En julio del año 2022 se cumplieron 500 años de la muerte de Antonio Martínez de Cala, natural de Lebrija (Sevilla). Sin duda este dato habrá dejado indiferente a más de un lector ignorante de que bajo ese nombre se esconde uno de los grandes sabios de finales del siglo XV y primeros años del siglo XVI español: Elio Antonio de Nebrija. Descubierto el personaje toca ponerle cara, recordando los grabados de la época que nos han llegado; siempre aparece de perfil donde destaca su nariz aguileña, con un bonete cubriendo su cabeza y la pluma y el libro como característica de su vida. Ya de frente, y sin duda idealizado, lo encontramos acompañado de las esculturas de Luis Vives, Lope de Vega, Miguel de Cervantes, Alfonso X el Sabio y San Isidoro en la fachada de la Biblioteca Nacional de Madrid donde se guardan muchas de sus obras y donde se expusieron algunas de las más relevantes para conmemorar su quingentésimo aniversario.
Los orígenes latinos de un nombre
Nebrija nos ha dejado en sus obras muchos datos sobre su vida, empezando por su nombre. Cuando en 1495 dedica a la reina Isabel la Católica su Introductiones Latinae aprovecha para dar razón de su nombre: Aelius sit praenomen; Antonius nomen, Nebrissensis cognomen, Grammaticus vero agnom-en ex professione sumptum; es decir de prenombre Elio, de nombre Antonio, de apodo Nebrija y de profesión gramático.
Aelius, Elio, era un nombre común entre los antiguos romanos residentes en la Bética y es más que probable que en su juventud hubiera visto en su Lebrija natal inscripciones latinas con ese nombre. Él mismo justifica la adopción de este nombre: “Me pareció licito adoptar este prenombre como si lo hubiera heredado de mis mayores, sobre todo porque en toda la Bética, la familia de los Aelii fue una de las más ilustres, a la que pertenecieron Elio Adriano y Elio Trajano de los que me puedo considerar casi paisano”.
Nebrija, nombre por el que ha pasado a la posteridad proviene de su lugar de nacimiento, Lebrija, municipio cercano a Sevilla, citado por Estrabón y Plinio, llamado Nebrissa, que recordaba a Baco ya que la palabra latina nebris se refiere a las pieles con las que se cubrían las ménades que acompañaban al dios del vino. La Lebrija de hoy recuerda el lugar del nacimiento de este hijo ilustre, “padre de la Gramática castellana y e insigne humanista”, con una lápida en la calle de Los Mesones, en la casa donde muy probablemente nació; la lápida añade las palabras de su libro Salutatio ad patriam suam: “Aquí respiré el primer aliento vital y abrí los ojos a la luz”.
El descubrimiento del latín clásico
Sus padres, Juan, oriundo de Lebrija, y Catalina, procedente de Salamanca, eran en expresión de Nebrija, “de mediana condición” dando a entender que no eran plebeyos sino más bien unos campesinos ricos y muy probablemente cristianos viejos. En su juventud estudió gramática latina y dialéctica, según la costumbre de la época, con algún maestro de cierta sabiduría ya que con sus enseñanzas pudo acceder a los estudios universitarios en Salamanca con maestros “cada uno en su arte muy señalado”.
Con diecinueve años obtiene una beca por ocho años para estudiar en el prestigioso Colegio Español de Bolonia; al ser segundón es posible que su salida profesional fuera la Iglesia por lo que en Bolonia estudió Teología. Pero la vocación por las letras que tenía desde años antes se despertó aún más en Italia; allí asistió a clases de Retórica y Gramática, conoció las Elegantiae linguae latinae de Lorenzo Valla y otras obras de autores italianos preocupados por la ortografía y por la gramática; durante su estancia en esa ciudad (1465-1470) asimiló las propuestas de los humanistas italianos que renegaban del latín medieval e insistían en el empleo del latín clásico.
No llegó a agotar los años de la beca porque a los cinco de estar en Bolonia, volvió a España como preceptor del sobrino de don Alonso de Fonseca, arzobispo de Sevilla y consejero de Enrique IV, al que debería preparar para entrar en la universidad salmantina. Bien le debió preparar porque el pupilo Juan Rodríguez de Fonseca llegó a ser obispo de Badajoz, Córdoba, Palencia y Burgos, presidente de la Junta de Indias y organizador de la Hacienda real; también veló por los intereses de la Corona frente a Colón y aparece como destinatario de varias obras de Nebrija.
Pionero en muchos campos
La muerte de Fonseca llevó a Nebrija a cambiar de ocupación; consiguió en la Universidad de Salamanca la cátedra de Oratoria y Poesía, con clases similares a las actuales de Lengua y Literatura, estudios poco prestigiosos pero que iban de acuerdo con su idea de empezar a cambiar la enseñanza desde abajo. En realidad este tipo de saberes aún no estaban prestigiados en España, aunque sí lo eran en Italia como saberes centrales. Los catedráticos de las disciplinas importantes, Derecho y Medicina, no veían bien que se diera relevancia a este otro tipo de ciencias que lo que querían era poner en valor las herramientas lingüísticas y mentales que evitaban la antigua manera de estudiar, la del magister dixit, donde el alumno tenía poco que aportar. Pensaba que recuperando la lengua latina florecería la cultura y con ella el esplendor de la sociedad.
En 1476 a las cátedras de Oratoria y Poesía sumó la de Gramática convirtiéndose en un grammaticus, un profesor de lengua latina. Además enterró definitivamente, si aún quedaba algún rastro, su carrera eclesiástica al casarse con la salmantina Isabel de Solís con la que llegó a tener nueve hijos a los que había que sacar adelante con trabajo que no era precisamente lo que le faltaba a Nebrija.
A la firme convención de que sin el dominio de la lengua latina por medio de la Gramática no se podía avanzar en disciplinas tan prestigiadas como Teología, Derecho o Medicina, se unió la implantación de una imprenta en Salamanca que con menos dinero que el coste de los manuscritos ponía en manos de los alumnos los textos necesarios para sus estudios.
Nebrija supo aprovechar esta coyuntura y dio a la imprenta en 1481 sus Introductiones Latinae verdadero best seller que en pocas semanas agotó sus mil primeros ejemplares que se difundieron por Europa y que llegó a alcanzar las cuarenta reediciones en vida de su autor. El Antonio ha sido libro de texto oficial hasta el siglo XIX. Pionero en la utilización de la imprenta y pionero también en la gestión de sus derechos de autor.
Otro rasgo de avanzada se nos presenta en las Introducciones latinas contrapuesto el romance al latín por mandado de su Alteza la reina Isabel para facilitar el aprendizaje del latín a quienes como las monjas no tenían acceso a los profesores.
Primera gramática en lengua vernácula
Aunque profesor de latín, Nebrija estudió y editó una Gramática sobre la lengua castellana, primera gramática del mundo en lengua vernácula. El texto apareció en 1492 pero seis años antes, en1486, tuvo la oportunidad de presentarle el esquema a la Reina Isabel, promotora de la cultura y conocedora del latín. Ella, como muchos otros, no veía la necesidad de enseñar las reglas de una lengua que se aprendía naturalmente, pero el autor lo justificaba diciendo: “Por esta mi Arte de la Lengua Castellana podrían venir en conocimiento de ella, y cierto es así que no solo ante los enemigos de nuestra fe que tienen ya necesidad de saber el lenguaje castellano más los vizcaínos, navarros, franceses, italianos y todos los que tienen algún trato y conversación con España y necesidad de nuestra lengua, si no vienen desde niño a la deprender por uso podrán por la más aína saber por esta mi obra”.
En estos años tienen lugar acontecimientos políticos y sociales muy importantes: la toma de Granada, las conversiones de judíos y moros, los viajes de Colón, nuevos súbditos… Escribió la Gramática sobre la lengua castellana sin el agobio de las clases ya que dejó la cátedra acogiéndose al mecenazgo de Juan de Zúñiga, maestre de la orden de Alcántara. Constaba la obra de cuatro libros para los que quisieran perfeccionar su propia lengua más un apéndice de gramática elemental destinada a los hablantes de lengua extranjera. En su Gramática estudia la letra, la sílaba, la palabra y la oración, ortografía, prosodia y métrica, etimología y sintaxis. Su objetivo: “Acordé ante todas las otras cosas reducir en artificio este nuestro lenguaje castellano para que lo que agora i de aquí adelante en él se escribiere pueda quedar en un tenor i estenderse en toda la duración de los tiempos que están por venir”. Sin embargo, no tuvo la Gramática el éxito editorial de las Introductiones pues hasta mediados del siglo XVI estuvo prácticamente olvidada.
Esta época de su vida, verdadero paraíso para un estudioso, terminó con la muerte inesperada y temprana de don Juan de Zúñiga; son numerosos los libros, reediciones, ampliaciones y revisiones de obras ya publicadas, incursiones en otras especialidades como el derecho, la medicina, la teología o la cosmografía, versiones de autores latinos, etc. que se publicaron en estos momentos de estancia en Extremadura.
Biblia Políglota
La Biblia que se venía utilizando era la llamada Vulgata atribuida a san Jerónimo que en el siglo IV había traducido al latín el texto hebreo. A través de los siglos y después de pasar por innumerables copistas, no era raro que el texto hubiera sufrido alteraciones.
Cisneros intentaba “limpiar” el texto que se utilizaba de la Biblia. Nebrija, que conocía muy bien el latín y el hebreo, pudo estudiar las palabras o los pasajes en que la traducción de san Jerónimo distaba del original hebreo; hoy estas diferencias no pasarían de ser notas a pie de página pero en aquellos tiempos esto requería un equilibrio difícil y, aunque contaba con la mente abierta de Cisneros, no consiguió librarse del Inquisidor general Diego de Deza muy inclinado a encontrar herejes y herejías. El proceso no llegó a sustanciarse pero Nebrija aprovechó para escribir una Apología en favor de la libertad de expresión y de cátedra.
Dicen que Nebrija era un autor escrupuloso que corregía las pruebas de sus libros y que no dudaba en estar en el taller a pie de máquina para ver cómo resultaba la impresión de sus obras. La exposición que conmemoró en la Biblioteca Nacional los quinientos años de la muerte de Elio Antonio de Nebrija fue prolija en presentar muchos de los libros que escribió nuestro autor, todos perfectamente editados. Pero modelo sobresaliente de la calidad de las obras impresas en esos años es la Biblia Políglota. Es posible que no pueda ser mejorada su maquetación por ningún programa de tratamiento de texto actual. En sus páginas se acomodan los textos en latín, griego, hebreo y arameo con una belleza que, aún sin conocer las lenguas, maravillan por su nitidez, sobriedad, orden…, que convierte en un conjunto armónico lo que podría haber resultado un caos de signos.
Merece la pena recordar el nombre de su impresor: Arnaldo Guillén de Brocar, francés que, como otros muchos pioneros de la imprenta, recorría con su prensa los lugares, generalmente Universidades, donde suponía que había autores deseosos de difundir su sabiduría por este nuevo medio.
La Biblia consta de seis volúmenes de los que los cuatro primeros contienen el Nuevo Testamento. Cada página está dividida en tres columnas con los textos hebreo, latín y griego. En los volúmenes que recoge el Antiguo Testamento se añade el arameo con su traducción al latín. Semejante trabajo, como es lógico, estaba en manos de un gran equipo de estudiosos bajo el mando del cardenal Cisneros que en 1499 había fundado la primera universidad humanista y universal en Alcalá de Henares, la antigua Complutum; de ahí que la Biblia se apellide Políglota y Complutense.
Por manejos injustos de los compañeros, Nebrija perdió su cátedra de Gramática en Salamanca; recurrió a Cisneros que le recibió encantado confiándole la de Retórica y dándole permiso para que “leyese lo que quisiese y si no quisiese que no leyese”. Tenía cerca de sesenta años y un gran prestigio.
Como a otros estudiosos, Cisneros lo invitó a trabajar en la Biblia pero hombre seguro de su saber, no debía ser fácil de cambiar sus ideas cuando consideraba que eran las mejores, por lo que tuvo sus desavenencias con el cardenal a la hora de confeccionar los índices y glosarios de la Biblia.
A pesar de ello la estancia de Nebrija en Alcalá se prolongó por casi diez años en los que se implicó en la vida académica de la nueva Universidad incluso redactando estatutos de colegios menores y publicando libros para la enseñanza sin olvidar las revisiones de los textos ya publicados, traducciones, comentarios de los clásicos latinos, diccionarios, léxicos, reglas de ortografía… y la redacción de nuevos, algunos tan curiosos como un opúsculo sobre la duración de los días y las horas en las diferentes ciudades.
Nebrija, el orgullo de ser gramático
El 2 de julio de 1522 muere Elio Antonio de Nebrija en Alcalá de Henares a los 78 años. Es difícil calificarle con un solo adjetivo pues los llena todos: filólogo, historiador, pedagogo, traductor, exégeta, profesor, impresor, editor, cronista real, escritor…
Teresa Jiménez Calvente catedrática de Filología Latina de la Universidad de Alcalá y comisaria de la exposición, dice de él que “se decantó por la senda no muy transitada del estudio y la erudición, no la de las riquezas o los honores. Su pretensión fue lograr la fama que otorgan las letras y trabajar en favor de quienes le rodeaban”. (Tomemos nota).
Según la costumbre fue enterrado en la capilla del colegio de San Ildefonso donde también está el cardenal Cisneros bajo un hermoso sepulcro obra de Domenico Fancelli.
La exposición Antonio de Nebrija subtitulada El orgullo de ser gramático organizada por la Fundación Antonio de Nebrija, Acción Cultural Española y la Biblioteca Nacional de España y comisariada por Teresa Jiménez Calvente, ofreció un recorrido por la vida de Nebrija acompañado por gran cantidad de libros, unos de autores contemporáneos o que influyeron en su vida y otros, la mayoría, los que él escribió y publicó. Los libros acompañados de explicaciones ayudaron a adentrarnos en la vida de este sabio que consideraba que “las artes se perfeccionan si cada día añadimos algo hallado por nosotros o por otros”.
También se pudieron contemplar cuadros procedentes de la Fundación Lázaro Galdiano, la Real Academia Española, las Universidades Complutense de Madrid y Salamanca, la Biblioteca Capitular de Toledo, el Archivo Histórico Nacional o el Museo del Prado. Además la exposición invitó al visitante a una experiencia virtual inmersiva sobre dos episodios de la vida de Nebrija.
Comments