ARTÍCULOS CULTURA

UNA NOCHE, MIL NOCHES; UNA MUJER, TODAS LAS MUJERES

Allá por 1995, me sorprendió la aparición de una bailaora de flamenco en un cuadro irlandés (‘River Dance’, el espectáculo más popular de los años 90 en Chicago, que se extendió a Estados Unidos y a todo el mundo). Esto hizo saltar al flamenco, de la mano de María Pagés, a escenarios internacionales, haciendo una conexión entre el típico baile irlandés y el zapateado flamenco. No sólo eso: dejó claras las conexiones universales de diversos tipos de músicas y culturas y abrió caminos a nuevas exploraciones y creaciones. Los Premios Princesa de Asturias de 2022 reconocen la labor en las Artes de María Pagés, bailarina y coreógrafa de larga trayectoria y reconocido prestigio. El reconocimiento afirma que María Pagés ha sabido elevar el arte del flamenco a categoría universal, superando así, espacios y estrictas clasificaciones. 

María Pagés comenzó su carrera profesional con la Compañía de Antonio Gades. Ha sido primera bailarina de la Compañía de Mario Maya, del Ballet de Rafael Aguilar, y del Ballet de María Rosa. Desde 1990 dirige su propio grupo, la Compañía María Pagés, residente en el Teatro Bulevar de Torrelodones (Madrid). Varios de sus montajes se han presentado en extensas giras internacionales. Además del Princesa de Asturias, ha recibido diversos reconocimientos, como el Premio Nacional de Danza (2002), el Premio Nacional de Coreografía (1996), el Premio Italiano Leonide Massine (2004), el IV Premio Cultura Universidad de Sevilla (2016).

Las obras de María Pagés a menudo brotan de un concepto, una obra literaria, una escultura clásica, para hacer hablar a esa singularidad con otras muchas expresiones, antiguas y modernas, en las que se expresa el mismo concepto pero de maneras muy distintas. En todas estas obras, como Alas Rotas, Yo, Carmen, Escúchame con tus ojos, Dunas, y otras muchas, más que explorar, deja claras las conexiones entre las artes clásicas, religión, misticismo, filosofía, geometría, o escultura, y el flamenco. Parece querer abarcar la experiencia humana en su totalidad y en su singularidad, toda al mismo tiempo.  Resultan las obras así, en un eclecticismo que, sin embargo, no choca como algo desconectado. 

Aunque ya lo había hecho en muchas otras ocasiones, la presente obra de Pagés es un ejemplo muy claro de esta afirmación y reconocimiento. Es, además, un salto, no ya de estilos, sino de tiempos, filosofías, y concepciones antropológicas.  

El De Scherezade de María Pagés

La muy conocida historia de Scherezade sirve de marco y de excusa para esta obra en la que se trata de reflejar la “realidad poliédrica” de la mujer de una manera que involucra todos los sentidos. 

Conocida por muchos como ‘Las mil y una noches’, la obra Scherezade es una historia de historias, o más bien, una historia que recoge muchas otras historias. La historia principal es la del sultán que descubre la infidelidad de su esposa y decide vengarse tomando cada noche a una virgen a la que mata a la mañana siguiente. Después de tres mil muertes de vírgenes, Scherezade, hija del visir, se presenta voluntaria (a sabiendas del posible resultado de su propia muerte) y suplica al sultán que le permita despedirse de su hermana, con la que ya había concertado que ella le pidiera una historia. Pasa así la noche contándole un cuento a su hermana. Y es un cuento que fascina al sultán de tal manera que detiene la orden de ejecución de la mañana siguiente, y pide cuento tras cuento durante mil y una noches (infinito), y acaba enamorándose de Scherezade, a quien convierte en su esposa. La historia en sí constituye un lamento de la crueldad y la violencia contra mujeres, y al mismo tiempo una celebración del triunfo del valor y la inteligencia de una mujer concreta, pero que representa el genio de cada mujer, toda mujer. 

Al igual que el ‘cuento dentro del cuento’ de la obra literaria, en la obra de María Pagés hay infinidad de cuentos (no necesariamente los mismos de Scherezade) de mujeres. O muchas mujeres dentro de una sola mujer. 

El espectáculo comienza con una única mujer, símbolo de Scherezade, que baila con un canto árabe un lamento punzante. Y ya desde el inicio el baile de Pagés sugiere las figuras geométricas, con duros ángulos, que constituyen el concepto visual y filosófico de toda la obra. 

Siempre yo soy yo y vosotras

Una línea de una de las escenas de la obra dice esto: “Siempre yo soy yo y vosotras”. La mujer (la simbólica Scherezade) que es toda mujer, en simbiosis con otras doce mujeres, recorre el relato y comparte toda clase de sentimientos y realidades a los que se enfrenta la mujer de todos los tiempos: amores, fuerzas, contradicciones, maternidad, opresión, dolor y amargura, esperanza, triunfo y celebración. Los títulos y las letras de las historias y cuadros que van creando con coreografías de una gran belleza, son muy sugerentes: En tierra de nadie, Venus nace de nuevo, Soy fuego y luna, Mi corazón es un huerto de azahar y buganvilla, Soy una noche y mil alboradas…No tengo patria ni memoria que albergue tanto duelo…Amanece, amanece, no hay más vida que la vida…

La De Sherezade de María Pagés no pretende reproducir las historias contenidas dentro de la historia, sino el concepto de relatos expresivos de la realidad de la mujer. Sitúa esas doce escenas dentro del marco de una única noche –que, en realidad, serían mil y una noches– y lo hace jugando además con las luces y sombras y con colores oscuros, recordando el desierto. Transcurren las escenas, hasta casi las últimas, en la noche, y lo hacen además con el dramatismo del sufrimiento, del “amargo café de la esperanza” –como se dice en una de las escenas– hasta que en los últimos cuadros llega la aurora y se celebra el triunfo de la vida y el triunfo de la mujer sobre todo desafío, sufrimiento, confrontación u opresión.  Las escenas, con once mujeres que, por un lado, expresan su propia individualidad y por el otro son una sola mujer, van narrando los desafíos, sufrimientos, dolores, sueños, y triunfos de la mujer a lo largo de los tiempos. Las coreografías, guardando el estilo flamenco, a la vez recuerdan otros estilos, clásicos y modernos. Las imágenes que van recreando, de una belleza intensa y dolorosa, expresan el arte de cada una de las bailarinas, pero en muchos momentos crean imágenes que parecen figuras geométricas de muchos lados, es decir, la realidad poliédrica. Una realidad que no se expresa solo en el canto, la letra y el baile. Hay muchos momentos en que el impacto no es solamente el baile, sino el cuadro visual de color y sombras que se forma, en el que hay casi ilusiones visuales de arquitectura, escultura, pintura y geometría. 

De Sheherazade explora el reportorio musical popular y clásico, haciendo una especial indagación en la música marroquí. Trabaja con las partituras, reinterpreta y adapta fragmentos clásicos en clave flamenca. En algún momento llegamos a escuchar melodías tomadas de Scherezade de Rimsky Korsakov. Pero fundamentalmente, crea músicas originales que compone Rubén Levaniegos, junto a Sergio Ménem y David Moñiz, dirigidos por María Pagés, a partir del relato dramatúrgico y las letras creadas para la obra. La música, por consiguiente, recorre el diálogo libre y hospitalario entre la música clásica, popular y flamenca, interpretada por un cuarteto de cuerda y percusión, acompañados por una voz árabe y dos voces flamencas.

Era una excusa

Es posible que muchos de los espectadores no conocieran o recordaran bien la historia de Scherezade. No importa mucho: en realidad, lo que importa es la nueva realización, el relato antiguo y siempre actual de las muchas realidades de muchas mujeres; o quizá incluso de la humanidad universal: dolores, violencia, esperanzas, angustias, celebración, espíritu, fe, creatividad, triunfo. 

DE SEHERAZADE

Bailaora María Pagés. 

Bailaoras Júlia Gimeno, Marta Gálvez, Almudena Roca, Ariana López, Meritxell Rodríguez, Nerea Pinilla, Sofía Suárez, Yardén Amir, Marina González, Raquel Guillén. 

Cante Ana Ramón Muñoz, Cristina Pedrosa. 

Guitarra Rubén Levaniegos e Isaac Muñoz.

Violín David Moñiz.

Cello Sergio Menem. 

Percusión José María Uriarte. 

Dirección María Pagés & El Arbi El Harti.

Coreografía, diseño de vestuario, dirección musical María Pagés Dramaturgia, textos y letras El Arbi El Harti Composición musical María Pagés, Rubén Levaniegos, Sergio Menem, David Moñiz Diseño de iluminación Olga García AAI Escenografía María Pagés y El Arbi El Harti Realización de escenografía María Calderón y Sandra Calderón Teñido y realización de vestuario María Calderón y Sandra Calderón Coordinación técnica e iluminación Andrés Dwyer Sonido Sergio Delgado Regiduría Andrés Martín, Alex Pintado Producción Almudena Cañete Comunicación Hasna El Harti.

Comments

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Solicitamos su permiso para obtener datos estadísticos de su navegación en esta web, en cumplimiento del Real Decreto-ley 13/2012. Si continúa navegando consideramos que acepta el uso de cookies. Más Información

The cookie settings on this website are set to "allow cookies" to give you the best browsing experience possible. If you continue to use this website without changing your cookie settings or you click "Accept" below then you are consenting to this.

Close