SILENCIO Y PROVOCACIÓN
… Levanta el velo que cubre la belleza oculta del mundo y hace parecer los objetos familiares como si no lo fueran.
Percy b. Shelley
En el catálogo de la exposición, escribe Julián Valle: “Sé que hay muchos artistas que pueden explicar el significado de lo que hacen. Yo, después de varias décadas elaborando obras, sigo sin descubrirlo ni pretenderlo. No es algo que me inquiete: reconforta encontrar que aquello que fue trasformado en obra, siga acogiendo dentro de sí el misterio de las cosas.
Continúan brotando en ellas sensaciones, emociones y constelaciones de significados difíciles de determinar y que no parece necesario explicar. Lo experimento ahora ante aquello que hice tiempo atrás: creo que así sucede cuando algo permanece vivo y latente”.
Julián Valle no puede explicarlo…Recuerdo aquella anécdota del predicador que después de enfatizar la imposibilidad de comprender con la razón humana el Misterio de la Santísima Trinidad, prosiguió su sermón anunciando: “yo os voy a explicar en qué consiste este sublime misterio”. Pues bien, yo voy a intentar explicar qué esconde esta obra sorprendente y fascinante. O mejor, más modestamente, qué me sugiere a mí.
O_Lumen
La sala de exposiciones, espacio para las artes y la palabra, O_Lumen ocupa lo que no hace mucho era conocida como la iglesia de los dominicos en la calle Claudio Coello de Madrid. Sala diáfana, sin naves, capillas ni adornos, presidida por un enorme crucifijo clásico, centrado al fondo del presbiterio sobre el que se situaba el altar exento. Supongo, no conocí el lugar cuando fue templo, que habría otros elementos propios para la celebración litúrgica y la reunión de los fieles. Ahora impresiona por su desnudez y amplitud y conserva una especie de aura sagrada.
En la web lo expresan así: El espacio O_LUMEN es el resultado de la rehabilitación integral de la iglesia de Santo Domingo El Real, inaugurada en 1968 y rehabilitada en 2017 por el arquitecto Antonio Ruiz-Barbarín, respetando algunos de los elementos que confieren al lugar su personalidad como un ámbito de expresión para la fe cristiana. O_LUMEN, se abre al encuentro de las demandas de profundidad, sentido y belleza y al diálogo con artistas y personas interesadas en las artes, especialmente con quienes buscan ahondar en la dimensión espiritual del ser humano. Un proyecto impulsado por los dominicos en la perspectiva de su misión al servicio de la Palabra. Y con este propósito, en este momento las paredes del recinto acogen una muestra de treinta y ocho obras de Julián Valle, la mayoría pinturas y algunas cerámicas de difícil clasificación.
¿Desvelar un misterio?
Al entrar y vistas a cierta distancia, las obras me parecieron arte abstracto. Al aproximarme comprobé que no hay ni rastro de ello. Diría que es arte fotográfico e hiperrealista: una minuciosa y precisa colección de espacios naturales más o menos amplios o, como quien acerca la lente, detalles mínimos de pura materia pétrea o terrosa. Colores grises, azulados y ocres en miles de gamas tal como pueden distinguirse en cualquier enclave natural. No se trata de paisajes. Esto es otra cosa pero ¿qué? No hay personajes, no hay escenas. En algún cuadro en el que se muestra solo un interior, asoma algo de vegetación que trabajosamente se abre camino en la piedra. Piedra y tierra desnudas. Y, en gran parte de las obras, piedra y tierra horadadas, vistas desde el exterior pero más desde el interior, como cavidades geológicas, cavernas acondicionadas o habitáculos labrados para la vida eremítica. Todo se presenta como un enigma por desentrañar… ¿Cuál es el mensaje? Creo que más allá de las intenciones que el autor dice desconocer, hay una propuesta abierta al significado, al misterio.
Sin razonar mucho, al terminar la contemplación, -porque fue, creo, contemplación lo que me suscitó cada obra expuesta- la memoria me trajo un versículo del Cantar de los Cantares: Paloma mía, en las oquedades de la roca, en el escondrijo escarpado, déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz: es muy dulce tu voz y fascinante tu figura. Ct 2, 14
Y claro, investigué, ya en mi casa, el Cántico espiritual y las muy prolijas explicaciones de San Juan de la Cruz… Y luego a las subidas /cavernas de la piedra/nos iremos/ que están bien escondidas/ y allí nos entraremos/ y el mosto de granadas gustaremos.
San Juan de la Cruz, en el comentario, se detiene en cada palabra y la toma como metáfora sensible de la más elevada teología católica: La piedra que aquí dice, según dijo San Pablo, es Cristo: Petra autem erat Christus. Las subidas cavernas de esta piedra son los subidos y altos y profundos misterios de sabiduría de Dios que hay en Cristo sobre la unión hipostática de la naturaleza humana con el Verbo divino, y en la correspondencia que hay a esta de la unión de los hombres en Dios. Nada menos…
Julián Valle y la vida eremítica
Mi intuición, evocación, (o capricho de la memoria) no estuvieron demasiado descaminados. En el catálogo de la exposición, el artista alude a la finalidad de la vida eremítica que consiste, precisamente, en la unión con Dios por medio de la total soledad, silencio y paz. Y es que muchas de sus pinturas presentan esos espacios, en el interior de cavernas naturales o labradas, que probablemente fueron habitados por ermitaños. Fuge, tace, quiesce (huye, calla y permanece tranquilo) fue el lema de los Padres del desierto.
Me parece que ese deseo se plasma en el impulso de pintar esos lugares. En su cueva vacía, escribe Valle en el Catálogo, el eremita se enfrenta a la madre de todas las batallas: sentarse en soledad y luchar contra sí mismo. Venciendo a su ego, el solitario camina hacia un ambicioso horizonte evolutivo: trascender la condición humana y trasmutarse en una nueva especie: el santo. El Catálogo contiene una larga exposición acerca del fenómeno eremítico y del origen del orden monástico que incluye pormenores de la vida de San Antonio Abad. Pero también alusiones y citas que, aunque el autor no lo pretenda, explican una intención y un propósito.
Y lo hace con un lenguaje poético y expresivo que da cuenta de sensaciones y vivencias en su mismo hacer pictórico, y de ceramista y escultor.
La vibración de las apariencias
Una práctica del arte como vía de aprendizaje, exploración y conocimiento sobre diferentes cuestiones, como la consciencia o la dimensión temporal de nuestra existencia y el habitar. Un conocimiento intuitivo, poético, de apertura al mundo, que nace en nosotros de la receptividad. Dice de su obra Julián Valle que una clave nos la da el término “receptividad” o lo que denomina “existencia cóncava”. Y la materia remitida a sí misma como la superficie, accesible a los sentidos, que aloja lo inaprensible.
Julián Valle pinta con acierto sobre lienzo y papel, al óleo y acuarela o con técnicas mixtas, para ofrecer una obra que incita a ser descifrada. Piedra excavada y horadada y arcilla moldeable, tanto en las obras gráficas como en algunas cerámicas y pequeñas piezas escultóricas, albergan un vacío en el que la penumbra y la luz sostienen una vibración misteriosa: la vibración de las apariencias.
La luz, en muchos de los lienzos, se abre desde el exterior, procedente de grietas y aberturas de origen geológico. Una luz que vibra tenuemente o con rotundidad en el polvo microscópico del aire. Otras pinturas se detienen en la reproducción minuciosa de cantos rodados, piezas pequeñas circulares, oquedades en materiales trabajados para algún fin utilitario.
En las pequeñas esculturas, el autor, a partir de un pedazo de piedra, ha moldeado formas caprichosas como siguiendo algún patrón ya elegido por la misma materia. En las cerámicas la simplicidad más desnuda: arcilla blanca muy bien trabajada y pulida en cilindros elementales o en vasijas de alfarero en su diseño más sencillo… Supongo que lo que el artista ha buscado no es el encubrimiento sino la aparición de esa “concavidad de lo existente”. Finalmente, un trabajo enigmático, sobre el suelo, de lo que parece ser una silueta humana definida con pequeños trozos de cerámica azulada.
En suma, creo que las intenciones programáticas del espacio O_Lumen se cumplen sobradamente en este caso. A mi me mereció la pena…
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