ACTUALIDAD

PENSAR Y EDUCAR SIN FRONTERAS: JOSÉ CASTILLEJO LA COOPERACIÓN INTELECTUAL Y EL ESPÍRITU INTERNACIONAL

El pasado habita en nuestro presente a modo de un eterno retorno en cuyas aguas a menudo bebemos con el fin de calmar las inquietudes que agitan nuestro tiempo. Mi generación ha sido testigo de acontecimientos cuyas huellas han dejado un profundo poso en la construcción de relatos sedientos por hacer inteligible su incidencia sobre los procesos históricos de fondo. Aquello que en la tradición historiográfica annaliste se catalogaba como las estructuras o la longue durée.

El final de la Guerra Fría y las expectativas suscitadas para crear un nuevo orden internacional tras 1989 animó no pocas miradas, y no sólo entre los historiadores, a revisitar la recomposición del sistema internacional tras las dos guerras mundiales que polarizaron el curso del siglo pasado. La Gran Recesión de 2008 estimuló retornos que desbordarían los perímetros del pensamiento económico hacia la crisis de 1929 y el colapso del capitalismo liberal indagando en sus analogías y paralelismos y animando a desempolvar las recetas keynesianas. O los tambores de guerra que vuelven a tronar en Europa desde Ucrania en un horizonte discursivo sobre el que confluyen familiares e inquietantes sintonías como los etno-nacionalismo, los populismos o los choques civilizatorios que inspiran el vaticinio sobre la guerra mundial por venir. La tercera guerra mundial como se alerta en algunos estudios académicos2, como ya sucediera en la literatura de la década de 1930, hipnotiza nuestros miedos y nuestra atención al amparo de las noticias desde el frente.

Sin duda son Malos tiempos para la lírica, tomando como préstamo la poética sonora de Germán Coppini intérprete de Golpes Bajos en 1990, pero quizá por ello sea aún más pertinente traer al presente otros modos de pensar y de actuar a contracorriente de la inercia de la guerra. “Contra las rocas se estrellan mis enojos / Y así toda esperanza devuelven”. Esperanza por construir un imaginario de modernidad y proponer todos los medios desde el saber y la educación orientaron el pensamiento y la acción de José Castillejo, quien fuera secretario de la Junta para Ampliación de Estudios desde su fundación en 1907 hasta 1935.

La figura de José Castillejo Duarte (1877-1945) es capital en el reformismo educativo institucionista y regeneracionista de la España de la primera mitad del siglo XX. Una personalidad y una labor quizás menos reconocida por la historiografía por la propia voluntad del autor de actuar en un segundo plano pero que le permitiría, como bien aduce Carmela Gamero Merino, desplegar sus grandes dotes de organizador desde la Junta para Ampliación de Estudios3. Humanista y abogado de formación, los contactos con Giner de los Ríos, que se remontan a comienzos de siglo entre 1901 y 1902, fueron determinantes en su creciente implicación en el mundo de la Institución Libre de Enseñanza, la toma de conciencia de la importancia de ampliar sus horizontes a través del aprendizaje de lenguas extranjeras y de los viajes y, por supuesto, su compromiso con el conocimiento y la enseñanza como herramientas para la modernización del país. Un país al que en alguna ocasión Miguel Unamuno se había referido como una “analfabetocracia”4. Su interés intelectual y su vocación se concretarían en una investigación sobre La educación en Inglaterra con el que se doctoraría en Filosofía y Letras en 1915 y que se publicaría tras la Guerra del Catorce. Su admiración por el mundo cultural anglosajón se dejaría sentir de modo perdurable, especialmente desde su labor como secretario de la Junta para Ampliación de Estudios.

A partir de la Guerra del Catorce la Junta para Ampliación de Estudios intensificaría exponencialmente su internacionalización a través de su red de organismos, en particular la Residencia de Estudiantes creada en 1910 y cuya dirección recayó en Alberto Jiménez Fraud.

En la posguerra mundial en medio de un clima intelectual de rechazo a la guerra se institucionalizaría la cooperación intelectual en el marco de la Sociedad de Naciones. Los antecedentes de la cooperación intelectual internacional habría que remontarlos a finales del siglo XIX5. El 14 de enero de 1922 se constituía oficialmente la Comisión Internacional de Cooperación Internacional.

La Comisión, cuyos presidente y vicepresidente serían el filósofo francés Henri Bergson y el intelectual británico de origen australiano Gilbert Murray respectivamente, tendría –según apunta Fabián Herrera León– tres cometidos fundamentales: la mejora de las condiciones materiales de los trabajadores intelectuales; fomentar las relaciones internacionales y los contactos entre ellos; y reforzar a través de su labor el afianzamiento de la paz6. A esta iniciativa le seguiría, a instancias de la diplomacia francesa, la inauguración del Instituto Internacional de Cooperación Intelectual el 16 de enero de 1926 a cuyo frente en la dirección se situaba Julien Luchaire, uno de sus grandes impulsores, y como subdirector Alfred Zimmern, el eminente historiador y politólogo británico experto en relaciones internacionales.

En el seno de la cooperación intelectual aflorarían dos concepciones de la cooperación intelectual: de un lado, desde París se promovería una cooperación intelectual firmemente comprometida con los propósitos políticos de la paz y las conexiones con la Sociedad de Naciones; y de otro, la concepción anglosajona –Gran Bretaña, los Dominios, Estados Unidos y los Estados escandinavos–, a tenor de la cual la cooperación intelectual debería caracterizarse por su universalismo, su apoliticismo, su carácter puramente técnico y su descentralización en relación a la organización de Ginebra.

La creciente gravidez de la concepción anglosajona de la cooperación intelectual no sería ajena a la trascendental influencia ejercida por la diplomacia filantrópica estadounidense, a través de la Dotación Carnegie y de la Fundación Rockefeller, cuyas redes y cuya filosofía de promoción del conocimiento y de la ciencia desde sus supuestos pacifistas proyectarían el productivismo intelectual inherente al proceso de americanización. En términos geopolíticos pretendían neutralizar –tal como afirma Ludovic Tournés– el imperialismo cultural francés7.

El primer delegado español en la Comisión Internacional de Cooperación Intelectual fue el ingeniero, matemático e inventor Leonardo Torres-Quevedo. Un nombramiento de prestigio para un foro al que concurrían intelectuales de primera línea como Henri Bergson, Albert Einstein o Marie Curie. En el puesto le sucedería el lingüista, músico y diplomático Julio Casares hasta su dimisión en noviembre de 1931, meses después de la proclamación de la República. Le reemplazaría en las funciones de representación hasta 1936 el secretario de la Junta para Ampliación de Estudios, José Castillejo, quién ya había asumido previamente diversos cometidos en el ámbito de la cooperación intelectual.

En este nuevo ecosistema transnacional la Junta para Ampliación de Estudios y, en particular la figura de José Castillejo, se erigiría en el interlocutor privilegiado de España en los foros de cooperación intelectual8. Hasta 1927 la Junta para Ampliación de Estudios había desempeñado de facto “las funciones de Comisión nacional porque, por su Decreto constitutivo estaba encargada, antes de crearse la Sociedad de Naciones, del servicio de información extranjera y relaciones internacionales en materia de enseñanza”9. En España la constitución como tal de la Comisión Española de Cooperación Intelectual no cristalizó hasta mayo de 1928. Su sede se estableció en la madrileña calle Almagro 26, donde también estaba domiciliada la Junta para Ampliación de Estudios.

La Junta no solo era la plataforma más activa e innovadora de la cultura y la ciencia españolas sino la que había establecido una red trasnacional más sólida y dinámica. El propio José Castillejo, miembro de la sub-comisión de relaciones interuniversitarias de la Comisión Internacional de Cooperación Intelectual,  remitía una larga carta a la Comisión Internacional  el 21 de mayo de 1927 en la que explicitaba la filosofía y la  naturaleza de la Junta para Ampliación de Estudios. Su creación en 1907 era parte de un movimiento pedagógico de reforma en la educación y la producción científica que pretendía paliar los errores de base de la política pedagógica en España: “a)The making of reforms in the regulations instead of reforming the teaching body; b)the carrying into public instructions of the instability and passions of political life, and c)the maintenance of isolation from the scientific and pedagogical movements in other countries”. La Junta surgió con el fin de remediar tales defectos”10. Desde su nacimiento la Junta se erigió en un entramado universitario de nivel internacional, una verdadera universidad al modo anglosajón, independiente de la red de universidades del reino y con autonomía para gestionar sus fondos públicos.

En el Real Decreto de 11 de enero de 1907, promulgado por el Gobierno liberal del Marqués de Vega Armijo, se especificaba entre sus funciones la de actuar como “servicio de información extranjera y relaciones internacionales en materia educativa” y se le reconocía la facultad para crear centros de actividad investigadora y residencias de estudiantes, entre otras atribuciones11.  La cultura española, afirma José García-Velasco, volvía a integrarse en las redes internacionales, especialmente las europeas y americanas12.

En la actividad desempeñada por la Junta para Ampliación de Estudios en los foros de cooperación intelectual destacaría la Residencia de Estudiantes. La Residencia, cuyas dependencias se trasladarían desde la calle Fortuny a la calle del Pinar en 1915, se erigiría en uno de los centros más vitales y transnacionales de la actividad intelectual española. La Residencia se concibió emulando el modelo de los colleges británicos, en particular Oxford y Cambridge, como un complemento fundamental a la formación universitaria a través de visitas, conferencias, bibliotecas, publicaciones y otros recursos13.

La Junta para Ampliación de Estudios se situaba en el epicentro de la conexión de España con el ferviente movimiento educativo transnacional “que quiere construir un mundo más democrático e igualitario”14. En esta sensibilidad internacionalista se embarcarían además del propio José Castillejo, Lorenzo Luzuriaga muy implicado en la Liga Internacional de Educación Nueva, Domingo Barnés –quien colaboraría en el marco de la Sociedad de Naciones en la redacción del Programa Mínimo para una Educación Internacional– y, sobre todo, Rafael Altamira, quien desde 1921 era miembro del Tribunal Permanente de Justicia Internacional en La Haya y que previamente había sido director general de Enseñanza Primaria entre 1911 y 1913. En 1932 publicaría Problèmes modernes d’enseignement en vue de la conciliation entre les peuples et de la paix morale, desde cuyas páginas alentaba a la construcción de una ciudadanía y una mentalidad internacional basada en el rechazo a la guerra y la violencia.

Con el languidecimiento de la Comisión Española tras la caída de la Monarquía, funcionalmente la Junta para Ampliación de Estudios continuaría siendo el principal interlocutor español en el ámbito de la cooperación intelectual y tras la proclamación de la República el 14 de abril de 1931 su protagonismo no haría sino agigantarse. Parece del todo coherente deducir que el nuevo estilo y la nueva imagen internacional que el régimen republicano trató de divulgar y la plena homologación con los principios que alimentaron la creación de la Sociedad de Naciones repercutirían si no en un mayor compromiso con la cooperación intelectual si en una intensificación de las actividades e iniciativas emprendidas en el seno de la Organización para la Cooperación Intelectual.

Pocos meses después de la proclamación del nuevo régimen en España, José Castillejo emprendería una iniciativa que mostraba su permeabilidad hacia los modos de producir ciencia y conocimiento en el mundo anglosajón. El Decreto de 13 de julio de 1931 sancionaba la creación de la Fundación Nacional de Investigación Científica y Ensayo de Reformas, de la que el propio José Castillejo sería secretario, simultaneando el cargo con el de la secretaría de la Junta para Ampliación de Estudios. La nueva fundación precisaba entre sus propósitos el de potenciar la investigación científica pure et appliquée. Asimismo, pretendía fortalecer las relaciones científicas con el extranjero, el intercambio de profesores y estudiantes, la colaboración internacional de laboratorios y la participación de España en los Congresos Científicos. Y, a su vez, poner en marcha reformas que favorecerían la implantación de nuevos sistemas destinados a mejorar la riqueza, la cultura y la administración del país15.

La concepción del trabajo científico y la cooperación intelectual transnacional en José Castillejo, a diferencia de la sensibilidad más francófona y centralizadora de su antecesor en la Comisión Internacional de Cooperación Intelectual -Julio Casares-, era muy próxima a las tesis y posiciones anglosajonas en el seno de la Organización para la Cooperación intelectual, abogando por la descentralización y una mayor autonomía.

En una propuesta realizada por José Castillejo ante la Comisión Internacional de Cooperación Internacional en Ginebra el 16 de julio de 1932 exponía su filosofía en torno al conocimiento científico, la cooperación intelectual y la paz. La cooperación intelectual había de servir a la ciencia y a la paz a través de la organización científica y la interdependencia de los pueblos. El intercambio de ideas, profesores y estudiantes permitía un mejor conocimiento de los pueblos entre sí. El objetivo era, por tanto, prevenir la guerra mediante el fomento de la solidaridad aprovechando el componente reformador de la educación. Desde su concepción internacionalista liberal la ciencia y el progreso no sabían de fronteras, pero los Estados se afanaban en patrimonializar la ciencia. Los Estados –en aquel contexto mediatizado por la crisis económica y la pulsión nacionalista– procuraban proteger sus intereses frente a la concurrencia internacional y articulaban sistemas educativos ad hoc con las necesidades de cada pueblo.

El nacionalismo y el sacro santo principio de la soberanía eran incompatibles, a su juicio, con la vie normale de l’humanité. Frente a la nacionalización de la ciencia la solución debía ser una organización mundial de la investigación científica, es decir, federar la investigación. En este sentido sus planteamientos estarían en sintonía con la noción de gobernanza de los expertos. En su proposición sugería el establecimiento de instituciones de investigación científica gobernadas de forma autónoma en interacción con los países participantes. Contemplaba, asimismo, proyectar su noción federal al ámbito de la enseñanza superior, fundamentalmente a las universidades y a los centros de investigación. Una empresa que requería combinar la démocratie et la technique. Era el momento de que las universidades como órganos superiores de la producción científica participasen del carácter universal que la ciencia tenía y en esa tarea el papel de la Comisión Internacional de la Cooperación Intelectual podría ser fundamental16.

La creación de la Fundación Nacional de Investigación Científica y Ensayo de Reformas parecía toda una declaración de principios en el sentido de profundizar en el camino de reformas y modernización promovido desde la Junta para Ampliación de Estudios. La Fundación sería el cenáculo desde el que se crearía más adelante el Instituto de Estudios Internacionales y Económicos. La Fundación capitalizaría buena parte de los esfuerzos de José Castillejo quien cesaría en sus funciones como secretario de la Junta para Ampliación de Estudios en 1935. La Guerra Civil anegaría aquellos esfuerzos reformadores y el propio José Castillejo acabaría marchando a Londres en 1936 al ver en serio peligro su vida con la ayuda, entre otros, del presidente de la Comisión Internacional de Cooperación Intelectual, Gilbert Murray.

BIBLIOGRAFÍA

1. (En referencia al titular) El presente texto se incardina en el proyecto de investigación en curso titulado “España, los estudios internacionales y la cooperación intelectual en el sistema internacional de Versalles” realizado en el seno del Grupo de Investigación “Conflictos y relaciones internacionales en el mundo actual. Análisis histórico”, aprobado por la Comisión de Investigación de la Universidad Autónoma de Madrid el 11 de diciembre de 2018 y bajo la dirección del Dr. Álvaro Soto Carmona (Universidad Autónoma de Madrid).

2. A modo de ejemplo la reciente publicación del historiador ruso Yuri Felshtinsky Ucrania. La primera batalla perdida de la Tercera Guerra Mundial (Deusto) presentado en Madrid el 8 de noviembre de 2022.

3. C. Gamero Merino “Castillejo a través de su correspondencia como secretario de la Junta Para Ampliación de Estudios”, Historia de la Educación. Revista Interuniversitaria, vol. 5 (1986), p. 382.  Es autora de una de las biografías fundamentales sobre la figura de José Castillejo: Un modelo europeo de renovación pedagógica: José Castillejo, Ciudad Real, Instituto de Estudios Manchegos, 1988. La otra gran aportación historiográfica a su biografía fue la de Luis Palacios Bañuelos a través de diversas publicaciones, entre ellas: José Castillejo. Última etapa de la Institución Libre de Enseñanza, Madrid,  Narcea Ediciones, 1979; y La España soñada. José Castillejo, un regenerador desde la Institución Libre de Enseñanza, Ciudad Real, Diputación Provincial de Ciudad Real, 2019. Puede consultarse, asimismo, la biografía realizada por Margarita Sáenz de la Calzada, presidente del Patronato de la Fundación Olivar de Castillejo (http://www.fundacionolivardecastillejo.org/castillejo.html, consultado el 10 de noviembre de 2022).

4. C. Gamero Merino Art. Cit. P. 377.

5.Véase J.-J. Renoliet, L’unesco oublié. La Société des Nations et la coopération intellectuelle (1914-1946), Paris, Publications de la Sorbonne, 1999, pp. 11-13.

6. F. Herrera León, “México y el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual 1926-1939”, Tzintzum, n. 49, enero-junio 2009. (http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-28722009000100007, consultado el 10 de noviembre de 2022)

7. L. Tournés, Les États Unis et la Société des Nations (1914-1946). Le système internationale face á l’emergence d’une superpuissance, Berna, Peter Lang, 2016, p. 197.

8. Para una aproximación más detallada al tema remitimos a la lectura de J.L. Neila  “La Junta Para Ampliación de Estudios como interlocutor privilegiado en la presencia española en la cooperación intelectual tras la Gran Guerra”, en A.M. MORAL RONCAL-I. URIA (coords.) La historia contemporánea en perspectiva múltiple. Homenaje a Javier Paredes Alonso, Madrid, Universidad de Alcalá de Henares, 2022, pp. 257-274.

9. Unesco AG 1-IICI-A-III-36. Carta de José Castillejo a Juan Esterlich, Madrid, 9 de mayo de 1927.

10. Unesco AG 1-IICI-C-II-8. Carta –informe- titulada “Character and functions of the Board of Extension of Studies of the Ministry of Public Instruction in Madrid” enviada a la Comisión Internacional de Cooperación Intelectual, 21 de mayo de 1927.

11.R.e. Fernández Terán-F.a. González Redondo, “La Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas en el centenario de su creación”, Revista Complutense de Educación, vol. 18, n. 1, 2007, pp. 14-16.

12.J. García-Velasco, “El reencuentro con la modernidad. Estrategias y redes culturales de la cultura española (1914-1939)”, en J. GARCÍA-VELASCO (ed.) Redes internacionales de la cultura española 1914-1939, Madrid: Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2014, p. 29.

13. Á. Ribagorda, “El comité hispano-inglés y la Sociedad de Cursos y Conferencias de la Residencia de Estudiantes (1923-1936)”, Cuadernos de Historia Contemporánea, v. 30,  2008, p. 274.

14. E. Otero Urtaza, “El institucionismo en las redes internacionales de educación”, J. García-Velasco (ed.) Redes internacionales de la cultura española 1914-1939, Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2014, p. 232.

15.Unesco AG 1-IICI-A-III-27. Carta de José Castillejo al secretario del Instituto de Cooperación Intelectual, Dr. Pich. Madrid, 16 de diciembre de 1932.

16.Centro de Documentación de la Residencia de Estudiantes –Junta de Ampliación de Estudios- (JAE). JAE/164324. Société des Nations. Commission de Coopération Intelectuelle. Proposition de M. Castillejo. Organization de la Coopération Intellectuelle. Ginebra, 12 de julio de 1932  (consultado en el http://archivojae.edaddeplata.org/jae, 10 de noviembre de 2022).

Comments

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Solicitamos su permiso para obtener datos estadísticos de su navegación en esta web, en cumplimiento del Real Decreto-ley 13/2012. Si continúa navegando consideramos que acepta el uso de cookies. Más Información

The cookie settings on this website are set to "allow cookies" to give you the best browsing experience possible. If you continue to use this website without changing your cookie settings or you click "Accept" below then you are consenting to this.

Close