Un retazo de historia
En un período gris y algo desesperanzado –el tiempo de pandemia por Covid 19 en lo que se llamó segunda ola, entre enero y febrero de 2021– en que se agravó la situación, después de un año de confinamientos y pequeños respiros, y aún no se disponía de vacunas, investigamos acerca de un fenómeno tan simple –y a la vez tan complejo– como la felicidad.
Si la primera ola, en 2020, con el severo confinamiento durante más de tres meses, parecía, en el verano de ese año, dejar algo de respiro, volvió un otoño y un invierno, de nuevo, especialmente duros y de nuevo con fuertes restricciones. En este tiempo oscuro y en el marco de lo que se denominó fatiga pandémica consideramos que investigar en linea sobre un tema luminoso como es la felicidad, a partir de la experiencia personal, podría dar algo de esperanza (en el recuerdo) a los participantes, sujetos de edades diferentes (de 18 a 80 años), españoles y de algunos países de Hispanoamérica.
Investigar sobre la felicidad ¿desde dónde?
La felicidad ha sido muy estudiada conceptualmente –existen numerosas y variadas definiciones sobre qué es la felicidad–. Nosotros pretendimos acercarnos al tema indagando sobre las experiencias subjetivas acerca de la felicidad vividas por los sujetos entrevistados, a partir del recuerdo autobiográfico. Este instrumento –la memoria– ha sido utilizado en nuestra investigación sobre otros temas, desde hace años, para situarnos en una perspectiva del ciclo vital.
¿Pueden los propios sujetos, más allá de las concepciones teóricas, darnos a conocer un recuerdo feliz en sus vidas? ¿Por qué los recuerdos felices se hallan situados –si es así– en épocas anteriores a la actual y con qué acontecimientos, lugares, relaciones, sensaciones, se hallan conectados? Tenemos la intuición como psicólogos, pero también como individuos en desarrollo, que es la infancia el lugar de la felicidad para todos nosotros. La nostalgia parece ir unida a las experiencias de felicidad, mostrándonos el dicho popular de que todo tiempo pasado fue mejor. Sólo el relato de sujetos de diferentes edades podían verificar –o no– esta intuición.
Por otra parte, nos interesaba visualizar con qué aparecen conectadas las experiencias de felicidad, los recuerdos felices –vistos desde el presente, personas, lugares, sensaciones, etc. Si somos capaces de encontrar respuestas a estas cuestiones –aún en tiempos sombríos y en cierto modo desesperanzados– podemos señalar el camino que puede ayudar a vislumbrar luces en caminos sombríos como focos de esperanza. La reflexión –en tiempos de pandemia– nos pareció un contexto único, por lo excepcional, para saber que incluso en tiempos difíciles, es posible recordar (entendido como traer de nuevo al corazón) aquellos hechos que nos hicieron felices algún día y que, al recordarlos, nos traen de nuevo luz y esperanza.
Pongamos dos ejemplos bien conocidos: uno, proviene de la filmografía popular, el otro, nos conduce a la prevención del suicidio en tiempos de oscuridad personal y pérdida del sentido de la vida. Una de las películas más famosas en el universo occidental, visualizada repetidamente en el ámbito familiar al llegar la Navidad, es !Qué bello es vivir¡ (Its a wonderful life) de Frank Capra (1946).De todos es conocido el argumento pero en síntesis –en lo que para esta ocasión nos concierne–, se trata de hacer recordar al protagonista (visualizar, traer al corazón) aquellos hechos de su vida en la que su presencia ha convertido la vida de los que le rodeaban, como hijo, como hermano, como marido, como padre, como trabajador y como ciudadano de un pequeño pueblo estadounidense, en un lugar más amable, más humano, más feliz… de lo que hubiera sido sin su presencia.
La presencia y acompañamiento de un “ángel sin alas“ y la contextualización en el tiempo de Navidad, son elementos que ayudan a situar la historia y que devuelven al protagonista el sentido de la vida. La película es una de las más visualizadas hace ya decenas de años por públicos muy diversos y generacionalmente muy distantes. No importa conocer el argumento (que todos conocemos, podríamos decir más bien que nos sabemos de memoria), simplemente experimentamos una emoción trayendo a la conciencia que el recuerdo, la visualización de los hechos ayuda a sentirse feliz y a revivir el sentido de la vida.
Por otra parte, y acercándonos a la realidad de hoy y a la preocupación por un aumento de suicidios -consumados o no- en todas las franjas de edad, aunque especialmente entre los mayores, en nuestra sociedad, nos lleva a pensar en la falta de sentido que conduce a los sujetos a autolesionarse y acabar, por propia voluntad, con sus vidas. Los recuerdos felices podrían prevenir, de algún modo, a través de terapias basadas en la Psicología Positiva, la consumación del acto suicida que lleva al sujeto a perder el sentido de seguir luchando con las dificultades y oscuridades de un camino que no quiere seguir caminando.
La falta de sentido ha sido abordada por la Logoterapia, fundada por Victor Frankl (1905-1997) cuya corriente psicológica se apoya en una concepción antropológica que considera al ser humano como un ser bio-psico-social-espiritual, al que le motiva una férrea voluntad de encontrar sentido a su existencia. El sujeto debe encontrar el sentido, no le viene dado. El pasado puede ayudarnos a construir el futuro y los recuerdos pueden ayudar a una construcción con sentido. La emoción que sentimos reviviendo (y verbalizando) hechos felices de nuestro pasado puede ayudar al ser humano a encontrar el sentido desde su individualidad irrepetible. Por su parte, Martin Seligman(1942), fundador de la Psicología Positiva, une tres vías a la felicidad del ser humano: la vida feliz (o placentera), la vida comprometida y la vida con significado. Las emociones positivas (que serían evocadas por el recuerdo feliz) son las que nos producen una sensación agradable o un sentimiento positivo. Este autor considera que la felicidad puede aprenderse y ponerse en práctica (construirse).
¿Qué podemos descubrir a partir del recuerdo autobiográfico sobre la experiencia de felicidad?
– Acerca del concepto de felicidad. Parecen existir 10 conceptos relacionados con la felicidad:
1. Superación de situación negativa anterior.
2. Alegría, euforia, risa, diversión, felicidad pura, instantánea, pasarlo genial.
3. Logro, autonomía (propia y de otros), compensación de esfuerzo, orgullo de uno mismo (y de los demás), final de trayecto, deseo (sueño)cumplido.
4. Reconocimiento (objetivo y subjetivo), orgullo.
5. Experiencia psicológica: ver claro, epifanía, emoción (llanto profundo de emoción), sentirse completado, intimidad absoluta, rozar el cielo, paz, sentido y propósito, perdón, reencuentro consigo mismo, sensación inmensa, intensidad, sentirse afortunado, especial, darse cuenta, plenitud, sentirse pletórico, comodidad/tranquilidad, corazón abierto a la experiencia.
6. Experiencia en la naturaleza: belleza, contacto con elementos de la naturaleza, contemplar el amanecer y el atardecer.
7. Sensaciones corporales únicas (especiales): tocar la barriga embarazada, ver cara de felicidad, tacto agradable con un animal, tacto de un recién nacido.
8. Relación con otros: acogimiento de un nuevo miembro (humano/animal), disfrute de otros (padres), reencuentro, revalorización (del amor y de la comunidad).
9. Recuperación de lo infantil: llanto de felicidad infantil, petición infantil aceptada (superfeliz).
10. Transiciones evolutivas: casarse, encontrar trabajo, ser padre/madre por primera vez, ser abuelo/a.
De los diferentes conceptos, llama la atención la importancia que los sujetos otorgan a lo que definimos como experiencia psicológica, es decir, una especie de epifanía que posee un valor subjetivo, una emoción genuina, algo único e intransferible. Asimismo, destacamos la superación de una situación negativa anterior, de tal manera que el sufrimiento y la felicidad aparecen unidos como dos realidades necesarias mutuamente en el trascurrir de la vida.
Destacamos asimismo la importancia otorgada por los sujetos al paso por lo esperado –quizás anhelado– en las diferentes etapas de la vida (las llamadas transiciones evolutivas), relacionadas con logros individuales: finalizar una carrera, conseguir un reconocimiento académico; familiares: casarse, tener un hijo, ser abuelo; profesionales: conseguir un trabajo, promocionarse, especializarse, jubilarse, como si fueran señales de que avanzamos en el camino de la vida de forma normativa, y ello constituye una sensación de felicidad. De hecho son tan esperadas dichas transiciones que las personas en sus historias de vida (en las que llevamos trabajando mucho tiempo) relatan los “no acontecimientos “ (no haberse casado, no haber tenido hijos, no haber trabajado nunca…)como hitos importantes en sus vidas cuando estos no han acontecido de forma normativa-evolutiva- las llamamos nosotros.
– Acerca de los recuerdos felices por etapas. En los recuerdos infantiles aparecen las sensaciones de reconocimiento, experiencias con la naturaleza, sensaciones corporales y recuperación de lo infantil.
En la adolescencia, predominan diferentes definiciones de felicidad relacionadas con el reconocimiento escolar, deportivo…, experiencias únicas en la naturaleza en situaciones de grupo: acampadas, música, ceremonias comunitarias, etc.
Los recuerdos de juventud son los que ocupan la mayor cantidad de recuerdos.Aparece la dimensión de los otros, aumentan los recuerdos de las experiencias en la naturaleza y la superación de situaciones negativas, así como la importancia de la vivencia de las transiciones evolutivas. Estas dimensiones van aumentando a lo largo del período de juventud, así como las sensaciones corporales especiales relacionadas especialmente con la maternidad. Los logros de todo tipo en esta etapa son recordados como unidos a emociones de bienestar, de felicidad.
En la mediana edad es donde aparecen menos recuerdos felices, en todo caso, las experiencias en la naturaleza en relación con otros –coetáneos/amigos y generacionales e intergeneracionales– son las que ocupan, en mayor medida, los recuerdos felices.
En los recuerdos de la etapa del envejecimiento, son las transiciones evolutivas (especialmente la abuelidad y el haber llegado a la jubilación y ser reconocido por los compañeros con ritos o celebraciones) las que ocupan el espectro de sensaciones y experiencias felices. De nuevo aparecen ligadas las situaciones negativas superadas, más frecuentes en esta etapa del ciclo vital (especialmente las pérdidas de salud propias o ajenas o las pérdidas de seres queridos) a momentos de felicidad. La aceptación del curso de la vida parece ser un elemento imprescindible de reconocimiento de emociones positivas.
Cuando indagamos acerca de la edad que tenían los sujetos cuando aconteció el acontecimiento recordado, claramente los recuerdos se sitúan en la etapa de juventud (comprendida actualmente entre los 18 y los 40 años), siendo la niñez la que suscita desde la mirada de los adultos, la menor cantidad de recuerdos felices. Podríamos preguntarnos si es cierta esa intuición de la que hablábamos al principio de esta reflexión acerca de que la niñez es la etapa más feliz de nuestras vidas y respondernos, claramente que, al menos en el relato de lo acontecido, no es así. Si pensáramos en la nostalgia acerca de lo vivido, es la juventud la que ocupó más de la mitad de los recuerdos felices de los sujetos de todas las edades, estuvieran o no cerca de esta etapa de la vida.
– La pertinencia de investigar sobre la felicidad a través del recuerdo.
Un porcentaje importante de los sujetos que participaron en la investigación comentaron –motu propio– la pertinencia de la investigación en el tiempo histórico (de pandemia) por lo que suponía de volver la mirada hacia un recuerdo de felicidad. Consideraban que el recuerdo hacía posible rememorar una situación positiva y feliz y, con ello, se suscitaban emociones positivas, no sólo de bienestar –placer– (pleasant life) sino (en el sentido de Seligman), emociones de vinculación con otros y compromiso (engagement life) y emociones de significado de la vida (meaningfull life).
– A modo de ejemplos significativos. Querríamos finalizar esta reflexión ilustrando con un ejemplo real, cada una de las 10 dimensiones encontradas en los recuerdos felices.
⇐ Superación de situación negativa anterior: “Cuando después de un período de confusión personal, di el primer paso en la clarificación de mi proyecto de vida” (Mujer, 66 años).
⇐ Alegría, euforia, risa, diversión, felicidad pura, instantáneo, pasarlo genial: “Recuerdo que comencé a dar saltos y a gritar de alegría nada más colgar el teléfono” (Varón, 58 años).
⇐ Logro, autonomía (propia y de otros), compensación de esfuerzo, orgullo de uno mismo (y de los demás), final de trayecto, deseo (sueño)cumplido: “Cuando me enteré que estaba embarazada. Después de mucho esperar, mi sueño se ha hecho realidad” (Mujer, 37 años).
⇐ Reconocimiento (objetivo y subjetivo) orgullo: “Al terminar uno de mis cursos de formación con un grupo de auxiliares de enfermería, me dijeron que les había encantado y que les había servido de mucho” (Mujer, 40 años).
⇐ Experiencia psicológica: Ver claro, epifanía, emoción (llanto profundo de emoción), sentirse “completado”, intimidad absoluta, ”rozar el cielo”, paz, sentido y propósito, perdón, reencuentro consigo mismo, sensación inmensa, intensidad, sentirse afortunado, especial, darse cuenta, plenitud, sentirse pletórico, comodidad/tranquilidad, corazón abierto a la experiencia: “Recuerdo una semana en verano en una casa rural con amigos/…/Me invadió una corriente de pura vida, de libertad y de belleza /…/ y sentí que ya no hacía falta nada más y que todo estaba bien hecho” (Varón, 53 años).
⇐ Experiencia en la naturaleza: Belleza, contacto con elementos de la naturaleza, contemplar amanecer y atardecer: “/…/ por el Camino de Santiago. Un día vimos el amanecer en el pico de una montaña, y /…/ mientras teníamos las manos levantadas y prácticamente tocábamos las nubes con nuestros dedos” (Varón, 26 años).
⇐ Sensaciones corporales únicas (especiales): Tocar la barriga embarazada, ver “cara de felicidad”, tacto agradable con un animal, tacto de un recién nacido: “/…/ mi padre me abrazó. El abrazo duró unos instantes, pero sin duda, fueron los más felices hasta la fecha” (Varón, 25 años).
⇐ Relación con otros: acogimiento de un nuevo miembro (humano/animal), disfrute de otros (padres), reencuentro, revalorización (del amor y de la comunidad): “Con esas comidas y reuniones familiares tan numerosas y gratificantes me sentía muy feliz viendo a todos reunidos y felices” (Mujer, 64 años).
⇐ Recuperación de lo infantil: llanto de felicidad infantil, petición infantil aceptada (“superfeliz”): “/…/ estaba en unas colonias de verano/…/ Estaba disfrutando tanto que cuando vinieron a recogerme pedí quedarme una semana más. Mis padres accedieron. Me sentía superfeliz” (Mujer, 53 años).
⇐ Transiciones evolutivas: matrimonio, paternidad/maternidad, abuelidad: “El día que fui abuela por primera vez. Ver salir a mi primer nieto en brazos de su padre (mi hijo) es algo que nunca olvidaré” (Mujer, 61 años).
– A partir de las edades de recuerdo, qué tipos de recuerdos predominan. En los recuerdos infantiles destaca las relaciones con los abuelos y nacimiento de hermanos.
En los de adolescencia, la importancia del reconocimiento objetivo y subjetivo y las definiciones propias de felicidad.
En la primera juventud, aparecen como significativos los recuerdos asociados con las experiencias con la naturaleza, la superación de situaciones negativas, las relaciones con otros y las sensaciones corporales únicas.
En la segunda juventud, destaca la importancia de las transiciones evolutivas (laborales y matrimonio y paternidad/maternidad), seguidas de sensaciones corporales especiales (derivadas de la maternidad).
En la mediana edad, es la experiencia con la naturaleza y la relación con otros (hermanos, amigos y familiares).
En el envejecimiento, destaca la transición de la abuelidad, seguida de la superación de situaciones negativas.
– Recuerdos conectados con la realidad vivida en el presente histórico –la situación de pandemia–. Si bien no constituyen una categoría o dimensión -pues podrían enmarcarse en otras dimensiones- aparecen situaciones, en las que se resalta el valor positivo que ha podido aportar la situación de pandemia, relacionadas con el reencuentro, la valoración de lo personal y lo comunal, el reconocimiento y el cambio de significado de situaciones que, en otro tiempo, se considerarían normativas (comer juntos, celebrar un cumpleaños, reunirse por Navidad).
A modo de conclusión
La presente reflexión compartida muestra, de nuevo, el valor de la memoria autobiográfica como instrumento de indagación de cuestiones evolutivas. Asimismo, muestra el valor de la metodología cualitativa en la investigación evolutiva, utilizando el análisis de contenido y la utilización de lo narrativo (las propias palabras del sujeto) como ilustrativo de los contenidos que se analizan.
Los recuerdos aparecidos pueden agruparse en 10 categorías.
Los participantes asocian la felicidad con la superación de situaciones negativas, la alegría, los logros de tipo subjetivo más que materiales, el reconocimiento propio, experiencias con la naturaleza, sensaciones corporales únicas, las relaciones con los otros, la recuperación de lo infantil.
Queremos destacar la importancia que los participantes asocian a experiencias psicológicas positivas –la categoría más frecuente– siendo capaces de expresar aspectos sutiles, adjetivos que expresan aspectos reconocidos por la psicología positiva como fortalezas y recursos del yo frente a las adversidades de la vida. Así como la importancia de las transiciones evolutivas: nacimiento de un hijo, el matrimonio, el nacimiento de un nieto… que expresan acontecimientos esperados y esperables y normativos en las distintas etapas evolutivas y que, aunque requieran de un afrontamiento ante situaciones nuevas, van acompañados de un aumento de bienestar subjetivo.
No es menos relevante el que, en las categorías, no aparezcan las relacionadas con las tecnologías, con el consumo y el logro de objetos materiales o de logros laborales de promoción externa y acceso a niveles económicos superiores.
Los resultados nos muestran que la felicidad –al menos lo que contamos de la felicidad– es un campo en el que lo específicamente humano aparece como lo que la constituye, el ser por encima del tener.
Las categorías presentan diferente representación según los grupos de edad. La mayoría de los recuerdos de felicidad se encuentran en el período de juventud (de 18 a 40 años).
El recuerdo de un acontecimiento feliz es fácilmente asequible a la memoria, teniendo en cuenta que debe ser seleccionado de la misma y debe ser expresado de forma sintética.
El campo de investigación sobre la felicidad, a través del recuerdo autobiográfico aparece como muy prometedor para analizar cuestiones evolutivas, y debe continuar en el futuro con muestras más amplias (en número y rango de edad, incluyendo adolescentes y mayores de 70 años) y representativas de la población.
El uso de los recuerdos de felicidad puede ayudarnos, desde la perspectiva de la Psicología Positiva, en períodos de desesperanza y falta de sentido. El narrar –poner en palabras– las visualizaciones de acontecimientos felices, desde la Logoterapia, puede ayudar al reencuentro con el sentido de nuestra propia individualidad.
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