ENTREVISTAS

ENTREVISTA A CRISTINA PLANCHUELO: “LA LENGUA ES DE QUIEN LA HABLA”

Poseida por su amor incondicional a las palabras, Cris Planchuelo (Madrid, 1961), se estrenó con El increíble caso del apóstrofo infiltrado y otros crímenes contra la ortografía española donde su protagonista Leo Ibáñez atiza a los asesinos de la lengua sin caer en velos integristas. Además ha creado a Mari Tilde, el alter ego de la detective, la versión dicharachera que nos corrige gazapos en el blog de Cálamo & Cran. 

Pedagoga, comunicadora, sexóloga, nos descubrirá el próximo año su talento narrativo en su primera novela. No faltará el humor. La letra no entra con sangre, lo hace con risa.

Lourdes Durán: ¿’El increíble caso del apóstrofo infiltrado’ es su declaración de amor a la ortografía?

Cris Planchuelo: ¡Claro que sí! Es una declaración de amor a la lengua, y quiero matizar esto. Hay mucha gente que es integrista de la ortografía, aquello que no se dice ajustándose a las reglas les parece que está mal y la tendencia es a corregirlo. Yo no hago eso, sin embargo como amante de la lengua y sus singularidades, todos los errores, entre comillas, todas aquellas expresiones que son locales y que se desvían de la lengua me gustan. Por ejemplo, almóndiga tiene muchos enemigos y a mí no me parece tan fea, ¡ese al tiene su belleza! La ortografía sirve para que los demás te entiendan pero no soy integrista. Me gustan las singularidades, las desviaciones, los errores entre comillas. Hay gente que utiliza sus conocimientos para burlarse de los demás, sentirse por encima. Me parece pedantería y clasismo lingüístico. La lengua es de quien la habla. 

L. D.: ¿Cómo surge este libro?

C. P.: Ahí ha salido mi vocación pedagógica. Soy pedagoga aunque me he dedicado más al periodismo. En la escuela Cálamo & Cran hice un blog e intenté darle una forma más divertida porque a muchas personas les cuesta la lengua. Un amigo mío, Alberto Gomez Fons, me animó a publicarlo. Hablé con Alex Herrero, editor de Pie de página. Al principio me puse muy sesuda pero la coeditora Gloria Gil me dijo, suéltate la melena, hazlo un poco más divertido. Y se me ocurrió hacerlo de otra manera, tal como aparece en el libro. Es toda la culminación por mi gran amor por la ortografía, que lo tengo desde pequeña, posiblemente porque mi padre nos lo inculcó. Quizá también el hecho de vivir en Mallorca y no ser de Mallorca sino de Madrid y pasar los veranos en La Mancha me hizo apreciar las distintas maneras de hablar de la gente. También debo decir algo del colegio de las Teresianas, donde nos educamos y trabajábamos con fichas en poesía y, esa parte, me abrió una ventana a la belleza, a la musicalidad, al lenguaje.

L. D.: ¿Podría ser su libro un aliado en el ámbito escolar? ¿Qué reacciones ha habido en ese sector?

C. P.: Estamos intentando introducirlo porque nos parecía una herramienta buena para cursos de bachillerato. El libro se publicó en octubre de 2021, el curso ya perdido. Creo que la acogida sería muy buena. A los profesores les ha parecido divertido. Pero ya sabes que la difusión de la lectura no es fácil. De todas formas la editorial ya dijo que era un libro long seller no un best seller, alguien lo difunde y puede haber subidón.

L. D.: El libro está lleno de confusiones para que se haga la luz y a la vez, plagado de guiños. Desde el título, ‘El increíble caso del apóstrofo infiltrado’, en el que un signo humilde, poco utilizado y al que se le confunde con el apóstrofe da la seña de identidad a una protagonista que se llama Leo, primera persona del infinitivo del verbo Leer. Con apellido, Ibáñez, ese homenaje a la denostada Ñ.

C. P.: (Risas) ¡Sí… Estoy habituada a eso! Cuando empecé a dar clase un consejo que me dio Celia Martín, directora de Cálamo, es que es mejor que les haga  hacer algo para equivocarse para que se den cuenta y así presten más atención. Los ejercicios que planteo están hechos con mala idea y se lo digo: aquí venimos a equivocarnos, los errores son parte del proceso. La confusión es el comienzo de la luz.

L. D.: 24 capítulos o crímenes contra la ortografía  española ¿Tan mal hablamos y/o escribimos?

C. P.: No aplicaría el término mal. Hay que distinguir entre el registro oral cuya función es comunicarnos en el que si cometemos errores no pasa nada porque nos hemos entendido. Al escrito se le supone un nivel más cuidado para facilitar la comprensión porque no tienes a la persona que emite el mensaje y no puedes aclarar la situación. Puedes tener un texto perfectamente escrito pero no se entiende. Es un texto malo porque atenta contra las normas de la comunicación que es para lo que sirven las lenguas. Si te refieres a que escribimos con faltas ortográficas, pues sí pero no olvidemos que hablamos español porque la España romanizada empezó a hablar mal el latín y de ahí, de esos errores, nacieron todas las lenguas romances, qué gran riqueza. ¡Hablar mal… Eso es lo que dirían los integristas!

L. D.: ¿Qué opina del lenguaje escrito derivado del uso del WhatsApp?

C. P.: Es un registro nuevo como un híbrido entre la lengua hablada y la lengua escrita en la que prima la rapidez. Me parece que está muy bien, lo que sería incorrecto sería sacar de ese contexto de WhatsApp su lenguaje y escribir un mail con ese lengua, poner q en lugar de que. Al escribir y hablar es importante saber en qué registro nos tenemos que mover para que el mensaje llegue lo más íntegro posible para quien nos lea y nos oye. El cambio de registro forma parte de la versatilidad natural del lenguaje. Todo lo que sea que el lenguaje evolucione, ¡bienvenido!

L. D.: La letra con sangre entra… ¿Cómo no le vamos a coger miedo?

C. P.: La letra con risa entra. Me parece un disparate ese planteamiento que las nuevas pedagogías ya no llevan a cabo, pero sí que es verdad que en el programa educativo la primera lectura que le hacen a los niños y a las niñas es El cantar del mio Cid, ¡a mí se me hace bola! Sería mejor iniciarse con Harry Potter. Si los ministros de Educación se tomaran la molestia de tener mas empatía con la infancia, en la escuela se aprendería a amar la literatura.

L. D.: Además de la superagente Leo Ibáñez ha creado otra pedagoga de la lengua, Mari Tilde, en cuyo consultorio nos deshace habituales nudos lingüísticos. ¿Qué tienen en común?

C. P.: Mari Tilde surgió un verano que había entregado el libro y tenía el mono de escribir y divertirme escribiendo y propuse a Cálamo & Cran un consultorio ortográfico. Les encantó. Forma parte de mi estilo. Leo y Mari Tilde tienen en común que son muy regañonas y que están hartas de los listillos. Leo no solo persigue crímenes ortográficos sino a quien se toma la justicia por su mano y castiga a quienes castigan los crímenes, a los fanáticos. A Mari Tilde le pasa igual. Se llevan bien. Mari Tilde es un poco marujilla y Leo es investigadora. Y no confluyen pero dice que Mari Tilde hace unas croquetas maravillosas y de vez en cuando le lleva un táper.

L. D.: A mí Mari Tilde me parece que es un homenaje a los consultorios sentimentales que acompañaron a nuestras madres en esa época gris del franquismo y que conformaron su legado sentimental. 

C. P.: En mi imaginario es como una maestra de aquellos años, estrictas porque les parece que está bien aprender las cosas, y la vez cercanas porque aman la enseñanza. Mari Tilde además lleva pichi. Y en mi imaginario creo que están las Teresianas y pienso en una en concreto: en María Pilar Olías, que era exigente pero muy cercana, dulce. Mari Tilde es de esa época, del hacer deberes, croquetas, una forma de aprender todo estructurado y clarito. No es que lo añore pero guardo un maravilloso recuerdo de las Teresianas y con el tiempo he podido apreciar su sistema pedagógico. 

L. D.: ¿Cuál es su opinión del lenguaje inclusivo? ¿Acabaremos incorporando el ‘todes’?

C. P.: Estoy a favor del lenguaje inclusivo, pero lo uso en determinados foros, no siempre. Si estoy en una clase y son mayoría mujeres uso el femenino en parte porque no me sale el masculino genérico. El todes no está tan difundido y resulta pesado decir y escuchar todas y todos, yo tiro por la calle de en medio, hola hermanis, hola amiguis Me voy medio apañando, no acabo de encontrar una solución concreta. Creo que se acabará imponiendo el todes. 

L. D.: Pedagoga, periodista, sexóloga, escritora, comunicadora. “Personalidad múltiple”, dice de sí misma. Y además con ‘Un par de afines’, un podcast de la conciencia, recién estrenado.

C. P.: (Risas) Llámalo dispersa. Creo que se debe a que tengo una personalidad muy curiosa y eso me lleva a aprender cosas y de ahí viene lo del podcast. Llevo años informándome de la conciencia, y es más metafísico. A mí me gustan los podcast. Los escucho mientras como. También debo decir que ser sexóloga tiene que ver con el periodismo y con la pedagogía. Donde me siento más a gusto es dando clases. 

L. D.: En camino su primera novela. ¿Puede adelantarnos algo?

C. P.: Es una novela romántica, hecha con humor que siempre funciona en mí. Es un homenaje a la amistad entre cuatro mujeres de edades entre 30 y 40 años. Una de ellas, la protagonista, está pasando una mala época, y crean un club para aliviar el mal rato que en realidad es una quedada todos los jueves. Todos los lugares que aparecen conformarán una guía turística por Madrid y también será un libro que tendrá su banda sonora. ¡Por supuesto se habla mucho de sexo! Saldrá el año que viene.

L. D.: Para acabar, esperanza como la que dan libros como ‘El infinito en un junco’ de Irene Vallejo, o el suyo, brotes verdes a pesar de las patadas a la lengua.

C. P.: A mí las patadas no me importan. También te diré que se lee más lo que pasa es que a mí la lectura no me parece la panacea. No hay que olvidar que Hitler también escribió un libro, pero entre estar enganchada a TikTok y leer un libro regulero, más vale leer ese libro. Antes de acabar, hay un libro que me gustaría recomendar: Panza de burro, escrito por una escritora canaria, que forma parte de un movimiento por la defensa de la singularidad lingüística local, es decir, escrito como suena el español en Canarias. Es una declaración de principios, de una belleza, total. Hecho con suma delicadeza, cariño, es un libro fuerte, personajes duros. Viene a cuento con todo lo hablado aquí, qué es hablar y escribir bien. En mi opinión es generar comunicación.

L. D.: La Academia se te va tirar encima.

C. P.: A mí me da igual. Los lingüistas aman la singularidad. El español que se habla que te comes las z y las h y ceceas habría que hacer diccionarios así. La palabra cerveza, por ejemplo, porqué no aparece cervesa cuando la mayoría de habla hispana la llama así, además de chela, rubia… Si la lengua es de quien la habla, el diccionario debería reflejar eso. Para que no exista esa sensación de ¡qué mal hablamos los andaluces! No, no. Esa manera de plasmar por escrito una lengua oral es un paso más en la inclusión de todas las lenguas españolas que son muchas, ricas y variadas.

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