundo masculino, en el caso de Camille ella fue prisionera de su hermano y fue prisionera de Rodin,  Auguste Rodin,  entonces está en un doble cuadrado. Lo mismo Marietta, ella estuvo sometida por el padre, entonces está en un cuadrado pero en el caso de Sofonisba ella no estuvo sometida por ningún hombre sino más bien por la historia, por eso, en este caso, no es cuadrado y en el caso de Inés de Suarez es un tríptico porque cuenta la historia en tres partes, su historia en Plasencia, su historia en Cuzco y su historia en Chile, y así otros elementos, el color, el trazo…

C. A.: Y ¿por qué el círculo?

M. B.: El circulo porque Marietta era hija ilegítima del Tintoretto. Ella contuvo siempre su feminidad, su mundo femenino, pero de pequeña el padre la hacía vestir de hombre para que pudiera entrar al taller, y estuvo siempre sometida a su mundo. Siempre  hizo una pintura muy femenina, bajo su mirada femenina, por ello, el círculo es signo de lo femenino. Pero la obra de Marieta fue adjudicada al padre. Muchas de las obras de Tintoretto no son de Tintoretto sino de su hija, Marietta Robusti, a la que también llamaban la Tintoretta.

C. A.: ¿Y por qué esa diversidad de colores que en alguno es ocre o dorado y en otros, como en el caso de Artemisia, es rojo  y brillante?  ¿También es simbólico?

M. B.: Sí,  porque en el caso, por ejemplo, de Hildegarde, el mundo masculino era un mundo marrón, de un color quieto, de un color aplastante, de un color que es más bien tedioso. Ese es el simbolismo del marrón, el tedio. Ella logra salir de ese tedio y hay algunos trazos rosas, y el blanco de su pureza y evidentemente el dorado como esa ejemplaridad, ese simbolismo de su sabiduría, ¿no? Porque inventó todo, hasta la conservación de la cerveza, pero no solo la conservación de la cerveza, tantas cosas… 

En el caso de Artemisia, es la lucha del color, porque en la teoría del color existe los colores complementarios, entonces el rojo y el verde son complementarios porque no tienen nada en común. Cuando el rojo está al lado del verde se establece una lucha cromática: el rojo se vuelve más rojo y el verde más verde, lo mismo que el amarillo y el violeta o el azul y el naranja que son los complementarios. Artemisia a lo largo de toda su vida tuvo que luchar por superar  aquella bestialidad que fue la violación a la que fue salvajemente sometida. Ella, en su pintura, estableció siempre una lucha para defender su verdad. Y es por lo que esos dos colores, rojo y verde, eran los que me permitían encontrar un simbolismo o dar ejemplo de la lucha que tuvo que mantener.

C. A.: ¿Y en el caso de Teresa de Jesús?

M. B.: En el caso de Teresa, fíjate que ella también está en un mundo marrón. Hay un elemento plástico muy importante que es la línea de horizonte. La línea de horizonte siempre. Los seres humanos, aunque no lo sepamos, establecemos en nuestra vida símbolos de lo que le otorgamos al cielo y lo que le otorgamos a la tierra. Al cielo le otorgamos símbolos de libertad, de sueños, de aquello que no podemos asir: ahí están los sueños, lo anhelos, lo espiritual, lo que vuela. Pero en tierra está lo que se ancla, lo matérico, lo real lo que podemos nosotros asir. Entonces, ella está muy anclada en la tierra, muy muy anclada.

C. A.: Mucho, porque prácticamente es del torso para arriba…

M. B. Ella está conectada con el cielo, con una luz divina, una luz naranja que es todo poder, toda fuerza y viene el dorado de aquella espiritualidad. Eso toca a Teresa, y toca su pluma que también tiene pan de oro en lo que escribe. Pero Teresa está anclada en la tierra, ella necesita dinero para sus Fundaciones, ella tiene que abrir caminos, entonces su manto se abre en muchos caminos que son esas diagonales y además ese manto marrón se abre como un abanico en la tierra pero el color es el color de la tierra, de la materia, de esos caminos de polvo que tuvo que enfrentar. Está entre la luz y la tierra.

C. A.: Pero es un estallido de luz…

M. B.: Claro, es un estallido de luz porque en el éxtasis siempre quedaba inmóvil, ella quedaba como en un estado de placer pero de quietud, entonces el color también está al servicio del relato.

C. A.: Me parece un trabajo interesantísimo, porque sus miradas interpelan, hablan.  No sé cómo lo has logrado, imagino que con tu creatividad, con tu impulso, pero ¿qué crees que nos dicen estas mujeres a estas otras mujeres del siglo XXI?

M. B.: Yo pienso que todas ellas imprimen fuerza, imprimen coraje, pero también pienso que en todas ellas hay un valor… mira algunas de ellas fueron casadas, otras no, otras se quedan al cuidado, por ejemplo Christine de Pizan, cuando queda viuda se queda al cargo de la madre, de los hijos, de una sobrina… todas ellas tuvieron una pasión por su quehacer.

C. A.: Oye, eso es muy bonito, me gusta. La pasión.

M. B.: La pasión por el quehacer. Mi madre, que era genetista, fue una mujer también que abrió caminos y muy luchadora, científica, genetista toxicológica, y ella decía que solo desde la pasión se llega al fondo de las cosas. La pasión te hace leer, te hace estudiar, te hace abrir caminos, te hace ir a otro país, la pasión por algo. Si no hay pasión tu quehacer se queda en uno más.

C. A.: ¿Esa pasión es la que te ha hecho volar, navegar desde Chile hasta España?

M. B.: Sí, sin duda. Me animó mi madre, porque aunque sintió el dolor de mi salida me imprimió esa pasión que ella tenía en la ciencia, ella respetó que yo la tuviese por el arte. 

C. A.: ¿Cuál es tu próximo proyecto para un futuro cercano?

M. B.: Ahora estoy con siete mujeres más, porque el día de la inauguración muchas mujeres me dijeron que echaban en falta mujeres científicas, y es verdad porque hay una escritora,  una mística, conquistadora, conservadora de museos, escultora, pintora y una editora que es Johana pero no hay científicas. 

Estoy investigando a la mujer de Einstein, a la primera mujer, a Mileva Einstein Maric sobre la que hay una muy buena literatura, que indica que ella era la que resolvía todos los problemas matemáticos y ella la que estaba detrás del Nobel. También me interesa Florence Nightingale, Madame Curie y estoy en un desafío personal también con Violeta Parra. Es un desafío personal porque es, sin lugar a duda, una creadora impresionante, porque no solamente hizo música sino que cada una de sus letras es un poema, pero además fue artista plástica. Aunque tengo mucho pudor en contar su historia porque ella contó una historia de sí que le permitió abrir caminos, pero esa historia no era tan real. Era hija no de un indígena pobre, sino de un profesor del estado, ¿sabes? 

Entonces hay cosas que piensas a ver cómo las cuento para no herir a nadie, y creo que Violeta Parra fue una experta en el márquetin, porque supo qué contarle a los europeos para que se fijaran en ella. Su música es igualmente extraordinaria, pero ella supo qué decir, qué vender. 

Y me he fijado en Violeta Parra porque aunque alguien diga que no está olvidada, si creo que lo está respecto a las letras de sus canciones. Ella predijo la problemática actual de Chile respecto al problema con los Mapuches en su canción Arauco tiene una pena. Además, hay algo muy doloroso y difícil de contar, su padre era un alcohólico por eso tuvieron tan mala vida. Alcohólico violento, y Violeta fue alcohólica, tuvo dos hepatitis y seguía bebiendo, así que evidentemente vivía en unos estados de ira muy complejos y muy impulsivos.

C. A.: Tú, a la hora de hacer un retrato de ellas, una reinterpretación, me imagino que serán esos elementos los que en ti provoquen diálogo y representación.

M. B.: Claro, claro, y por otro lado tú dices ¿por qué no la voy a comprender? entiendo esa violencia intrafamiliar que vivió,  finalmente se quedó en ella, pero hoy en día donde el tema de la violencia intrafamiliar es un tema intenso hay que traer a Violeta Parra, pero al mismo tiempo nos podemos preguntar ¿fue creadora? Sí, aunque vivió esta otra violencia. ¿Quién no ha cantado con ella Gracias a la vida? La ha cantado todo el mundo, de acuerdo, pero ¿qué hay más? Hay que abrir esa ventana, con mucho respeto… porque te vas a encontrar con aspectos muy duros de su vida, con respeto pero quizás eso la hace más cercana. 

C. A.: Es enseñarnos algo de su verdad.

M. B.: Exactamente. Sin juzgar, porque al final lo que nos queda,  lo que nos han dejado con todas sus imperfecciones es su quehacer. Fueron grandes creadoras.

C. A.: Maite, me quedaría hablando contigo toda la vida porque me encanta. Espero que nos podamos encontrar pronto y añadir a los retratos de esta preciosa galería los de estas otras mujeres  que ya llevas en el corazón.

M. B.: Sí, sí, son siete más. Llegaremos a las veintiuna por lo menos.

C. A.: Muchísimas gracias por este tiempo de dedicación y por esta pasión que comunicas y que nos hace también preguntarnos por nuestra propia pasión. Gracias

M. B.: A ti Carmen.

Comments

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Solicitamos su permiso para obtener datos estadísticos de su navegación en esta web, en cumplimiento del Real Decreto-ley 13/2012. Si continúa navegando consideramos que acepta el uso de cookies. Más Información

The cookie settings on this website are set to "allow cookies" to give you the best browsing experience possible. If you continue to use this website without changing your cookie settings or you click "Accept" below then you are consenting to this.

Close