Expresa la Real Academia Española que el concepto de amistad implica un afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. Consideramos varios niveles de amistad: la amistad con uno mismo, la amistad en el marco familiar, la amistad a nivel de comunidad, es decir, la amistad social, y la amistad con Dios. La amistad individual se establece a través de la relación con nosotros mismos, manifestada muchas veces a través del soliloquio (según la RAE, discurso que mantiene una persona consigo misma).
Ya decía Antonio Machado en Retrato (Campos de Castilla): “Converso con el hombre que siempre va conmigo, quien habla solo espera hablar a Dios un día, mi soliloquio es plática con este buen amigo que me enseñó el secreto de la filantropía”. Nos recuerda el monólogo interior defendido por Virginia Woolf o también a Molly Bloom en el Ulises de James Joyce.
La amistad en la familia es esencial, ya que constituye la unidad social y afectiva básica de la sociedad. Aristóteles (384-322 a.C.), en su Ética a Nicómaco, distinguía varios tipos de amistad: la amistad por placer, por utilidad y la amistad verdadera o amistad de la virtud, es decir, consideraba amistades basadas en la diversión o la utilidad de aquellas en las que existe un aprecio sincero entre partes, por lo tanto, utilidad, placer o virtud. Cicerón, en Sobre la amistad, realiza apreciaciones parecidas acerca de la amistad que merece la pena visitar.
Al tipo de amistad donde predomina el aprecio sincero las denominaba amistades perfectas (de acuerdo con Luis Fernando Garcés y Omar Huertas, en Espacios, 39, 6). Para Aristóteles, y también para Cicerón, la reciprocidad define la amistad esencial. La amistad en condiciones de igualdad es la propia de las personas y comunidades de bien, y es la amistad perfecta, es distinta de la que se da en condiciones de desigualdad que conduce a una amistad por utilidad.
Frank Luerweg, en el artículo Las raíces de la amistad (Mente y Cerebro, 2021, 111), se pregunta, ¿para qué están los amigos? Para este autor la amistad tiene un componente evolutivo estratégico, ya que una buena red social aumenta las probabilidades de supervivencia en condiciones adversas. Una ciudad con una trama densa y bien distribuida de espacios de convivencia, con calidad y confort ambiental, en los barrios que la integran genera encuentros y afectos que facilitan la amistad, con las ventajas para la salud individual y social que favorecen en un mundo de inseguridades crecientes (Figueroa, M.E. y Figueroa-Luque, E., 2021, La ciudad como sistema complejo en un paisaje de incertidumbre, Editorial Universidad de Sevilla).
De acuerdo con Luerweg, las relaciones humanas de amistad disminuyen el nivel de estrés, detectable con la presencia de cortisol y fibrinógeno en sangre, que aumentan la probabilidad de infarto de miocardio o ictus. Para este autor, la amistad es relevante no solo a nivel emocional sino también porque fortalece la salud. Los lugares de encuentro, una sociedad que facilita la posibilidad de estos generando afectos, facilitan las estrechas amistades sobre las que pivota un círculo más extenso de conocidos, de acuerdo con el citado autor.
En su artículo The anatomy of friendship, Robin Dunbar (Trends in Cognitive Sciences, 22, 32-51, 2018), expresa que la amistad es el factor unitario más importante que influye en nuestra salud, bienestar y felicidad, estableciendo el denominado número de Dunbar, que implica que, por lo general, tenemos cinco buenos amigos, a los que dedicamos el 40% del tiempo que disponemos para relaciones sociales personales. Establece R. Dunbar que necesitamos unas 200 horas de interacción directa para que un conocido se convierta en amigo (consultar la cita de Frank Luerweg).
En ella se recuerda el pensamiento de Aristóteles en la ya referida Ética a Nicómaco, la decisión de hacer amigos tiene lugar rápidamente, no así la propia amistad, que necesita tiempo. Por ello, los espacios urbanos de encuentro son imprescindibles para el establecimiento de la amistad social en las ciudades, la municipalidad debería darse cuenta de ello y favorecerlos. La poca disponibilidad de tiempo y la inexistencia de los espacios apropiados no facilitan este proceso de generación de amistades, esencial para el fortalecimiento de la sociedad. Hay distractores del proceso, como el aislamiento presencial social que favorecen las redes sociales y las nuevas formas de comunicación.
Para algunos investigadores (K. Wilheim, Mente y Cerebro, 2010, 44), la oxitocina es la hormona del vínculo, mejorando la memoria de las experiencias. Tras un encuentro positivo con una persona, en otro próximo, la confianza en ella se ha incrementado, es decir, los grupos sociales convertidos en grupos de amistades refuerzan las relaciones con cada interacción afectiva de éxito, incrementando la confianza mutua que constituye el pilar de la amistad, de acuerdo con Frank Luerweg, con la seguridad de que cuanto más estrecha es la relación mejor es la cooperación, consolidando relaciones mutualistas y altruistas estables. Catherin Haslam, Niklas Steffens y Rolf van Dick (El poder curativo del grupo, Mente y Cerebro, 2021, 110) manifiestan que las personas subestiman la importancia de los factores sociales en la salud, sentirnos identificados y conectados con una comunidad, tener amigos, fomenta el bienestar y la salud. Sería ideal poder pasar esta idea del plano comunitario local, nuestra red de amigos, a la escala global, de amistad entre países, todos saldríamos favorecidos ya que la inexistencia de buenas relaciones globales (multipolaridades tóxicas) genera inestabilidades con posibilidad de conflictos a escalas variadas.
Para los autores citados, debido a la pandemia de la Covid-19 en muchos países, como España, la restricción sanitaria de reducir los contactos con personas no convivientes en un mismo hogar ha tenido efectos sociales y afectivos muy negativos. La Carta Encíclica del Papa Francisco Fratelli Tutti, Sobre la fraternidad y la amistad social, de 2022, es una importante aportación del pontífice para la transformación positiva del mundo, un documento social y económico muy relevante en un planeta lleno de palabras vacías. En una sociedad llena de incertidumbre, miedo y desapego, Francisco da luz y esperanza, pidiendo reconstruir el sentimiento de pertenencia a una misma humanidad. El capítulo sexto de la Carta Encíclica Fratelli Tutti, lleva por título Diálogo y amistad social.
El Papa Francisco invita a una cultura del encuentro, garantía de una paz real y sólida a todos los niveles, que vaya más allá de las dialécticas que enfrentan. Nuestra sociedad humana, para Francisco, es un poliedro que engloba una sociedad donde las diferencias conviven complementándose, enriqueciéndose e iluminándose recíprocamente, nadie es inservible, nadie es prescindible. La idea del encuentro implica el hábito de reconocer al otro el derecho de ser él mismo y de ser diferente.
Finalmente, la amistad con Dios. Es un tipo de amistad que ejercen los creyentes en un ámbito personal de trascendencia. La serie de libros de Francisco Fernández Carvajal que llevan por título Hablar con Dios, facilitan a través de un diálogo íntimo la amistad con Dios. La oración, en sus diversas formas personales, es un camino para fortalecer la amistad con Dios. Si alcanzamos la amistad social en el marco local de la comunidad, quizás haya esperanza para la fraternidad universal, la amistad global, entre naciones y grupos de naciones, la amistad entre bloques de poder, que no deberían existir. Vivimos en Europa un tiempo donde necesitamos la amistad social. Si el mundo tiende a ser multipolar que sea un espacio donde se favorezca la amistad social. Favorezcamos la cultura de la amabilidad y el afecto en el marco de la amistad a todos los niveles. Paz interior, paz familiar, paz en la comunidad, paz en el mundo, a través de amistad social y la fraternidad.
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