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AFGANISTÁN UN AÑO DESPUÉS DE LA DEBACLE

“La Afganistán es mío, ¿Por qué la rus lo quiere?”. Estas palabras pronunciadas por un niño afgano con su español entreverado, aprendido en su época de convaleciente en  España como herido de guerra, y referidas a la Rusia de entonces, cobran actualidad. Muchas potencias, países vecinos, terroristas y estamentos religiosos con tintes radicales, aspiraban a instalarse en ella, y algunos lo lograron, entre ellos, el talibán en agosto pasado, merced a la inoperancia y abandono descarado de las fuerzas internacionales lideradas por EE.UU., bajo bandera también descarada de la OTAN. 

Obtuvieron la proeza de abandonar a su suerte a 35 millones de afganos, pobres en su mayoría, si se exceptúan a las carroñas que surgen alrededor de cada conflicto, enriqueciendo sus arcas a base de corrupción, agregando un granito más para el que el empobrecimiento del país llegara a donde se halla hoy. Su nombre va desapareciendo de las primeras páginas de periódicos e informativos, así como languidece la presencia de niñas en las escuelas.

¡Qué desfachatez! Sirajuddin Haqqni, líder de la Red Haqqani, grupo autónomo dentro de las filas talibán, promotor y ejecutor de las peores barbaridades ocurridas en el transcurso de 20 años de terror –subrayo lo de desfachatez– es buscado por EE.UU. que ofrece cinco millones de dólares por su cabeza, esperando que algún desesperado merced a los dólares realice el trabajo sucio. ¿Acaso no es del dominio público donde se encuentra ocupando cargo tan sensible como el de Ministro de Interior? y en lo que EE.UU. colaborara activa o pasivamente para que ello fuera así, es el premio a tantas masacres y asesinatos a mansalva. Qué lejos ha quedado la figura legendaria del héroe Jalaludin Haqqani, jefe de la dinastía y fundador del grupo, en su lucha contra los soviéticos, a pesar de ser también quien diera la bienvenida a las hordas de terroristas árabes encabezados por su amigo Bin Laden, a cambio involucró a toda su familia en las redes del terror. 

Como periodista, participé en la toma de la importante ciudad de Host por Jalalududin donde se hallaba la importante base aérea que, tras su caída, Jalaludin entregara a su amigo Bin Laden para desde allí llevar a cabo sus fechorías, incluso testifiqué el cañonazo caído sobre la base de Haqqani en las montañas de Host y en la que casi perdiera la vida, durante el primer gobierno talibán. En 1996, ocuparía el cargo de ministro de Tribus y Fronteras. ¡Con qué facilidad vertiginosa se traspasan los límites para ser transformado de héroe a villano!

Que el gobierno talibán desconocía la presencia de Al-Zawahiri en Kabul, es la mentira más canallesca, ni uno solo de los más de 10 mil árabes que llenaron de terror Afganistán de la mano de Bin Laden, abandonaron el país y sí una buena parte de ellos se radicalizaron aún más integrando el grupo Qorazan, Estado Islámico afgano, acusando al talibán de no ejercer con mayor ímpetu su lucha contra occidente. Difícil cercenar la mano que dio de comer al talibán durante años con el tándem Laden-Al Zahwhiri al frente. 

La inamovible ligazón del egipcio Ayman al–Zawahiri, recientemente ejecutado por un dron en Kabul, con afganos y pakistaníes, tampoco deja de ser algo muy invisible. Casado con una mujer de etnia pashtún de la zona tribal pakistaní, campaba a sus anchas por el extenso territorio afgano y pakistaní, se intentó su ejecución en un bombardeo infructuoso en áreas tribales de Pakistán región oriunda de su esposa, y no muy lejos de la zona en que edificara su vivienda Bin Laden, falleciendo ésta y su dos hijas en el transcurso del bombardeo, su hora no había llegado y su momento tampoco. La alta política marca su ritmo y éste resultaba ser el momento propicio, había de intentar lavar la desastrosa imagen huyendo despavorido de Afganistán.

La gran pantomima representada en las conversaciones del talibán con los enviados de Estados Unidos en Doha, Qatar, tan solo fueron eso, una pantomima que lavara la imagen y las manos de los Estados Unidos y de la OTAN. Nadie que conozca mínimamente la trayectoria y actuación del talibán podría dar crédito a las promesas de flexibilización de su régimen nefasto. Observando de manera superficial a los personajes que integran los altos estamentos de la cúpula talibán no resulta muy complejo adivinar hacia donde desean encaminar sus pasos. 

A pesar de la utilización sin tapujos de la sufrida población afgana, terminarán recibiendo el apoyo para la recuperación de millones de dólares congelados en Bancos de EE.UU. que irán a parar a manos de quienes ostentan el poder, una vez más se hallará  en la solución fácil por parte de Occidente la manera de salir del atolladero y cuánta razón tuvieron las palabras del célebre comandante Massoud: “Estamos cansados de que Occidente especule y juegue con la vida de los afganos”.

La huida de las tropas norteamericanas y fuerzas internacionales dilapidando millones de dólares invertidos y que enriquecieron a políticos corruptos de Afganistán solo pudiera ser comparable a la retirada calamitosa y traumática de la URSS tras 10 años de guerra, aunque de manera cínica unos y otros quisieran dar a entender a la opinión pública que fuera la solución ideal.

Mendicidad, venta de niños para subsistir, empuje terrible de la mujer hacia el oscuro destino de un precipicio sin final, fronteras de países vecinos e internacional, cerradas a cal y canto, empujan a una población a sobrevivir en medio de la odisea. 55 años de guerra no puede servir de excusa para el abandono de una población hambrienta y resulta una barbaridad recurrir al cinismo y la falacia para acusar a la población de inmiscuirse en el gran negocio de la droga, cuando alguien es capaz de vender a un niño, mayoritariamente niñas para subsistir, algo no cuadra y si la solución es la droga, hacia allá irán, enriqueciendo a los traficantes y aceptando un salario miserable.

Afganistán, país estratégico gira en torno a su propia miseria, los comunistas ya no existen y por lo tanto el peligro de expansión política ha desaparecido, fueron reemplazadas por la radicalidad religiosa, pero siempre bajo la sobrecogedora presión de las dictaduras de diferentes signos y, mientras no aparezcan más muertos occidentales para poner sobre la mesa, continuará en la oscuridad. 

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