EXPOSICIONES

SOROLLA EN EL PALACIO REAL ¡CUÁNTA BELLEZA!

¡La vida es bella, cuánta belleza envolvente! dice mi amiga Cristina cuando salimos a la Plaza de la Armería tras la visita a la exposición Sorolla del Palacio Real.

Ocurre a veces: la belleza te toma por asalto o te envuelve sigilosamente y no sé de qué otro modo podría describir una experiencia que deja un sabor tan alegre y agradecido.

Luego viene la reflexión: ¿Cómo y por qué? Y las asociaciones y referencias… En mi caso, enseguida encuentro una lectura de hace tiempo: La abolición del hombre de C. S. Lewis, muy recomendable. Un texto breve y luminoso que afirma la realidad de lo objetivamente trascendente y sublime. Y, por supuesto, estas palabras de Sorolla: “El arte no tiene relación con la fealdad o la tristeza. La luz es la vida de todo lo que toca; así que cuanta más luz haya en la pintura, más vida, más verdad, más belleza tendrá”.

Resulta apabullante la magnitud de su obra. Una obra que abarca casi tres mil pinturas, y más de veinte mil dibujos. Su prodigiosa memoria visual favoreció enormemente su adscripción a las corrientes impresionistas de la pintura de la época: captar instantes y convertirlos en obras de arte. Por su calidad y sus innovaciones, sus cuadros se encuentran en las colecciones y pinacotecas más importantes del mundo.

Sorolla era capaz de recordar la luz y el movimiento de un solo instante (a veces ayudado de la fotografía) y de reproducirla en el lienzo más tarde, en su taller. El pintor trabajó con Antonio García, uno de los fotógrafos más importantes de Valencia, iluminando y mejorando negativos. Clotilde, la esposa de Sorolla, tantas veces y tan amorosamente retratada por el pintor, era hija de Antonio García. Los mejores retratos fotográficos que se conservan del genio son obra de su suegro.

Una exposición insólita

Por supuesto, si se quiere admirar el conjunto más completo de la obra del pintor, la visita obligada es el espléndido Museo Sorolla instalado en lo que fue su propia vivienda en Madrid. Lo del Palacio Real es una forma original y novedosa de conocer su obra y su vida. El proyecto se enmarca en el programa de actividades de la conmemoración del centenario de la muerte del pintor (Valencia, 1863 – Cercedilla, Madrid, 1923), provocada por una hemiplejía, que le hizo trasladarse a la sierra en busca de aire fresco y limpio.

La muestra está dividida en cuatro secciones muy diferentes: el relato biográfico, la sala inmersiva, pinturas (algunas poco conocidas procedentes de colecciones particulares) y el espacio virtual.

La historia del pintor

En la primera, expuesta en paneles, una cronología que recorre con detalle la vida y la trayectoria artística de Joaquín Sorolla. Tras esa primera información por la que, para decir la verdad, pasé de puntillas, en parte porque bastante ya lo conocía y en parte porque me resulta trabajosa la lectura, pasamos a algo nuevo y extraordinario: las dos salas sensoriales.

Experiencia sensorial

Se trata de dos estancias cuadradas cuyas paredes funcionan como multipantallas LED, con sonido. Light Art Exhibitions ha sido la empresa encargada de convertir 220 m2 (60 metros lineales de superficie led y 3,5 de altura) en una gran pantalla que permite al espectador introducirse en sus principales cuadros en altísima resolución, combinados y animados digitalmente.

Se suceden con armonía las obras más famosas y reconocidas, las playas, las escenas de pesca, los cuadros costumbristas, las obras de gran formato como las realizadas para la Hispanic Society, colosal serie de 14 pinturas conocida como Visión de España (pueblos, trajes y tradiciones de las diversas regiones de España).

Resulta fascinante sentir el aire que mueve olas, vestidos, velas de barca, árboles… Ver cómo juegan los niños, mujeres se ayudan a vestirse para el baño, pescadores con bueyes arrastran sus barcas hacia la orilla… Una niña (Elena, la hija pequeña del pintor) salta a la comba…

Y lentamente las imágenes se suceden y combinan haciendo un recorrido por toda la obra del pintor incluyendo fotografías y fragmentos escritos de cartas o notas como esta: “Soy pintor y nada más que pintor.”

Exposición con formato habitual

La tercera sección ocupa cuatro salas, es convencional y ofrece 24 obras no expuestas anteriormente procedentes de colecciones particulares, que se reparten en tres de los temas más representativos del pintor: los retratos reales y los jardines; el mar y la playa; y los retratos familiares.

ο Retratos de familia. Sorolla realizó aproximadamente 700 retratos a lo largo de su vida. Los más bellos son los de su familia, que destacan por su originalidad, su naturalidad y el afecto que irradian. Con ellos se inició como retratista al aire libre a partir de 1904 y su éxito atrajo numerosos encargos.

ο Retratos reales y jardines.Dos magníficos retratos presiden la sala: Alfonso XIII con uniforme de húsar y la Reina Victoria Eugenia de Battenberg con manto de armiño. El primero fue realizado en La Granja de San Ildefonso en 1907; el segundo en Sevilla en 1908. En ambos casos Sorolla aprovechó para pintar los jardines reales, primero en La Granja y luego en el Alcázar de Sevilla. La experiencia, años después, llevó al artista a diseñar y plantar su propio jardín para disfrutarlo… y pintarlo.

ο El mar. El mar y la playa ocupan las dos últimas salas. Es el género más conocido y apreciado por el gran público y constituye el conjunto más numeroso de la producción de Sorolla. El mar ofrece al pintor la posibilidad de representar el deslumbrante espectáculo de la luz en todos los momentos del día, en las distintas estaciones del año y en diferentes regiones de España. Las playas presentan el animado bullicio de las faenas de los pescadores, los juegos de los niños o los paseos de los elegantes, siempre bajo el omnipresente sol que infunde a sus escenas vida y alegría contagiosas.

Sala de realidad virtual

Para terminar, la exposición nos conduce a una experiencia de realidad virtual que nos lleva por los lugares de Sorolla. Gracias a esta tecnología y mediante gafas de realidad virtual, caminamos por la playa valenciana de la Malvarrosa, visitamos el taller de trabajo en su casa de Madrid, “pintamos” allí, nos rodean mariposas multicolores y flores… Y finalizamos la visita con deseo de volver.

Cuando se disfruta de algo, lo natural, lo educado, es dar las gracias. Por supuesto a cuantos han hecho posible todo esto en este momento, pero también al maestro valenciano Joaquín Sorolla y Bastida que puso sobre los lienzos tanta belleza… Y a quien la puso en la luz, el color, la vida, nuestros sentidos, lo existente ¡y el mismo Sorolla! ¿O no? No sé si es Chesterton el que comenta en su filosofía del agradecimiento lo raro que es sentir que hay que dar gracias y no saber a quién hacerlo. Disculpen el atrevimiento, yo sencillamente doy gracias al Autor de la vida. Se lo aseguro: es justo y necesario en todo tiempo y en todo lugar. Y gozosamente cuando se siente tanta alegría.

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