ARTÍCULOS ENTREVISTAS

“LA MEDICINA MALTRATA LA SALUD DE LAS MUJERES”

María José Hernández Ortiz, médica, quiropráctica, feminista. A raíz de los talleres sobre Envejecer en femenino, que lleva a cabo en Mallorca, surge la idea de escribir un libro en el que pide a la medicina que “reconozca sus agujeros negros”. Uno de ellos: hacer medicina con perspectiva de género. 

Nos recibe en Quiro Vida, un centro quiropráctico que María José Hernández abrió en Palma hace años tras un giro radical a su vida en el que abandonó la medicina tradicional y se metió de lleno en los principios de la quiropráctica. Antes de cambiar la manera de ejercer el oficio, ella fue paciente. Su espalda dolorida le habló al oído. Una amiga le aconsejó que fuese a un quiropráctico. “No sabía qué era aquello. Fui y me ajustó –tenía dolores de espalda espantosos–; pensé que era justo lo que necesitaba”, relata. “La frase que me hizo caerme del caballo fue: “tu cuerpo tiene todo lo que necesita para estar sano”. ¡Seis años de carrera y cuatro de especialidad y nadie me había dicho nada!”, expresa Hernández Ortiz.

Estudiosa compulsiva, acabó la carrera e hizo el Mir en Madrid. Se trasladó a Mallorca, trabajó en la pública pero algo fallaba. Hizo un curso con el doctor Hamer, “una eminencia en la visión alternativa de la medicina”, apunta, y gracias a una beca pudo profundizar en la quiropráctica durante dos años y medio en los Estados Unidos. Regresó a la isla distinta. Dejó su trabajo y se convirtió en quiropráctica.

Lourdes Durán: ¿Cuáles son los principios de la quiropráctica?

Mª José Hernández Ortiz: La verdadera salud viene de dentro. La salud es la situación natural del cuerpo. La sabiduría inherente del cuerpo es capaz de mantener su salud si no se interfiere en su función. El responsable último de su salud es el propio paciente. La quiropráctica cuida a la persona, ayuda a mejorar su salud y restablece la resistencia interna a la enfermedad, pero no trata la enfermedad. Todo proceso requiere tiempo para realizarse. La salud es multidimensional, no solo física. La salud perfecta solo se puede alcanzar en todos los niveles del ser.

L. D.: En definitiva, ‘Mens sana in Corpore sano’.

M. J. H.: Hay que ir a la causa. Hay que mantenerse sano, no tratar la enfermedad. He estudiado intensamente el dolor. El cuerpo habla. Hago medicina funcional. Es una corriente de la medicina. Lo que quiero es que tu cuerpo funcione. Yo busco por dentro, busco sus carencias, por ejemplo de hierro, vitamina D, una constante hasta ahora, el maltratamiento del tiroides que afecta mucho a las mujeres. Estoy en la Red CAPS (Centro de Análisis y Programas sanitarios), integrada por mujeres profesionales relacionadas con la salud de la mujer que se creó a principios de los 90, liderado por la médica Carme Valls, que trabaja en modificar la manera en que el sistema sanitario trata la salud de las mujeres. La medicina nos maltrata.

L. D.: ¿En qué sentido y por qué?

M. J. H.: Porque no detecta sus problemas diferenciales. El tiroides, por ejemplo. Mi médica de cabecera tenía una cartel que decía hipotiroidismo, TSH mayor de 10. Esta mujer nunca había medicado a alguien que no tuviera un TSH menor de 10 y sabemos que hay tiroidismo subclínico que deja hechas polvo a las mujeres y hay que tratarlo también. Cuando veo a una mujer con valores de 3 la trato enseguida. Es como con la ferritina. Es una normalización de la diferencia. Es una epidemia en el mundo porque no lo miran. Te miran el hierro no la ferritina. No es el hierro, es un mineral complejo, tóxico, es la ferritina, que es el hierro útil. Una ferritina de 12 es pobre y está normalizado. Sale un valor de 12 pero como eres mujer lo normalizan. Es uno de los maltratos a la salud de las mujeres.

L. D.: ¿Hay que revisar la medicina?

M. J. H.: La medicina debería reconocer sus agujeros negro, y uno de ellos es la perspectiva de género.

L. D.: ¿Qué es la medicina con perspectiva de género?

M. J. H.: Hablamos de medicina con perspectiva de género porque tenemos en cuenta las distintas formas de enfermar de hombres y mujeres. La medicina es androcéntrica, con un sesgo que considera que las enfermedades afectan igual a las mujeres y a los hombres. La ciencia demuestra que no es así. No solo tenemos enfermedades que afectan exclusivamente a hombres y mujeres sino que hay enfermedades que son más prevalentes en mujeres y otras presentan sintomatologías diferentes como el caso del infarto. Y en el caso de los hombres también hay sesgos. Por ejemplo se les diagnostica mucho menos osteoporosis porque piensan que es una enfermedad exclusiva de mujeres, y no lo es. 

L. D.: Está preparando un libro sobre el envejecimiento en las mujeres. ¿Cómo surge?

M. J. H.: Surgió a raíz del comentario ‘nos estamos haciendo mayores y hay que empezar a reflexionar’. Escuché que el envejecimiento en las mujeres empezaba con la menopausia y yo no estuve de acuerdo. Todas tenemos muchos sesgos, así que empecé a estudiar el tema y seguí con los talleres sobre Envellir en femení en los pueblos de Mallorca. Tengo muchísimo material y por eso me decidí a escribir un libro. Está dirigido a mis sobrinas. Es mi legado. Para que aprendan a envejecer. Con la premisa de que el envejecimiento no es una etapa que está lejos, que nadie envejece. Es un proceso en el tiempo y que empieza antes de lo que creemos. Hay cambios proteicos en la sangre en la década de los 40. Y que muchos de los problemas de la tercera edad los hemos testado antes, la osteopenia por ejemplo: si en la adolescencia no comes, vas a tener osteoporosis. Hay que tratarlo antes, no esperar a que te digan ¡chica, te vas a romper!. O todas las burradas que hacemos las mujeres con nuestros cuerpos, como las tontas que se están poniendo tetas. ¡Si van a estar colgando igual, y encima llenas de cicatrices! La diabetes, las enfermedades relacionadas con el envejecimiento, están vinculadas a la inflamación que arrastras de hace tiempo. Esa es la idea del libro a grandes rasgos. 

L. D.: ¿Por qué ‘Envellir en femení’?

M. J. H.: Porque hay más mujeres y además envejecemos más y peor y ya sabemos que la medicina es androcéntrica y los problemas de envejecimiento de los hombres están mejor tratados que el de las mujeres. Como apunta Carme Valls las mujeres somos invisibles para la medicina. Solo somos visibles desde el punto de vista del bajo vientre, el útero y sus anejos, que además nos los manipulan; el resto nos asimilan a los hombres. La mortalidad por infarto de las mujeres es mayor que el de los hombres. ¡El doble!

L. D.: Pensé que había más hombres infartados.

M. J. H.: Es que el infarto tiene cara de hombre. Nosotras nos morimos de infarto sobre todo. ¿Qué ha pasado? Lo que ha descubierto Carme Valls en sus estudios de género ha mostrado como las mujeres estamos asimiladas a los hombres, la sintomatología que predomina es la del varón y nosotras tenemos síntomas atípicos. Son atípicos para los del varón, lo que tenemos que hacer es averiguar cuáles son los síntomas de las mujeres, no llamarlos síntomas atípicos. El dolor precordial, brazos, típico de hombres, un 30 por ciento de mujeres no tiene esos síntomas. Nosotras tenemos dolor mandibular, malestar gástrico, dolor de cuello; irradia de otra manera el dolor. Es más fácil que una mujer llegue con dolor de mandíbula y que le den un psicofármaco. La tercera vez que vas te mueres. 

L. D.: En España, casi cinco millones de personas mayores de 63 años viven solas, y un 71% de ellas son mujeres. Ser mayor es ser mujer.

M. J. H.: Así es. La gente mayor de las ciudades está muy abandonada, deprimida, aislada, sufriendo violencia. A partir de ahora veremos que la gente va a envejecer mejor.

L. D.: En su reciente libro ‘Yo vieja’, Anna Freixas pide que haya una agenda política para la vejez. ¿Cómo es la agenda en España?

M. J. H.: Llevamos tantos años, la población mundial está envejeciendo, la pirámide está invertida. Creo que aún nos queda mucho recorrido para alcanzar a los países nórdicos que me parecen ejemplares en estos temas donde su población tiene una menor ansiedad con el tema de la vejez que en los países mediterráneos porque saben que el Estado les va a ayudar, y además ellos están más avanzados, sus economías son mejores. Eso también es fundamental. El envejecimiento en las clases más bajas y entre las mujeres es aún peor.

L. D.: Usted dijo que “envejecer es opcional”.

M. J. H.: Envejecer es obligatorio si tienes suerte. La decadencia sí es opcional, claro que depende también de tus genes, pero el 98 por cien tiene buenos genes. No hablamos de vivir para siempre, si no de vivir mejor. Solo mentes calenturientas como Elon Musk pretenden que tu cuerpo viva más allá. La tecnología probablemente hará que puedas vivir para siempre, pero no tu cuerpo. No hay que negar el envejecimiento. Lo que queremos es acabar con el edadismo, con frases como ‘yo a mi edad, y todo eso’.

M. J. H.: ¿Quién envejece con mayor calidad, hombres o mujeres?

M. J. H.: Nosotras envejecemos con peor calidad. Hasta la edad de que se mueren los hombres, 80-81 años, estamos igual pero los años que vivimos de más son de una calidad pésima. 

L. D.: ¿Cómo se prepara uno para envejecer?

M. J. H.: Las claves son las mismas que para la salud: una buena alimentación. Es fundamental el tema de la inflamación ya que el problema de las enfermedades del envejecimiento tiene que ver con la inflamación, de dónde viene, desde el mal cuidado de la boca hasta mala alimentación, la mala flora intestinal, la mala dieta, evitar el azúcar, los hidratos, tendrás menos insulina, etcétera y sobre todo el sistema cardiovascular, que envejece antes y es causa de muerte, cerebrales, enfermedad de manchas blancas, pequeños vasos que se infartan, cuidar los vasos. Es mejor no ingerir alcohol, productos refinados, la comida industrial está cargada de conservantes, etcétera. 

L. D.: Y claro, no olvidar aquello de ‘quien mueve las piernas, mueve el corazón’.

M. J. H.: ¡Exacto! Una clave esencial es el ejercicio, fortalecer el músculo: Ejercicios: uno cardiovascular, como caminar con esfuerzo. La Guía de la ONU de envejecimiento saludable dice: 150 minutos de ejercicio cardiovascular semanal, dos horas de fuerza y core sobre todo. El cinturón, pilates, equilibrio. Beber agua. No tomar medicinas. Y suplementos vitamínicos. Antioxidantes…

L. D.: Y los afectos…. La soledad es el gran mal de una sociedad como la nuestra.

M. J. H.: Creo que el criterio principal es que una persona sola está abocada a la demencia. Es muy bueno el contacto con los nietos, hijos, salir a la calle, que te lleven al teatro, salir con amigas, la risa, compartir. Deberían prohibir la televisión a los mayores, se quedan anulados. Horas y horas. Que tengan actividades, que hagan gimnasia, talleres de costura, ganchillo. Es muy importante.

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